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Ferretti y Gignac hacen de la mentira una infamia

LOS ÁNGELES -- Mentir es grave. Mentir bajo juramento es el ejercicio abusivo y descarado de la infamia.

Ricardo Ferretti, en una dramatización hollywoodense, se permea con una deslealtad absoluta para explicar el inmoral y despiadado acuchillamiento de un Tiburón, de por sí, moribundo. “Fue una confusión, un mal entendido”.

André Pierre Gignac, en un comunicado que es una falta de respeto a la inteligencia y el sentido común, dice que ese disparo, el de su gol 100, no fue una traición, sino que quiso echarlo hacia afuera para un saque de meta.

Es decir, que teniendo más de 30 metros de espacio, a cada lado del arco de Sebastián Jurado, tuvo tan mala, pero tan recontra mala puntería que metió el balón pegadito, besando, acariciando, al poste izquierdo del arquero.

A la llegada de Tigres a Monterrey, varios jugadores dieron una versión distinta y de manera muy confidencial: “(antes del partido) El Tuca y Gignac nos dijeron que les valía madre la situación del Veracruz, que teníamos que ganar”.

Pero, Ferretti y el francés, salieron a lavarse las manos y apenas reconocieron que cometieron un error, sin disculparse, de manera creíble de ello.

Percudida la imagen de ambos, sería exagerado e injusto estercolar de manera absoluta a la institución y al plantel, por la decisión radical, dictatorial de Ferretti y de Gignac. Que carguen ambos con la magnitud vil de sus decisiones.

Ojo: la responsabilidad de Gignac y Ferretti, en especial por sus actitudes huidizas, de avestruz, ante las acusaciones generalizadas, es apenas sobre el resultado y la flagelación cruenta de los escualos, pero no sobre el asunto medular.

Ahí, en el iceberg maloliente de este problema, se agravan las responsabilidades y las culpabilidades de los involucrados.

1.- La traición de los mismos futbolistas a su palabra. Prometieron parar el juego y así parar la Liga, para sentar un precedente poderoso y granítico contra cualquier injusticia. Recuiaron, se culipandearon.

2.- El culpable absoluto es uno solo: Fidel Kuri, un milmillonario que se niega a pagar, en un acto delictivo que compete a las autoridades gubernamentales, incluso, y hasta una intervención de orden fiscal, bancaria y hasta del IMSS.

3.- Y la responsabilidad adyacente de una FMF y una Liga MX acobardadas, incapaces de lanzar al menos la advertencia final a Kuri con desafiliar al Veracruz, sino que sólo reaccionan pueril y tímidamente ante la realidad.

4.- ¿Y ahora cuál es la personalidad de Yon de Luisa cuando en verdaderos desafíos como el de Veracruz y la barbarie desatada en San Luis, elige el silencio cómplice como la reacción huidiza y timorata ante ambos hechos?

Porque, sí, lo de Ferretti y Gignac los exhibe en sus condiciones mezquinas como competidores, pero, al final, no son ni siquiera parte del problema capital, medular, central, como sí lo es el pánico de jugadores sumisos y acobardados, o como lo es el abuso de impunidad e inmunidad de Kuri, hasta la atemorizada confrontación de De Luisa y de Bonilla.

Por lo pronto, en la conferencia de prensa de este lunes, ésa, la de “Los Lunes del Tuca”, fue lamentable cómo manipuló el encuentro con los medios, despojándolos del rumbo del interrogatorio hacia donde él quiso llevarlo.

Ese cinismo de Ferretti sólo es comparable al que exhibió aquella vez que dejó su Ferrari estacionado en la zona de personas con discapacidades, mientras recogía su ropa en la lavandería. De ello, de esa infracción como civil, sin civilidad ni civismo, no fue cuestionado ni por sus directivos… ni por los medios que pastorea cada lunes.

Queda claro, que por culpa de Tuca y Gignac, no se puede llamar a Tigres equipo chico, sino más bien, liliputense…