Con sus virtudes y sus defectos, con sus ausencias y sus incertidumbres, el Guadalajara no puede olvidar quién y cuál es su objetivo en el futbol mexicano. El primer triunfo en el atropellado inicio de la era José Cardozo llegó en una noche copera donde Chivas mostro parte del “músculo del futuro”, sus fuerzas básicas, un futuro que tendrá que adelantarse y surgir cuanto antes como una realidad en el campo de juego. Chivas no puede darse “el lujo” de sentarse en la hamaca y conformarse con una posición secundaria en el torneo. Debe ser protagonista como lo marca su historia, su parafernalia y sus colores...
SAN DIEGO, CA.- Lo primero que tiene prohibido Chivas es olvidar quién y lo qué significa para el futbol mexicano. Después de eso, debe convencerse asimismo --antes que a los demás-- de que será capaz de ofrecer competencia en la cancha de juego. El primer triunfo en el atropellado inicio de la era de José Saturnino Cardozo fue también el primer triunfo en la era post Matías Almeyda. Y llegó en una noche de Copa donde Chivas sufrió y finalmente venció al Morelia. La victoria ocurre en un momento donde algunos síntomas de desesperación empezaban a asomarse en el horizonte del popular club.
Pero más allá de las “pérdidas”, tanto a nivel de cancha, donde se fueron jugadores importantes, como en el caso del entrenador, donde se fue un personaje que había encontrado --bien o mal, con sus altas y bajas-- la manera de mantener al equipo en un estado alerta y competitivo, Chivas debe entender que no puede conformarse con ser un equipo del montón, no puede alojarse en una zona del campeonato a la que no pertenece. Con lo que tiene, debe encontrar las formas de mantener el protagonismo que corresponden a sus colores y estirpe.
Cardozo planteó la Copa con un cuadro que encontró tiempo y espacio para presentar a lo más valioso que debe tener este Guadalajara: jugadores jóvenes, producidos en la cantera. JJ Godínez y JJ Macías, este último, consiguió un golazo en el cierre del juego que significaron los primeros tres puntos de la Copa MX. A esos nombres habrá que agregar el de Benjamín Galindo, Alan Cervantes, Miguel Jiménez, Fernando Beltrán y Edson Torres. Cardozo quiso mostrar en la noche copera parte del músculo esencial de este Guadalajara: sus fuerzas básicas.
El camino es aún largo y escabroso para este Guadalajara. En la parte directiva, siempre hay espacio para la incertidumbre. José Luis Higuera supone ser el hombre clave, pero también aparece Amaury, el hijo de Jorge Vergara. La pregunta es: ¿Sobre quien estará depositada la parte deportiva-operativa del club? En los últimos años, Almeyda se ocupó de ello y más tarde llegó Francisco Gabriel de Anda que se fue en la última “tormenta” directriz que afrontó el club.
En fin, Chivas ganó su primer partido de la temporada y mostró parte de su poderío juvenil del futuro, un futuro que deberá ser inmediato. Un club de esta envergadura no tiene tiempo que perder y tampoco puede sufrir de abandono, descuido o conformismo. Con lo que tenga, bien o mal, Chivas debe competir...
El cabezal de la columna en El País es realmente abrumador, pero es una verdad: un futbolista no debería medirse por la cantidad de goles o de trofeos que consigue cada año. Debería valorarse por las lagrimas que derrame el niño de la tribuna norte el día en que decida marcharse… En México, increíblemente, hemos encontrado una historia fraguada a la antigua, una relación jugador-afición-equipo que solo parecía encontrase ya en los museos de los clubes.
Es el cabezal del artículo de Oscar Sanz en El País sobre el proceso de desvinculación entre Cristiano Ronaldo y el Real Madrid, sin duda, la gran “telenovela” futbolística del verano que, sin embargo, como lo describe el propio periodista, contrario a lo que se podría esperar, no tuvo espacio para lagrimas y lo que suele sobrar -o debe existir siempre- en una telenovela con una relación que se rompe, que se descompone o se acaba es, precisamente, una emoción que produzca llanto y humedad.
Cristiano Ronaldo es la “punta del iceberg” de lo que justamente se han convertido la mayor parte de los héroes deportivos y futbolistas de nuestros tiempos: mercenarios al servicio del juego, de la industria y de sus propios beneficios. La relación hombre-juego-aficionado se ha descompuesto por el valor del dinero. Las exposiciones románticas se quedaron en el museo del club, en el lejano pasado de una realidad que no volverá nunca.
Pero hay algunas -y espero que otras muchas- excepciones. Una de ellas la tenemos en el futbol mexicano. Se llama André-Pierre Gignac, francés, juega para Tigres, es el mejor futbolista de la Liga y aunque sus impresionantes números, sus apariciones en momentos fundamentales del juego, sus destrezas físicas y técnicas parecen imponerse por encima de todo, lo que realmente lo hace distinto en su “compromiso”.
Un futbolista fraguado a la antigua, que entendió, desde el primer día en que puso pie en México y en Monterrey, la responsabilidad para con la tribuna, la relación con los hinchas, la rivalidad, los clásicos, el entorno de la institución, su valor social y hasta cultural. Gignac no sólo es un tipo que rinde en la cancha como quizá haya otros muchos en la historia del futbol mexicano, también es, en una época donde los valores sentimentales por el juego y los colores se han perdido en los tonos “verdes” de los dólares, un referente de que ha marcado diferencia en la cancha y lo que es aún más trascendente, en la vida institucional del club.
Pueden que no queden muchos como él, pero con que exista uno u unos cuantos, existirá siempre un lazo, una referencia por los verdaderos valores de este maravilloso juego llamado futbol.
El “no tiene quien le llore” me parece terrible, lapidario, brutal, vil, pero es una verdad: un futbolista no debería medirse por la cantidad de goles o de trofeos que consigue cada año. Debería valorarse por las lagrimas que derrame el niño de la tribuna norte el día en que decida marcharse…
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El viernes fue Osorio y este lunes fue Ferretti. ¿Será que los dos experimentados entrenadores fueron capaces de ver más allá de lo que la Selección Mexicana puede ofrecerles? ¿Acaso las negativas de ambos no sugieren que hay que revisar cambios estructurales en el futbol mexicano para que la selección pueda alcanzar sus objetivos? Lo que queda claro es que, en cualquier momento, alguien dirá “sí”, pero nadie tiene la “varita mágica” -ni Osorio, ni Ferretti, ni Almeyda, ni Herrera, ni Villas Boas- para transformar a la selección de la noche a la mañana y llevarla a competir ante las grandes potencias del juego.
México necesita un entrenador de ideas claras, contundentes y que pueda imponerse a los “vicios” y a la “contaminación” que rodean a la selección. El 'Tuca' está o estaba “hecho a la medida…”
Porque la llegada de Ferretti también significaba la llegada de un “sistema” que incluye valiosos colaboradores en los nombres de Miguel Mejía Barón, Hugo Hernández, Guillermo Orta y Antonio Sancho. Era una vuelta a un pasado importante de la selección, donde los “alumnos” de Guillermo Aguilar Álvarez -y los Pumas- volvían a tomar el control del equipo mexicano.
El 'Tuca' no quiere y podemos buscar uno y más motivos, cuando la realidad indica que es el complicado entorno, la forma en la cual se maneja a la selección, más como un producto comercial que una entidad futbolística. Ferretti sabe de qué se trata y cómo se conduce el futbol mexicano cuando se trata de la selección nacional.
Ferretti es el segundo personaje que, en menos de 72 horas, le planta un “no” rotundo a la selección mexicana. Ya el viernes, el colombiano Juan Carlos Osorio había renunciado a la posibilidad de una continuidad en su trabajo. ¿Qué sucede? Que ni Osorio ni Ferretti están totalmente convencidos de que, con las condiciones actuales del futbol mexicano, la selección nacional pueda dar el paso de calidad que tanto añoran y exigen los aficionados. Osorio tiene otras ofertas que le pueden llevar a un horizonte de mayor desarrollo deportivo y Ferretti tiene un trabajo estable en uno de los clubes de mayor poderío en el futbol mexicano. Ninguno de ellos tiene una “varita mágica” que pueda garantizar la transformación de la selección en cuatro o hasta en ocho años.
El 'Tuca' es -o era el ideal-. Después de él, en el medio local, hay candidatos interesantes, pero sin su profundidad y experiencia. Los nombres de Miguel Herrera y Matías Almeyda vuelven a aparecer en el panorama, así como también el del portugués André Villas Boas.
La parte más importante de nombrar un entrenador sigue siendo el proyecto que le acompañe. Y ese proyecto debe incluir también algunos cambios esenciales en las estructuras del futbol mexicano, que le permitan al seleccionador contar con el futbolista -la materia prima- necesaria para generar el cambio y acercar a México a la alta competencia del futbol internacional. Creo que Osorio y Ferretti han visto más allá del horizonte precario que hoy significa dirigir a la selección mexicana. Han visto que, sin la transformación necesaria, será difícil dar ese paso de calidad. Así que para ellos fue mejor hacerse a un lado.
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Llega Yon de Luisa, pero no llega un proyecto que le garantice al futbol mexicano una mejoría en su nivel. El nuevo presidente de la FMF promete que la parte deportiva será la más importante de su gestión, pero la realidad es que él fue colocado ahí para defender los grandes intereses que tiene la, o las, empresas que históricamente han controlado al futbol en México. Esperar una verdadera transformación en la nueva administración futbolística es, por ahora, una mera ilusión...
SAN DIEGO, CA.- Algunas cosas, yo diría que muchas, han cambiado en un México que intenta “despertar” hacia los nuevos tiempos de democracia, apertura y libertad plena. El futbol, en mayor o menor distancia, sigue siendo manejado como se hacía 50 años.
Yon de Luisa se presentó como el nuevo presidente de la Federación Mexicana de Futbol. Un personaje joven, con experiencia en la administración de los intereses futbolísticos y con, aparentemente, deseos de una transformación. El único detalle de De Luisa es que procede del mismo grupo, del mismo “nido”, del mismo árbol genealógico que siempre ha manejado, para bien o para mal, los destinos del futbol mexicano. Esperar un verdadero cambio es, por ahora, una fantasía. De Luisa se ha rodeado de personajes preparados, incluyendo algunos que tienen “sangre” de la otra televisora abierta, TV Azteca, que también maneja los grandes intereses del futbol, demostrando que el futbol sigue siendo un asunto de las televisoras y que las televisoras no piensan ceder o permitir que alguien más se inmiscuya en sus negocios.
Lo primero que ha dicho el nuevo presidente de la FMF es que el principal cometido de la Federación es deportivo. Creer en verdad que De Luisa será capaz de alejar los poderosos intereses comerciales que son parte del futbol y que son también parte esencial de los negocios de la empresa que él representa, es una utopía. En la medida en que logre equilibrar una cosa con la otra podría aspirar a tener éxito, pero ello, por ahora, luce lejano, remoto.
El principal “producto” de la FMF es la selección mexicana. Yo esperaría un gran proyecto que garantizara el crecimiento del futbol mexicano hasta el Mundial del 2026... ¿Es Guillermo Cantú el personaje indicado para tal reto?
Lo más importante de los menos importante sigue siendo la continuidad de Juan Carlos Osorio. No se trata de un nombre, Se trata de un proyecto, de “arroparlo”, de “cuidarlo” y de “creer” en él...
Me encantaría pensar que el futbol mexicano cambia como cambian muchas cosas en el País, pero hay algunos nombres y pistas que no me dejan creer en ello fehacientemente. Por ahora, diremos que De Luisa aparece con buenas intenciones y que eso alcanza para insinuar cierta esperanza. La realidad es que en el futbol mexicano nada o poco cambia.
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Buscando la victoria, Croacia pierde. Evitando la derrota, Francia gana. Y el enaltecimiento de la víctima, es el enaltecimiento del vencedor.
Francia es campeón del mundo con la exquisitez del cazador. Croacia es segundo, con la audacia del conquistador. Imposible medrar ni mediar la inteligencia de uno o la persistencia del otro.
El desenlace, la coronación francesa, no erosiona el colectivo, el equipo, el grupo croata. A la maquinaria perfecta la hacen imperfecta las imperfecciones de sus piezas.
Al final, esta Final de Rusia 2018, el epitafio incómodo del 4-2, tendrá su crónica con señalamientos sobre los asombrosos errores humanos (autogol, penalti polémico, yerro de Lloris), y sobre las consumadas heroicidades del genuino futbolista.
90 minutos bastaron. Francia no desperdició aliento ni músculo: al terminar el primer tiempo, ganaba ya 2-1, pero sólo había hecho un disparo a gol. Los autogoles enloquecen las estadísticas y provocan la bancarrota de los tahúres.
Los estoicos legionarios de la angustia prolongada tenían sin duda espíritu para otros 120 minutos de aquelarre, de hostilidad pura, antes de permitir, esos croatas irremisibles, la certificación de su exterminio. Su alma drena la devoción, si el músculo o el aliento dudan.
¿Mezquino? ¿Pragmático? ¿Ratonero? ¿Práctico? ¿Prosaico? Las piedras lanzadas no alcanzan a abolir ni a abollar la investidura de monarca universal de Francia.
Su ungimiento real podrá ser cuestionado por los métodos. Se sabe, cortesía de Maquiavelo, el fin justifica los medios... y los miedos.
A pesar de la enorme riqueza de sus futbolistas, Francia armó la emboscada y Croacia tiene una legítima lágrima de plata colgando de un pescuezo que debe permanecer erecto, orgulloso, gallardo. Por el honor suyo y por el honor de su verdugo.
"Una derrota peleada vale más que una victoria casual", aseguró José de San Martín. La frase es hermosa, pero tan inútil como un ungüento para este tipo de desenlaces. No hay bálsamo para el dolor balcánico.
Mbappé, Pogba, Griezmann, el triángulo equilátero del crimen perfecto, alcanzan, sin duda, para desarrollar mucho más en un jeroglífico ofensivo, pero las sagradas escrituras según Didier Deschamps, necesitaban el saldo justo de su arsenal, para la gran meta: ser bicampeones del mundo.
Cierto, Mandzukic, el torpedo que aniquiló la armada de la Reina, se calzó el botín de Judas. Después el árbitro Pitana es corregido por el VAR, para que Griezmann instale el Arco del Triunfo en la estrechez del manchón penal. Perisic los salvó de perecer a los croatas y había descontado.
En el complemento, Pogba y Mbappé pusieron ese resuello de talento juvenil en el marcador, para dejar en claro las diferencias de alcurnia futbolística. Y Mandzukic rescataría el caramelo de la ilusión en un error de Lloris, que hoy, ya no se sabe si fue una, auténticamente, metida de pata, o fue un acto de extremaunción para la horda generosa de croatas.
Insisto: nada dignifica más la coronación de Francia, de esta Francia tan joven y dueña de un futuro maravilloso, como la dignificación de su propio esfuerzo, de su trasiego, de su recorrido carne a carne y sangre a sangre por parte de Croacia.
¿El mejor mundial de la historia? Los románticos que vivimos de punta a punta el México 70 como aficionado, el México 86 en este oficio, el Francia 98 y el Corea del Sur/Japón 2002, tenemos derecho a mantener algunas dudas.
No tuvo al Pelé esplendoroso de 1970, ni al Maradona exuberante de 1986, ni tampoco ese concierto de Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho y Cafú de 2002, pero Rusia 2018 sin duda en su conjunto, como país, por su gente, por su paraíso cultural, tiene todo el derecho a meterse al mismo tabernáculo legendario de los otros.
Fue además la conclusión de un bellísimo mundial en un país que develó y desveló, genuina, absolutamente, todas y cada una de las Matrioshkas que le componen, y todas fueron, para turistas, medios, competidores, y para la misma abyecta FIFA, generosas anfitrionas de los óptimos, buenos, malos y peores visitantes.
Para Catar, el desafío está a la altura de la perfección.
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El Mundial encuentra una de las finales más desproporcionadas de su historia. Francia es claro favorito para vencer a Croacia, cerca del nivel que tenia Brasil sobre Uruguay en 1950... Pero en el futbol el balón rueda al capricho del juego y hay muchos factores que pueden incidir en la definición de una Final. Francia es el predilecto de los expertos, de los apostadores y de la mayor parte de los seguidores, pero Croacia no está en la Final “de gratis”. Nada está escrito, nada está sentenciado hasta el silbatazo final en el Luzhniki...
MOSCÚ -- Todo parece tan “sospechosamente” claro que tengo el presagio de que algunas “nubes borrascosas” podrían aparecerse por el Estadio Luzhniki este domingo.
Quizá haya que retroceder mucho tiempo en la historia de los Mundiales para encontrar un panorama similar de una selección claramente favorita para ganar el título. En 1950, en “El Maracaná”, al anfitrión Brasil le bastaba un empate para coronarse ante Uruguay. La jornada sería recordada como una de la más sorpresivas en la historia del juego y del deporte.
¿Es tan favorito Francia sobre Croacia en la fina de Rusia 2018? Yo diría que sí, pero que nada en el futbol puede sentenciarse antes de jugar los partidos.
Los franceses han caminado con firmeza y frialdad en la competición. Ni en la fase de grupos (Australia, Islandia y Perú), ni en los octavos (Argentina), ni en cuartos (Uruguay) y tampoco en las semifinales (Bélgica) hubo quien opusiera en entredicho su camino hacia la Final. Los franceses han elegido un estilo que comunica poco con la tribuna, pero que da la sensación de una seguridad absoluta de y un control pleno de las situaciones. Cuando fue exigido un poco más, quizá ante la decadente Argentina de Messi o ante la impetuosa Bélgica de Hazard, Lukaku y De Bruyne, el equipo de Deschamps encontró el camino del éxito sin demasiada “turbulencia”.
¿Qué nos hace pensar que Croacia puede complicar el intento francés por ganar un segundo título Mundial 20 años después de hacerlo en París?
Podríamos acudir a la frecuente frase del deporte competitivo que destaca una ausencia de presión en el evidente hecho de que tiene mucho que ganar y nada que perder. Pero es demasiado simplista para una selección croata que ha llegado aquí, además de su entrega y confianza, con futbol, un futbol amparado en la aptitud de la mayor parte de sus futbolistas. Nadie le ha regalado nada a Croacia, pero se cree que ha llegado a Moscú por un camino que en estaba planeado para potencias mundiales del juego como Alemania y España que se fueron prematuramente del Mundial.
Francia es favorita porque tiene, en apariencia, una mayor calidad individual en sus futbolistas. Detrás de la ecuación de comparar a Griezmann, Pogba y Mbapee con Modric, Rakitic y Mandzukic, el resultado arroja un equipo francés más sólido en todas las líneas.
Pero cada partido es diferente. Cada momento en el futbol está lleno de situaciones diferentes. Una desconcentración, un error, una pifia arbitral o sinoplemente una mala tarde. El futbol y el deporte están sujetos a este tipo de condiciones. No hay que ignorarlas jamás.
Francia es favorita, clara, sobre Croacia, quizá como en ninguna otra de las finales de los Mundiales, pero nada está sentenciado hasta que se escriba sobre la cancha del Luzhniki.
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El futbol mexicano tiene pocas opciones. La única que realmente le daría la certeza de una transformación sería la de buscar un proyecto a largo plazo y revisar las estructuras de la Liga MX para tratar de que el futbolista mexicano tenga más oportunidades de crecer y desarrollarse. Es el único camino de un futbol que cada cuatro años aspira a meterse entre los mejores del mundo y se queda a la deriva...
El futbol mexicano necesita de un proyecto a largo plazo en selecciones y necesita también de una revisión en las estructuras de la Liga que le permitan desarrollar más y mejores futbolistas. Solo así vera la luz al final de ese escabroso, largo y obscuro túnel.
Enrique Bonilla, el presidente de la Liga MX, afirmaba ayer que México contaba con una de las mejores estructuras e infraestructuras en fuerzas básicas comparada con las más dominantes del mundo. Y puede que, en parte, tenga razón, pero el tema es más complejo. Nadie tiene duda de que en México hay talento y que los cubes invierten y cuentan con canchas y sitios de entrenamiento de primer nivel. Lo que no hay después son reglas claras para que ese futbolista juegue y pueda desarrollar sus aptitudes.
Son necesarios dos cambios fundamentales que se reflejaran en los resultados de las selecciones mexicanas. Primero, generar un Comité de personajes de futbol que tomen decisiones en cuanto al tema deportivo. Que sean ellos lo que generan el proyecto y escojan al entrenador. Y luego hay que buscar con reglas claras que los equipos se vean forzados a utilizar más futbolistas mexicanos, en el entendido que la Liga MX es más una liga de espectáculo y de consumo que de desarrollo. Todo se puede lograr si existe un balance adecuado entre negocio y futbol.
¿Yon de Luisa? ¿Guillermo Cantú? ¿O alguien de mayor jerarquía en el “grupo” que históricamente ha manejado a la selección mexicana? El que tome las decisiones necesitará entender que no hay entrenadores con una “varita mágica” y que un entrenador es tan bueno como lo son sus futbolistas. Necesitamos mejores futbolistas, de mayor calidad, experiencia que actúen en las mejores ligas y en los mejores clubes del mundo.
Hace 4 años, la selección mexicana de Miguel Herrera le gana 3 goles por 1 a Croacia en el Mundial de Brasil, fue ese, quizá el mejor resultado en la era del llamado “Piojo” como seleccionador nacional. La pregunta es: ¿Qué pasó después con los futbolistas croatas y que ocurrió con los mexicanos? ¿Por qué Croacia aspira hoy a ser campeón del mundo y México está lamentando otro fracaso en casa?
Creo que todos sabemos el camino. El futbol mexicano necesita cambiar o de plano jamás alcanzará los resultados que sus aficionados tanto anhelan. Tiene la opción de quedarse como está, siendo un buen negocio para algunos y con una postura conformista en cuanto a aspiraciones internacionales. O puede transformarse y soñar...
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Se parecen también a los “caprichos” de la vida. Un equipo que por momentos parece frío y calculador, consciente y hasta soberbio de sus grandes condiciones y el otro lleno de adrenalina, con el corazón en los huesos, los dientes apretados. Francia y Croacia van a jugar un Mundial que hasta en su recta más delicada, ha encontrado espacio para las sorpresas. Parece complicado que Francia no termine levantando el trofeo de la FIFA el domingo en el Estadio Luzhniki, pero es igualmente difícil descartar a un equipo como el croata. Desde el destellante Kremlin, las apacibles aguas del Mosckva y la enigmática estatua de Lenin, el Mundial reclama gloria.
En un Mundial donde el balón se paseó caprichosamente de un lado hacia otro y la suerte fue tosca con algunos de los grandes favoritos, al final hay un desenlace inusitado: Croacia jugará el domingo con la posibilidad ser un Campeón del Mundo inédito.
Los croatas, que hace 20 años llegaron a una semifinal que terminaron perdiendo ante la Francia que resultó campeona del mundo, saldrá como “la víctima” en el Estadio Luzhniki, Es, sin embargo, el mismo papel que tenía la noche de este miércoles en Moscú y que gracias a lucha, entrega, corazón, determinación y futbol, pudo eliminar a los aparentemente favoritos ingleses.
Todo indica que será complicado evitar que Francia logre su segundo campeonato mundial, pero todo indica que también será complicado descartar de una vez a los croatas. La motivación suele jugar un papel fundamental incluso la propuesta más alta del deporte competitivo. La motivación jugará del lado croata.
Parece muy fácil decantarse por la solidez futbolística que ha presentado el equipo de Deschamps en todo el campeonato. Francia ha sido acusado de ser un equipo demasiado frio, a veces un tanto mezquino en su futbol, pero igualmente efectivo y controlador de las situaciones. Francia es un equipo que más allá de sus propias virtudes, “seca”, desespera y juega psicológicamente con un rival que muy pronto, en el desarrollo del juego, empieza a sentir y comprender su clara inferioridad física y técnica. Y cuando supone ser demasiado “puro” en su azul, aparecen Griezmann y Mbappe para darle un sentido distinto, espectacular y explosivo.
Croacia ha jugado con el corazón en la mano. Tres tiempos extras antes de llegar a la final. Un Modric que amenaza con enfilar para arrebatarle finalmente el “Balón de Oro” a Cristiano y a Messi y un Rakitic que parece tener una energía infinita. Y cuando el juego croata no le daba lucidez a otros de sus buenos personajes del campo, Perisic y Mandzukic aparecen justo en el momento preciso. Croacia sabe bien a lo que juega. Tiene entrega y tiene calidad futbolística, una combinación que, sin duda, los puede llevar al titulo en las próximas horas.
El Mundial ha encontrado un paraje final inesperado. Pero está bien, de eso se trata el futbol. De encontrar caminos ocultos, inspiraciones, momentos, corazones agitados y diferentes maneras de entender el futbol y la vida.
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Los cuatro semifinalistas del Mundial ruso tiene algo en común: Calidad futbolística. No hay que ver hacia atrás. Brasil, Alemania y España no llegaron porque no estuvieron en este nivel. El futbol de Francia, de Bélgica, de Inglaterra y de Croacia no deja duda alguna de que tendremos el domingo, aquí en Moscú, a un legitimo campeón mundial, una selección de sangre azul, que será parte certificada de la nobleza misma del juego…
MOSCÚ, Rusia.- El futbol no se mide en los tamaños de los países, tampoco en la marcha de su economía o en el índice de su corrupción. El futbol se mide en calidad. Quien la tiene, puede, como lo han hecho Francia, Bélgica, Inglaterra y Croacia al meterse en las semifinales de una Copa del Mundo.
El futbol, pocas veces, admite “plebeyos” en su corte. Su “realeza” la integran selecciones de “sangre azul”, ligados a la “nobleza” misma del juego. Los distingue algo esencial: la calidad…
Francia tiene una de las mejores generaciones en la historia del juego -Griezmann, Mbappé, Pogba, Kanté y Dembélé- y habrá que tener mucho cuidado cuando nos refiramos a los futbolistas de origen africano que son parte de su selección. Todos ellos son franceses, bajo la ley, bajo la sombra y también bajo la luz de una nación abierta y consciente de los tiempos de la diversidad que vive y exige la humanidad. Puede que no todos canten “La Marsellesa”, pero a todos los unifica el pensamiento Robespierre, Voltaire y Descartes.
Bélgica es un pequeño país justo en el cetro de Europa, también caracterizado por su pluralidad. Un país de tres lenguas diferentes -inglés, francés y flamenco- que desde hace ya algunas décadas reclama un mayor protagonismo en la cancha de juego. Hoy, también ha sido bendecido por una generación maravillosa, todos ellos futbolistas inmersos en los mejores clubes de las mejores ligas del mundo. La clase de Hazard (Chelsea) y de De Bruyne (Manchester City). La fortaleza física de Lukaku (Manchester United). Bélgica ha encontrado la forma de competir en el máximo nivel con un entrenador español -Roberto Martínez- que ha aglutinado el todo el talento al servicio de un verdadero equipo de futbol.
Enseguida aparece Inglaterra, por primera vez en una semifinal desde 1990. Los Campeones del Mundo del lejano 1966. Una Inglaterra que ha sido capaz de revolucionar su futbol. Aunque siguen siendo efectivos en el juego aéreo -hoy rubricaron su pase venciendo a Suecia con dos sendos cabezazos- han dejado de jugar en el pragmatismo del balonazo y han extendido su pensamiento futbolístico más allá de la isla. Dirigidos por un joven llamado Gareth Southgate y con un equipo bien armado desde atrás hacia adelante -Maguire, Stones, Walker, Henderson- y con un futbolista diferente frente a la portería contraria que rebasa la incertidumbre que generaban los días de Wayne Rooney. La Inglaterra que se desprendió de los aromas de Steven Gerrard y Frank Lampard. que ha fortalecido a Sterling y a Rashford y que encontró un magnífico portero en Jordan Pickford.
Y finalmente, aunque de forma dramática, Croacia terminó merecidamente con un boleto para la semana final de Rusia 2018 y lo hizo amparado en dos futbolistas que juegan en un nivel diferente en el campo: Luka Modric (Real Madrid) que podría ser un aspirante al Balón de Oro del 2018 y el otro Iván Rakitic (Barcelona). Alrededor de ellos, un equipo ligero, que corre, que pasa la pelota, que trabaja los partidos y que cuando el rival cree que lo tiene dominado, estalla con la misma fortaleza que lo hacia aquel equipo de 1998 encabezado por Davor Suker. Croacia esta de regreso en las semifinales porque tiene futbolistas y un futbol que es capaz de hacerle daño a cualquiera.
No hay que buscarle demasiado. En las semifinales no están Brasil, Alemania y España, pero tenemos cuatro equipos que han ganado su boleto por un simple motivo: calidad futbolística. La tienen de sobra, cualquiera sería un legitimo campeón del Mundial ruso. Ellos son parte de la “realeza futbolística” que propone el torneo…
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