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Cuba respira ante China, de cara al juego clave

Por mucho que China haya crecido en el béisbol e incluso pueda atraer a sus filas a algunos extranjeros de raíces asiáticas, todavía está lejos de poder ganarle a Cuba, incluso, a esta, su peor versión, que estamos viendo en el Clásico Mundial.

Los cubanos respiraron ante los chinos en uno de esos partidos cuyo marcador no reflejó con exactitud la realidad de lo ocurrido sobre el terreno del Tokyo Dome.

A pesar de que el juego se mantuvo sin anotaciones durante las tres primeras entradas y que un marcador de 6-0 no significa un predominio absoluto, los antillanos tuvieron siempre control del encuentro, gracias a una labor casi perfecta de su abridor Bladimir Baños por espacio de cinco episodios completos.

En el quinto, después de un out, Sunyi Yang rompió el embrujo con un imparable limpio a la banda derecha, único desliz de Baños en su actuación, aunque sin ninguna consecuencia.

Vladimir García, Liván Moinelo y Miguel Lahera se encargaron de los últimos cuatro innings y serán quienes use el manager Carlos Martí ante cualquier parpadeo de Lázaro Blanco en el crucial juego del jueves ante Australia.

Volvieron a lucir con el madero el jovencito Yoelqui Céspedes, de 19 años y hermano del toletero de los New York Mets Yoenis Cespedes, el veloz jardinero central Roel Santos y el antesalista Yurisbel Gracial, quienes ya habían enseñado credenciales ante el más exigente pitcheo japonés.

Santos, primer bate, disparó sencillo, doble y triple, quedándose a falta del cuadrangular para el ciclo, mientras que Céspedes volvió a demostrar que no le tiemblan las piernas, a pesar de su inexperiencia, cuando fue el encargado de inaugurar con doblete impulsador el marcador para los cubanos, contenidos por tres innings por el veteranísimo panameño de raíces chinas Bruce Chen.

Y como mismo han causado buena impresión Céspedes, Santos y Gracial, quien suma tres biangulares en dos juegos, resulta lastimoso ver al veterano Frederich Cepeda, líder absoluto en hits, jonrones, anotadas e impulsadas en Clásicos Mundiales, lejos de aquel estelar bateador que fue y sin nada que hacer ya en el plato.

El tiempo no pasa por gusto y Cepeda ya no tiene la velocidad en su swing para descifrar incluso el pitcheo chino, posiblemente el peor de los 16 equipos participantes.

Lleva seis turnos en blanco, con un ponche y dos veces ha bateado para doble matanza, aunque ha negociado cuatro boletos.
Inexplicablemente, Cuba jugó sus dos primeros partidos en menos de 24 horas, mientras su próximo rival, Australia, todavía no había debutado.
Martí reservó para ese partido al derecho Lázaro Blanco, el hombre que lo llevó a ganar el título nacional con el equipo Granma y quien ha sido el mejor lanzador cubano en los últimos 12 meses.

Apuesta arriesgada la del mentor cubano, pues tampoco se trata de que Blanco sea esa garantía casi absoluta de triunfo, mientras que en la isla todavía se debate acaloradamente si debió usar a Blanco ante Japón, en lugar de entregar ese juego de antemano.

Más seguros son los zurdos Clayton Kershaw y David Price, pero en postemporadas se desinflan como globos, así que nada está garantizado.

El caso es que ahora mismo, en la isla muchos deben estar prendiéndoles velas a San Lázaro, el santo milagrero tan venerados por los cubanos, para que ayude a su tocayo desde la lomita del Tokyo Dome, pues si falla y sale mal la estrategia, todo habrá terminado.