<
>

Caribe: Urge cambiar el formato

MEXICALI, México -- Una vez más, el fantasma del empate asomó por los predios de la Serie del Caribe, abriendo una caja de temores entre organizadores, peloteros y medios de comunicación y reviviendo el debate de que el evento urge de una revisión en su formato de competencia.

Un formato que no solamente permite odiosos empates, sino también tempranas definiciones que deslucen el final del evento. Ambos escenarios deberían ser erradicados de una vez y por todas.

Cuando los Tigres de Aragua y los Venados de Mazatlán entraron al terreno en el último partido de la penúltima jornada de Mexicali 2009, los campeones mexicanos buscaban provocar un empate que pudo haber persistido luego de los encuentros del sábado.

Un rally de tres carreras de Aragua en la séptima entrada no solamente otorgó al club venezolano su primera corona en ocho visitas a la Serie del Caribe, sino que además le devolvió el aliento a los asustados directivos de la Confederación de Béisbol del Caribe.

A pesar de que solamente se han producido seis empates en 52 ediciones, el sistema de todos contra todos que se utiliza en la Serie del Caribe favorece las probabilidades de que dos o tres (y hasta 4) clubes tengan igual marca al agotarse el calendario regular.

Un juego extra para definir el campeón siempre lucirá interesante desde el punto de vista competitivo, pero en realidad es un terrible dolor de cabeza para todos los que estamos envueltos en el proceso.

Para los organizadores significa extender estadía en los hoteles, vender boletas para un juego que no estaba programado, cambiar los vuelos de los equipos empatados y modificar la ceremonia de clausura.

Para las cadenas de televisión con los derechos de transmisión un juego de desempate podría significar cientos de miles de dólares extras en gastos, además de los inconvenientes mencionados anteriormente y el reajuste de la programación debido a los compromisos previos que pueden tener las televisoras.

Para los aficionados que acompañan a las delegaciones de sus países en tours especiales (que son bastante caros, por cierto), un empate los coloca en la gran disyuntiva de soportar gastos que no estaban contemplados o marcharse sin ver el partido final.

En ocasiones, los equipos deben solicitar permisos de emergencia para muchos de sus peloteros, que solamente tenían aval para determinadas fechas por parte de las organizaciones de Grandes Ligas debido a la cercanía de los entrenamientos primaverales.

Si agregamos a todo eso que en Mexicali se pronostica un 60% de posibilidades de lluvia para el sábado entonces se entiende porqué el triunfo de Aragua (5-0) sobre Mazatlán (3-2) devolvió el color a las mejillas de los asustados organizadores al eliminar el posible empate, pero entonces provocó que no tengan ninguna importancia los juegos del último día.

¿Qué se puede hacer para evitar empates o coronaciones por adelantado?

LA SOLUCIÓN

La idea más sencilla para desterrar las odiosas posibilidades es la creación de una gran final para cerrar la Serie del Caribe. Una final que enfrentaría el último día a los ocupantes de los puestos 1 y 2, sin importar sus marcas.

Esos dos finalistas saldrían del todos contra todos, ya sea de cinco o seis días, y además de agregar un elemento atractivo y dramático acabaría un inconveniente que tarde o temprano afectará el crecimiento de la Serie del Caribe.

El licenciado Juan Francisco Puello Herrera, presidente de la Confederación de Béisbol está de acuerdo sobre la necesidad de cambiar el formato actual, pero varias veces entiende que la mejor forma de adaptarlo es junto con una expansión.

Integrar dos nuevas ligas (Cuba, Colombia, Nicaragua y Panamá han sido candidatas por mucho tiempo) ayudaría a crear dos divisiones.

Pero el mismo Puello Herrera admite frustrado de que actualmente no asoman ligas con torneos invernales sólidos como para entrar a la Serie del Caribe tan pronto como se creía hace dos o tres años.

Los torneos de Colombia y Nicaragua aún necesitan madurar, Panamá no tiene liga profesional y Cuba adolece de la estructura necesaria para asumir el compromiso de montar el torneo cuando le corresponda.

Otra idea es imitar el formato de doble eliminación que se usará en las primeras dos rondas del Clásico Mundial 2009 y que incluye un partido final para definir al ganador de grupo.

Mediante la doble eliminación, se hace un sorteo para decidir los enfrentamientos de la doble cartelera del día de apertura.

En la segunda fecha se enfrentan los dos perdedores de la inauguración; el ganador sigue vivo y el perdedor se va a casa.

En la tercera jornada chocan los dos ganadores del primer día; el ganador avanza a la final y el otro pasa a jugar el cuarto día.

En el cuarto día, se enfrentan el ganador de los días dos y tres; el ganador consigue el otro cupo a la final, el perdedor se va a casa.

El quinto día debe ser libre para que equipos y aficionados recarguen las pilas, conozcan un poco más la ciudad sede y hasta puedan hacer algunas compras. El sexto día es la gran final para coronar un nuevo monarca caribeño.

Si el sistema de doble eliminación se convierte en un fenómeno, como apunta a ser, debería ser considerado por la confederación, que está obligada a reinventar la Serie del Caribe.