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No hay que sorprenderse

BUENOS AIRES -- ¿Por qué el fútbol argentino tiene que ser una isla respecto del país? ¿Por qué en una tierra con políticos ineficaces y corruptos debe existir una mayoría de dirigentes limpios y productivos? ¿Por qué en una República de penas económicas y escasísima protección, los clubes tendrían que ser la excepción a las "leyes" sociales imperantes?

Por supuesto que la intención no es que estas preguntas suenen a mediocres justificativos, sino que podamos utilizarlas de disparador para tratar de asimilar profundas grietas que exhibe la "Argentina-potencia futbolística".

Este deporte ha sido históricamente un producto líder, de vanguardia, con mano o pie de obra muy calificado. Genera recursos (podrían haber sido mil veces superiores) que otros sectores ni sueñan, y que, en algún momento, le permitieron actuar como reemplazante del Estado en una función contenedora.

Sin embargo, las variables económicas influyeron en la vida institucional, y la ética (o falta de ella) no resultó diferente a la aplicada en otros ámbitos de la sociedad. Algo lógico, ya que aquellos que conducen no son suizos (por suerte, en el caso que se tratara de Blatter), ni japoneses ni alemanes...

El fútbol argentino es más duro que bueno, se hizo más físico que técnico. Lo que sobresale se exporta. Como la carne, los mejores cortes se disfrutan afuera. El reino del todo pasa y poco queda (en ciertos lados nada de nada, de nada...), con empresarios más ricos que los clubes y bolsillos dirigenciales que engordan y se ríen del sentimiento del hincha (cómplice porque sólo le interesa la tabla de posiciones).

Pese a estructuras cuartomundistas y el safari que significa ir cada fin de semana a la cancha, siguen naciendo futbolistas de elite (cada vez menos)... Además, vale recordar que el presidente de la AFA perdió por goleada varios partidos en su "Mundial de la Violencia" y lo grave es que en esta "competencia" se pagó con muertos.

Casi que no hace falta refrescar que la sequía de trofeos del seleccionado acumula 15 años.

¿Corresponde entonces la sorpresa por ciertos resultados en la Copa Libertadores?
En los últimos diez años, salvo los cuatro títulos y una final de Boca, no hubo otro equipo argentino que accediera al encuentro cumbre. En el mismo lapso los brasileños obtuvieron cuatro Copas y colocaron representantes en OCHO cotejos decisivos mediante OCHO clubes distintos (Vasco da Gama, Palmeiras, Sao Caetano, Santos, San Pablo, Atlético Paranaense, Inter de Porto Alegre y Gremio).

Ya no debe causar asombro la dificultad para conseguir resultados de visitante. Basta con revisar las estadísticas. Por ejemplo, la última victoria en Venezuela se remonta a 1996... Si bien es cierto que desde entonces se jugaron allí solamente cinco partidos, no deja de ser relevante, más allá del enorme progreso venezolano, que no se haya vuelto a ganar donde, en un pasado no tan lejano, el único interrogante previo era la diferencia de goles.

Por ahora la fábrica permanece abierta, pero atención que la producción de calidad no es ilimitada. No es lo mismo tener gran potencial que ser potencia.