“Quiero contar una historia para que me entiendan”, dice.
Alberto Melián tiene dos Juegos Olímpicos en su haber, varias batallas encima y fama -bien ganada- de boxeador complicado en el ring y difícil fuera de él. Está bien, escuchemos tu historia.
“Mi papá se vino a Buenos Aires a los 18 años, desde Villa Sarmiento, un pueblito de Villa Dolores, Córdoba. Tenía un bolsito con ropa y un álbum de fotos, para demostrar que era boxeador. Lo primero que hizo fue ir al Luna Park, para conocerlo. En la puerta lo vio un hombre de corbata que lo echó. - ¡Por acá no se entra, salí de acá! Entonces apareció otro hombre, también de corbata, alto e imponente.
Cuando se enteró de la situación, dijo: -Si este pibe quiere ser boxeador no hay que echarlo. Y vos, venís conmigo. Lo tomó del hombro a mi papá, le preguntó cómo se llamaba, cuantos años tenía y lo llevó hasta el gimnasio, lo acompañó hasta adentro y le dijo: -Buscá un trabajo, entrenate y cuando me necesites veni a verme.
Y después lo llamó a Santos Zacarías y le dijo: “Este pibe es suyo, Santos, para que lo entrene y enseñe” Ese hombre era Tito Lectoure, el gran promotor del Luna Park. Mi viejo me contó mil veces la historia y siempre nos emocionamos juntos… Mi papá, Jorge Alberto, fue profesional entre 1986 y 1995: ganó 39 peleas, 11 por KO, perdió 9 y empató 4. Fue campeón argentino y sudamericano super ligero y el 11 de noviembre de 1991, enfrentó en México a Julio César Chávez perdiendo por KO en 4 vueltas. Ahora ya conté mi historia, preguntá lo que quieras…”
Hoy, es el tiempo de su hijo, Alberto Ezequiel Melián. “Impacto”, como se lo conoce, fue dos veces olímpico: Londres (2012) y Rio (2016). Para llegar a Rio, en la previa venció a Robeisy Ramírez y perdió con Shakur Stevenson en Buenos Aires.
Suma 12 ganadas con 7 nocauts, 2 derrotas, un empate y es campeón Latino pluma IBF y WBO. Hoy, a los 34, su hijo repite la historia aquella y aclara: “Ese gesto que tuvo Lectoure para mi padre me marcó para siempre. En cada pibe que se acerca lo veo a mi viejo, soñando con ser boxeador. Si Tito (Lectoure) no hubiera tenido ese gesto, su historia pudo haber ido otra…”
¿Y por qué tu fama de difícil, Melián?
-Y… será porque trato de ser independiente, porque cuando me ofrecen un contrato leo también la letra chica… Trato de cuidar lo mío. Estuve en tratos con casi todos los promotores, salvo con El Chino Maidana y alguna charla y nada más con Mario Arano. Cuando algo no me convence, digo que no. Siento que tengo poder de convocatoria, que puedo armar un buen show, que doy espectáculo. Entonces me hago valer. Eso es todo. Por eso estuve inactivo, y porque muchos me preguntan cuando vuelvo, y amo el boxeo, voy a volver, creo que para principios de año en la Federación Argentina, con Adrián Robledo. Me voy manejando solo, discuto mis porcentajes, mis intereses: tengo 34 años, hasta pensé en retirarme. Cuando digo que defiendo mis intereses es eso, nada personal. Pero… el que pone la cara y el que convoca a la gente es el boxeador, entonces el boxeador tiene derecho también a opinar, ¿No es cierto? Eso es lo que hago, simplemente cuido mis intereses.
-Pero también te dedicás a los chicos, los ayudas.
-Es lo que siento que debo hacer; yo crecí entrenando en el gimnasio Oriani de la Federación, desde el 2005. Después anduve mucho tiempo con la Selección, tuve dos Juegos Olímpicos, un Diploma y también tuve más de una beca. Pero los chicos, cuando empiezan nunca tienen nada. Y no me gusta. Siento que tengo que ayudarlos. Para sacar una licencia les piden como siete estudios, y eso hoy sale mucha plata que la mayoría no tienen. Entonces yo ayudo, hablando con amigos en los hospitales, ayudando a conseguir un turno, en una palabra, poniendo el hombro.
-Recibiste el respaldo de la WBA en la última versión en Buenos Aires de “K.O. a las Drogas”...
-Si y eso estuvo bueno. Yo estoy martes y jueves en el Barrio 20, de Villa Lugano, enseño a chicos de hasta 17 años. Es totalmente gratuito para ellos. Tengo un pequeño sueldo. Y ya hasta con enseñarles a saltar la soga me siento bien, los alejo de la calle. También estoy con “La esquina hace arte” y en una Liga que se llama “El semillero argentino”, ya hicimos como cuatro eventos, con la supervisión de la FAB (Federación Argentina de Box) y fue entonces la Asociación Mundial la que me ayudó con elementos de gimnasio para hacer exhibiciones y actividades con Alto Impacto en KO a las Drogas. Por todo lo que te conté de mi viejo, siento que los chicos y chicas que quieren boxear se merecen que se les dé una mano.
-¿Y cómo ves al boxeo de hoy? Algunas derrotas como las de Sansón Rosa o Gustavo Lemos fueron, por lo menos, inesperadas o no deseadas.
Por supuesto que de mis colegas no voy a hablar, no es mi estilo. Se gana y se pierde. Pero siento que el boxeo está en una meseta, que los promotores, los periodistas, y a veces los dirigentes, en algunos casos, no pasan por los gimnasios para ver cómo están los chicos, en que andan. No hay promoción. Hace un tiempo, en junio, lo ayudé a Lea Gómez -que además de boxeador es youtuber- para hacer una charla frente a frente en su canal (Leaagomez) para dos amigos que estaban por pelear: Ignacio “Gorila” Iribarren y Gerardo “El Bandido” Pérez, por el sudamericano vacante en la Federación Argentina. Fue un frente a frente en un ring, sentados a una mesa. Son muy buenos amigos, pero igual ayudaron a promover la pelea, sencillo, sin insultos ni nada. Bueno, el estadio de la Federación se llenó por completo y me sentí feliz de haber ayudado, aunque sea un poco. Ganó Iribarren por puntos. Hermosa noche. Yo digo, falta promoción me parece, porque los gimnasios están llenos.
Una noche de Luna Park conseguí que dejaran pasar a más de 400 chicos al estadio, chicos que practican, para que se sientan motivados, para que vean que el boxeo es una hermosa salida. Hace poco mi hijito, Thaiel, que ya tiene once años, quiso hacer una exhibición y yo, orgulloso. Los llamó al rincón a mi papá y a mi técnico Carlitos Martínez. Son cosas que solamente se entienden con el corazón, se llevan muy adentro….
-¿Cómo te va con la venta de ropa de boxeo?
-Muy bien. La marca es “Impacto”, como mi apodo. Estoy en el mismo local donde tuvo su negocio Ramón Cairo (histórico fotógrafo del boxeo, que fue reportero de ESPN y que falleció hace dos años, también fabricante de ropa de boxeo) y cuando tomé ese lugar, sentí que, desde algún lugar del Cielo, él me ayuda. Como hacía Ramón, procuro también darles una mano a los chicos jóvenes. La ganancia vendrá, hay tiempo. Pero siento que en ese pequeño local de la calle Don Bosco, a la vuelta de la Federación Argentina de Box, podré estar en contacto con todo el mundillo del boxeo, como lo hizo Ramón. Y, ¿quién te dice? A lo mejor puedo darle al boxeo todo lo que me dio y me da, así como Lectoure ayudó a mi papá: poniendo pasión y cariño, cosas que hoy, me parece, el boxeo y los boxeadores están necesitando, y mucho.