Castro siempre sale bien parado

Es difícil explicar que un derrotado merezca más elogios que el vencedor. La respuesta está en las diferencias entre el perdedor, el argentino Jorge Castro, y el campeón, el kazajo Vassily Jirov

"LOCOMOTORA" CASTRO LE HIZO FRENTE
El argentino le complicó mucho la pelea al campeón Vasily Jirov.
(AP)
BUENOS AIRES -- ¿Cómo hacer para que la descripción de un combate resulte coherente a los ojos del lector, si quien ha sido derrotado ampliamente derrotado es, en realidad, merecedor de más elogios que el propio vencedor? Quizás, la respuesta sólo puede ser encontrada si uno se detiene minuciosamente a analizar las enormes diferencias existentes entre los protagonistas.

El viernes por la noche, en el Celebrity Theater de Phoenix, Arizona, el kazajo Vassily Jirov retuvo el título de los cruceros de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), al vencer por puntos, en decisión unánime, al argentino Jorge "Locomotora" Castro. Hasta allí, ninguna novedad. Como se preveía, Castro se había embarcado en una "misión imposible", por lo que el triunfo del campeón era absolutamente previsible.

Entonces, ¿por qué tanta insistencia en el papel cumplido por Castro?

Jirov llegaba a esta pelea como una de las nuevas sensaciones del boxeo en los Estados Unidos. No en vano el mismísimo Ray "Sugar" Leonard se convirtió recientemente en su promotor y enseguida comenzó a gritar a los cuatro vientos las extraordinarias condiciones del kazajo.

Medallista de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, Jirov llegaba a esta pelea con números que asustaban: 30 triunfos (27 por nocaut) y ninguna derrota.

Jirov ganó el título con una victoria por nocaut ante el respetado Arthur Williams, en junio de 1999. Desde entonces, había realizado cinco defensas del cetro, en las que despachó a sus rivales (Julian Letterlough, Terry McGroom, Alex González, Saúl Montana y Dale Brown) con cierta facilidad, completando sólo 36 asaltos sobre un total de 60.

Además, también había realizado otras cuatro peleas en las que no puso en juego su corona. Tres de ellas las ganó por la vía rápida, antes de cumplirse las dos primeras vueltas.

Jirov es un peso crucero natural, mientras que Castro es, en realidad, un mediano "engordado".

Obviamente, esto otorgaba a Jirov (31-0, 27 KOs) no sólo notables ventajas de contextura ósea, sino también de alcance y altura. Por si fuera poco, el enfrentamiento ante Castro se realizaba en propia su casa (está radicado en Arizona desde 1996). Así las cosas, no era extraño que las apuestas tuvieran como favorito a Jirov por 30-1.

Una vez dicho esto, resultará más fácil entender por qué Castro (119-8-3, 83 KOs), a pesar de la clara derrota, dejó tan buena imagen, habiendo cumplido mucho mejor papel que los diez anteriores adversarios de Jirov.

¿30-1 EN LAS APUESTAS? NO SE CONFUNDAN, SEÑORES
En su anterior experiencia disputando el título de los cruceros (diciembre de 2000), a Castro le había muy mal. El cubano Juan Carlos Gómez lo dominó desde el primer campanazo y terminó inflingiéndole al argentino su primera derrota antes del límite (nocaut técnico) en 14 años de carrera. Pero además del resultado, aquella noche Castro no pudo conectar una sola mano en todo el combate.

Sin embargo, ante Jirov las cosas fueron muy diferentes.

Quizás confiado en exceso ante tantas ventajas, Jirov se le fue encima a Castro desde el inicio, trabajando muy bien con ganchos a los planos bajos.

Pero el error del campeón fue pensar que no encontraría resistencia. Por el contrario, Castro "le probó la mano" a su rival. Y como, evidentemente, la potencia no era tanta como se decía - no al menos para amedrentarlo - con un par de poderosos contragolpes de mano derecha en la segunda vuelta Castro envió un claro mensaje a su rival: no sería una noche tranquila para él.

Enseguida, en la esquina de Jirov se dieron cuenta que el negocio para su pupilo no era cambiar golpes en la corta distancia, sino boxear desde afuera, aprovechando la gran ventaja de alcance y su mejor condición física para el trabajo de desplazamiento sobre la lona.

Cuando Jirov se dedicó a hacer esto, las cosas se complicaron para el argentino.

Por momentos, los golpes de Jirov llegaban a destino con facilidad, y en gran cantidad (el kazajo lanzó un total de 944 y conectó 433, mientras que Castro tiró 570 y acertó 233). Sin embargo, nunca llegó a conmover al argentino.

Paradójicamente, quien casi visitó la lona fue Jirov, cuando en el sexto asalto Castro lo tomó con una izquierda ascendente seguida de un boleado de derecha.

Evidentemente, esas manos hubieran derribado a cualquier supermediano y hasta semipesado. Pero, como se sabía, la potencia del argentino no es suficiente en esta categoría. No, al menos, para doblegar a los mejores exponentes.

A partir de allí - más allá de algunos contragolpes esporádicos muy peligrosos de Castro - la cosa siguió siendo muy favorable a Jirov, que, temeroso de encontrarse con otra mano, ya no volvió a entrar al in-fighting.

Castro, ex campeón de los medianos de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), cerró su actuación acertando otros dos potentes boleados de derecha en la décima vuelta. Y allí se despidió del triunfo, que sólo podía llegar a través de un nocaut casi milagroso.

A la postre, el permanente martilleo de Jirov a través de su jab, sumado a su excelente trabajo de combinación de ganchos le dieron una victoria ampliamente merecida. Los jueces no dudaron, premiándolo los tres con un holgado 119-110.

Sin embargo, tras el combate, las caras de los aficionados y, en especial, la de Leonard (durante la semana se dedicó a desafiar a Roy Jones Jr. y ni siquiera se preocupó por el argentino) no mostraron ni remotamente la exaltación de otras veces.

Quizás hayan tomado conciencia que para vencer a un grande como Jones Jr. se necesita mucho más que lo exhibido el viernes por la noche por Jirov.

En cuanto a Castro, su papel fue mucho más que digno. El argentino volvió a dejar en claro que ,con una buena preparación, a los 34 años todavía es capaz de ganar un título mundial en una categoría más acorde a su físico actual.

Por otra parte, ya que por estos días Roy Jones Jr. está en boca de todos, ¿no sería Castro un rival mucho más serio para el talentoso múltiple campeón de los semipesados, que los mediocres que ha enfrentado en los últimos tres años? Quizás Leonard debería meditar al respecto.

SEBASTIÁN CONTURSI es redactor especial de ESPNdeportes.com.

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