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Al Piojo se le llenó de pulgas el vestidor del América

LOS ÁNGELES -- Miguel Herrera podrá decir que no hay crisis. Y eso, agravaría la crisis en el América. Agregaría y segregaría crisis de autocrítica.

En América el rasero es distinto. Si la crisis es en Chivas, supura compasión. Si la crisis es en Tigres, genera desdén. Si la crisis fuera en Cruz Azul, generaría sarcasmo.

Pero Cardozo y su rebaño ya parpadean; Tuca Ferretti y su manada, ya se indignaron, y Cruz Azul enseñorea el pent-house de la Liga MX.

Al Piojo le empiojaron la escena. Y debe higienizarla con urgencia. El caos tiene la dimensión de un tsunami en un vaso de agua... por ahora, pero cuidado. Se puede desbordar.

1.- DE LA CODORNIZ AL AVESTRUZ...

Mateus Uribe se rebela y se revela por segunda vez. En la primera, le mentó la madre a su técnico, y en la segunda hizo berrinche, creyó que a escondidas de todos, en la banca del equipo. La TV lo exhibió.

Ese carácter, lamentablemente, no se le vio en la cancha ante León. No trató a ningún rival como maltrató a la botella de agua. Caperucita en la cancha, y lobo en la banca.

Y se revela Uribe, porque demuestra que su honestidad profesional es tan frágil como los tobillos de una gallina. Y porque en dos ocasiones, en jugadas cerca del área, encogió la piernita con ademán de princesa, como quinceañera en su primer beso. Hay más almas guerreras en el equipo femenil del América, que en la suya.

Por ejemplo, entre Uribe y Oribe, hay una letra de diferencia, pero una cantidad abismal de testosterona de diferencia. Vamos, existe la diferencia que hay entre dos huevitos de codorniz y dos huevotes de avestruz, en una analogía muy avícola. El que entendió, entendió.

Oribe Peralta, que hoy tiene un recorrido orgulloso, se tiró ante León tres barridas de alto riesgo, para él mismo, por defender la pelota y la camiseta, a los 34 años.

Fue evidente la diferencia. La vocal que los separa, es una enciclopedia de contrastes. Oribe es un guerrero. Uribe es un mercenario afortunado.

2.- LOS DESERTORES...

No es sólo Uribe el que no concibe la diferencia entre defender El Nido y hurtar los huevos de oro de El Nido.

Ibargüen demostró que es un "reggaetonero" de ocasión. Dos o tres amagues y escurre por un lado, el único pasito que se sabe. Hasta su espejo debe estar desfalleciente de tanta monotonía.

Y Renato Ibarra no es muy diferente: un velocista con balonazos al vacío, pero al vacío detrás de la portería.

¿Guido Rodríguez? Un medio escudo, de cualquier equipo, que abandone la cancha con la camiseta sin sudar y sin una tarjeta amarilla, debe ser considerado un desertor. Es el primer mastín de su área.

¿Y Roger Martínez? ¿Ya se le llenó el buche? ¿Con tan poquito? Se creyó esas barbaridades que soltaron algunos de que es el nuevo Salvador Cabañas o el nuevo Chucho Benítez. Hoy, Roger no está ni para lustrar el casillero de la memoria de ambos.

¿Cecilio? Lo más memorable en el América es su fragilidad. Sus mejores partidos los ha jugado en la enfermería

3.- LA CRISIS DE LA AUTOCRÍTICA...

Miguel Herrera también debe encerrarse en su confesionario. Por ejemplo, ¿no quiso o no supo resolver el festín que se daba Yairo Moreno?

¿Qué va a hacer con los que no comprenden que juegan en uno de los dos equipos más importantes de México? Ya debían saber que los pusilánimes, no caben en Coapa. Para eso hay otros equipos de medio pelo, para que en el anonimato de la minoría, holgazaneen.

¿Sacar a Láinez, en lugar de confiarle el mando del equipo, y mantener a Ibargüen?

¿Hay acaso una labor post autopsia para tratar de adoctrinar y educar a Láinez y a Edson Álvarez?

Si no la hay, es abandonarlos a su suerte. Me explico: este jueves, Herrera y Santiago Baños debieron encerrarse una hora, por separado, con cada uno, para revisar los videos de los dos últimos juegos.

Formar jugadores no es alinearlos, es cobijarlos en las desgracias, y sacudirles con dos mamporros de humildad en tiempos de bonanza. Y Láinez y Edson necesitan de ambos, aunque signifiquen horas extras para Herrera y Baños.

Recordemos que Miguel Herrera ha hecho milagros con jugadores en condiciones confusas: recibió los vestigios de Sambueza, Layún, Paul Aguilar, respaldó a Raúl Jiménez, y hasta hizo milagros con Diego Reyes, aunque cierto, no pudo con otros retos, como Gullit Peña en el Tri.

Es tiempo que El Piojo entienda que debe domesticar ese circo de pulgas indeseables que hay en su vestuario.

Y tiene poco tiempo, lo aguarda Pumas este fin de semana. Y los adversarios lo saben, como lo hizo Querétaro y lo hizo León: vencer al América es el elíxir, efímero, cierto, pero elíxir que levanta muertos.

Porque además, Miguel Herrera lo sabe: su retorno a la selección tiene un requisito: levantar la Copa del Apertura 2018.