¿Kershaw es el mejor pitcher de todos los tiempos?

FECHA
28/05
2017
por Buster Olney | Escritor Senior de ESPN.com
Este es el décimo año de la carrera de Clayton Kershaw en las Grandes Ligas, lo que significa que si decide regresar hoy a su casa en Texas y dividir el resto de su vida entre la paternidad y el ping-pong o la filantropía u otras búsquedas, él sería elegible al Salón de la Fama.

Sin lanzar otro lanzamiento, él fácilmente ganaría la inducción, y sería un candidato para convertirse en el primer jugador a ser elegido unánimemente, si Mariano Rivera no lo hace en 2019 o Derek Jeter en 2020. Porque usted puede hacer un caso fuerte de que Kershaw es el mejor lanzador de todos los tiempos.

El ERA + adjustado es una estadística diseñada para crear el contexto, para medir el rendimiento de un jugador contra el panorama de su tiempo. Nos permite entender el peso de la dominación de Pedro Martínez dentro de la era de esteroides, o la actuación de Cy Young en comparación con sus compañeros en la era de la bola muerta o lo bueno que fue Lefty Grove después de la explosión de poder y jonrones que siguieron al ascenso de Babe Ruth.

El ERA + ajustado no puede explicar específicamente cada factor que afectó a los lanzadores, por supuesto -la segregación del deporte, que duró hasta 1947; o la evolución de la zona de strike; o el aumento y la caída en la altura del montículo. Pero el ERA + ajustado explica los vaivenes generacionales entre pitchear y batear, y el lanzador clasificado más alto en esta métrica es Rivera, que apareció en 1.115 juegos en su carrera, todos -menos 10- como relevista.

El abridor número 1 en ERA +: Kershaw. Y no está realmente tan cerca.

1. Clayton Kershaw 160
2. Pedro Martínez 154
3. Jim Devlin (un lanzador del siglo XIX) 150
4. Lefty Grove 148
5. Walter Johnson 147

Kershaw tiene una efectividad de por vida de 2,35, y casi todos los lanzadores que están por delante de él en la lista de todos los tiempos eran lanzadores de la era de la bola muerta. En el campo de lanzamiento independiente, una métrica diseñada para separar el funcionamiento de un lanzador de la defensa detrás de él, él está empatado en el puesto 27 de todos los tiempos, y él es el único pitcher activo entre los primeros 128. (Chris Sale es No. 129, y Madison Bumgarner es No. 170.) Kershaw es segundo de todos los tiempos en WHIP (boletos y hits por entradas lanzadas) en 0.9996. El lanzador N º 1 en esta lista, Addie Joss, lanzó en la primera década del siglo XX.

Clayton Kershaw
Jamie Squire/Getty ImagesCuando se habla de quién es el mejor pitcher de todos los tiempos en las Grandes Ligas hay que mencionar al zurdo de los Dodgers de Los Ángeles, Clayton Kershaw.
Así que Kershaw es históricamente grande en cuántos hits, boletos y carreras que permite por inning y por juego, mientras lanza en un tiempo en el que la tasa de jonrones está subiendo.

Pero él también se ha distinguido de sus compañeros en un momento en que los lanzadores nunca han tirado tan duro. Hace veinticinco años, un lanzador que consistentemente lanzara en el rango de las 90 mph con movimiento era inusual. Este año, 79 de los 91 lanzadores actualmente calificados para el título de efectividad tienen una velocidad promedio en su bola rápida de 90 mph o más.

Hay 49 relevistas que comenzaron el domingo con una velocidad de bola rápida promedio de al menos 95 mph. El miembro del Salón de la Fama Bob Feller fue considerado uno de los lanzadores más duros de su tiempo, y en 1938, la primera temporada en la que lideró la liga en ponches por nueve entradas, promedió 7.8. En 2017, hay 46 lanzadores con una tasa más alta de ponches por nueve entradas.

Si crees en la evolución del béisbol, en el impacto de una mejor nutrición y entrenamiento físico durante todo el año, entonces crees que los lanzadores son más grandes y más fuertes que nunca, e incluso dentro de ese contexto, Kershaw se ha separado completamente. Durante cuatro años consecutivos ha liderado la Liga Nacional en ERA, y la última vez que su ERA estaba por encima de 2.53 al final de una temporada fue 2011. Él fue limitado a 149 entradas debido a una lesión el año pasado, pero lo que logró en esas entradas fue extraordinario: 172 ponches y 11 boletos, para un 15.64 promedio de ponches por boletos. Como Madison Bumgarner preguntó retóricamente a principios de la temporada de 2016: ¿Estamos viendo al mejor de todos los tiempos en su mejor momento?

Bumgarner, por supuesto, generó el mejor desempeño de postemporada de todos los tiempos en los playoffs de 2014, dominando al mismo tiempo que lanzaba más del doble de entradas que cualquier lanzador. Kershaw ha lanzado en 18 partidos en la postemporada, y en esos, tiene una efectividad de 4,55. Para algunos fans, eso sería un descalificador en la conversación sobre si es el mejor de todos los tiempos. Probablemente necesite conducir a los Dodgers a un campeonato para despejar completamente esas dudas.

Pero usar la postemporada como prueba decisiva sería clasificar a Mickey Lolich como el mejor de todos los tiempos, o descartar a Greg Maddux porque perdió más de lo que ganó en la postemporada. Kershaw probablemente tendrá más oportunidades de ascender en octubre, pero incluso sin eso, lo que ha hecho durante los veranos de su carrera es lo mejor que hemos visto, o que nadie haya visto nunca.

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Patrick Gorski/Icon SportswireNo quedaban muchos fanáticos en una noche fría en Chicago cuando los Yankees y los Cachorros batallaron por 18 entradas.
Era alrededor de la medianoche que la búsqueda de una carrera por parte de los Cachorros de Chicago que terminaría con la locura en entradas extras ante los Yankees de Nueva York se volvió desesperada. Con Chicago al bate - creo que estábamos en la parte baja de la entrada 16, aunque el sueño le coloca un velo alrededor de los detalles específicos - alguien en el dugout de los Cachorros comenzó a disparar semillas de girasol hacia el terreno. Docenas de semillas, una a la vez; un par de ellas llegaron a la línea de foul de tercera base, y entonces una o dos de ellas cayeron en el terreno, mientras el oficial de la antesala Alan Porter lo observaba.

En ocasiones los jugadores lanzan semillas como estas hacia el terreno en algunos partidos, pero la súbita llegada de la sexta hora de juego el domingo sugirió un brillante intento de alterar el karma de los dioses del béisbol. Semillas para cambiar la suerte. Pero al igual que los bateadores en ambos equipos en entradas extras, el truco de las semillas no funcionó; los Cachorros no pudieron anotar, de nuevo, y al final de la media entrada, el jugador responsable por haber lanzado las semillas lanzó otro puñado, como si fuera un último envío en un espectáculo de fuegos artificiales.

En la siguiente entrada, Kyle Schwarber se puso una careta de receptor en el dugout, y Ben Zobrist se puso un casco al revés. Todo para terminar el juego, el que finalmente terminó luego de 18 frías entradas, 6 horas y 5 minutos de duración y 583 lanzamientos. Como un reportero que busca cosas interesantes que ocurran, pensé que era divertido, un maratón de béisbol para contárselo en el futuro, dentro de 25 años, a los nietos. Yo amo la oportunidad del caos - el ejemplo base para el caos podría ser el partido de 19 entradas, demorado por lluvia, entre los Mets de Nueva York y los Bravos de Atlanta que comenzó el 4 de julio de 1985, y que terminó con los fuegos artificiales prometidos justo antes del desayuno.

Los jugadores y managers tienen una perspectiva muy diferente. Anthony Rizzo fue golpeado en el antebrazo por una recta de 99 mph de Aroldis Chapman en la novena entrada pero tuvo que mantenerse jugando por tres horas y nueve entradas más luego de ese incidente, por el que probablemente debió haber sido sacado de juego. El manager de los Cachorros Joe Maddon tuvo que extender el trabajo de sus relevistas, algunos de ellos ya habían comenzado el juego con mucha carga de trabajo reciente, en un área de riesgo aumentado. Y cuando todo había concluído, los Yankees y los Cachorros tuvieron que viajar toda la noche, y llegar a hotels cerca del amanecer y 12 horas antes de su siguiente juego.

Yo espero que ellos mantengan las reglas actuales en funcionamiento, porque las mismas han creado el nacimiento del ocasional maratón de béisbol memorable, y las Grandes Ligas están bien conscientes que los fanáticos quieren que las entradas extras sigan hasta que alguien gane y alguien pierda. El lunes, yo publiqué una encuesta en Twitter pidiendo la opinión de los fanáticos, y la respuesta fue una paliza: A cerca del 75 por ciento le gusta el status quo.

Pero el enfoque en la seguridad y las condiciones de trabajo en la industria ha aumentado, y sospecho que, inevitablemente, los juegos maratónicos pronto se convertirán en una especie en extinción, y pronto podrían dejar de existir, igual que los choques en el plato y los deslizamientos en la segunda base.

Sin embargo, esta no es una conclusión inevitable, como tampoco lo es la adopción de reglas como las utilizadas en el Clásico Mundial de Béisbol, con las cuales se colocan corredores en posición de anotar en las entradas adicionales para aumentar las probabilidades de anotar. MLB fue la fuerza que impulsó las alteraciones de dichas reglas en la segunda base y el plato, empujando a la unión de jugadores hacia el cambio, pero si van a haber cambios en las reglas de entradas extras luego del 12º episodio u otros ajustes, la asociación de jugadores tendrá que salirse de su cueva y buscar un trueque para ellos. Los jugadores tendrán que dirigir esa conversación.

Si ellos toman ese paso, van a ser alabados en silencio por los ejecutivos de los equipos, muchos de los cuales ven estos juegos maratónicos como una locura sin sentido. Esos oficiales notan que las escalas de riesgo/recompense se inclinan abruptamente hacia los juegos que siguen hasta tarde en la noche, con los juegos siendo empujados hacia el borde de las lesiones, si no más allá, y que sus equipos se ven afectados por días y semanas después en aras del tiempo extra que la mayoría de los fanáticos ni siquiera disfruta porque se han ido del estadio. (El domingo en la noche, un puñado de almas quedaba en los alrededores para el final del partido entre Yankees y Cachorros, pero quizás era una cuarta parte de la concurrencia original).

En esta era, los lanzadores hacen menos pitcheos y trabajan menos entradas, los jugadores de posición están en el terreno por menos partidos, y la lista de lesionados es utilizada con mayor frecuencia. El producto está siendo protegido en formas que nunca se vieron en los días de Babe Ruth y Willie Mays e, incluso, Barry Bonds. Y por esa razón, se cree que, eventualmente, los partidos maratónicos y los cascos al revés y los trucos de semillas serán cosa del pasado.

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Si te metes en una pelea en un estadio, vas a ser expulsado. Todo el que entra a un estadio sabe esto, porque antes de cada juego, los anunciadores locales leen una advertencia sobre las normas de conducta.

Si tocas una pelota dentro del terreno de juego, vas a ser expulsado. Todo el que entra a un estadio sabe esto, porque antes de cada juego, los anunciadores locales leen una advertencia a los fanáticos sobre esta causa y efecto en particular.

Si entras al terreno, vas a ser expulsado, y te van a acusar de traspasar propiedad privada. Todo el mundo sabe esto, porque antes de cada juego, los anunciadores locales le recuerdan a los fanáticos sobre lo que puede ocurrir.

En esta forma, las Grandes Ligas y los 30 equipos podrían declararle la guerra al tipo de lenguaje que los fanáticos le dirigieron al jardinero central de los Orioles de Baltimore Adam Jones en Boston el lunes en la noche. Es un gesto simple que podría hacer una gran diferencia en proteger a los jugadores de este tipo de basura.

En su versión actual, los anunciadores locales en los estadios mencionan el lenguaje "abusivo" en sus anuncios pre juego: El lenguaje abusivo no va a ser tolerado...

Pero esa advertencia puede ser mucho más explícita, contundente y poderosa: Cualquier fanático que diga cosas racistas, antisemitas y anti-gay a personal del terreno o fanáticos será expulsado de inmediato y se le prohibirá su entrada al estadio de forma permanente.

Es algo que le vuelta la mente a cualquiera que este tipo de paso sea necesario, pero es ahí donde estamos y donde hemos estado. Setenta años y 17 días han pasado desde Jackie Robinson jugó su primer partido para los Dodgers de Brooklyn, pero generaciones de jugadores han reportado incidentes similares al que Jones le mencionó a los diarios USA Today y Boston Globe luego del partido del lunes: La palabra 'N' y otras palabras o frases dichas desde las gradas como armas de degradación masiva.

Muchos jugadores se relacionan con estos episodios fuera de record, intentando eludir el conflicto y tratando las burlas racistas como algo que tienen que aguantar. Pero, ¿por qué alguien tiene que aguantar algo como esto dentro de los confines de un establecimiento comercial privado?

¿Por qué Adam Jones tiene que escuchar esto? ¿Por qué cualquier jugador, cualquier fanático tiene que escuchar esto sin consecuencias, más que lo que tolerarían a algún idiota corriendo dentro del terreno por nueve entradas, o a alguien que lance puños en las gradas del jardín central?

Si las Grandes Ligas y los equipos refuerzan el lenguaje de las advertencias pre juego hechas por los anunciadores locales, entonces ellos podrían ayudar a envalentonar una mayoría silente - las decenas de miles de aficionados en cada juego que no están gritándole estupideces racistas a los jugadores y que pueden señalarle a los oficiales de seguridad a aquellos que logran degradar a todo el mundo mediante el uso de palabras como las dichas a Jones.

Las apuestas se elevarán, la culturá cambió: Si dices esas cosas, la seguridad te va a encontrar con la ayuda de 40 mil fanáticos autorizados y preparados para hacer que este sea el último día que puedas entrar al estadio.

Si dices cosas como estas, vas a ser expulsado. Y todo el mundo lo va a saber.

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