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Tata Martino advierte que no solo de 'brunchs' vive el hombre

LOS ÁNGELES - Retroceso, por no llamarlo traición. Desconfianza, por no llamarlo recelo. Gerardo 'Tata' Martino bosqueja así el impacto, en su proceso como técnico del Tri, de aquel infausto 'brunch' en Nueva York con repercusión en San Antonio.

El entrenador de la selección mexicana entendió el proverbio árabe: “La primera vez que me engañes, será culpa mía; la segunda vez que me engañes, será culpa tuya”.

En declaraciones a Medio Tiempo, Martino abordó aquella escapada de cinco jugadores del Tri (Ochoa, Chicharito, Moreno, Marco Fabián y Layún), con ocho horas de duración en un sitio divertidísimo que, según versiones, sonrojaría las escandalosas memorias de Sodoma y Gomorra.

Tata Martino establece su desilusión tras aquella azarosa y lúdica estampida de tono hedonista, que tuvo su punto álgido con el viaje de unas damiselas invitadas especiales de los seleccionados, a la siguiente escala del Tri: San Antonio, con gastos cubiertos por algunos de los mencionados.

En la misma entrevista con Medio Tiempo, el técnico del Tri marca diferencia entre el grupo de esos niños exploradores en los rincones de ese Edén en Nueva York, y los casos de Uriel Antuna y el Chicote Calderón.

Claro, unos están curtidos en esas lides. Incluso, con experiencia premundialista, como aquella encerrona con 34 edecanes, de más de 12 horas, en una mansión de las Lomas en la Ciudad de México, días antes de la Copa del Mundo de Rusia.

Y claro, si Layún, Ochoa, Chicharito, Moreno y Marco Fabián están curtidos en esas convivencias inocentes y cercanas, cuerpo a cuerpo, con algunas aficionadas, ellos deberían entender mejor, por sus numerosas convocatorias, los límites puntuales entre los permitido, lo permisible y lo prohibido cuando viajan en el convoy tricolor.

Martino defiende a Calderón y a Antuna. En contraste con los 'pelagartones' mencionados, dice que los jugadores jóvenes fueron emboscados por el entorno de Chivas, y no supieron sustraerse a los cantos de las sirenas y sus Siete Pecados Capitales.

Tras la escapada en dos tiempos, Nueva York y San Antonio, la FMF investigó, escudriñó, confrontó y recibió la confesión de partes de algunos de los jugadores, apegándose a la travesía romanticona que se había ido reseñando con las pistas de medios informativos.

En la entrevista, Tata Martino deja entrever que en eventuales charlas con los jugadores involucrados en los escándalos, ha quedado asumido por parte de ellos que quedan expuestos a repercusiones directas.

Pero el técnico del Tri sabe dónde está parado. Cuando se violenta la confianza, hay una traición implícita. Y cuando hay un retroceso en la relación, esta se fundamenta en la desconfianza y el recelo.

Tata Martino ha tratado a gran cantidad de futbolistas en su vida. El jugador mexicano, sin generalizar, pero sin excluir por necesidad, es un animal especial dentro de esa zoología futbolera.

A lo largo de los años, insisto, sin generalizar, pero sin excluir por necesidad, ha prometido que sale a la cancha a triunfar por su familia, por sus colores, por su oficio, por su país, por su bandera, por su afición, por su paga, por su promotor, por el utilero, por el jardinero del estadio, por los desamparados, por los niños, y etcétera, etcétera…

Martino irá comprendiendo, aceptando, que este animal distinto en la zoología futbolera, que es el jugador mexicano, sin generalizar, pero sin excluir por necesidad, al final sólo espera disfrutar plenamente su brunch de cada día.