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Boxeo argentino: ¿crisis solo olímpica?

Mirco Cuello fue uno de los representantes albicelestes en Tokio 2020. @PrensaCOA

El boxeo olímpico argentino tiene una larga tradición ganadora. Desde su primera participación en París 1924 y a lo largo de todo un siglo, no solamente ha cosechado medallas, sino también prestigio.

Una sola vez no se participó, pero fue por circunstancias políticas, durante el boicot a los Juegos de Moscú 1980.

Pero hoy la realidad es otra y esa realidad indica que los guantes argentinos no van a estar en la ciudad en donde, hace un siglo, se lograron las primeras medallas. Alfredo Copello en peso ligero y Héctor Méndez en welter trajeron medallas plateadas, mientras que Pedro Quartucci (pluma) y Alfredo Porzio (pesado) llegaron al bronce.

También es cierto que en ese rico historial de 24 medallas, con 7 de oro, 7 de plata y 7 de bronce, la última conquista data de1 996, cuando en Atlanta, Pablo Chacón compartió el bronce con Floyd Mayweather.

Las últimas esperanzas del boxeo argentino para participar en París 2024 se esfumaron cuando Florencia López (50 kilos) y Ramón Quiroga (51) perdieron sus peleas en la última ronda clasificatoria realizada en Tailandia.

¿Y ahora?

Se sabe que la victoria tiene muchos padres y que la derrota es huérfana. En los Juegos de Tokio, estuvieron Mirco Cuello, Francisco Verón, Ramón Quiroga y Dayana Sánchez. Por lo menos fueron cuatro clasificados.

Hoy la realidad es un disparador para la autocrítica y el replanteo general. Ya se sabe que ante esta situación, aparecerán las acusaciones y facturas que, de otra manera, hubieran quedado tapadas.

El equipo técnico, encabezado por Fabricio Nieva, Omar Narváez y Víctor Hugo Castro, viene trabajando hace rato con la Selección. Si uno de los problemas fundamentales es el económico, esa ruta conduce al Estado y su apoyo al deporte amateur que, en general, ha sido mas que deficitario.

La Federación Argentina de Box tiene un nuevo presidente, el doctor Luis Doffi, abogado, jurado de boxeo y de larga trayectoria en el ambiente. “Por ahora vamos a hacer un replanteo y seguramente veremos que puede aplicarse en el futuro”, fue su respuesta, acompañada de la promesa de un diálogo próximo mucho más extenso sobre el boxeo amateur. El apoyo económico que presta la Federación Argentina será, también, un motivo de análisis, teniendo en cuenta que la entidad no pasa por su mejor momento.

Durante el largo ciclo presidencial de Osvaldo Bisbal, a quien también asistió y mucho Luis Romio, el amateurismo ocupó un rol más que protagónico. Sobre todo porque Bisbal fue un alto dirigente de AIBA y porque la situación económica en Argentina era otro. Lejos quedaron los sponsors que tuvo el boxeo en los Juegos de Sídney 2000, por ejemplo.

Esta mezcla actual de aficionados y profesionales -como lo son, por ejemplo, tanto Quiroga como López- también significa que el nivel de oposición de otros países será superior.

Brasil, que ha tenido un gran apoyo estatal y que no posee una tradición boxística profesional como la Argentina, ha tenido mejores dividendos con cinco clasificados, igual que Cuba. Mientras que un país sin gran relieve como profesional, como lo es Ecuador, tendrá dos participantes. México irá con dos, como Dominicana y Colombia, y Venezuela con uno. Argentina con ninguno (los ejemplos pertenecen al boxeo masculino).

La casualidad no existe.

¿Se trata solamente de presupuesto?

Seguramente no, porque es bueno poner el ojo no solamente en los entrenadores sino en la cantidad de boxeadores.

La actividad amateur es más que importante en Argentina. Aunque también debería responderse cuántos de los que compiten son partidarios de emprender una carrera olímpica y prefieren, en cambio, pasar luego directamente al profesionalismo.

Las becas que reciben los boxeadores seleccionados no suelen ser las mejores, aunque puedan desempeñarse también como profesionales.

Ahora bien, los técnicos que se dedican a la competencia olímpica son muy específicos, tantos como el sistema de combates que se emplea, al que ahora hay que agregar la oposición de profesionales que pueden tener mucha experiencia.

Ha llegado el momento de pensar también si los promotores que habitualmente trabajan con la señal de Torneos y Competencias -con funciones semanales, que también incluyen Boxeo Promocional amateur y profesional, este último ciclo organizado por la FAB- no deberían hacer algún aporte apuntando a las competencias de boxeo olímpico.

Después de todo, cuando esas figuras -como pueden serlo hoy Mirco Cuello y Francisco Verón, o como lo fueron en su momento Omar Narváez y Mariano Carrera- pasan al profesionalismo, también generan mayores dividendos.

No se trataría de un gasto sino de una inversión, de una apuesta al futuro. Que resultaría más atinado que esperar a la contratación de boxeadores ya formados en el campo denominado amateur.

Esto, obviamente, involucra a directivos, entrenadores, promotores, técnicos y los propios boxeadores que en definitiva, son los que juegan su futuro cuando suena la campana.

Creemos que ha llegado el momento de que todos los involucrados deberían poner sus cartas sobre la mesa.

Una forma de comprobar quiénes apuestan por un boxeo argentino de mayor proyección amateur y profesional y quiénes ven a la actividad como un negocio más, donde no siempre los riesgos se dan la mano con las ganancias.

“No hay grandes profesionales sin grandes aficionados”, nos enseñaron alguna vez. Y poner el foco en el campo amateur sería parte de una estrategia que llevaría al boxeo profesional a aquellos tiempos, que parecen lejanos, en donde había más de un campeón mundial argentino.

Todas las medallas olímpicas de Argentina en boxeo

París 1924: Alfredo Copello (ligero) y Héctor Méndez (welter), plata. Pedro Quartucci (pluma) y Alfredo Porzio (pesado), bronce.

Ámsterdam 1928: Víctor Avendaño (mediopesado) y Arturo Rodríguez Jurado (pesado), oro. Víctor Peralta (pluma) y Raúl Landini (welter), plata.

Los Ángeles 1932: Carmelo Robledo (pluma) y Alberto Lovell (pesado), oro. Amado Azar (mediano), plata.

Berlín 1936: Oscar Casanovas (pluma), oro. Guillermo Lovell (pesado), plata. Raúl Villarreal (mediano) y Francisco Resiglione (semipesado), bronce.

Londres 1948: Pascual Pérez (51kg) y Rafael Iglesias (+80kg), oro. Mauro Cía (80kg), bronce.

Helsinki 1952: Antonio Pacenza (81kg) y Eladio Herrera (71kg) , plata.

Melbourne 1956: Víctor Zalazar (75kg), bronce.

Roma 1960: Abel Laudonio (60kg), bronce.

México 1968: Mariano Guilloti (67kg), bronce.

Atlanta 1996: Pablo Chacón (57kg, bronce.