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Sospechosa metamorfosis

David Faitelson ESPN

Es increíble e impresionante cómo han cambiado los semblantes de la temporada del América y de las Chivas. De 'arrastrar la cobija' en los últimos sitios, hoy vuelven a ser francos contendientes al título. ¿Qué genera esa asombrosa transformación? ¿Un sólo personaje? ¿El entrenador es capaz de hacerlo y provocarlo por sí mismo? No pretendo quitarle el reconocimiento y valor a lo que han generado Fernando Ortiz y Ricardo Cadena, pero me parece sumamente intrigante y a la vez suspicaz un cambio tan rotundo y repentino en profesionales del juego. De ahí mi pregunta: ¿Quién tiene el mando en la cancha?

ESTADOS UNIDOS -- En un futbol donde se han puesto de moda las recuperaciones asombrosas mediante los ya célebres “interinatos”, la verdadera duda surge sobre quién tiene el mando del juego en la cancha: ¿Los entrenadores? ¿Los futbolistas?

Puede y, entendería, que al final se trata de un deporte de asociación y que cada quien debe entregar y aportar la parte que le corresponde. Aun así, no deja de sorprenderme cómo un grupo de jugadores son capaces de transformar su realidad, su presente y hasta su futuro en apenas un par de semanas.

El semblante de los dos equipos más populares y ganadores de México no tiene nada que ver con lo que insinuaba ser su temporada al inicio y a la mitad del calendario. El América ha recuperado su ímpetu en la cancha, los jugadores han elevado su nivel y en el plano colectivo, sin llegar a ser ninguna maravilla, el equipo cumple y cada día se ve mejor.

A la par de ello, una racha de resultados bondadosos: seis victorias consecutivas para un equipo que saltó desde los últimos lugares de la tabla hasta la disputa de los boletos directos a la liguilla. Del otro lado, esta Chivas, que también, después del cambio de entrenador, ha tenido un despertar al éxito, con un equipo que sabe hacer daño al frente, es decir, que ha encontrado 'la bendita' contundencia y que ha entendido el valor y la responsabilidad de conservar resultados.

Así, la temporada de desgracia de América y de Chivas ha encontrado, casi milagrosamente, una gracia que les llevará a competir por el título del futbol mexicano.

Entendemos la forma en la cual se compite en México, el sistema de la Liga MX y la gran irregularidad que, generalmente, semana con semana, presentan los clubes. No es una Liga sencilla, tiene siempre aspirantes sorpresa y la capacidad de equilibrar a partir de la alta y equilibrada economía de la mayor parte de las entidades, pero más allá de eso, parece imposible creer que un sólo personaje, una sola posición, la del entrenador, sea capaz de transformar a todo un club.

No le quito méritos ni a Fernando Ortiz ni a Ricardo Cadena, dos hombres que han aportado su conocimiento, su mucha o poca experiencia y que han revitalizado a dos trascedentes clubes justo a tiempo para la liguilla. Me sigue asombrando lo mal que andaban esos equipos, con esos mismos futbolistas, con sus directores anteriores.

No se trata de desconocer la valía de un entrenador. Para eso están ahí y por ello se han convertido en uno de los personajes más relevantes en el juego. Hay que ver los salarios que devengan los grandes entrenadores en las ligas europeas: Guardiola, Klopp, Tuchel, Ancelotti, y lo que se paga en México también dentro de esa posición.

Lo que sigue siendo extrañamente sospechoso para mí es el papel del futbolista, su cambio, su metamorfosis cuando parece destinado al fracaso. ¿Un solo personaje en el vestidor es capaz de propiciarlo? Yo, sigo teniendo mis dudas. Valoro y reconozco a los entrenadores, pero los futbolistas tienen, casi siempre, la última palabra y el balón a sus pies.

@Faitelson_ESPN