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Salud, locos del yachting

BUENOS AIRES -- Madrugada fría de invierno del jueves 21 de agosto de 2008 en la Argentina. Estoy con la mirada clavada en la pantalla de la televisión. Tarde lluviosa de verano en las aguas de Qingdao, China.

Mis compatriotas Carlos Espínola y Santiago Lange se funden en un abrazo al cruzar la llegada de la Clase Tornado de yachting. Santi levanta la bandera celeste y blanca festejando una durísima medalla de bronce. A miles de kiilómetros me unen demasiados sucesos vividos junto a ellos.

Espinola y Lange hablan de la medalla de bronce

Y esos sucesos danzaban alrededor de mi mente. Agosto de 1991. Carlos Mauricio Espínola tenía 20 años, acababa de ser segundo y su hermana María Inés finalizaba tercera en la Clase Mistral, en las cálidas aguas cubanas, escenario de vela de los Juegos Panamericanos.

A Santiago Lange lo conocí en Seúl 1988, cuando fue noveno en la Clase Soling. Tenía 27 años, ya era arquitecto naval recibido en la Universidad de Southampton, en Inglaterra. Pronto supe que ante la falta de apoyo en la Argentina había emigrado a España, donde contaba con el sostén económico de la Federación de Vela de ese país.

Un día de 1993, lo encontré en el amarradero del Olivos Yacht Club. "Regresé cuando estaba a punto de representar a un país europeo en Atlanta 1996, porque un auspiciante me ofreció lo necesario para costear la totalidad de la preparación y resolví".

En Atlanta fue noveno en la Clase Laser. En Atlanta Camau Espínola, que había debutado en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, ganó su primera medalla plateada en Mistral. Compartieron Sydney 2000. Camau festejando su segunda plata en Mistral y Santiago, con Mariano Parada, décimo en la Clase Tornado.

Allí fue cuando Espínola, con 29 años, tomó la decisión de dejar la Mistral ante el avance de la juventud y se unió a Santiago Lange para probar suerte en la Clase Tornado. Llegó la consagración en Atenas 2004, con una medalla de bronce. Ese año, también consiguieron el campeonato del mundo.

Con la vista puesta en Beijing, hubo una preparación acorde con el nivel de la embarcación argentina. Cuando hace un año conocieron el lugar de competición, decidieron alquilar un departamento en Qingdao, donde se alojaron durante todos estos días. También, el meteorólogo con el que cuentan hizo un análisis de los vientos en Qingdao de los últimos 20 años para tener nociones de cómo era el mes de agosto en esa ciudad.

Las condiciones fueron muy distintas a las esperadas y hasta sufrieron un vuelco. Necesitaron de todo el profesionalismo y el talento para poderse subirse al podio, sufriendo hasta el último día. Lange y Camau gozaron de esta presea de bronce como si hubiese sido de oro y así lo expresaron: "Debido a todos los problemas, cualquier medalla iba a estar bien para nosotros".

Salud desde aquí fanáticos de la navegación a vela. Saben que mi corazón late junto al de ustedes. Salud inquebrantables luchadores. Presiento sus pensamientos: "Comencemos a encarar Londres 2012". Salud, locos del yachting.