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Aferrarse a la Libertad...

Dejar la Copa Libertadores no es, de ninguna manera, una opción para el futbol mexicano. Todo lo contrario: es un retroceso a los sueños de crecimiento y de grandeza que siempre ha tenido este futbol. Los dirigentes deben agotar hasta la última posibilidad para poder sostener la participación mexicana en los torneos de la Conmebol. Ha sido y seguirá siendo uno de los termómetros más importantes para medir los verdaderos alcances competitivos de nuestro futbol.

Por David Faitelson

LOS ANGELES, CA.- Dejar la Copa Libertadores no puede, ni debe, ser una opción para el futbol mexicano. El largamente añorado sueño de encontrar un escenario de alta competitividad, de fogueo y de una vitrina internacional para los clubes y los futbolistas mexicanos no puede ser desperdiciado por un tema de calendarios. La Copa Libertadores es y sigue siendo el verdadero parámetro que mide la competencia domestica del futbol mexicano.

Las últimas palabras del presidente de la Liga MX me dejan preocupado. Enrique Bonilla ha afirmado que se analizará a consciencia si realmente el futbol mexicano puede, de acuerdo con los nuevos parámetros que ofrece el torneo (los cambios de su calendario) seguir participando en él. Dado que el torneo se extenderá de febrero a octubre, los tiempos se interpondrían con los de la Concacaf, lo cual, supongo yo, provocaría un conflicto para los clubes mexicanos.

Deportivamente hablando, la Copa Libertadores ha estado llena de momentos “agridulces” para los equipos mexicanos. Por un momento, parecía que existía la posibilidad de que ganar la justa y de mostrar los avances de la Liga mexicana que nunca había tenido un real reconocimiento a nivel continental. Los acercamientos de Cruz Azul, del América y de Chivas, entre otros, fueron serios y rayaron en una página brillante en la época moderna del futbol mexicano. Pero hubo otros parajes de la historia, donde impero cierto desánimo, quizá por el desgaste del torneo local, los largos viajes que había que realizar a Sudamérica o el hecho de que en la “repartición” que había la liga entre Conmebol y Concacaf, los clubes con menos posibilidades económicas y planteles debían ir a jugar a las difíciles canchas del sur del continente. Aún en estos escenarios dispares, la Copa Libertadores parecía seguir ahí, como un sueño, un reto de superación pendiente del futbol mexicano.

Uno de los eternos y grandes problemas del futbol mexicano ha sido el área donde geográficamente tiene que competir. La Concacaf le presiona, tanto en el horizonte de selecciones cuando se trata de la Copa América como ocurre también a nivel clubes. Hay que recordar que el futbol mexicano se vio obligado a renunciar a la Copa Sudamericana, que se juega en el segundo semestre del año, para cumplir con los compromisos de la Concacaf.

Los beneficios de seguir cerca del futbol sudamericano son absolutamente valiosos para el futbol mexicano. Lo son a partir del nivel de los rivales, de la intensidad de los juegos, de la pasión de las canchas y del hecho de poder enfrentar selecciones y clubes con un desarrollo deportivo y competitivo mucho más profundo que el que encontrarás siempre en tu área original.

Por más compleja que se vea, los dirigentes del futbol mexicano deben tomar la decisión correcta. Alejarse de la Libertadores sería una pena, un desperdicio, un retroceso total a los sueños de crecimiento que siempre ha tenido este futbol.

@Faitelson_ESPN