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Laura Wollenmann, una colombiana en suiza

La casualidad no existe, suele decirse, aunque a veces pueda parecerlo. Por ejemplo, puede ser una casualidad que un vuelo a Miami se demore dos días en Cartagena y permita un encuentro inesperado de dos personas.

O que un permiso de dos días de vacaciones termine en un casamiento. O que una charla informal en uno de los pasillos de un resort de Punta Cana culmine en un reportaje. La “casualidad” –que no existe, al menos para nosotros-, puede marcar que un trabajo nuevo lleve a una productora de cine a ser boxeadora.

Todo vale en la vida y muchas de estas “casualidades” nos ponen ahora, frente a frente, aunque sea por medio de Whats App, con Laura Carolina Velásquez, más conocida hoy en el mundo del boxeo como Laura Wollenmann, y reconocida, además, como “La Fresita”.

Campeona Internacional WBO de peso mosca, nacida en Medellín el 21 de marzo de 1991, aquerenciada en Cartagena, representante en un momento de Azerbaiyán, radicada en Zúrich y que hoy, a los 32 años, suma 8 peleas ganadas con 3 nocauts y una derrota.

Empecemos de nuevo. El miércoles 11 de octubre, durante la 36ta. Convención Anual de la WBO efectuada en Punta Cana, Republica Dominicana, se realizó un festival de boxeo. En la única contienda femenina, de las 8 programadas, la colombiana Laura Wollenmann le ganó por puntos en fallo unánime a la venezolana Debora “La Pantera” Rengifo (19-12- 11 KO), quien con una marca de 31 peleas, 19 triunfos (11 categóricos), 11 derrotas y 1 empate, lucía, a los 36, como la más experimentada de las dos.

De hecho, Laura (32 años, con una marca de 7-1-0, 3 KO) tuvo problemas para registrar las 112 libras (50,800 Kg.) a pesar de que habia controlado su peso con dos balanzas. Sin embargo, cuando subió al ring, fue demostrando a medida que pasaban los diez asaltos que su velocidad y técnica eran superiores. Terminó ganando por puntos, con amplias ventajas: 98-92 para dos jurados y 97-93 para el restante, logrando asi el título Internacional mosca de la WBO.

Se están confeccionando los nuevos rankings Latinos”, afirma Jesuán Letizia, co presidente de WBO Latino junto a Jorge Molina. “Y, por supuesto, de acuerdo con la política del organismo, este cinturón la va a hacer figurar en el escalafón de la categoría”. Es en la división en la que Marlen Esparza es campeona WBO y WBC.

El equipo de ESPN KNOCK OUT con Renato Bermúdez, Chava Rodríguez, Julius Julianis, Levi Luna y este periodista la encontró un día después, y de la informal charla surgió la idea de esta nota.

“Me encanta el boxeo de alta técnica y he tenido y tengo la gran suerte de estar junto a enormes técnicos que me han enseñado mucho, aunque sé que todavía me falta mucho por aprender”, nos decía.

Como productora de cine se acercó al boxeo para interesarse a fondo con el tema y terminó calzando guantes. Del Departamento Boyacá, en Antioquia –donde fue entrenada por Richard Asea-, a Barranquilla, lo suyo fue creciendo, sobre todo porque llegó a realizar 150 combates como amateur, con varios e importantes títulos obtenidos. Como le contó a Marco Pérez, laborioso y estudioso colega de “Boxeo Colombiano”, ella admite que prefiere reflejarse en la técnica de las grandes como Amanda Serrano o Katie Taylor, de las que hay que tomar sus desplazamientos y condiciones, que van más allá del temperamento.

Solamente me ganó Ingrid Valencia, tremenda boxeadora y de enorme experiencia, ya que yo recién comenzaba”, afirma. No solamente acaparó muchos títulos en Colombia, sino que en los Juegos Nacionales conoció a dos técnicos de primer nivel, los cubanos Esteban Cuellar y Humberto Horta, quienes finalmente la pasaron al equipo de Azerbaiyán.

Ambos han pertenecido a la elite del boxeo cubano como entrenadores nacionales y suman una tremenda experiencia en cantidad de campeonatos mundiales, casi unos 200 entre ambos.

Yo había entrenado ya con un gran conocedor del boxeo como Richard Acea, y cuando Cuellar y Horta me tomaron, fueron reformando mi técnica. Me gusta el boxeo pulido, inteligente y vistoso y sigo aprendiendo, para perfeccionarlo, porque algo tengo en claro en esto: mi verdadero talento es la constancia, la disciplina y el trabajo permanente. En el boxeo nunca se deja de aprender y eso es lo que me mantiene encendida y focalizada como nunca”.

El ciclo olímpico no pudo ser completado para ella, como con tantos atletas, por el Covid-19, pero no todo fue negativo, por cierto. “Durante los Juegos Nacionales de Cartagena conocí a Michael Wollenmann, que es economista. Cuando llegué a Azerbaiyán pedí que me dieran dos días de descanso para ir a Suiza (estábamos a cuatro horas de vuelo) para verme de nuevo con Michael y me lo dieron, premiando mi entrenamiento”, recuerda.

Pero sobrevino el Covid, los vuelos y los aeropuertos de cancelaron, el mundo se detuvo y ellos dos quedaron allí, en Suiza, y la vida los hizo tomar un mismo rumbo, puesto que con Michael decidieron casarse. Ella se quedó sin su sueño de los Juegos Olímpicos, pero sintió que se abría una puerta, la del boxeo profesional, y así lo hizo. Y lo hace.

“Sé que me falta mucho todavía, pero tengo la suerte de estar con grandes entrenadores, como Orlando Pineda García, de Colombia, que ha estado con 18 campeones mundiales, y que estuvo en mi esquina cuando le gané a Rengifo en Punta Cana, por ejemplo”, puntualiza.

Orlando Pineda, símbolo del boxeo colombiano, entrenó a campeones como Harold Grey, Enero Julio, Jonathan “Momo” Romero. Llegó a pelear con Kid Pambelé y sucedió a Amílcar Brusa cuando este se alejó como entrenador de las filas del gran promotor barranquillero Billy Chamos. De hecho trabajó con hombres como el argentino Amílcar Brusa o el panameño Ramón Curro Rossman.

He trabajado con Jorge Zerpa, de Venezuela. El mismo que entrenó a Jorge Linares, Celestino Caballero o al “Nica” Concepción, imaginate”, aclara orgullosa de haber abrevado y seguir haciéndolo en semejantes fuentes. Zerpa fue quien lo llevó a Edwin Valero a noquear al “Loco” Mosquera en el último round por el título pluma WBA en 2006. Toda vez, es bueno recordarlo, que Valero anduvo por el suelo en el tercero y que Zerpa logró reacomodarlo en pelea.

“Ya mencioné a Horta, que es todo un símbolo del boxeo cubano lo mismo que Cuellar”, cuenta Laura. “Yo empecé en el boxeo quizás un poco tarde, a los veinte años, pero creo que luego de ocho años de carrera, estoy encontrando mi camino”, afirma.

En México la bautizaron “La Fresita” por lo dulce y fresco de su boxeo. Ante Rengifo se le notó naturalidad para lanzar manos, la habilidad para disparar una derecha a fondo y una cuota de inocencia que ella, admite, debe ir perdiendo. “El boxeo profesional es otra cosa, no se trata solamente de marcar golpes, también hay que imponer fuerza. Son más rounds, hay que saber trabar, si hace falta luchar un poco y por sobre todas las cosas, tener en claro que es una pelea, y en las peleas hay que imponer la voluntad y el hambre de victoria”, dice sin perder la sonrisa.

Se está preparando para boxear en el Boxing Day que se celebra en todo Suiza en honor a Muhammad Ali. Será el 26 de diciembre, recordando la victoria de Ali sobre el alemán Jürgen Blin por KO en 7 asaltos, en su presentación en Zúrich, en 1971.

Admite que sus dos últimas peleas han sido durísimas, que sueña con combates de campeonato mundial y destaca a las argentinas que, como Yésica “Tuti” Bopp, Gabriela “Chucky” Alaniz o Nazarena Romero, entre otras de sus preferidas, están marcando un gran camino para el boxeo femenino.

Hoy se maneja sola, buscando sus peleas, analizando sus rivales y armando su carrera. La vida, como nos pasa a casi todos, le va marcando sus caminos, aunque el Norte de su brújula siempre está ubicado con claridad.

“Cuando peleé con Rengifo llevaba varios meses en Dominicana, porque viajé para ver a mi suegro en julio y terminé haciendo algunas peleas. Cuando terminó la Convención WBO, estuve obligada a quedarme una semana más, porque tuve un problemita en una uña de un pie y me hicieron una pequeña operación. Ya ven, una propone y luego la vida dispone, pero todo lo que sucede en la vida sirve y estoy segura de que cada uno de esos pasos me sirven para aprender, para ser mejor en el boxeo y para crecer”, cuenta y agrega:

“Aquí estoy, llena de optimismo, haciendo mi camino y esperando que muy pronto el mundo sepa que la Fresita es dulce, sí, pero también es decidida y fuerte, así quiero ser. Y para eso trabajo todos los días, porque los sueños solos no valen si no hay trabajo y sin esfuerzo”.