Serán los entrenamientos primaverales o lo que quieran decir, pero los Miami Marlins han hilvanado una cadena de 11 victorias consecutivas, para esperanza de sus seguidores más optimistas.
No voy a vender humo y comparar este equipo joven, en pleno proceso de reconstrucción, con aquel de hace 22 años, que era un verdadero trabuco construido a fuerza de billete.
Pero esta seguidilla de 11 triunfos puede interpretarse como una señal de que el plan de sustentabilidad a largo plazo iniciado por Derek Jeter el año pasado -y que tantas críticas le generó- va en la dirección correcta.
Miami ha sumado 15 éxitos y diez fracasos en la Liga de la Toronja y aparece en segundo lugar, detrás de los Yankes de New York.
Lo destacable del récord de los Marlins es que tras arrancar con 4-10 en los primeros juegos de la primavera, iniciaron su buena racha en la segunda parte de los entrenamientos, cuando los equipos comienzan a usar más las alineaciones que presentarán a diario cuando comience la temporada.
Lo más sobresaliente de los dirigidos por Don Mattingly ha sido el pitcheo abridor, con el venezolano Pablo López y el estadounidense Trevor Richards a la cabeza.
En cinco juegos, López, que ya mostró credenciales la pasada campaña, suma tres triunfos sin derrota y efectividad de 0.90, tras lanzar seis innings en blanco este miércoles.
Richards, por su parte, tiene 2-1 y 1.86, luego de que en su última salida tiró seis episodios sin permitir imparables.
Estos dos jóvenes parecen haberse asegurado un lugar en la rotación, detrás del dominicano Jose Ureña, designado por Mattingly para abrir el partido inaugural el 28 de marzo ante los Rockies de Colorado.
Brillante igualmente ha estado el zurdo Caleb Smith (2-0, 1.00), sobre todo porque viene de una operación que lo sacó de acción en julio del 2018.
Destacados también han estado los relevistas Jarlin Garcia, Adam Conley y Tayron Guerrero, a quienes se les sumó este año el experimentado cerrador mexicano Sergio Romo.
Las esperanzas ofensivas del equipo se cifran en el antesalista Brian Anderson y el jardinero Lewis Brinson, luego de que este último decepcionara al no cubrir las expectativas que despertó en el 2018, cuando llegó a Miami en el canje por Christian Yelich por los Cerveceros de Milwaukee.
El año pasado, tras la salida de Yelich, Giancarlo Stanton, Dee Gordon y Marcell Ozuna, a los Marlins les pronosticaron más de 100 derrotas, que consiguieron evitar al terminar en el sótano con récord de 63-98.
Volver a evitar el centenar de fracasos y quizás salir del último lugar sería un buen paso de avance en el proyecto Wolverine de Jeter.
La tarea no será fácil, pues tendrán que jugar 19 veces con cada uno de sus cuatro rivales divisionales, los reforzados Philadelphia Phillies, Mets de New York, Atlanta Braves y Nacionales de Washington.
Pero en el béisbol no hay nada escrito y de sorpresas está llena la historia.
Por lo pronto, los fanáticos más fieles están disfrutando está racha y repitiendo la frase del inmortal Felo Ramírez: "Están ganando los Marlins...", aunque sea en la primavera.
No serán los Miami Marlins de esos equipos que saldrán de compras al mercado de agentes libres con un frenesí como si se tratara del Viernes Negro.
Ya Derek Jeter lo ha dejado en claro, este es un proceso que lleva tiempo y por ahora, el plan es sumar el mayor valor posible en las granjas de las Ligas Menores, para crear un potencial humano capaz de hacer sustentable la franquicia a largo plazo.
Pero algún movimiento habrá que hacer para enviarle a los escasos fanáticos que siguen yendo al Marlins Park a pesar e todo, un mensaje de esperanza.
Si yo fuera el gerente general de los Marlins...
1.- Cambiaría a J.T Realmuto, pero por el precio justo
J.T. Realmuto es posiblemente el cátcher más completo de todo el béisbol, codiciado por casi la totalidad de los equipos.
Realmuto no quiere seguir con los Marlins, al rechazar una oferta de extensión contractual y pedir un cambio de equipo.
Miami no está obligado para nada a canjearlo y siempre he defendido la idea de que es en torno a él como debe reconstruirse el equipo.
Pero no es fácil tener a un pelotero estelar disgustado, que por muy profesional que sea, no pondrá el máximo esfuerzo. Es algo humano con lo que hay que lidiar.
Entonces, dado el alto valor que tiene el enmascarado, el equipo puede pedir La Meca y la Ceca. Allá el que esté dispuesto a complacer las exigencias de los Marlins.
Los Atlanta Braves lo pretendían y los Marlins pidieron en retorno a Ronald Acuña Jr. o a Ozzie Albies.
Atlanta dijo que no y ahí murió el negocio.
Pero así es cómo debe actuar Miami y no conformarse con prospectos que no siempre cumplen las expectativas (léase los muchachos que vinieron en el intercambio por Christian Yelich).
Luego se interesaron los New York Mets y desde Miami querían a al jardinero Michael Conforto y al campocorto quisqueyano Amed Rosario. Otro canje que se frustró.
Alguien morderá el anzuelo. Si fueran los Washington Nationals habría que dar no menos que a Juan Soto o los New York Yankees a Gleyber Torres.
2.- Se requiere un bate de poder
Por poco que quieran gastar, los Marlins tendrán que meterse en algún momento la mano en el bolsillo e invertir sus centavos.
De las mayores necesidades que mostró el equipo en el 2018 fue la de alguien que produjera carreras.
Miami ya tiene una base sólida en el pitcheo, con prometedoras figuras como el dominicano Sandy Alcántara, el venezolano Pablo López y el zurdo Caleb Smith, entre otros, para ir armando una rotación poderosa junto a los qe ya están, encabezados por el quisqueyano José Ureña, quien tuvo un cierre de campaña espectacular (6-0, 1.80 en sus últimas siete aperturas, después del famoso pelotazo a Acuña).
Pero eso mismo que viene conformándose con el cuerpo de lanzadores tiene que darse entre los jugadores de posición y mientras tanto, hace falta ese productor de carreras que acompañe a Brian Anderson y a Starlin Castro en el medio de la alineación. Ese podría venir en un eventual canje de Realmuto.
También hay en el mercado de agentes libres algunas figuras interesantes a bajo costo, como Matt Davidson, dejado en libertad por los Chicago White Sox, que aún es joven (27 años), que ha bateado 20 o más jonrones y ha promediado más de 40 extrabases en las dos últimas campañas.
Davidson defiende las dos esquinas del cuadro y sería de gran ayuda en ambas posiciones.
3.- Traería a Joe Girardi
A Don Mattingly le queda un año de contrato como manager de los Marlins y lo más probable es que en el 2019 termine su paso por la Capital del Sol.
En plan de ahorro, Miami no quiere repetir lo ocurrido con el venezolano Ozzie Guillén, a quien echaron después de su primer año al frente del equipo y luego hubo que pagarle el resto del tiempo del contrato.
Pero si yo fuera el gerente general, no esperaría. Los Marlins fueron un equipo malo en el 2018, es cierto, que a duras penas consiguieron evitar las 100 derrotas que les pronosticó medio mundo.
Pero unos cuantos de los 98 fracasos que sufrió Miami hay que achacárselos a Mattingly por errores de dirección infantiles, por desconocimiento supino del ABC del béisbol.
Entonces, si a pesar de las limitaciones que ellos saben que tienen, los muchachos hacen el mayor esfuerzo y luego viene el manager a echar todo por tierra, no hay razón, más allá de la económica, para mantenerlo en el puesto un año más.
Tarde o temprano, Joe Girardi regresará al equipo que dirigió en el 2006 y del cual fue echado por el dueño anterior, Jeffrey Loria, a pesar de ganar el premio de Manager del Año.
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Ni Bryce Harper, ni Manny Machado. La pieza más codiciada en el invierno podría ser J.T. Realmuto, el cátcher estelar de los Marlins de Miami. El agente de Realmuto, Jeff Berry, dijo en una entrevista que está convencido de que su cliente vestirá un uniforme diferente cuando se abran los campos de entrenamientos primaverales en febrero. Ello significa que el receptor no aceptará la propuesta de extensión contractual de los Marlins por tres o cuatro temporadas y 20 millones de dólares por año. La receptoría es la posición que más tiempo lleva para que un jugador madure y los buenos enmascarados son sumamente escasos en cualquier béisbol de mundo.
La gerencia podría negarse a cambiarlo, como exige el jugador, pero ello crearía un conflicto dentro del vestuario, pues no será fácil tener a un hombre que, independientemente de que sea un profesional, estará a disgusto y probablemente no se entregará en el terreno al 100 por ciento.
Entonces no le quedaría a Derek Jeter y compañía otra alternativa que sacarlo al mercado en un momento en que su valor está por las nubes y puede obtener mucho a cambio.
En buena lid, los peloteros que no entienden que no son otra cosa que empleados de las franquicias que les pagan -y nada mal, por cierto- merecen ser enviados a equipos peores de los que están o a ciudades para nada atractivas, incomparables con la magia de Miami.
Pero tomárselo como algo personal podría generar una situación en la que todos pierden.
Entonces, ya que Realmuto no quiere seguir con el equipo, tiene la gerencia que buscar el equipo que esté dispuesto a desprenderse de las piezas más valiosas posibles por hacerse de sus servicios, pues al final de todo, se trata de un negocio.
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Fin de semana de alquilar balcones en las Grandes Ligas
Aunque desde hace rato se sabe quiénes son los cinco invitados a la fiesta de octubre por la Liga Americana, aún está por definirse dónde se jugará el juego de vida o muerte entre los Atléticos de Oakland y los Yankees de Nueva York, los dos comodines del joven circuito.
Los Yankees tienen una ventaja de dos juegos sobre los Atléticos y ahora enfrentan tres veces a los Medias Rojas de Boston en Fenway Park.
Oakland, por su parte, cierra la campaña ante los Angeles Angels.
Bastaría un triunfo de los Yankees en Boston y una derrota de los Atléticos ante los Angelinos, para que el también llamado juego 163 se dispute en el Yankee Stadium, de donde saldrá el rival de los Medias Rojas en la serie divisional.
Pero donde las cosas están complicadísimas es en la Liga Nacional.
Sólo los Bravos de Atlanta ya aseguraron el banderín de su división, pero ni aun así saben si comenzarán la serie divisional en casa o como visitantes.
Los Cachorros de Chicago comandan la división central, un juego por delante de los Cerveceros de Milwaukee, y ambos ya tienen en el bolsillo sus respectivos boletos a la postemporada.
Los Cachorros enfrentan el fin de semana a unos Cardenales de San Luis que están con el agua al cuello, pero todavía con vida y tratarán de dar el empujón final que los meta en los playoffs, mientras que los Cerveceros van contra los eliminados Tigres de Detroit en una serie interligas.
El que gane esta división terminará con el mejor récord de toda la Nacional, mientras que el segundo será sede del juego de los comodines.
En caso de terminar empatados, la ventaja sería para Chicago, que ganó 11 de los 19 partidos de la serie particular contra Milwaukee.
Y el Oeste está cada vez más salvaje, como en los tiempos de John Wayne.
Hace apenas una semana, parecía que Dodgers de Los Ángeles tenían la división en el bolsillo, tras barrer en tres juegos a los Rockies de Colorado.
Hoy los Rockies son los punteros, con uno de ventaja sobre los Dodgers, que vienen siendo el segundo comodín.
Pero los Cardenales están también a una raya detrás de Los Ángeles, de manera que estos podrían quedar fuera de la postemporada si les va mal ante los Gigantes de San Francisco, eliminados desde hace mucho, pero con el deseo de aguarle la fiesta a sus archirrivales históricos.
¿Qué pasa si Rockies y Dodgers terminan empatados? Quedarían campeones los azules de Los Ángeles, con la serie particular 12-7 a su favor.
El que gane el oeste sería el rival de los Bravos, cuyo récord de 89-70 es idéntico al que tiene Colorado ahora mismo.
Suponiendo que los Rockies ganen la división y terminen con igual balance que Atlanta, entonces la serie divisional comenzaría en el Coors Field de Denver, por cuanto la serie particular les favoreció a los de Colorado 5-2.
Si fueran los Dodgers los campeones del Oeste y también tuvieran el mismo récord que los Bravos, la serie divisional arrancaría en Los Angeles, que ganaron cinco de siete en la serie particular.
Este es el panorama ahora mismo, antes de que se lance la primera pelota del fin de semana: los Cerveceros recibirían a los Dodgers para el juego de los comodines y el ganador enfrentaría a los Cachorros, mientras que los Bravos viajarían a Denver para jugar contra los Rockies.
Ya veremos qué nos depara el fin de semana y cómo amanecen las cosas el lunes, después de que el domingo caiga el último out.
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A falta de cuatro partidos, uno ante los Washington Nationals y tres frente a los Mets de Nueva York, Miami tiene récord de 62 éxitos y 95 fracasos, por lo que, en caso de perderlos todos, terminaría con 62-99, pues hay un juego ante los Piratas de Pittsburgh que fue suspendido por lluvia el 9 de septiembre, sin ninguna razón para celebrarlo, por cuanto no decide nada entre dos equipos eliminados desde hace rato de cualquier aspiración.
Quizás los Marlins necesiten al menos una victoria más en estos cuatro choques pendientes para eliminar cualquier duda o suspicacia sobre si hubieran terminado con un centenar de fracasos, en caso de disputar el compromiso suspendido ante los Piratas.
Se sabía que sería la del 2018 una temporada perdedora, después de que la nueva administración encabezada por Bruce Sherman y Derek Jeter se deshiciera del núcleo compuesto por Giancarlo Stanton, Christian Yelich, Dee Gordon y el dominicano Marcell Ozuna y los reemplazara por prospectos como parte de un plan de reconstrucción general de la franquicia.
¿Cómo no serlo este año, si en el 2017, con esos cuatro estelares en nómina, también Miami tuvo un balance negativo?
¿Qué podían hacer entonces esos jovencitos y dos o tres veteranos como el dominicano Starlin Castro y los venezolanos Martin Prado y Miguel Rojas como los más experimentados?
Más allá de comenzar a sentar las bases de lo que Jeter pretende sea una franquicia ganadora a largo plazo, lo único que le quedaba a este grupo era salir a jugar fuerte cada día y entregarlo todo en el terreno, independientemente de los resultados de los partidos.
Por eso, aunque parezca que no haya diferencia entre 99 y 100 derrotas, sí la hay.
"Claro que es importante. Como factor psicológico ayuda no perder 100 juegos y callarle la boca a muchos que incluso escuché por ahí que nos pronosticó 120", dijo el tercera base Prado, el más veterano de todo el equipo, con 13 temporadas en las Mayores.
"Siempre hay diferencia. Eso es como en el bateo. No es lo mismo average de .299, que de .300", estimó por su parte el segunda base Castro, en su novena campaña en Grandes Ligas y primera con Miami.
"De todos modos, perder 99 o 100 es algo que no controlamos. Lo único que podemos hacer es salir día a día a dar lo mejor que tenemos y eso lo hemos hecho a lo largo de toda la temporada", añadió el dominicano.
Y es que a estos Marlins se les puede acusar de ineficientes, de inexpertos o muchos otros calificativos sobre su calidad, pero nunca de vagos, porque quienes asistimos varias veces cada semana al estadio fuimos testigos del corazón que pusieron los muchachos cada día, aun cuando las cosas salieran mal.
Los Astros de Houston, en fechas tan recientes como 2011, 2012 y 2013 cayeron en más de un centenar de ocasiones en cada una de esas campañas y hoy están listos para defender en la postemporada la corona que ganaron en la Serie Mundial del pasado año.
Evitar las 100 derrotas ha sido un buen primer paso para los Marlins.
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Fuera de eso, hay muchos cabos sueltos entrando al penúltimo fin de semana del calendario regular de la campaña del 2018 en el béisbol mayor de Estados Unidos.
En uno de sus torneos menos competido de la historia, la Liga Americana ya tiene dos monarcas divisionales y otros tres potenciales invitados a los playoffs que arrancarán en la primera semana de octubre. Boston (104-49) y Cleveland (85-67) ganaron las divisiones Este y Central, respectivamente, por tercer año consecutivo, y Boston virtualmente garantizó terminar con el mejor récord de MLB y la ventaja de la casa para todas las series que disputen.
En el Oeste, los campeones Astros de Houston (95-57) superan por 3.5 juegos a los Atléticos de Oakland (92-61) y tienen el número mágico en dos para asegurar al menos un puesto comodín a la postemporada. Houston intenta conquistar banderines divisionales consecutivos por primera vez desde que se mudó de la Liga Nacional a la Liga Americana en el 2013. Los Astros ganaron tres años seguidos la Central del viejo circuito de 1997 a 1999.
Los Yankees de Nueva York (93-59) tienen ventaja de 1.5 juegos sobre Oakland en la batalla por el primer comodín y la ventaja de la casa para el juego de muerte súbita del miércoles 3 de octubre. En caso de que Nueva York y Oakland terminaran empatados en el primer comodín, con ambos clasificados, los Yankees serían locales en el choque de Wild Cards debido a su mejor récord intradivisional, que es el segundo criterio para desenredar empates.
Los sorprendentes Rays de Tampa Bay (85-67) y los Marineros de Seattle (84-58) han tenido buenos desempeños, pero están muy lejos (a 6.5 y 7.5 juegos de Oakland) con tan poco espacio (10 juegos) para maniobrar. En resumen: En el joven circuito es cuestión de tiempo para que Astros, Yankees y Atléticos se unan a Indios y Medias Rojas en el cuadro de postemporada.
En la Liga Nacional es todo lo contrario: Nada está decidido y nueve de 15 equipos siguen en la carrera por llegar a la tierra prometida.
Los que se encuentran en la situación más cómoda son los Bravos de Atlanta (85-68), que tienen ventaja de 6.5 juegos sobre los Filis de Filadelfia (78-74) en la División Este. Los Bravos, que tienen el número mágico en cuatro para atrapar su primer banderín divisional desde el 2013 y el segundo en 13 años, solamente necesitan ganar dos de tres a Filadelfia en el fin de semana, para coronarse.
En la División Central, Cachorros de Chicago (89-63), Cerveceros de Milwaukee (87-66) y Cardenales de San Luis (84-69) pelean el banderín al tiempo que dominan las dos plazas comodines del viejo circuito. Los Cachorros tienen el número mágico en ocho para conquistar la división, pero una cómoda ventaja de siete juegos sobre los Rockies de Colorado en el segundo Wild Card de la liga.
La misión de Milwaukee es acosar a los Cachorros y mantener la ventaja de la casa para el potencial encuentro de comodines. Cerveceros y Cardenales jugarán una serie decisiva entre ellos de lunes a miércoles de la próxima semana en e Busch Stadium, mientras que Cachorros y Cardenales cerrarán la vuelta regular con una serie de tres encuentros en el Wrigley Field.
Tras ser barridos en Dodger Stadium comenzando la semana, Colorado (82-70) se alejó a 2.5 juegos de los Dodgers de Los Angeles (85-68) en la recia batalla por el banderín de la División Oeste, en tanto que los Diamondbacks de Arizona se encuentran a seis de Los Angeles y a cinco de San Luis en el segundo comodín.
Los Dodgers, que tienen el número mágico en ocho para quedarse con su sexto banderín consecutivo, enfrentan a los Padres de San Diego en el fin de semana y luego visitarán a sus acérrimos enemigos Diamondbacks y Gigantes de San Francisco para concluir la temporada regular.
Colorado recibe a Arizona en el fin de semana y terminará la campaña jugando en Filadelfia y Washington, en tanto que los Diamondbacks cerrarán el año en San Diego.
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En la Americana: Medias Rojas de Boston (101-46) ya clasificó a postemporada y tiene el número mágico en seis para ganar su tercer título consecutivo de la División Este; Indios de Cleveland (82-64) posee la mayor ventaja de un líder divisional (15.0 juegos) y tiene el número mágico en 3 para ganar el centro, mientras que los Astros de Houston (92-54) están muy cerca de garantizar u n puesto comodín y dominan por 3.5 juegos el sector oeste.
Los Yankees de Nueva York (90-56) y Atléticos de Oakland (89-58) batallan ferozmente la ventaja de casa para el partido de comodines, pero no están en real peligro de quedarse fuera de la postemporada. Los Marineros de Seattle (80-66) están a 8.5 juegos del segundo Wild Card.
Milwaukee y San Luis ocupan las plazas de comodides del viejo circuito, pero Los Angeles, Arizona y Filadelfia están a uno, cuatro y seis juegos. Para poner las cosas más sabrosas, Dodgers y Cardenales juegan una serie de fin de semana, cuyos resultados impactarán las divisiones central y oeste y los comodines.
Con las diferentes modificaciones que ha sufrido el sistema de determinar el campeón de la temporada, la pelota estadounidense se ha visto en la necesidad de hacer variaciones a las reglas de resolver embotellamiento en la tabla de lugares a lo largo de sus más de 140 años de historia.
Al principio todo era muy básico. Entre 1876 y 1900, el equipo que más victorias acumulaba durante la temporada regular era declarado campeón de la Liga Nacional y del béisbol (recordando que las ocho series que se jugaron entre los campeones de la Liga Nacional y la Asociación Americana entre 1884 y 1892 fueron considerados eventos de exhibición).
No fue hasta la creación de la Serie Mundial en 1903, por un título máximo entre los campeones de la Nacional y la nueva Liga Americana (fundada en 1901), que nació oficialmente la postemporada de Grandes Ligas.
Hasta 1968, los dos mejores clubes de cada liga iban directo al clásico de otoño. En 1969 se crearon dos divisiones en cada liga y se agregaron las Series de Campeonato para decidir los dos finalistas. En 1994 emergió la figura del Wild Card (comodín) y se creó una tercera ronda en los playoffs, las Series Divisionales, y en 2012, cuando agregaron un segundo comodín, se estableció el formato actual de cuatro instancias.
Desde entonces, los dos mejores equipos de cada liga que no ganaron sus divisiones, juegan un partido de muerte súbita para determinar el rival del conjunto con el mejor récord de liga en las Series Divisionales. La inclusión del segundo comodín también obligó a que se cambiaran algunas reglas en el sistema de definir empates de temporada regular.
EMPATES DE DOS EN DIVISIÓN O COMODINES
Un partido extra de desempate se juegan cuando dos equipos queden empatados con el mismo récord en una de las tres divisiones o el segundo puesto comodín de la liga. Estos partidos se jugarán el día posterior a la finalización de la temporada, en la casa del club que obtuvo la ventaja de local, que se determina usando una serie de criterios que citaremos más adelante.
Desde la implementación de la figura del comodín en 1994 hasta el final de la temporada del 2011, se implementó una regla diferente. Dos equipos empatados para una división no jugaron un desempate si sus récords eran mejores que todos los ganadores fuera de su división en su liga. Básicamente, si dos estaban empatados en la división y como sea estaban clasificados a los playoffs, se usaban varias consideraciones cuál era campeón divisional y cual era comodín. Punto y bolita.
Sin embargo, con la adopción de un segundo puesto de comodín y un juego entre comodines desde el 2012, el ganador de la división con el mejor récord de la liga enfrentaría una posible eliminación en el primer día de la postemporada, lo que obligó a variar las reglas.
Con las nuevas reglas de desempate, si dos equipos quedan empatados en la división, tendrán que jugar un partido extra incluso si ambos equipos ya se han clasificado para la postemporada. El equipo que pierde el juego de desempate ahora calificará para un puesto de comodín solo si su récord de temporada regular se encuentra entre los dos mejores récords de la liga que no ganaron una división. Esto quiere decir que empatar en la divisió no garantiza nada, más allá del juego de desempate.
Si ese equipo está empatado en el segundo puesto de comodín, entonces se jugará un segundo juego de desempate. Si el empate es en el primer comodín, no es necesario un juego extra, sino que ambos avanzan y la ventaja de la casa se determina con los criterios de desempate establecidos. Tampoco se necesita un juego extra para definir el mejor récord de la liga entre dos ganadores de división que terminen con la misma foja.
Para determinar cuál equipo tendrá la ventaja de la casa en un partido extra, tanto para desempatar una división y el segundo comodín y la ventaja de la casa como mejor récord de la liga son:
El equipo con ventaja en la serie particular, el equipo con el mejor récord global en juegos intradivisionales, el equipo con el mejor récord global en juegos intraligas, el equipo con el mejor récord en los últimos 81 juegos de la temporada, ignorando los partidos interligas, el equipo con el mejor récord en los últimos 82 partidos de la temporada (siempre que el juego agregado no esté entre los equipos empatados), se extiende hacia atrás hasta que se rompe el empate (los juegos de interliga se omiten e ignoran en este proceso).
JUEGOS DE DESEMPATE
En la historia de Grandes Ligas, en 14 ocasiones se ha necesitado jugar un partido (10 ocurrencias) o una miniserie (cuatro ocurrencias) para resolver empates de de serie regular. El fenómeno se repitió cuatro veces entre el 2007 y el 2013, pero no fue necesario en las cuatro temporadas anteriores.
En 1946, Dodgers y Cardenales debieron chocar en una serie al mejor de tres juegos para decidir el campeón de la Liga Nacional. San Luis ganó en dos choques y avanzó a la Serie Mundial, donde venció a los Boston Red Sox.
En 1948, Cleveland derrotó a Boston en un juego extra para definir el monarca de la Liga Americana y siguió inspirado para vencer a los Bravos de Boston en el clásico de otoño. En 1951, cuando Dodgers y Gigantes de Nueva York empataron en la cima del viejo circuito, se juegó una serie de tres encuentros, que terminó con el famoso jonrón de tres carreras del 3B Bobby Thomson al derecho Ralph Branca en la novena entrada para dejar a los Dodgers en el terreno en el Polo Grounds de Manhattan.
El campeón de la Nacional también se decidió en mini series después de la serie regular en 1959 (Dodgers venció a Milwaukee) y 1962 (Gigantes superó otra vez a Dodgers).
Boston y Nueva York quedaron empatados en la División Este de la Americana con 99-63 en 1978 y se tuvo que jugar un partido extra, que ganaron los Yankees 5-4 en el Fenway Park. Dos años después, Houston y Dodgers empataron en el oeste de la Nacional con 92-70 y en el juego de muerte súbita, los Astros superaron a los Dodgers en Dodger Stadium. En 1995, los Marineros ganaron a Anaheim en un encuentro por desempatar el oeste de la Americana.
Hubo desempates por el puesto comodín en 1998 (Cachorros sobre Gigantes), 1999 (New York Mets sobre Cincinnati Reds), 2007 (Colorado sobre San Diego Padres) y 2013 (Tampa Bay Rays ganó a Texas Rangers), en tanto que la División Central de la Americana necesitó un día extra en 2008 (Medias Blancas de Chicago derrotó a Mellizos de Minnesota) y 2009 (Minnesota doblegó a Tigres de Detroit).
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Mientras algunas plazas para la fiesta de octubre parecen aseguradas por completo, hay otras donde la lucha será a brazo partido hasta el último día.
He aquí algunas de las batallas que generan más interés de cara a septiembre.
El Oeste salvaje
Mucho antes de que John Wayne y Bat Masterson impusieran su ley a tiros en las películas de Hollywood, ya el Oeste era violento y salvaje.
Este año no lo es menos y promete emociones hasta el último out del 30 de septiembre.
En la Liga Americana, los Astros perdieron momentáneamente el paso hace dos semanas y los increíbles Atléticos de Oakland se les pegaron e incluso les dieron alcance en algún momento.
Mientras los Marineros de Seattle se alejan cada vez más de la zona de clasificación, la lucha entre Astros y Atléticos, separados por 2.5 juegos, se ve reñida, aunque lamentablemente, ya no quedan partidos entre ambos.
En la Nacional, la guerra es entre tres. De momento, los Diamondbacks de Arizona comandan la división, pero los Rockies de Colorado les respiran en la nuca, a juego y medio, mientras los Dodgers están a dos.
A Arizona le faltan 13 partidos frente a estos dos rivales.
Colorado tiene pendientes 13 ante Diamondbacks y Dodgers de Los Angeles, mientras que a estos últimos les restan también 13 contra Arizona y Colorado. Para alquilar balcones.
Los comodines de la Liga Nacional
Ahora mismo, los Cardenales de San Luis son los dueños del primer wildcard, con medio juego de ventaja sobre los Cerveceros de Milwaukee.
Pero detrás de los Cerveceros, a dos juegos, se ubican los Rockies, mientras que los Dodgers están a dos y medio. Igualmente, los Filis de Filadelfia están a tres partidos, lo mismo que del segundo comodín, como del primer lugar de la división Este, que ocupan los Bravos de Atlanta.
La batalla está tan cerrada que cada día hay que chequear los resultados en busca de posibles variaciones.
Son sólo dos boletos disponibles y no hay cama pa´tanta gente, porque basta con que Arizona y Atlanta resbalen y también pasarían a ser aspirantes a los comodines.
El club de las 100 victorias
En el 2017, tres equipos terminaron el calendario regular con más de 100 victorias, en un hecho inédito desde que se establecieron las seis divisiones, tres por cada liga, en el béisbol.
Los Dodgers (104), Indios de Cleveland (102) y Astros de Houston (101) dominaron sus respectivas divisiones de principio a fin para completar este exclusivo trío, que podría repetirse en el 2018, aunque con integrantes diferentes.
Hasta los juegos del jueves 30 de agosto, los Medias Rojas de Boston sumaban 93-42 y llevan una proyección para terminar el año con 111 triunfos, lo cual superaría la mejor marca de la franquicia, que es de 105 y data de 1912, el año en que se inauguró el Fenway Park.
Sus archirrivales Yankees llevaban balance de 84-50, lo que les da una proyección de 102 éxitos. Si lo consiguen, sería la decimonovena vez que los Mulos suman triple dígito en la casilla de los éxitos.
Y los Astros, que entre el 2011 y 2013 sumaron tres campañas en fila con más de un centenar de derrotas, podrían lograr su segundo año seguido con más de 100 triunfos.
Su récord de 82-52 los proyecta para cerrar la temporada regular justamente con 100 victorias.
El club de las 100 derrotas
Ningún equipo perdió 100 juegos el año pasado, pero en el 2018, al menos dos conjuntos deben superar el centenar de fracasos: los Reales de Kansas City y los Orioles de Baltimore.
A un día del inicio del último mes del calendario regular, los Reales sumaban ya 91 perdidos, con 29 partidos por jugar.
La proyección indica que Kansas City terminaría con récord de 52-110.
Más cerca del centenar de derrotas están los Orioles, con 94, a falta de 28 encuentros. De seguir con este paso, Baltimore concluiría con 48-114.
Otros dos conjuntos podrían coquetear con los 100 fracasos: los Padres de San Diego y los Marlins de Miami.
San Diego, antes de los juegos de este jueves, ostentaba balance de 53-83 y su proyección lo llevaría a terminar justo con 62-100.
Por su parte, Miami juega para 53-81 y basta con que entre en una mala racha más profunda de la que ha tenido a lo largo de la campaña, para que sobrepase las 100 derrotas.
Ahora mismo, su pronóstico da un récord final de 64-98.
¿Más ponches que hits?
La posibilidad se vio venir desde que arrancó la temporada, cuando en el mes de abril por primera vez los bateadores se poncharon más veces que los hits conectados.
Hasta los juegos del miércoles 29 de agosto, la tendencia se había revertido ligeramente, pues los bateadores sumaban 33,970 imparables, por 33,674 abanicados.
Pero de que es posible que por primera vez en la historia haya más ponches que cohetes, lo es.
¿Más de 264 jonrones por un equipo?
Los Marineros de 1997 despacharon 264 bambinazos, récord para un equipo en una campaña.
Los Yankees sumaban 218 en 134 juegos, a un promedio de 1.6 bambinazos por encuentro.
Seis bateadores de Nueva York ya superaron la veintena de vuelacercas y con Didi Gregorius, Gary Sánchez y Aaron Judge próximos a regresar de la lista de lesionados, la marca histórica de Seattle estaría temblando.
La proyección ahora mismo es de 261, pero el béisbol no es una ciencia exacta, así que perfectamente los Mulos podrían, o bien superar el récord de Seattle, o enfriarse y quedar por debajo.
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El primero fue Bryan Price, de los Rojos de Cincinatti , despedido sorpresivamente apenas tres semanas después de iniciada la campaña, cuando el equipo exhibía récord de 3-15.
Y el 15 de julio, durante la pausa del Juego de las Estrellas, los Cardenales echaron a Mike Matheny en su séptima campaña al frente del equipo.
A falta de poco más de un mes para completar el calendario regular, lo más probable es que los equipos esperen hasta el final antes de tomar decisiones sobre sus dirigentes.
Hay varios de ellos en la cuerda floja, incluidos dos que recién se estrenaron en esas funciones este año, en lo que podría ser debut y despedida.
Dave Roberts
Si Los Dodgers de Los Angeles no logran clasificar a la postemporada, probablemente sea Roberts el primer manager despedido tan pronto terminen las acciones regulares el 30 de septiembre.
Como estratega es de lo peor que hay en la Mayores, con todo y el premio de Manager del Año de la Liga Nacional que recibió en el 2016.
Y no le echen la culpa a las lesiones, porque en una temporada tan extensa, todos los equipos pasan por eso.
Roberts es malo, muy malo, con uno de los mejores equipos posibles en sus manos, con el que no pudo ganar la Serie Mundial del 2017 debido en gran medida por sus errores de juicio.
Buck Showalter
Todo indica que después de nueve años, el camino de Showalter al frente de los Orioles de Baltimore se acabará con el último out de la campaña regular.
Tenía en las manos un equipo con posibilidades de plantar batalla en la competitiva división Este de la Liga Americana, con todo y el favoritismo de los Medias Rojas de Boston y los Yankees.
Pero los Orioles son hoy el peor conjunto de todo el béisbol, con una proyección para terminar con 115 derrotas.
Después de 20 campañas al frente de los Yankees, los Diamondbacks de Arizona , los Rangers de Texas y Baltimore, ni siquiera llegó a una Serie Mundial.
Mike Scioscia
Con un título de Serie Mundial en el 2002, Mike Scioscia lleva 19 temporadas al frente de Angelinos de Los Angeles, toda una rareza en estos tiempos de poca paciencia de las gerencias.
Pero Scioscia parece haber agotado su largo ciclo, encaminándose a su tercera campaña negativa consecutiva.
Aunque el veterano estratega ha negado rumores de que vaya a renunciar después de esta temporada, cuando el río suena, piedras trae y para los Angelinos sería conveniente un cambio.
Ned Yost
No tenía mucho con qué competir Yost, tras perder de golpe a varias piezas claves del núcleo del equipo que fue a dos Series Mundiales seguidas en el 2014 y 2015, con trofeo incluido en la última de estas.
Pero la reconstrucción iniciada por los Reales de Kansas City podría requerir nueva dirección y según la prensa local, el equipo está mirando para el 2019 hacia Matheny, el despedido manager de los Cardenales.
Dave Martínez
"Ya no sé qué más hacer". Así lo reconoció el manager de los Nacionales de Washington el pasado 14 de agosto, en medio de una racha perdedora de su equipo.
Y con esa frase se puso él solo la soga al cuello.
Si un conjunto partió como superfavorito para arrasar en su división, ese fue el de Washington, que a duras penas coquetea con récord de .500.
Luego de años a la sombra de Joe Maddon, primero en los Tampa Bay y luego en los Cachorros de Chicago, Martínez recibió en el 2018 su primera oportunidad para dirigir...y no ha podido hacerlo peor.
Mickey Callaway
Otro debutante en el 2018, Callaway no ha podido sacarle jugo a los Mets, el equipo llamado a luchar con los Nacionales por la división Este de la Liga Nacional.
Tan mal lo han hecho los Mets, que en cierto momento llegaron a estar en el último lugar de su grupo, por debajo incluso de los Marlins de Miami , conjunto que acababa de sufrir una profunda reestructuración.
Don Mattingly
Los jóvenes Marlins necesitan un verdadero líder para llevar adelante el proceso de reconstrucción que planea Derek Jeter.
Ese líder no es Mattingly, cuya personalidad aparentemente indiferente y conformista exaspera a los reporteros que cubren día a día sus ruedas de prensa en el Marlins Park.
Ha tenido récord perdedor en cada una de las tres temporadas que lleva en Miami y sus constantes errores en el ABC del béisbol lo hacen blanco permanente de críticas de la fanaticada.
Su posible reemplazo sería un viejo conocido de Miami, Joe Girardi, quien ganó el premio de Manager del Año en el 2006, cuando debutó como director con los Marlins, a pesar de lo cual, el entonces dueño Jeffrey Loria lo despidió por diferencias con él.
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