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Borgetti, héroe de guerras; Chicharito, héroe de kermeses

LOS ÁNGELES -- Los números no mienten. Los hacen mentir quienes quieren escribir cuentos de hadas con ellos. El maquillaje de la mujer barbuda.

Pero, entonces, las estadísticas son como La Cenicienta: a la medianoche de la gran verdad, dejan vestidos en harapos, y descalzos, a los que se visten de ajeno. Y la desnudez es un oprobio.

La historia la escriben las proezas en el genuino campo de batalla. Y no en las kermeses populacheras, entre saltimbanquis y globos.

Y Jared Borgetti hizo 36 de sus 46 goles en tiempos de guerra de la selección mexicana, no entre floristas y algodones de azúcar, como Javier Hernández, con 24 de sus tantos en partidos ficticios de guateques. Uno es héroe de batallas, el otro, rey de los carnavales de SUM.

Y no es lo mismo anotar para conquistar, que anotar para pervivir. Lo primero es oficio de colonizadores, lo segundo es consigna de burgueses.

Insistíamos este lunes en Raza Deportiva de ESPNDeportes que darle legitimidad a esta carrera parejera entre Jared Borgetti y Javier Hernández, debe ejecutarse en escenarios genuinos de competencia.

Entonces, partamos, como caligulescos contemplativos de sacrificios ajenos de genuinos espartanos, de la competencia directa entre ambos, para que Chicharito alcance la cifra de los 36 goles en juegos oficiales de Borgetti y partiendo de la cifra de 22, que certifica ESPNFC, en confrontaciones sancionadas por FIFA.

Indudablemente Javier Hernández es un goleador con virtudes innegables, entre ellas la capacidad de la accidentalidad de sus anotaciones, por eso, en este espacio hemos hecho referencia a su prodigiosa sapiencia para el trompicón, como el Chaplin del Gol.

Prácticamente, a la edad en que Jared asomaba como titular del Tri, es la misma en que ya Chicharito lo alcanza en la suma de los goles totales: los de Museo y los de bisutería, y eso abre una formidable oportunidad para el acunado y acuñado en Chivas, de seguir en ese desafío consistente.

Irrefutablemente, cuando Javier Hernández alcance y/o supere a Borgetti, de la rancia y alguna vez muy prolífica incubadora rojinegra, entonces, y sólo entonces, se podrá hacer de manera congruente el desfile mediáticamente mitómano, que en este momento se lleva a cabo.

Para fortuna de Hernández, este mismo año tendrá encuentros oficiales en la Copa Confederaciones, y aunque no estará este martes ante Trinidad y Tobago, le vienen aún seis más del Hexagonal: dos en junio, dos en septiembre y dos en octubre.

Y claro, el próximo año, el majestuoso escenario de la Copa del Mundo con un mínimo de tres encuentros, aunque ya en el exitismo precipitado de Juan Carlos Osorio y sus directivos, el Tri aspira al quinto partido... y más allá.

Así, con al menos seis años más opcionales en la selección mexicana, Javier Hernández tendrá la oportunidad de taparle la boca a los melindrosos que queremos distinguir entre los campos incendiarios de los juegos oficiales y las verbenas ocasionales de SUM.

Ahora, si después de ese lapso, no lo consigue, podríamos invitar a las exequias futbolísticas de Chicharito en el Tri a la señora Camila Sodi, para que le reinterprete aquello de "te quedó grande la yegua...".