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Si Chicharito cree ser Beckham o Zlatan, se equivoca

LOS ÁNGELES -- David Beckham llegó de los galácticos del Real Madrid, tras una presentación de otra galaxia, a inventar su nueva galaxia con el Galaxy de Los Ángeles… y Hollywood.

Beckham era la versión humanizada de Amazon. Vendía todo. Era el mejor comercializador de su imagen. Y quiso devorarse Hollywood, pero Hollywood empezó a devorárselo a él.

Y el Galaxy empezó a preocuparse. La primera voz de los plebeyos de Carson, la alzó el menos plebeyo de ellos: Landon Donovan.

Primero le dijo al lord inglés que se olvidara de las candilejas y luminarias de Hollywood y atendiera más a un Galaxy con veladoras encendidas. Luego, el mismo Donovan cuestionó su legitimidad y honestidad como capitán en el libro “El experimento Beckham” de Grant Whal.

Después, Beckham pondría a sus pies a Hollywood, al Galaxy, a Donovan y a la MLS. La inversión multimillonaria la pagó con títulos y reverberaciones universales para un equipo que pasó a la historia, solamente, como un apéndice en la vida del inglés.

¿Y Javier Hernández? Pues ahí: promoviendo populacheramente su imagen de influencer mediático. Con más horas encerrado en estudios y ante cámaras, que en la cancha de futbol, y con más impactos en ratings que balones directos ya no a las redes, sino, por lo menos, a la portería.

Cierto, el Galaxy es responsable. El equipo lo ha condenado al desgaste mediático, para solaz satisfacción del mismo Javier Hernández, pero marginándolo de una responsabilidad de un jugador que ya asoma la nariz a su declive futbolero.

Claro, Chicharito revisa su horizonte: en el ocaso futbolístico, busca su amanecer como youtuber.

Pero, también, en la cancha, el equipo no tiene brújula. Comprobado que Javier Hernández es uno de los entrenadores más letales en el área chica, necesita de balones en esa zona, y nadie, absolutamente nadie en el Galaxy, tiene la habilidad de suministrárselos, a excepción de Cristian Pavón, quien parece poco interesado en hacer héroe y figura a Chicharito.

Que quede claro: Javier hace pocos goles en proporción a las oportunidades que tiene, pero si además el equipo no las genera o además no quiere generarlas en beneficio de su presunto hombre gol, más lejos está el mexicano de poder marcar.

Así, en el Galaxy, es evidente, Chicharito es una isla a la que ninguno de los náufragos de su equipo quiere arrimar un balón en condiciones de gol.

Pero, la pregunta debe incluir al Mellizo Barros Schelotto. ¿Estará el técnico conforme con que así sea? ¿Diseñará, como parece a la distancia, el sistema de juego del Galaxy para que así sea? O, poco creíble, ¿será que no se ha dado cuenta que así pasa?

Ciertamente, de acuerdo a la cronología de la firma de Chicharito, el menos interesado en Javier, era el técnico argentino, que quería un delantero vigente, y no alguien que vendiera camisetas y se deslizara ya en el proceso degenerativo de su carrera.

Y, también, una pregunta debe ser revisada por el mismo Chicharito: ¿tan pronto ha generado un vacío en el grupo, dentro de la cancha, ojo, como en su momento le pasó con el Manchester United, Bayer Leverkusen, West Ham y Sevilla?

Real Madrid lo dejo fuera, porque fue una circunstancia pasajera, cierto de marginación en el vestidor, pero le dejó una herencia, un gol valioso, con salvoconducto de Champions.

Pero, para amargura de Chicharito, su etapa de vagabundo por sus tareas mediáticas, no tiene justificación. Y no sólo por la redención y resurrección de Beckham.

Si Javier Hernández parece explotado, sobreexpuesto, mediáticamente, hay que recordar que Zlatan Ibrahimovic llegó en condiciones similares y de inmediato respondió en la cancha con dos goles en su debut contra LAFC… y entrando de relevo.

Zlatan aparecía en todos los programas, en todos los cereales, en todos los promocionales y en todos los crucigramas. Pero, en la cancha, nunca dejó de cumplir.

Claro, hay diferencias. Zlatan es futbolista genuino, Chicharito es jugador de futbol. Uno se apasiona por su oficio, el otro, maquila un oficio.

Zlatan era insufrible, hosco, en el Galaxy. Hasta sus compañeros eran reacios a sentarse a comer con él, pero, en la cancha, era un León guiando a corderitos que se convertían en leones.

Si Javier Hernández quiere dejar huella con el Galaxy, tal y como lo prometió en su momento, no sólo necesita ser más selectivo en sus asuntos, sino específicamente en el asunto que puntualiza su presencia en la MLS, el futbol.

Y eso implica reclamar o negociar o consensuar con su vestidor y su cuerpo técnico, su presencia en el Galaxy, porque hoy, lamentablemente para él, la misma afición lo ve con perfil de fraude, cuando lo compara inmisericordemente hasta con Giovani dos Santos.