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México, contra sus propios y peores temores...

David Faitelson ESPN

Tras 45 minutos terroríficos en Cincinnati y con su credibilidad futbolística por lo suelos, la Selección Mexicana volverá a la cancha este martes en Edmonton y puede que los factores que le rodean, el frio, el viento, la nieve, la temperatura gélida y hasta la Selección Canadiense no sean los rivales más complejos que afronte. El verdadero reto de México estará centrado en volverse a encontrar con su futbol y con el nivel de juego que alguna vez presumió la era de Gerardo Martino. En el análisis del fracaso --el hecho de perder tres juegos consecutivos ante Estados Unidos-- y de no encontrar el nivel que le permita llegar a una Copa del Mundo en forma competitiva, debe incluirse una revisión de las ultrajadas estructuras del futbol mexicano, donde las decisiones siempre parecen favorecer a intereses económicos y no futbolísticos...

San Diego, California -- Ni el frío, ni la nieve y, quizá, ni siquiera la veloz y sorprendente Selección Canadiense. El verdadero rival de México en Edmonton será su propio nivel futbolístico.

Después de los terroríficos 45 minutos del viernes en Cincinnati, México necesita cambiar su semblante, ordenarse, tranquilizarse y tratar de volver al camino que alguna vez presumió en la era de Gerardo Martino. La verdad es que su futbol, el nivel de sus futbolistas, la manera de jugar y la capacidad del entrenador y del cuerpo técnico de realizar los ajustes necesarios se ha desvirtuado casi por completo. México no tiene hoy una credibilidad futbolística que le permita, ya no digamos competir en un Mundial, sino darle la ocasión de clasificar de forma clara en el torneo eliminatorio del área. A decir verdad, de no ser por la pobreza y la irregularidad de la Concacaf, la historia podría ser aún mas dramática o tétrica.

Pero el futbol no tendría por qué ser una materia demasiado complicada. Ni física cuántica, ni biología molecular. Es un simple juego. Lo que le conduce a un nivel de complejidad son los intereses comerciales que rodean y se introducen al juego, dejándole lejos de cualquier esencia natural o romántica.

Explicar o entender las carencias de la cancha en el futbol mexicano sin pasar por el escrutinio de su administración es prácticamente imposible. La endeble estructura ha sido una y otra vez vulnerada y hasta ultrajada en aras del negocio, del beneficio económico que está por encima de cualquier lineamiento deportivo. Los dueños de clubes toman decisiones a favor de la economía del juego sin importarles el juego mismo. La Federación y la selección son manejadas por un grupo televisivo que, también, ejerce su poder con la mira puesta en el dinero. Y así, cuando llega la hora de competir y mostrar tus supuestos avances y bondades en el plano internacional, resulta que el futbol mexicano es lo que es: un gran negocio y una eterna promesa de desarrollo futbolístico.

Y las decisiones, terminan, tarde que temprano, impactando en el terreno de juego. ¿Cómo esperan los dueños de clubes que nuestro futbol tenga la misma presión competitiva cuando han decidido acabar con el ascenso y el descenso en la liga? ¿Cómo esperan que el futbolista mexicano sobresalga cuando han llenado las nóminas de jugadores extranjeros? ¿Cómo esperan que el jugador mexicano adquiera una presencia de categoría internacional cuando le ponen tantos obstáculos --un precio excesivo-- en su intento por alcanzar los mejores niveles del futbol? ¿Cómo esperan que nuestro futbol obtenga el fogueo necesario cuando permitieron que los intereses políticos les llevaran a renunciar a los torneos sudamericanos --Copa América y Copa Libertadores--? ¿Cómo esperan y cómo no esperan que cuando llegue el momento de probarse en un futbol de mayor competencia y exigencia, la selección mexicana no fracase?

Y esta vez, no hubo que esperar al Mundial. Algunos meses antes de Catar, en una fría y obscura noche de Cincinnati, el futbol mexicano entendió que su nivel competitivo no es el que reflejan sus ventas o el que presumen sus “jilgueros”. El futbol mexicano es el resultado de su precaria administración.

Algunos conformistas tienden “la cortina de humo” y afirman que, clasificarse al Mundial constantemente, o lograr una buena primera fase en ese evento o de pronto, como ha sucedido, ganar títulos en selecciones con límite de edad o contar con cierto número de futbolistas en ligas europeas es suficiente, están completamente equivocados. Es apenas un espejismo de un futbol que parece poseer todas las condiciones necesarias para ser una potencia del juego y que no puede dar el paso de calidad.Podemos ser simplistas y hasta ignorantes o caer en la postura de quienes alimentan el negocio o están a sueldo para defender los intereses del poder y asegurar que el problema es Gerardo 'El Tata' Martino o quizá 'El Chaka' Rodríguez o hasta 'El Chucky' Lozano, pero no, es una mentira rotunda y flagrante. El problema del futbol mexicano es quién y la forma en la que lo administra. A partir de ahí, se reflejan las carencias de la cancha y se generan noches como las del viernes en Cincinnati, donde chocas con la fría realidad.

Más que un México ante Canadá, yo veo un México versus México. Un México que enfrentará a sus propios y peores temores, confusiones y angustias...

@Faitelson_ESPN