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Chicharito, Douglas Costa, Josef Martínez algunas de las historias a seguir en la MLS
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LOS ÁNGELES -- Es un acuerdo tácito. Un trato no escrito ni apalabrado, pero sobreentendido. Un pacto de sangre implícito y silencioso. Javier Hernández y Carlos Vela quieren poner patas pa’rriba a la MLS y, de pasadita nomás, a la Selección Mexicana.

Este 2022, ambos, Chicharito y Vela quieren ofrecerle, finalmente, a la MLS, su anhelado Armagedón futbolístico, que rebase la contienda deliciosa que libraron ya en su momento el delantero del LAFC y el sueco Zlatan Ibrahimovic.

Gente vinculada al LA Galaxy, al LAFC y a la MLS, y gente ajena a ambos equipos, titubean para aseverar, pero también para negar, que ambos delanteros hablaron de contemplar esa competencia entre sí para su propio beneficio y el de sus clubes.

La MLS espera que así sea. Que finalmente los dos delanteros mexicanos más costosos y caros terminen por tomar las riendas del protagonismo en el torneo estadounidense que arranca este fin de semana en su edición 2022.

Motivos hay para ambos jugadores en esa fastuosa y casi circense batalla, por la cima de goleo y por el título de la liga. Especialmente porque 2020 y la Pandemia arruinaron la competencia, y en 2021, las lesiones se cebaron sobre ambos.

En 2020, Chicharito estaba con más kilos y menos neuronas, más millones de dólares y menos hormonas, metido en el desafío de la MLS. A Vela le alcanzó para una soberbia jornada de Concachampions, basureando él solito al América, y de paso, echando a Miguel Herrera de Coapa.

Y para este 2022, además, ambos, Hernández y Vela, lo saben: si en verdad quieren desquiciar a la MLS con una carrera parejera guiando a sus equipos, de rebote, inevitablemente, en la carambola mediática, pondrían patas pa’rriba a la Selección Mexicana.

Y si hay motivos, hay también pistas para creer en ese desafío de reojo, pero tácito, entre ambos.

1.- Jamás, Carlos Vela había llegado a una pretemporada, ni en Europa ni en la MLS, con la prestancia física que hoy lo ha hecho. Incluso, con la Real Sociedad, Vela y su abdomen demostraban que habían vivido a plenitud las vacaciones. Esta vez ha llegado en la mejor forma física posible.

2.- Javier Hernández apenas se tomó un respiro después del cierre del torneo 2021 y regresó al gimnasio, a trabajos especiales y personalizados, además de apegarse a su plan nutricional. Incluso parece encontrar la redención personal y sentimental en torno a su separación de Sara Kohan y la potestad sobre sus hijos.

3.- Carlos Vela no tiene contrato para la temporada completa. El acuerdo vigente fenece con el mes de junio. Ha lanzado anzuelos, pero en el estanque del LAFC nadie ha mordido el señuelo. Ha hablado de Australia y de Europa, pero en el club saben que son alharaca de una urgente mitomanía, para que le ofrezcan una renovación. El LAFC no lleva prisa. Harán una oferta si El Bombardero la merece de aquí a junio.

4.- ¿Y qué tiene que ver la Selección Mexicana? Obviamente, en caso de tener ese torneo explosivo que ambos desean, y ellos lo perciben y lo gozan, será inevitable el tsunami mediático sobre un Gerardo Martino que apuesta por su ahijado Rogelio Funes Mori, pese a la sequía patética que vive en Rayados y el Tri. Si ambos cumplen la meta en este maratón competitivo en la MLS, será inevitable la lluvia de bayonetas hacia el entrenador argentino para que baje del nicho de su petulancia y acepte renegociar con ambos. Vela ha dicho que no vuelve, y Chicharito no pierde la esperanza, a pesar del veto de Yon de Luisa.

5.- Carlos Vela, en medio de tantos vítores por sus condiciones, vive una realidad: profesionalmente no ha ganado ningún título con sus equipos. Acaso, la orgullosa medalla del Mundial Sub 17 en Perú, sobre Brasil. Sin embargo, él asume la urgencia de ser campeón con el LAFC en medio de ese páramo que es su currículo profesional a nivel de clubes.

6.- El mismo Chicharito necesita de un nuevo título, al menos en la MLS. Desde 2013 con el Manchester United vive en la inopia. Cierto, por añadidura, le corresponde un pedacito de gloria con el Real Madrid campeón del Mundial de Clubes en 2014, y de rebote la coronación del Sevilla en la Europa League, cuando ya había sido cedido al Galaxy.

Por otro lado, Javier Hernández suma nueve goles en los últimos once juegos, y cuatro en la pretemporada, mientras que Carlos Vela, en correcta forma física, trata de reencontrar su racha goleadora, luego de marcarle a New York Red Bulls y romper una sequía que se remontaba al 28 de julio de 2021.

Así, en medio de una complicidad tácita, Chicharito y Vela pretenden en este 2022 poner patas pa’rriba no sólo a la MLS, en un duelo que lleva la liga dos años esperando que se consume, sino además, de carambola, alebrestar a los mandos de la Selección Mexicana.

¿Podrán? Al menos, bajo el léxico de Javier Hernández, hoy, se están “imaginando cosas chingonas”.

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LOS ÁNGELES -- Gerardo Martino reveló a sus 40 de la lista previa. No está en ella Javier Hernández. Y el palenque se alebresta. “¡Seis goles en tres partidos!”, reclama esa vocecita sensiblera de la obviedad.

Chicharito explota en el LA Galaxy. Sí, en la MLS, una liga en la que el gol se abarata, cortesía de defensas más cerca de ser maniquís que de ser zagueros espartanos.

Hay más gallardía, a veces, en el futbol femenil de Estados Unidos que en la MLS, donde sus jugadores ofrendan generosamente los glúteos al sacrificio del balonazo, antes que el rostro o innoblemente las partes nobles.

Pero, hay que hacer los goles, y Chicharito los está haciendo. Una habilidad que en 2019 y 2020 había perdido por sobrepeso físico, pero sobretodo, sobrepeso mental. Llevaba un lastre extra, monumental, en el abdomen y en las entendederas.

Para que me entienda, el gol que marca al LAFC el domingo pasado, cuando llega un balón de sorpresa, controla, perfila, gira, pica, se acomoda y coloca en el resquicio entre la portería y el arquero, esa acción, en 2019 y 2020, la hubiera fallado.

Es más, en esa época, se habría tropezado, se le habrían enredado las piernas, se habría ido de bruces, estaría en cirugía maxilofacial, y estaría estallando en redes sociales, como la caída más pantagruélica y morbosamente chusca desde la época de Charlie Chaplin.

Pero Chicharito hizo todo de manera perfecta. E hizo el gol de la victoria. En puntos, le ha dado siete de 12 posibles a su equipo. Sí, siete de 12.

Sin embargo, Javier Hernández no aparece en la lista previa a la Liga de las Naciones. En ese menú, Martino coloca a tres jugadores que la lógica inhabilita para participar en ella: Rodolfo Pizarro y Alan Pulido, lesionados mentalmente, y Raul Jimenez, aún dentro de un largo, sutil y quisquilloso periodo de recuperación tras el choque de cabezas con David Luiz.

No hay entrenador de selección nacional que no caiga en su propia emboscada: “Llamaré a los que se encuentren en su mejor momento”. Bueno, Gerardo Martino, escucha, en este momento Javier Hernández está en mejor momento que Pizarro, Pulido y Jiménez, entendiendo que el primero ocupa otro sitio en la cancha, aún por descubrirse, porque sólo falta probarlo de portero, a ver si ahí.

Pero, el Tata sabe a lo que está expuesto, y a estas alturas de su vida, tras los fracasototototes con Argentina y Barcelona, poco le importa alborotar el tianguis de la opinadera entre mercachifles del tercer mundo del futbol.

En una charla con Javier Aguirre, a través de un enlace del hijo del Vasco, Mikel, (sí, el del video de Payaso de Rodeo, que le valió una sanción al técnico de Rayados), Gerardo Martino habla de los riesgos de prometer... y empobrecerse a promesas.

“Sucede que nosotros (los entrenadores) quedamos presos de nuestras palabras. Cuando empieza un proceso de selección decimos ‘van a estar los que estén mejor’, y eso no es real. Nos pasó con Chucky, que en un momento no jugaba con el Napoli, pero porque no juega con el Napoli ¿va a quedar fuera de la selección? Entrenaba entonces con Insigne, con Callejón, con Llorente. En una competencia feroz como la que tiene en Napoli, es posible que no juegue”, indicó en esa charla con Javier y Mikel Aguirre.

El técnico de la Selección Mexicana tarda en entender dónde está parado. El Tata aprendió pronto. En esa charla, en 2020, hace énfasis punzante, ladina y persistentemente, que para el buen paso del Tri necesita el apoyo de todos, pero muy especialmente, y lo reitera varias veces, “de la televisión”. Sabe pues, desde donde despacha el dueño del futbol mexicano.

Así, Martino no se equivoca al no convocar a Javier Hernández. No ubicarlo en la lista de los 40 para la Liga de las Naciones, no significa que lo margine en definitiva en la ruta hasta Catar 2022.

Gerardo Martino necesita constatar que este Chicharito no es, nuevamente, una golondrina sin verano. No quiere ser engatusado nuevamente.

Y es el momento, para el entrenador, de que Javier Hernández pague las penitencias que tiene pendientes con el Tri y con el propio Martino. El limbo es un reclusorio implacable y necesario para los arrepentidos. Ahí permanecerá el goleador del Galaxy, y debe ser capaz, si es que ha madurado tanto, de entenderlo.

Recuerde que en pleno Mundial de Rusia, recién eliminado México, aquí le revelamos la rebelión de las Divas Rubias del Tri, y cómo, en un momento inoportuno, Javier lideró un movimiento para sacudir el yugo televisivo sobre los seleccionados mexicanos. Muchos que entonces lo desmintieron, hoy van rindiendo pleitesía ante toda la información que entonces se ofreció puntualmente.

Gerardo Martino fue informado del conflicto latente que representaba Javier Hernández para la estabilidad del Tri. Sabiamente, el argentino se dio la oportunidad de comprobar de qué sustancia está hecho el ser humano detrás de Chicharito.

Vino entonces la desventurada aventura del brunch en Nueva York, que terminó con un par de damiselas, de colmillos largos y faldas cortas, hospedadas en el mismo hotel de la Selección Mexicana en San Antonio. Martino se sintió engañado. La barba que otros se habían cortado, él se había negado a ponerla a remojar.

Hace bien el Tata. El Javier Hernández de hoy, de estos tres explosivos partidos en la MLS, el redimido, el contrito, el arrepentido, el compungido, el suplicante, debe confirmar que esta vez va en serio, que quiere expiar todas sus culpas en la red, pero, sobre todo, en beneficio de otros y no de las estrafalarias vehemencias de su ego.

Insisto, Gerardo Martino se equivoca en esta lista de 40 contemplados, pero no con Javier Hernández. Porque tiene el derecho de emplazar una duda: “¿Y si Javier Hernández nos está tirando nuevamente un embuste a todos?”.

La Liga de las Naciones es importante. Sin embargo, cuando Martino necesitará la mejor versión de Chicharito será en las eliminatorias para la Copa del Mundo, y tal vez para la Copa Oro.

Por lo pronto, en una muestra de mesura, Martino tampoco convocó a Rogelio Funes Mori. Pero también en un gesto de incongruencia siguió dejando fuera a Santiago Ormeño, quien puede encontrar en Perú un venturoso horizonte.

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LOS ÁNGELES -- Las más crueles verdades llegan de los mejores amigos. Causalmente, Marcos Senna y Cesc Fabregas, en charlas por separado con ESPN y Marca Claro, lamentan, como millones de aficionados mexicanos, los prematuros y precipitados ocasos futbolísticos de Carlos Vela y Giovani dos Santos.

Lo que pudieran haber sido, lo que pudieran ser incluso, y no son. Arquitectos majestuosos de la hazaña en Perú 2005, becados por el Arsenal y el Barcelona, y refugiados en la MLS, Vela y Giovani terminaron quemando sus naves en plena alta mar.

“Para mí, Carlos Vela es uno de los jugadores con mejor definición con los que he jugado jamás, lo tengo clarísimo y lo vi en el Arsenal, lo vi en la Real, lo vi cuando se fue cedido al Celta, lo veo ahora en la MLS. No tengo ninguna duda de que Carlos ha sido un fenómeno y si no ha sido más ha sido porque él no ha querido, y eso siempre se lo he dicho”, explica Fábregas en la entrevista con Marca Claro.

Irrefutable, tanto, como una reflexión de Néstor de la Torre en el Mundial de Sudáfrica 2010, sobre el mismo Vela: “Seguimos esperando (que dé el estirón) a Carlitos, y ya nos estamos cansando”, explicó el entonces capataz del Tri.

En términos que deben ser hirientes para el mismo Carlos Vela, Fábregas recapitula sus charlas frecuentes con el mexicano: “Él siempre me decía ‘bueno, ya, mañana’, ese mañana que siempre se dice de los mexicanos. Pasaba el mañana y yo le decía, ‘no, Carlos, no se tiene que hacer mañana, se tiene que hacer hoy’. Se lo repetí varias veces. Aún así, ha hecho una carrera muy buena”.


Escucha el blog de Rafa Ramos

La reflexión de Marcos Senna con ESPN sobre Giovani dos Santos está también plagada de elogios, de confusión, de decepción y de frustración. Hoy el mexicano vegeta en el América, después de que el LA Galaxy, de la manera más decente lo dejó libre por su bajísimo rendimiento.

“Giovani nos da esa sensación de que pudo hacer muchas más cosas. Obviamente estaba jugando en un gran Villarreal, pero nosotros somos conscientes de que tenía el talento para estar jugando de nueva cuenta en el Barça, en el Real Madrid o en el Paris-Saint Germain, él tenía talento para jugar en ese tipo de equipos y yo creo que tal vez se precipitó en irse tan pronto de la liga española”, revela Marcos Senna a ESPN.

“De Giovani yo creo que me quedó esa sensación de qué él pudo hacer mucho más acá en España. Es un jugador que tenía un talento nato, pero para que un jugador pueda triunfar necesita seguir muchos lineamientos, y también tener suerte, pero en el caso de Giovani no me queda claro qué fue lo que pasó con él para que no haya triunfado en el futbol mundial”, comenta Senna.

Las reflexiones de ambos jugadores, campeones ambos en diferentes plataformas con sus clubes y con España, ensombrecen aún más la percepción sobre cómo dos futbolistas mexicanos eligieron desertar al uso, a la manifestación de sus grandísimas facultades.

No es nueva esta visualización sobre Vela y Gio. Pero que la hagan dos jugadores como Senna y Fábregas, redimensiona conceptos. ¿Por qué? Simplemente porque ellos percibieron de cerca, en entrenamientos, en partidos, en cascaritas, en esos retos personales al interior de los clubes, ese monumental caudal futbolístico de los mexicanos.

Es decir, las expectativas que se generaron hacia ambos futbolistas, irrumpiendo poderosamente en ese Mundial Sub 17 de Perú 2005, tenían una base sólida, y a eso se refieren Fábregas y Senna. Quede claro: sólo un futbolista puede dimensionar genuinamente la grandeza de otro futbolista, y en este caso, la decepción consiguiente.

Queda ese dejo amargo tras escuchar las aseveraciones de Fábregas y Senna. Sin querer, o tal vez queriendo, les arrimaron oro, incienso y mirra a las carreras de Giovani y Vela, que hoy están escoltadas por los cirios de sus últimos alientos.

Cierto, mientras Gio probablemente sea dado de baja por el América en diciembre, Vela seguirá engordando sus estadísticas en la MLS, donde impone su tremenda calidad, sin despeinarse, ante las facilidades y la inferioridad futbolística e intelectual de sus adversarios.

Como ambos ex seleccionados españoles lo afirman, Vela y Giovani pudieron impactar a nivel mundial; pudieron meterse a esa constelación de genios inolvidables, de casi leyendas, ahora que está tan manido el término.

Recordemos cómo tras una poderosa temporada en la Real Sociedad, las nominaciones para jugador del año en España, estaban estrictamente en este orden: Cristiano Ronaldo, Carlos Vela, Diego Costa y Lionel Messi, quien había tenido uno de sus peores torneos.

El Atlético de Madrid se interesó en el mexicano. Sus números avasallaban los de Antoine Griezman, hasta que fueron a detalles más individuales. ¿Quién estaba más comprometido? ¿Quién era más disciplinado? ¿Quién quería triunfar como futbolista? Ficharon al francés.

Hay un extracto de la confesión de Fábregas a Marca Claro. “Él (Carlos Vela) siempre me decía ‘bueno, ya, mañana’, ese mañana que siempre se dice de los mexicanos”. Sí, ese tan famoso “mañana”; ese tan socorrido “ahorita”; ese tan conocido “pero, ahora sí”; ese infaltable “en dos minutitos”.

Pero, hoy, lamentablemente, las reflexiones de Senna y Fábregas, quedan como anécdotas, como lecciones caducas, como un lamentable obituario de la carrera de dos genios con el balón, que el aficionado mexicano se quedó esperando, expectante, anhelante, ansioso.

Oro, incienso, mirra, y una profunda decepción, de igual a igual, de futbolista a futbolista, entre dos triunfadores, como Fábregas y Senna, hacia dos que debieron rozarse a esos niveles de grandeza, como Vela y Giovani, pero, simplemente, no quisieron.

Hubiera sido fantástico encontrar en el sendero de Giovani y Vela, este trozo del poeta inglés John Dryden: “Estoy un poco lastimado, pero no estoy muerto. Me recostaré para sangrar un rato. Luego, me levantaré de nuevo”.

Y una inquietud… ¿tendrá Javier Hernández a su lado un amigo de la dimensión de Cesc Fábregas o Marcos Senna, en lugar de la horda de charlatanes que lo rodean? Lamentablemente, la única voz que podía reencaminarlo, la de un personaje que en Chivas sí se considera una leyenda, ya se silenció decepcionada, la de su abuelo, Don Tomás Balcázar...

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LOS ÁNGELES -- Un mea culpa público no es un acto de expiación. Es, apenas, un acto de autocompasión.

El arrepentimiento es apenas el principio de un largo, agreste, entrampado camino rumbo a la expiación. Muchos lo comienzan, sólo lo terminan los peregrinos genuinos de la fortaleza y la resiliencia.

Javier Hernández hace una confesión este lunes en Instagram. Pero, no hay una promulgación de compromiso, no hay un juramento de honor, acaso una carta de buenas intenciones, de ésas de las que dicen está empedrado el camino del infierno…

En su publicación, Hernández lamenta el fracaso del Galaxy de Los Ángeles, el equipo que lo rescató del limbo en Sevilla. Sí, el club que lo contrató para que escribiera una épica diferente, pero paralela en éxito e impacto a la de Zlatan Ibrahimovic. Las nupcias fracasaron.

“La evaluación de esta temporada es completamente negativa, comenzando desde la autocrítica, y sabiendo que no pasé por mi mejor momento futbolístico”, explica en su mensaje Javier Hernández, llamado Chicharito en honor a su padre, aunque después se autonombró 'La Leyenda'.

“Ahora toca descansar unos días, para después, empezar a darlo todo, para que el Galaxy vuelva al lugar donde merece estar”, agrega Hernández en su epístola, al calce de una foto en la que se muestra abatido, vencido, cabizbajo, y que ha recibido cerca de 70 mil 'likes'.

Como para casi toda la humanidad, 2020 ha sido un año desafiante, cruel, inclemente, para Javier Hernández. Claro, es un atenuante tener un salario seguro de 6 millones de dólares.

Tiene, además, un poderoso privilegio que gran parte de la humanidad no tiene: darse a sí mismo una segunda oportunidad. ¿Cuántos disfrutan de ese derecho?

Lamentablemente, habla en ese lenguaje vacío del futbolista preso más de remordimientos circunstanciales que arrepentimientos genuinos. “Empezar a darlo todo”. Es como el que aplaza cada viernes la dieta para el próximo lunes.

“Empezar a darlo todo”, equivale a no haber dado antes absolutamente nada. Apesta a esa excusa de entrenadores y jugadores del montón: “Vamos a seguir trabajando, a trabajar más fuerte cada día”. Y los resultados son iguales o peores. Suenan a lloriqueos del Titanic.

Javier Hernández tiene tres meses de vacaciones. Tres fantásticos meses para reconstruirse como futbolista, pero, antes, como él persistentemente lo ha dicho, como ser humano. Lamentablemente, en su entorno parece haber más apapacho y compasión, que ayuda y exigencia. Sus asesores le endulzan el oído en lugar de ser solidariamente críticos.

Tres meses. Y Javier puede, con los vestigios de aquel goleador, reconstruir una nueva versión. No es tarde. Sólo será tarde si deja de intentarlo, si claudica.

Javier Hernández hoy sufre de sobrepeso para poder ser el atleta de alta competencia que él cree que es. Dentro del Galaxy, estiman que está al tres o cuatro kilos por encima del peso ideal para las exigencias de alta competencia.

Y en la cancha, sus deficiencias generan más lástima que cuestionamientos. Ya no es el jugador que hace tiempo anticipaba a los defensas. Ni el que estaba una milésima de segundo antes que su marcador. Ni el que aparecía en el área como un fantasma acechando un balón dividido o a la deriva. Y cuando llega, su organismo ha estropeado su dinámica de golpeo.

Todo esto lo ha detectado el equipo angelino. Y lo trabaja con él. Pero hace falta más, justo del lado del jugador. Su aparato motriz empieza a oxidarse, y él cree que aún vive en la explosiva y consecuente juventud poderosa de los veintitantos años.

Ha perdido la idea integral de disciplina. En sus reflexiones en redes sociales reniega del sacrificio, porque lo considera más una condena ingrata y castrante, antes que un ritual urgente y necesario de expiación.

Como podrá verse, aún es tiempo para el rescate. Imagínese, tres meses, con el poder económico para conseguir los mejores asesores y no rodearse de charlatanes, sino con especialistas en nutrición, en motivación y en acondicionamiento físico. Tres meses, una eternidad.

Observe, Usted, el escéptico, imágenes que con frecuencia publican en sus redes sociales, futbolistas que por la edad rebasan con mucho a Javier Hernández, pero que desafían y vencen el castigo despiadado e inclemente del tiempo.

Observe las fotografías que difunden Sergio Ramos, Zlatan Ibrahimovic y, por supuesto, Cristiano Ronaldo, o el cambio impresionante en algunos jugadores del Bayern Múnich tras la encerrona por la pandemia.

Si ellos pueden, ¿no podrá Javier Hernández? Todo esto repercutirá en más potencia atlética, especialmente, habida cuenta que Chicharito nunca ha sido un exquisito con el balón, pero no hay quien le compita con esa fascinación única, atropellada y chocarrera que lo coloca como el Chaplin del Gol.

Lamentablemente, siempre encuentra quien le sobe la crin al caballo conformista que vive dentro de él. En nada le ayudan las lisonjas lastimeras, bobaliconas, zalameras, hipócritas, que aseguran que “hay un boicot contra Chicharito”, “hay odio hacia La Leyenda”, “le tiene envidia y se ensañan en estos momentos”, “¡No les hagas caso, Javier, sé quien quieres ser!”, bla, bla, bla. Y lo triste es que estas letanías rastreras, las he leído bajo firmas que se ostentan como críticos comunicadores.

Tres meses, Javier. En tres meses, se cumplirá el plazo que tú mismo has impuesto. Pero no esperes al lunes para darlo todo, empieza el viernes, empieza ayer, empieza siempre.

En tres meses, si Javier Hernández es capaz de mostrar aparatosamente una reconversión física como la de los citados Ramos, Zlatan, Cristiano, entonces, será el tiempo de creerle, de tomarle en serio, de que ha llegado, finalmente, el momento de darlo todo, y no sólo por el Galaxy, sino porque seguramente ni él, ni su bulliciosa, escandalosa y escandalizada corte de lambiscones quieren verle terminar su carrera postrado humillantemente en la banca del Galaxy.

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LOS ÁNGELES -- “La Leyenda”. Sin duda: elogio en boca propia es vituperio. Así se bautizó Javier Hernández públicamente: “La leyenda del futbol mexicano”.

Javier abdicó, ese día, al infantilismo de Chicharito. Tal vez porque a las obligaciones como futbolista había abdicado mucho antes. Y renunció al folklórico y coloquial título nobiliario fraguado en la cancha por su padre.

“La Leyenda”… Pudo haberlo sido, pero ha elegido no serlo. La presumida Leyenda ha degenerado en mito. Las leyendas se enriquecen con mitos, pero los mitos sólo se enriquecen con ficción, con delirios, con mentiras.

El fin de semana, “La Leyenda” volvió a ser protagonista… sin pisar la cancha. Lo fue en el escandaloso paraninfo --ese que tanto él degusta--, de las redes sociales. No fue citado para el deplorablemente llamado Clásico del Tráfico.

Él sabía, aparentemente, que iría de nuevo a la banca, esa consorte incómoda e inoportunamente fiel, que le ha acompañado en su carrera. El Galaxy le contrató idealizando lo que podía llegar a ser con base en lo que alguna vez fue. Y ante LAFC era un coliseo perfecto, como, por ejemplo, demostrar que es más que el tan galácticamente llorado Zlatan Ibrahimovic, y que Carlos Vela.

Minutos antes del juego, el Galaxy informaba que la ausencia de Javier Hernández se debía a una lesión “desconocida”. Sorpresa, incredulidad, escepticismo, sorna, sospechas.

Las especulaciones se llenaron de cicuta sobre si “La Leyenda” habría desertado a escribir otra página de oro en su legendaria carrera, esta vez irritado, porque tendría que arrellanar su trasero sobre la banca angelina.

Desde los socavones del fondo de la tabla de la MLS, el técnico Guillermo Barros Schelotto no ayudó mucho a la causa. Mientras el Galaxy esgrimía una lesión “desconocida”, el entrenador argentino habló de que Javier Hernández ya se quejaba de la dolencia desde el jueves, el viernes no mejoró, ni tampoco el sábado.

Para los publirrelacionistas del club seguía siendo una lesión “desconocida”, como tan sabido era ya que la banca sería el sitio de ataque del mexicano ante el LAFC.

Una molestia en la pantorrilla. Ésa es la aparente lesión que margina a “La Leyenda” de seguir escribiendo a cada minuto en la cancha más historias para su leyenda. Porque, fuera de la cancha, en situaciones así, en lugar de historias fascinantemente fantásticas, se elucubran mitos, especulaciones.

Al Galaxy, obviamente, no le salen las cuentas. Ni por el desembolso de su transferencia, ni por el salario que le paga al ex Chicharito. Cierto, fue récord de ventas de camisetas en la primera semana y acudió a los más populares programas en inglés en Los Ángeles. Claro, tal y como corresponde a una leyenda.

Pero, ¿y la cancha? ¿Y los goles? ¿Y el liderazgo en el vestidor? ¿Y el torbellino futbolístico? En estos últimos cuatro aspectos, Javier Hernández palidece ante su antecesor. Zlatan Ibrahimovic debe sentir una compasión enorme por el club angelino.

Barros Schelotto ha sido enfático: su delantero está en perfecta forma física. Tal vez la camiseta que viste esté defectuosa, porque parece pasado de peso. Pero, además, en la cancha, repasando algunos videos de sus juegos, muestran a un jugador lejos de sus explosivas virtudes.

Javier Hernández era el tormento enajenante de cualquier zaga. Estaba una milésima de segundo y unos centímetros antes que sus adversarios. Su anticipación, velocidad, repentización, astucia e ímpetu le colocaban de cara al gol. Lo demás era sencillo, con su perseverancia, su atrevimiento, su fortuna, y hasta por esa poética e histriónica habilidad para marcar de manera chusca, como el buen “Chaplin del Gol” que era.

Ése era otro Javier Hernández. Aquel, el del temperamento, la rabia, la lucha, el temerario del área, capaz de marcar con la mollera o con el buche, porque aquel guerrero podía asesinar con saña o con la gracia simpaticona de un mimo. Era “It” (Stephen King), vestido de futbolista. Ése sí pintaba para leyenda.

Hoy no sólo él está en entredicho. Toda la caravana enjundiosa que acudió a ficharle a Sevilla será cuestionada, empezando con Jovan Kirovski, quien ya lo buscaba desde antes que Javier aterrizara en el Bayer Leverkusen, además de Denis Te Kloese y el mismo Barros Schelotto. Ellos se sentaron a negociar con él –ese sí--, legendario Monchi (Ramón Rodríguez Verdejo) y con el representante del jugador, Lorenzo Román García.

Como suele ser, las arpías insidiosas acompañan por igual a las leyendas y a los mitos. Consignadas han sido las versiones de los divorcios de Javier en sus diferentes equipos. Desde cómo dejó de encajar en el Manchester United, cómo desencajó en el Real Madrid, hasta cómo dividió caminos en el Leverkusen y el West Ham. Obvio, no todo es su responsabilidad. A veces, creen algunos, el mundo entero se confabula.

Su llegada al Galaxy con un salario alucinante, una parafernalia ostentosa, estímulos, premios y tratos, casi enervantes, como los merece una leyenda, generaron incomodidades en el equipo. Entendible, pero injustificable por parte de sus compañeros, quienes fueron presos de envidia y egoísmo.

Encima, le entregan el gafete de capitán, demasiado grande para el bíceps de un Javier Hernández que parece haber llegado por su fondo de retiro a la MLS. Y él mismo hace poco, muy poco, para tratar de limar asperezas, y de paso merecerse ese título nobiliario de ser el capataz del equipo.

En sus más recientes videos a través de todas sus plataformas de redes sociales, seguidas por millones, es impresionante la energía que Javier Hernández despliega a través de los videojuegos, especialmente, alguno en el que muestra su magistral saña para aniquilar rivales a punta de gatillazos, casi como alguna vez lo hacía en la cancha de futbol.

Para conducirlo como lazarillo en medio de esa tenebrosa pasarela de las redes sociales, el aún futbolista ha sido asesorado por su coach de vida, Diego Dreyfus, quien según Álvaro Cruz, de TUDN, cobra 17 mil pesos por sesión, es decir, unos 900 dólares, por si usted también necesita de una iluminación similar.

Este miércoles, Galaxy sale de nuevo a la cancha. Le espera Portland. Será una nueva oportunidad para que “La Leyenda” demuestre que quiere llegar a serlo y no terminar como un mito, cuyos mejores registros, sus mejores marcas, sus mejores actuaciones sean en la luminosidad ficticiamente ensangrentada de una consola de videojuegos.

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LOS ÁNGELES -- Javier Hernández presentó su renuncia pública a la selección mexicana de futbol. Y tal vez al futbol mexicano. E hizo bien.

Y Chicharito lo hizo de manera beligerante, incluso dañando más con el escudo que con la espada. Un redentor tardío, sin embargo.

En el programa Versus de Francisco Javier González a través de TUDN, Javier Hernández organizó el aquelarre de todos sus rencores, sus reclamos, y sus querellas contra el sistema que dirige la yunta sumisa del futbol mexicano.

Un viejo tema, que por fin hace explotar Javier Hernández. Su propia Caja de Pandora. En síntesis: ¿En dónde está la lana? ¿Cuándo dejarán de priorizarse los centavos sobre los resultados?

Y Chicharito se metió a la antigua casa de Yon de Luisa a gritarle a Yon de Luisa, todo lo que ningún futbolista profesional le había espetado en su vara, sin que necesariamente el actual presidente de la FMF sea el total responsable, aunque, ciertamente, ha sido parte del modus operandi.

Javier Hernández sabe que está borrado de la selección mexicana. Desde el accidentado brunch en Nueva York, con repercusiones sensualmente curvilíneas en San Antonio, incidente del cual Gerardo ‘El Tata’ Martino parece tener versiones muy documentadas.

Pero, ahora, desafiando nuevamente al poder, Chicharito sabe que tal vez no tendrá derecho ni a partido homenaje de despedida en la selección mexicana, de la cual es el goleador histórico, más allá de que sus dianas pulularon con mayor frecuencia, en la intrascendencia e inutilidad de juegos amistosos.

Javier Hernández pide cuentas claras. Habla de millones de dólares y ubica al Tri entre las cinco selecciones mejor cotizadas y que mayor cantidad de millones de dólares factura en el mundo.

Cifras extraoficiales puntualizan que para el ciclo mundialista para Brasil 2014, la FMF habría facturado cerca de 450 millones de dólares, y para el periodo correspondiente a la Copa del Mundo de Rusia, habría ascendido a 650 millones de dólares.

Al término de la participación del Mundial de Brasil, tras el anuncio oficial de la renovación de contrato con Adidas, el entonces mandamás, Justino Compeán, sobre la primera administración, la de Brasil, dijo puntualmente “centavitos más, centavitos menos, ja, ja, ja”.

Para el ciclo mundialista hasta 2026, según fuentes cercanas al Tri, el contrato de la Federación Mexicana de Futbol con Adidas es por 260 millones de dólares.

Para la firma alemana, la camiseta mexicana, en efecto, sí está entre las tres camisetas más vendidas en el mundo, y su contrato sí cotiza entre los cinco más caros en el mundo, especialmente cuando a nivel adulto, no ha ganado nada.

Si las condiciones no han cambiado para 2020, vale la pena recordar que la selección de México es la única en el mundo que tiene 14 anunciantes diferentes en dos países. Ni Brasil, ni Argentina, ni Alemania, ni Italia...

La astucia mercantilista de México ha conseguido explotar de manera asombrosa dos mercados de una misma nacionalidad, pero en dos países diferentes, y obviamente provocando más llenos en estadios de Estados Unidos que la misma selección de este país.

Además, según registros de las diferentes embajadas, departamentos de migración y turismo, la fanaticada mexicana ha presentado muchedumbres entre los 35 mil y los 15 mil itinerantes en las copas del mundo a partir de Francia 1998.

La pregunta de Javier Hernández es válida, aunque no es nueva. Recordemos que encabezó esa rebelión al interior del Tri en plena Copa del Mundo de Rusia, tras histórica victoria ante Alemania, cierto, la peor representación de su historia.

Chicharito y sus solidarios reclamaron menos horas de aburrimiento desperdiciadas en promociones, en servir a los patrocinadores, y además, un reparto más equitativo de esos millones que recauda la FMF en cada ciclo mundialista.

Prudente aclarar que la FMF ha garantizado tal vez la mejor logística posible de todas las selecciones mundialistas a la caravana de familiares y amigos de los jugadores, cuerpo técnico, aunque, necesario puntualizarlo, también en beneficio de sus directivos.

Pero, Javier rompió su lanza como seleccionado nacional, sabiendo también que su sitio ha sido ocupado por Raúl Jiménez, pero si se equivocó en tiempo y en formas en Moscú, hoy se atreve a hacerlo, aunque, también, cuando cuenta con un cobijo estupendo como lo es su contrato con el Galaxy en la MLS.

Vale aquí aquello de más tarde que nunca.

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LOS ÁNGELES -- Advertía Tennessee Williams: “Mata a mis demonios y mis ángeles morirán también”.

Es el momento para que Luis Fernando Tena irrumpa ante esa encrucijada. Chivas dio la mejor exhibición del torneo y una de las mejores de la era de El Flaco. Matar o morir sin matar o morir.

Encima, insólito, por decisión propia, sigue jugando con diez cuando juega el '10'. La Chofis López califica al revés: '01', en su rendimiento en la cancha. ¿Los motivos de Tena? Muy suyos. Mientras los otros diez se saquen un diez, y acepten jugar con diez a costa de ese '10'...

Cierto, la victoria y el rendimiento fueron ante un León maltratado (goleado por Vela y el LAFC), cansado, con carencias, pero que ha sido líder, y el más grato, en general, y que tiene el oficio de gremial de varios torneos.

¿Cómo resolver los eventuales regresos de Chicote Calderón y Uriel Antuna? A la antigüita: la camiseta sólo entalla a quien la merece. Del ostracismo del castigo, no pueden ser emancipados por el oropel de su contratación fastuosa.

El horizonte para Chivas tiene ese encanto fascinante de ser dulcemente peligroso. Especialmente porque el Rebaño parece proclive a ser el “levanta muertos” del torneo.

Enfrenta a Atlas, un equipo náufrago que, encima, ha olvidado hace tiempo, por carecer de sangre en sus filas, lo que era un apasionante Clásico Tapatío.

Después viene Monterrey. Ejemplo claro de desplomarse de lo sublime a lo ridículo, pero que parece capaz de querer salvar el torneo, su salario y su contrato, a costa del, insito, el equipo del morbo del 2020.

Pero Chivas goza de tranquilidad. Una tregua oportuna, pero riesgosa, si los jugadores, tan pocos de cuna rojiblanca, no se amamantan de la trascendencia de enfrentar al Atlas, sin que importe, necesariamente, la calamidad que son los rojinegros.

Sin duda, la terapia intensiva vivida ante el León, rehabilita moralmente a muchos jugadores, especialmente a Miguel Ponce, quien de ser crucificado por su tribuna, ahora recupera la calma.

A esos escenarios, imprescindible agregar que J.J. Macías se reinstala con la gracia plena del gol, en el rol para el cual fue contratado, a la espera, claro, de que aprenda a manejar ese estrés que le genera la responsabilidad de ser el bastión de Chivas.

Elogiar a Fernando Beltrán ya es una ociosidad, mientras que Conejito Brizuela sigue reforzando su reclamo de que debe ser tomado en cuenta como titular, además de encender veladoras por la salud del Chapito Sánchez.

Si Tena hace ensayos eventuales con Angulo, Chicote y hasta Vega para hacer labores muy eventuales de La Chofis, es evidente que Brizuela está más cerca de responder a ese rol.

Al final, y eso lo entiende perfectamente Tena, su equipo se ha fortalecido entre la secuencia de dramas y conflictos, en cancha y extra cancha. Sobrevivir con resiliencia para un grupo tan joven, puede significarle un poderoso arsenal al madurarlos al vapor.

Parecería, a la distancia, que entre Ricardo Peláez y Luis Fernando Tena, han conseguido llevar a este grupo, mayoritariamente inexperto, protegido, a sufrir de manera implacable las repercusiones de las experiencias desagradables de Víctor Guzmán, Chicote Calderón y Uriel Antuna.

Por eso, insisto, para rematar su tarea, es tiempo de que Luis Fernando Tena se atreva a desafiar la encrucijada con la que reflexiona Tennessee Williams, es decir, aniquilar a sus demonios, sin perder a sus ángeles.

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LOS ÁNGELES -- El Pollo Briseño perreando. El Chicote Calderón zapateando. La Chofis López en el trenecito del jacuzzi o en el Calatrava. Ahora se pretende estigmatizar con infidelidad a El Brujo Antuna.

Hace semanas en un video, preguntábamos: ¿Por qué siempre Chivas? Sin olvidar a Alan Pulido huyendo de la escena del choque y dejando embarcado y embargado a su cocinero de cabecera.

Cierto es: la afición del futbolista en general por la fiesta no puede circunscribirse sólo a Chivas. Sería injusto, pero más allá del caso Salvador Cabañas (América), en el Guadalajara ha habido desde graves accidentes hasta tragedias.

¿Cómo olvidar esas camionetas cerradas con numerosas acompañantes que se presentaban siempre a disposición de Cuauhtémoc Blanco cuando en su época de jugador visitaba Los Ángeles? Y etcétera, etcétera, etcétera…

Lejos de justificar al futbolista, diversos preparadores físicos explican esa propensión de muchos jugadores por buscar todo tipo de acción fuera del club y fuera de su hogar. Y si son solteros, no hay riendas que los contengan.

Un estudio japonés revela que el método Tanaka (HIIT), entrenamiento con intervalos de alta intensidad, es la mejor forma de incrementar notoriamente el nivel de testosterona en el hombre.

El futbolista, por sus sesiones de entrenamiento, generalmente entra en etapas progresivas de HIIT. Y mientras más dedicado, responsable e intenso es en la práctica, acumula más testosterona.

“Es como soltar un semental sin freno y que además tiene las tardes libres”, explicaba el alguna vez preparador físico de Chivas, Fernando Alarcón.

Y si encima el jugador es soltero o tiene una relación inestable, la bestia busca desahogo de esa testosterona.

Este es el detalle médico y fisiológico. Claro, hay aspectos humanos, éticos y disciplinarios, que a veces algunos jugadores asumen, pero no todos.

Por eso, había épocas en las que los entrenadores decidían trabajar dos veces al día, temprano por la mañana y pardeando la tarde. Lo que en la cancha se gana, en la cancha se deja, hablando de testosterona, claro.

“Los mandamos cansaditos y sólo piensan en llegar a dormir”, recordaba Alarcón, entrenador de todas las confianzas de Alberto Guerra durante la época en Chivas.

¿Por qué siempre el Guadalajara? Preguntábamos en ese video en ESPN y hablábamos de los casos de Gaby García y Marco Fabián de la Mora, dos jugadores que mostraban costuras de jugadorazos. La vida nocturna se los bebió a ellos antes que ellos se dieran cuenta de los excesos.

Ellos aseguraban que preferían besar el balón después de un gol, que una botella con alcohol. Entre el dicho y el hecho, se consumieron como las figuras que debían ser, en especial Marco Fabián, quien hace unos días demostró que puede ser el alma de la fiesta hasta en Catar, al ritmo del popular reggaetón La Tusa.

Ha habido casos dramáticos. En la historia de Chivas. Deberían servir como advertencia a estas felices, fiesteras, cachondas y perrunas nuevas generaciones.

1.- OCTAVIO MUCIÑO…

Notable rematador de cabeza, el apodado Centavo pasó de ser ídolo en aquel espectacular Cruz Azul, a ser adoptado en Chivas, especialmente tras ganar el título. Su futuro se encauzaba de maravilla. Jugador regular, comprometido, pero la tragedia vive alcoholizada.

En junio de 1974, Muciño acudió a cenar a un restaurante popular en Guadalajara, Carlos O’Willys. Iba acompañado de sus amigos Jesús Prado, Eduardo Navarro y Gustavo Ochoa, además de sus parejas.

Esa noche, el futbolista de Chivas fue provocado por un parroquiano. Jaime Muldoon Barreto lo increpó en cuestiones de futbol y pasó al insulto personal. Muciño lo confrontó, se liaron a golpes. Fueron separados y el provocador fue echado del restaurant.

Júnior típico, hijo de millonario, Muldoon Barreto aguardó hasta la madrugada, afuera del local, la salida de el Centavo, quien intentó apaciguar la situación. Pero, el tipo, sacó una pistola, le disparó tres veces, un impacto en la cabeza y otro en el pecho.

Muciño fallecería horas después. ¿El agresor? Impune a pesar de los testimonios y las pruebas confiscadas.

2.- JAIME LÓPEZ

Aún se lloraba la muerte de Muciño, cuando sobrevino otra tragedia para el Rebaño. Jaime López, defensa campeón con ese mismo Guadalajara, fue asesinado el 26 de junio de 1974, tras recibir 15 impactos de bala.

En la madrugada, Jaime López departía con un líder estudiantil de la FEG, Francisco Preciado, además de otras personas. Tuvieron un altercado con las personas del tugurio, por entonces la casa de citas más famosa de Guadalajara, en la Zona Roja, ubicada en la Calle 54.

Al salir del lugar, Jaime López y Preciado fueron acribillados. Las investigaciones nunca arrojaron una versión creíble. Se especuló con que había sido una venganza por la violencia estudiantil de esa época o que habían sido ajusticiados por personal vinculado al mismo antro.

Claro, nunca hubo ni sospechosos, ni detenidos ni acusados. De hecho se vino un silencio estampa en todos los ámbitos. Se volvió tema tabú.

Claro, ha habido otros incidentes, afortunadamente no fatales. En agosto de 2004, el Venado Medina y Omar Bravo fueron detenidos en estado de ebriedad, Grado 1 y Grado 2, respectivamente, tras pasarse un alto.

El Venado conducía su BMW y Omar su camioneta Liberty. Eran las cinco de la mañana e iban a sacar dinero de un cajero, para pagar la cuenta pendiente, acompañados del guardia de seguridad del centro nocturno donde habían pasado la noche.

La policía los detuvo al detectar la forma desordenada de conducir. Estuvieron detenidos seis horas y pagaron una multa.

Y sin pertenecer a Chivas, pero en el mundo del futbol, los trágicos casos de César Andrade (Atlas), quien por un accidente y conducir en estado de ebriedad, pierde una pierna en el percance.

O la devastación provocada por Joao Malek conduciendo en estado de ebriedad y a exceso de velocidad, al provocar la muerte de los recién casados María Fernanda Álvarez y Alejandro Castro.

El futbolista es un tipo privilegiado, predestinado. Sin embargo, a veces es el último en entenderlo, y a veces demasiado tarde. Y no le justifica el que su rutina diaria le convierta en “un semental sin freno”.

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LOS ÁNGELES -- Monterrey jugó su mejor partido del Clausura 2020 ante el más parchado América del Clausura 2020... y no le alcanzó ni para abandonar el sótano, ni para sacar un punto, ni para desempolvar su dignidad de campeón, ni para sobrevivir al cataclismo de insultos y abucheos desde su propia tribuna.

En el 0-1 sobre Rayados, América tuvo un héroe: Guillermo Ochoa, atajando tres balazos que reclamaban el buzón escandaloso del gol, y además, ajustaditos todos a la filosofía piojista, pero no piojosa, de imponer querella a cada balón, en cualquier sitio de la cancha.

Hundido en la fosa, lapidado por sus aficionados, dilapidando millones en contrataciones fallidas, Rayados se convierte en el peor campeón de la historia de los torneos cortos, en la suma total de circunstancias y estadísticas.

Pero, insisto, el mejor Monterrey de este 2020, tampoco recibió tolerancia ni tregua del América, dispuesto a reclamar un abonito de venganza, tras perder la Final del Apertura 2019 ante Rayados.

El Nido sabía que la revancha sería inconclusa con la victoria, pero agregó un saborcito dulzón de sadismo, saber que condenaban al monarca vigente al peor de los albañales, especialmente cuando al término del juego, el estadio vociferó en la amargura pestilente de miles de garganta el desprecio a sus héroes, ésos, de hace unas semanas apenas.

Un escupitajo de rabia caduca, lanzó el América al sarcófago del monarca en decadencia y extinción.

América no dio concesiones. Cargó incluso con un rigorismo arbitral, al anularle el VAR un gol, por falta previa, cuando el mismo apéndice nefasto del arbitraje se ha tragado a lo largo del torneo, tolerancias e intolerancias peores.

Miguel Herrera ha elegido ser protagonista en el marcador y en la tabla, y no en las estadísticas perecederas del juego. Pragmático.

Por ejemplo, ante Rayados, se desentendió de la posesión banal e infructuosa en zonas intrascendentes de la cancha. Las estadísticas hablan de un 39% de posesión y un 61% para Monterrey.

Esto incluye tres remates al arco de las Águilas, por nueve de Rayados, sin dejar de lado un par de intervenciones de Marcelo Barovero. Monterrey pujó más, pero Américo empujó donde debía.

¿Qué hará Monterrey? Ya la afición levantó el voto de inmunidad al Turco Mohamed. El cuchicheo se ha convertido en coro. Lo quiere trepar al cadalso.

Por lo pronto, para meterse en la Liguilla del Clausura 2020, los Rayados necesitan al menos 23 puntos de los 30 restantes, es decir una eficiencia asfixiante del 76.67 por ciento. Es decir si pierde tres de los 10 juegos restantes, estaría fuera.

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LOS ÁNGELES -- Chivas amenazó con ganar entre alaridos. Pero termina ganando entre plegarias. 0-1 sobre Xolos, rompiendo la hegemonía en casa desde 2011.

La victoria, con todo su drama y cuestionamientos, con las formas poco elegantes, pero es un bálsamo prodigioso, para estas Chivas, el equipo del morbo de 2020, que venían de semanas cargadas de derrotas y de escandalitos cortesía del bailaor Chicote Calderón y el remilgoso Miguel Ponce.

Además, claro, Luis Fernando Tena resopla, porque su batería tenía menos carga que celular de milenial. Y claro, Ricardo Peláez ve que su santoral de estampitas, a veces hace milagritos.

Guadalajara canjeó una joya a los tres minutos. Trazos de ingeniería civil. Chapito Guzmán, como billarista, a Uriel Antuna, quien enfila y tira una diagonal que esquiva los botines de jugadores de Xolos, para citarse con el arribo pleno de J.J. Macías, quien empalma y sentencia.

La arquitectura simplista detrás del gol de Chivas era una maravillosa insinuación de resarcirse, de reivindicarse, especialmente porque fue controlando a Xolos, pero…

Sí, pero especialmente porque alguna vez dijo Luis Fernando Tena que “es más fácil jugar con diez que con once”, y por lo visto lo arrastra como un complejo, como una tara, como un tabú, como un estigma psicótico, porque, nuevamente jugando con uno más, Chivas empezó a verse menos.

Sí, al minuto 19, Mauro Láinez le abre una alcancía en la frente al Chapito Sánchez, en una jugada accidentada, y se lleva la roja.

Curioso, porque Xolos se sobrepuso a jugar con diez y Chivas no se sobrepuso a jugar contra diez, aunque el boquete físico, emocional y futbolístico que era Miguel Ponce, emparejaba los circunstancias.

Durante tantos años como entrenador, Tena parece haber reprobado desde párvulos la clase de “Cómo jugar contra diez sin morir en el intento”, porque sus cambios fueron más allá de discretos, sino equivocados.

En el planteamiento, a pesar de que los perros aztecas querían encaminarlo al infierno, el técnico de Chivas optó por recular, aguantar, y apostar por un contragolpe, para lo cual su equipo se veía timorato.

Ahí lo grave. La controversial decisión arbitral de expulsar a Láinez, y el gol de ventaja desde el minuto tres, le servían la mesa a Tena y sus Chivas para despacharse, especialmente al contar con un equipo más dinámico, más veloz y que transmitía esa ansia de revancha tras tanto varapalo.

Pero, con la mesa puesta para un banquete, pareció que El Flaco se encerró en el closet, a oscuras, a comer galletitas saladas para el susto, porque Xolos reaccionó al darse cuenta que Chivas tenía miedo a la posibilidad de ganar.

Chivas pierde a Jesús Molina por lesión muscular, y lo releva el Gallito Vázquez al cierre del primer tiempo, en un ajuste necesario, pero que confirmaba que la consigna no era la audacia por el triunfo, sino evitar una nueva derrota.

Sin embargo, más allá de la pusilanimidad en el pizarrón y de que Ponce permitía una fiesta por su costado, donde los Xolos corrían felices como en un galgódromo, el grupo de jugadores rojiblancos mantuvo un temperamento sólido, que incluso, por momentos, le permitió asear el trabajo de recuperación, aunque, insisto, sin alardes de calidad a la ofensiva.

En Chivas llegaron los cambios extraños. Sacó a Macías y metió a La Chofis López, cuando es evidente que el primero, con calambres incluso, es más útil que su relevo en plenitud.

El ingreso de Rolando Cisneros por Antuna ajustó momentáneamente cuando Xolos había recibido un segundo aire con el empuje inicial de Edwin Cardona, aunque terminó, a su estilo, tirando más patadas que servicios de gol.

Para coronar su noche de pesadilla, Miguel Ponce regala un penalti a Xolos, pero Brayan Angulo lo cobra de manera negligente, tal vez azuzado por los movimiento de Toño Rodríguez, en jugada que fortaleció el estoicismo rojiblanco en defensa.

La victoria, insisto, apaga la pira encendida para cortesía de Tena, pero quedará disponible para los partidos inmediatos recibiendo al León, visitando al Atlas y dando hospedaje a Monterrey

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