<
>

El América, en semis y el "Lavolpismo", en un museo...

Un tiro de esquina, una jugada a balón parado fue suficiente para marcar la diferencia ante Chivas. El prometido juego espectacular, abierto que arrasaría con los rivales se ha quedado en un simple recuerdo de lo que alguna vez pregonaban los equipo dirigidos por el argentino. El América esta en semifinales. Ha corrido con cierta suerte. Jugará ante el Necaxa, la gran sorpresa del torneo que por fortuna ha dejado de ser su "hermano". El América no juega como debería jugar el América, pero está cerca de una final y así, con ese grisáceo estilo, puede terminar siendo campeón.

LOS ANGELES, CA.- El América amaneció este lunes en semifinales y el "Lavolpismo" en algún museo...

Entiendo que cuando Ricardo Antonio La Volpe, contrario a su costumbre, comparte créditos con Ignacio Ambriz sobre este América semifinalista, también, en cierto sentido, deposita parte de la culpa en su antecesor sobre las formas y las maneras que tiene el equipo en la cancha.

El América no termina por adquirir los "aromas" lavolpistas del futbol, y lo que es peor aún, el América no juega como debería jugar el América, pero, por ahora, le ha alcanzado para meterse en la semana de las semifinales y no sólo eso, con un golpe de cierta fortuna, tras la eliminación del 1 y 2 de la tabla en la ronda de los cuartos de final, jugará ahora ante un equipo como el Necaxa, que si bien es peligroso, no deja de ser un rival inferior en plantel, historia, antecedentes y hasta en condiciones mentales.

No hay que hacer ningún tipo de drama. El América fue mejor que Chivas, pero resolvió la eliminatoria con un tiro de esquina, un buen cabezazo de Oribe y eso es todo. Al América le basto con esa jugada, y cierta insinuación de un futbol por algunos momentos rápido y casi siempre ordenado, para ser mejor que su rival. Hasta ahí nada más. Jamás vimos al América que La Volpe prometió en la liguilla, que arrasaría con los rivales y que mostraría el poder del futbol que tan famoso ha hecho al entrenador argentino en los casi últimos 30 años.

Lo que sí hemos visto es a un La Volpe diferente ante los medios. Primero, presionando, por temas de arbitraje y luego hasta en una que otra "locura" que profetizaba sobre una "maquinación" para echar al América de las finales por parte de la propia Federación Mexicana de Futbol. La Volpe hizo su trabajo, un trabajo que antes no hacía desde la sala de conferencias, sino que ejercía en la cancha: presionar a los rivales, condicionar el arbitraje. Tras el triunfo ante Chivas, ha depositado gran parte del éxito en el hombre que salió por la puerta de atrás del América, Ignacio Ambriz. Mire que para que La Volpe diga que parte de este éxito ha sido de Ambriz, entonces, sí que "la cosa" tiene que estar "medio jodida" o definitivamente poco reluciente y atractiva en el América.

Y fue justamente lo que vimos en la cancha del Guadalajara el domingo. Un equipo ordenado, con sus dos centrales ofreciendo un partido excelso (Goltz y Aguilar) y Caros Darwin Quintero brindando vértigo, peligro y desborde al frente. Justamente, una de las jugadas del colombiano provocó un tiro de esquina y en esa jugada a balón parado, a táctica fija, el América, vía Oribe Peralta, encontró el pasaje a las semifinales. Luego, cuando faltaban casi 30 minutos, metió a Guerrero, metió a Osvaldito, dejó a Arroyo en la banca, y se dedicó a defenderse de los pobres, insulsos e inofensivos ataques que proponía el rival.

El América vuela con "piloto automático". Pone su camiseta por delante, presiona mediáticamente por conducto de La Volpe y depende principalmente de su orden táctico, de su experiencia y de sus individualidades. Pero de La Volpe y del "Lavolpsmo", ni sus luces, solo un recuerdo vago, lejano de aquel entrenador agresivo, que salía jugando desde su área, que buscaba asociación, ataque por las bandas, rotaciones, combinaciones, velocidad. La Volpe se hizo viejo (como todos nosotros) y ha perdido su sentido de agresividad y hasta parte de su valor por tomar riesgos.

@Faitelson_ESPN