LOS ÁNGELES -- Polémica recurrente: México debe priorizar Juegos Olímpicos o Copa América Centenario. Tiene respuestas cortas. Dolorosas. Realistas. Y lapidarias.

1.- ¿Puede México, real, sensata, objetivamente, especular de esa manera porque tiene contundentes posibilidades de ganar alguno o ambos torneos?

2.- ¿Le serviría de algo al futbol mexicano volver a ganar JJ.OO. o ganar, al fin, una Copa América, especialmente esta la tan esplendorosa Centenario?

La respuesta, tan lamentable e irrefutable, para ambas preguntas es un "No", aunque, ojo, los tiempos y los momentos, lo favorecen.

¿LOS AROS O LA COPA...?

Veamos Juegos Olímpicos. La conquista en 2012 candidatea a México. Lo coloca entre los favoritos, como campeón vigente, venciendo a Brasil, que por cierto tiene ese hueco gigantesco en su orgullo, porque es la única presea que le es ajena y rejega.

Por primera vez, el Tri llega a un torneo con pipa, guante y sombrero de copa. Especialmente después de los dos deplorables procesos mundialistas anteriores. Llegó por caridad ajena.

Sus posibilidades en Río 2016 crecerían con el injerto de tres jugadores en la columna vertebral: Héctor Moreno, Andrés Guardado y Javier Hernández. La lista se reduce, porque Alfredo Talavera ha madrugado al asegurar que él ya sabe que viajará a Río de Janeiro.

Con Moreno, Guardado y Chicharito, ante selecciones Sub 23 o incluso algunas Sub 20, México goza de una ventaja evidente con tres jugadores que pasan excelente momento en Europa. No es una garantía, pero nutriría las ilusiones del Tri olímpico.

En tanto, en la Copa América Centenario, México enfrentará a selecciones nacionales sudamericanas heridas por lesiones o con jugadores agotados por el cierre de torneos europeos. Ni la Argentina de Messi sería una garantía, mientras que Brasil se enfocará en Juegos Olímpicos.

Queda por revisar a un peligroso y ladino Uruguay, mientras que Colombia sufre porque varias de sus figuras en Europa están en crisis, pero siempre será agradable ver a Ecuador, mientras que Chile vuelve a dar tumbos sin Sampaoli.

Y además, jugando de local y sin el cacicazgo perverso de la Conmebol, su manipulación de jueces y calendarios, es el ahora o nunca para México.

Y en la Copa América, prescindir de Moreno, Guardado y Chicharito, afectaría seriamente las pretensiones de Juan Carlos Osorio.

Para México, el torneo continental abre evidentemente una oportunidad magnífica además para entrar a la etapa más sólida de preparación para la eliminatoria mundialista.

Queda claro que ganar el boleto al Mundial de Rusia es más importante que la Copa América, y esta se convertiría en el laboratorio perfecto.

Y TODO, PA QUÉ...

Y vamos a la demoledora segunda pregunta: ¿para qué demonios le serviría a México ganar cualquiera de las dos competencias?

¿Mejoró el nivel del futbol mexicano tras ganar los JJO de Londres? ¿O mejoró después de ganar dos Mundiales Sub 17? ¿O mejoró después de actuaciones elogiadas en Mundiales Sub 20?

Todo lo contrario. El éxito indigesta al futbol mexicano. Lo envenena. Lo castra. Lo envilece. Lo aniquila. Lo perturba. México elige el epitafio glorioso.

Victorias como las reseñadas, debieron ser, en su momento, plataformas genuinas de crecimiento del futbol mexicano. Debieron ser, parafraseando a Arquímedes, su punto de apoyo para mover al mundo desde su propio universo...

Pero no ocurrió. Por el contrario. A la mayoría de los campeones Sub 17 se les cierran las puertas. Otros apenas aspiran a estar en la banca, y unos más se ven ninguneados.

La generación del 2005, deambula, con Giovani eligiendo el asilo del retiro de la MLS en lugar de confrontar desafíos europeos. Y Carlos Vela se siente tentado a hacer lo mismo.

¿Los campeones olímpicos? Acaso uno, como Héctor Herrera, logró dar el gran salto. Vamos ni Oribe Peralta, el gran artífice, con dos cabezazos, volvió a ser el mismo. ¿El Chatón Enríquez? ¿Marco Fabián?

Lo grave es que los directivos mexicanos son los menos preparados para el éxito. No planean, sino que sobreviven a momentos. No se asocian, sino que se destruyen.

Y claro, en sus prácticas, casi genéticas, de corrupción y trampa, arrastran a jugadores y provocan que los momentos exitosos, se pudran.

Sí, al futbol mexicano le sienta mal el éxito. Lo enquista. Lo envenena. Lo intoxica. Lo estanca.

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BUENOS AIRES -- Agustín Marchesín, tercer arquero de la Selección Argentina, habló en ESPN FC Radio, luego de la derrota en la final de la Copa América.

“Estaban todos muy tristes. Era una oportunidad importante. El grupo está golpeado. Hay ganas de que lleguen las eliminatorias, el próximo campeonato y representar a la Selección como se la merece. Estoy orgulloso de estar acá y de esta Selección”, dijo quien llegara en remplazo del lesionado Mariano Andújar en la fase de grupos de la Copa.

“Es difícil hacer un análisis con el diario del lunes. Creo que si la del Pipa (Higuaín) entraba se hablaría diferente. Son situaciones que llevan a hablar. Es difícil satisfacer a todos los argentinos. En un club siempre hay críticas, imaginen en una Selección. Hay jugadores estrella y para el técnico siempre es una complicación”, reflexionó por ESPN 1079 FM.

El campeón con Lanús y el Santos Laguna de Méjico, había tenido un paso previo con la Albiceleste jugando para la Sub21 en 2009. En la Selección Mayor, esta es su primera convocatoria: “Es una experiencia de primer nivel y aporta a lo que uno pueda llegar a aprender. Hay grandes jugadores y quiero luchar para seguir estando. Uno ve las cosas que han ganado los compañeros y ve el enojo que tienen cuando no logran el objetivo. Mantienen siempre las ganas”.

Marchesín contó, además, lo que es compartir intimidad con el mejor del mundo: “Es el mejor jugador de fútbol. Verlo en las prácticas, en los partidos. Lo que más admiro es su humildad. Messi es un jugador lindo para ver y aprender. Tiene mucha ambición. Tanto en los partidos como en los entrenamientos quiere ganar todo. Sirve para crecer. Es el capitán y hay que respetarlo, pero le quería atajar los tiros en las prácticas, ja”.

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BUENOS AIRES -- Gustavo Piñero, entrenador de arqueros de la Selección Argentina, habló en ESPN FC Radio sobre la definición por penales ante Colombia y el presente de la Selección Argentina y Romero.

“Nos jugamos algo muy importante, estamos entre los cuatro mejores de América y Argentina pregona un muy buen fútbol”, dijo el integrante del cuerpo técnico de Martino por ESPN 107.9 FM y agregó: “Querés que la Selección te reditúe. Colombia no nos llegó y tuvimos que ir a penales. Jugamos muy bien también con Paraguay y por dos jugadas aisladas nos empatan. Son cosas que pueden pasar, pero yo disfruto el estar donde estamos”.

En cuanto lo suyo, los arqueros, dijo: “Tenemos buenos arqueros en el plantel. Andújar se operó y ya está en el hotel con nosotros también, te demuestra que además de profesionales son un gran grupo”.

Sobre las críticas de Romero: “Chiquito está muy bien. Venimos trabajando desde hace mucho. Las cosas que le pedimos él ya las sabía y vino preparado. Con todos los títulos que tiene no se lo puede discutir, sólo la esencia del argentino discute en vez de disfrutar. Romero maneja las dos piernas y siempre le dedicaba un día al trabajo con el pie. Nos dedicamos a que sea preciso en el pase al pie al jugador desmarcado. Cuando no se puede y hay que revolear, no hay que arriesgar, pero no le suele pasar”.

Finalmente, Piñero eligió un favorito en lo que va de la Copa América: “Creo que la de Ospina ante nosotros fue la mejor actuación de la Copa, si no era por él estaba para un 3-0. Por algo está donde está y lo fui a felicitar después del partido”.

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SANTIAGO-- Sufriendo sin duda. Sin capitalizar que enfrentaba a diez tras la roja a Zambrano. Con un gol benditamente maldecido por un fuera de lugar. Con la angustia reptando en la garganta. Así es Chile finalista.

¿Argentina o Paraguay? 90 minutos en Concepción le mantienen la incógnita.

Marcador: 2-1 a Perú. Goles de Vargas. Carnaval en Santiago. El triunfo y ese aroma de Final. La Final y esa sensación de poder ganar su primera Copa América. La ilusión vigente y la tregua, la tolerancia para aplazar la autocrítica.

La victoria le indulta de todos sus pecados. Le adormece todos sus errores. Le narcotiza felizmente de sus deslices defensivos.

Con once en la cancha, hasta antes de la torpeza de Zambrano de ganarse la roja, Perú había sido mejor que Chile. Controlaba y contratacaba. Contenía y respondía. Como pugilista mañoso y paciente, se resguardaba y administraba cauteloso los golpes. Y eso desesperaba a Chile y lo precipitaba.

Si bien Zambrano recibió la merecida humillación de la roja, el arbitraje empezó a balbucear con acento chileno cuando permite que el 1-0 sea precedido por un fuera de lugar. Vargas aprovecha un balón que se estrella en el poste izquierdo. No perdona, mientras el cuerpo arbitral masculla cómplice una jugada que no había sido tan vertiginosa como para confundirlo.

Perú no se arredró. Por momentos con diez, mejor agazapado y sabiendo los locos de los que disponía al frente, sabía que Chile, en esa desesperación ofensiva, terminaría por entregarle opciones de fusilamiento.

El empate tuvo firma de traición. Tuvo huella chilena. Gary Medel consuma al 60' lo que Farfán y Guerrero habían fallado. El 1-1 dolía en la tribuna. Porque los peruanos se mantenían erguidos y porque La Roja se desteñía en esa embestida constante, desesperada.

Para su fortuna, Chile consigue cuatro minutos después el 2-1. Pero la legión de Sampaoli no entiende de equilibrio, ni de tregua, ni de sentido común, ni de pausas, ni de manejo de tiempos y resultados. Embiste de oficio. Embiste como principio único de futbol, enriquecido por la posesión y manejo de la pelota, aunque con la obsesión de plantarse ante el portero y abofetearlo a balonazos.

Con el control absoluto, Chile sufría en los estertores y con las convulsiones de Perú. Una falta dudosa que aspiraba al catálogo de penales, hace reclamar a los incas, que con un par de remates ponen a temblar a la ya trémula zaga de Bravo.

Pero la historia no cambia. Zambrano no permitió que crecieran los anhelos de Perú. Y el arbitraje ha tomado como referencia propia, las unciones que deben respaldar anfitrión, que, sin embargo, paga sus cuotas de méritos con bien futbol y un entusiasta sentimiento suicida, insisto de morir matando y matar muriendo.

Nadie puede decir que el sufrimiento ante Perú es una lección que llega a tiempo a Chile. Porque Sampaoli no aprende de su propio sufrimiento. Porque La Roja saborea con esa sensación de kamikaze, de sepultar al adversario aunque termine en rastrojos de victoria. Y, como sea, más allá de la auto inmolación que implica, esa devoción, es de agradecerse, donde los favoritos han sido mezquinos, desde la Argentina con vida, hasta el Brasil y la Colombia, sacadas con las patitas por delante.

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VIÑA DEL MAR -- El 'Apache' tuvo cuatro años para afinar su puntería. Y templar su temperamento. Y aplazar con paciencia su revancha. Los momentos los elige la cancha. Hace cuatro años cobró. Este viernes, en El Sausalito, pagó.

Argentina en semifinales. De manera atropellada. Sin poder clavar una espina en la noche mágica de Ospina durante los 90 minutos. El arquero colombiano enamoró a la diosa Fortuna. Hasta que la flecha del 'Apache', hecho cupido, le enamoró de la victoria.

Desde el manchón de fusilamiento, donde las tragedias y las epopeyas se consuman, al final, como en el trámite de los 90 minutos, Argentina fue menos malo que Colombia. Tévez consumó su oportunidad, luego de que Murillo había consumido su momento de gloria.

Ocurre en el futbol. Veintidós jugadores con currículos notables. Con títulos y blasones, con talento y gracia, con clase y adrenalina, defraudaron.

Al final renunciaron a su exquisitez y eligieron ser gladiadores. Olvidaron la esencia de su goce y se entregaron a la urgencia de su misión.

Y en esa epidemia de transpirar en lugar de inspirar, arrastraron a sus propios genios. James Rodríguez demostró que no ha sobrevivido a su clímax en el Mundial de Brasil, mientras que Lionel Messi tardó en comprometerse y pasó por la intermitencia, no sólo errando un gol con un cabezazo casi en la línea de la sentencia, sino por momentos jugando con simplismo y hasta con un recurso que parece rehuir en el Barcelona: el fingimiento obsesivo, pueril, vulgar de faltas.

Enfrascados en la lucha física, como si sólo el músculo y el aliento, les permitiera desarrollar hazañas, poco se acordaron, los virtuosos y los obreros, de jugar al futbol con los principios naturales de sus virtudes.

En ese tesón por la pelota, en esa obsesión por estorbar más que por fomentar, Argentina le daba curso más lógico a sus ataques y fue convirtiendo a Ospina, sus patas de conejo, sus brazaletes, sus collarines y sus supersticiones, en los protagonistas de una renuncia desesperada de Colombia a su propio holocausto.

Con un arbitraje que desquició a los atletas fervorosos y desesperados de la cancha y de la tribuna, que enajenó a las bancas y a las fanaticadas, al final logró ponerle grilletes a una violencia que parecía explotar de manera caótica.

El mexicano Roberto García Orozco tuvo el ojo de halcón de su lado, con un José Luis Camargo casi impecable, más allá de que desaforadas e irritadas, ambas facciones, colombiana y argentina, terminaron por ejecutar públicamente a las progenitoras del cuerpo arbitral.

García Orozco administró las amarillas y hasta le recetó una, ante la mirada atónita de todos, a Lionel Messi, quien quiso jugar al vivo y puso cara de muerto, al castigársele una entrada alevosa sobre Murillo, y el reclamo posterior.

Al final, el tribunal de los penaltis condena a una Colombia que se mantuvo guerrera, pero para sobrevivir, más que para vencer, mientras que premia a una Argentina que mantuvo al menos el hálito consistente por una victoria.

Los cobros comenzaron llenos de violencia, certeza, puntería e impiedad. Los dos números 10, que habían quedado en deuda conforme a las expectativas y la expectación en el fragor de los 90 minutos, abrieron la sesión de manera impecable e implacable. Tévez, el 'Apache' de la puntería menesterosa hace cuatro años, rescata su credibilidad ante el furor de un hinchada argentina que nunca tuvo la mayoría ni en voz ni en voto en el circo de El Sausalito.

Ahora, Argentina, con un Messi aún somnoliento, y un grupo albiceleste que trabaja más sobre una convicción ancestral que por un plan claro de trabajo por parte del Tata Martino, se enfrentará al vencedor este sábado de Brasil y Paraguay.

¿Messi? Este viernes se comprometió. Menos de lo debido, menos de lo deseado, menos de lo querido.

¿James? Aún no sobrevive al empalago a que fue sometido de elogios en el Mundial de Brasil.

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BUENOS AIRES -- La Selección Argentina saca en promedio más puntos que la Selección Colombia, en lo que va del ciclo actual.

El conjunto de José Néstor Pékerman ha concretado el 71,92% de las unidades que podría haber sumado en total, mientras que el de Gerardo Martino tiene una efectividad del 75,75%.

El Profesor ha dirigido hasta aquí al Tricolor en 38 partidos, de los cuales ganó 25, empató 7 y perdió apenas 6. Además, su equipo anotó 74 goles y recibió 22. La Copa América de Chile 2015 es la primera que disputa en su carrera.

El Tata lleva tan sólo 11 encuentros como seleccionador argentino, de los que obtuvo 8 victorias, 1 igualdad y 2 derrotas. En total, la albiceleste con él ha marcado 26 tantos y sufrió 9. Martino dirige su primera Copa América como entrenador de Argentina, pero la tercera en su carrera: Antes, había dirigido a Paraguay en Venezuela 2006 y en Argentina 2011, llegando a cuartos de final en la primera ocasión y alcanzando el subcampeonato en la última oportunidad.

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BUENOS AIRES -- Ignacio Alonso, secretario de Asuntos Económicos y Financieros de la Asociación Uruguaya de Fútbol, habló en ESPN FC Radio. Hizo su descargo por los acontecimientos sucedidos en el encuentro entre el seleccionado uruguayo y el chileno en la Copa América.

“Evidentemente existe bronca y hubo reacciones destempladas en gente que no suele tenerlas como el Maestro Tabárez, que tuvo una reacción muy dura. Refleja la opinión generalizada de la delegación en Chile” sostuvo Alonso por ESPN 107.9 FM.

“La acción de Jara, su agresión, dio como consecuencia la expulsión de Cavani. No se puede obviar en su expulsión el contexto de la agresión. Los dirigentes tendrán que analizarlo desde el ámbito jurídico. Tenemos tiempo hasta el lunes a las 12, horario de Chile, para presentar un descargo con fotografías y videos” sostuvo sobre el actuar del delantero que se vio envuelto en una situación polémica, donde recibió una agresión y actuó en consecuencia con una falta.

Afirmó que les parece poco serio que existan diferencias de criterios en competencias similares como la Copa América y la Copa del Mundo, y comentó: “Se ha visto cómo se invocan los códigos disciplinarios, sin embargo en este caso el criterio es no trabajar de oficio. En Uruguay estamos acostumbrados a otro régimen garantista. No a este proceso y estilo jurídico del tribunal de disciplina. En este caso no tenemos expectativas porque se nos ha comunicado que no actuarán de oficio”.

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VALPARAÍSO -- Gonzalo Jara hizo indigna la dignísima victoria de Chile. El futbol bastaba para firmar el pase a semifinales. Pero Jara tenía que percudirlo. Jara tenía que enlutar con oprobio el derecho festivo a un traje de gala.

Más allá del gesto procaz, obsceno, la provocación alevosa, premeditada, del andino sobre Edinson Cavani, transformó lo que había sido una lucha masculina, en una victoria emasculada.

Con once hombres en la cancha, Uruguay discutía la supervivencia a su estilo. Poco estético, poco exquisito, poco encantador, pero legítimo como parte de la historia misma de la selección celeste.

Siempre fue mejor Chile. Dejó constancia de ello. Salió nervioso, precipitado, atropellado, inquieto, titubeante. El primer tiempo se le escurrió en querer, sin saber cómo y sin poder entenderse a sí mismo. Los esfuerzos de claridad de jugadores como Isla y Valdivia abortaban en balones rebotados, mal controlados, mal entregados, mal protegidos, mal perfilados, por futbolistas del corte de Alexis, Aranguiz, Vargas y Vidal. Y hasta Medel parecía un mastín enloquecido, que iba al choque hasta con los propios.

El segundo tiempo trajo la metamorfosis deseada en La Roja. Y Uruguay siguió siendo Uruguay. La transformación le indicó la ruta de la victoria a Chile. Y Uruguay entendió que seguiría sufriendo, pero seguiría anhelando.

Isla, el mejor jugador de Chile, encontró en el gol el premio a la persistencia propia y a la rehabilitación de su equipo.

Las respuestas de Uruguay fueron insuficientes, pero la más peligrosa fue el disparo de Sánchez, y una precipitación en la salida de Bravo, pero, mientras estuvieran once en la cancha, Cavani obligaba a dos chilenos a perseguirlo y a encender luces en otros caminos para sus compañeros.

Hasta que llegó Jara. Musitó algo al oído de Cavani, en un acto impropio de un espectáculo público, de un futbolista profesional, de un encuentro que había sido éticamente intenso, e incluso irrespetuoso hacia su propia selección que ha hecho del juego limpio parte de los valores competitivos de su gesta.

Cavani reaccionó. Ni siquiera con violencia. Ni siquiera en proporción directa a la forma en que Jara hurgó en su humanidad de manera ramplona. Pero el quisquilloso y sospechoso silbante brasileño Sandro Ricci le recetó otra amarilla y el pasaporte ignominioso de La Roja.

Uruguay quedó dañado. Desconcertado. Asumiendo que la culpa era absolutamente de Cavani, víctima éste de la tensión azuzadora originada por el trance de su padre, quien se vio envuelto en trance automovilístico con saldo de una persona muerta.

Las imágenes recompondrían el escenario de manera dramática. Ni Jara era la víctima ni Cavani el verdugo. La teatralización de Jara, la torpeza arbitral y la respuesta apenas agresiva de Cavani quedaron expuestas.

El video trastocó la percepción y condiciona a los organizadores y a su Comité Disciplinario. Con la evidencia de que la agresión y la provocación se originan en Jara, la forma de revisar puntualmente el video, los hechos, la cédula arbitral, tendrá que darse bajo otro perfil.

Ante los hechos, más allá de lo que el silbante Ricci creyó ver y decidió consignar, la suspensión debería darse sobre Jara y Cavani debería ser indultado, porque de otra manera, sus tres partidos de eventual suspensión coincidirían con los de Luis Suárez, todos punibles dentro de la mismísima eliminatoria mundialista que arranca en octubre.

Ni Uruguay merece dos castigos: la derrota y una suspensión a Cavani. Ni Chile merece dos premios: la victoria y, encima, el indulto impune a Jara.

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BUENOS AIRES --Gerardo Martino paró el equipo de Argentina que enfrentará a Colombia en cuartos de final de Copa América, Chile 2015.

Los once titulares serán los mismos que frente a Jamaica, con el retorno de Nicolás Otamendi a la zaga central y Sergio Agüero en la delantera: Romero, Zabaleta, Garay, Otamendi, Rojo; Mascherano, Biglia y Pastore; Messi, Di María y Agüero.

Si la Selecciona supera a su par colombiana hará base transitoria en Viña del Mar para semifinales y, de superar también esa instancia, esperará en Santiago por la final. Sea cual fuera el resultado, la estadía en La Serena culmina este mismo miércoles.

El jueves el plantel hará un reconocimiento y entrenamiento en el Estadio Sausalito, con posterior conferencia de prensa del Tata.

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BUENOS AIRES --Néstor Gorosito, Campeón de la última Copa América ganada por la Selección Argentina en 1993, habló en ESPN FC Radio sobre Chile 2015

“Es un torneo difícil para jugar y parejo. Mucho más difícil que jugar en Europa. Argentina y Brasil sobresalen por los demás por el peso de la historia, pero siempre hay alguno más que aparece como Chile, Colombia o Uruguay”, dijo el Pipo por ESPN 107.9 FM sobre el máximo torneo internacional del continente.

El actual técnico de Argentinos Juniors analizó el juego de la Selección: “Le falta concretar lo que insinúa. Con Paraguay si estaba 4-0 en el primer tiempo estaba perfecto. Tienen en claro a lo que juegan. Es claro el estilo y a mí en particular me gusta mucho”.

Sobre el rival de Argentina en cuartos dijo: “Van a tomar recaudos y contragolpear. Está clarito, creo. Este torneo no lo ha jugado bien, pero tienen buenos jugadores que se destacan en la explosión y el uno contra uno. Y los dos de arriba son peligrosos. Pero todo depende de cómo esté Argentina, para mí”.

“El fútbol argentino es feo para ver, pero es muy difícil y hay que estar preparado para dirigirlo. Es táctica contra táctica. Hay que ver muchas cosas constantemente. Dónde se pierde y se gana, dónde se puede sacar ventaja. En cambio en Europa el que decide y termina ganando el partido es el jugador en la cancha”, dijo sobre la destacada labor de los entrenadores argentinos en la Copa.

Por otro lado, Gorosito habló del Bicho de La Paternal y lo que le depara el segundo semestre de 2015: “La realidad es que tengo un equipo nuevo, con muchos chicos que hacen sus primeras armas. Recién ascendimos. Hay que buscar regularidad y potenciarnos con las fechas. La prioridad es sumar puntos, asentarnos y que el club no vuelva a pasar por el mal momento que le tocó el año pasado”.

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