Para el año 1980, Gustavo Ballas era un favorito del boxeo argentino. Apodado "Mandrake" por el periodista Ernesto Mizrahi, su talento maravillaba a todos, teniendo en cuenta que tenía 23 años. Fue parte de una época de talentosos como Uby Sacco o de grandes guerreros como Santos Laciar o Sergio Víctor Palma, para nombrar solo algunos aspirantes a mucho más.
Nacido en Villa María, Córdoba, prácticamente no conoció a su madre. Se fue haciendo hombre vendiendo peines en la calle. Lo llamaban “El Turquito” vendedor, aunque su verdadero apellido era de origen griego: Mpallas.
De la mano de un gran maestro, Alcides Rivera, dio sus primeros pasos como amateur y profesional hasta que Alcides, en un gesto de humildad y grandeza, le dijo:
"Gustavo, hasta aquí llegué. Usted tiene grandes condiciones y necesita un técnico mejor que yo. Váyase a Mendoza y búsquelo a Paco Bermúdez. Con él, usted llegará lejos".
Ballas, gran admirador de Nicolino Locche, agradeció encantado el consejo, puesto que Francisco Bermúdez había sido el técnico, justamente, de Nicolino.
De enorme potencial defensivo, era, además, un boxeador de ataque, con una línea de movimientos lindante con lo exquisito. No definía de un golpe, sino que lo lograba por la gran cantidad y calidad de golpes. Un campeón en potencia, un ídolo en ciernes. Es que, además, era simpático y de gran carisma. ¿Qué más se le podía pedir?
Cuando nació la categoría de los gallos junior -el nombre pertenecía a la Asociación Mundial de Boxeo, con límite de 52,163 kilos, 115 libras-, Juan Carlos "Tito" Lectoure, logró ubicarlo en la eliminatoria para encontrar un campeón del mundo.
Fue así que el 9 de mayo de 1981, en el Luna Park, Ballas enfrentó al japones Jackal Maruyama, que a los 27 años tenía un record de 16 ganadas, 4 perdidas y 2 empates. El argentino, a los 23 -nació en Villa María el 10 de diciembre de 1968- venía invicto con 47 victorias y un empate. Se puede decir que habían enfrentado a todos los rivales posibles en su medio, y no hace falta resaltar que le había ganado prácticamente a todos. Ante Maruyama, en gran despliegue, se impuso por nocaut técnico en el 11er round. Fue una pelea similar a Locche-Fuji, detalle que siempre emocionó a Gustavo.
Vino luego el coreano Suk Chul Bae (21 años, 14 victorias, una derrota y un empate) -quien venció al panameño Rafael Pedroza para acceder a la final-, y Ballas le dio tal paliza que terminó ganando por nocaut técnico en el octavo cuando el referí Jesús Celis detuvo las acciones.
Después vinieron otros argentinos campeones mundiales de la misma división.
Santos Laciar obtuvo la corona del Consejo al vencer por nocaut técnico en 11 rounds al mexicano Gilberto Román en Reims, Francia, 1987.
Carlos Gabriel Salazar obtuvo el título super mosca IBF ante Harold Gray de Colombia, 1995.
Víctor "Cococho" Godoy fue primero campeón interino y luego la WBO lo consagró regular en 1998.
Omar Narváez fue campeón WBO a lo largo de 11 defensas, entre 2010 y 2014 hasta que perdió su corona ante Inoya Inoue.
Pero el primero de todos fue Ballas, quien cuando terminó la pelea ante Suk Chul Bae, elevó los ojos al cielo, como en una plegaria. Unas cuantas horas después, volvimos con él y un reportero gráfico al Luna Park. Gracias a Lectoure se abrió el portón de acero y Ballas subió al ring y revivió aquel momento, para la revista El Gráfico, dejándonos una frase:
"Cuando gané, pensé en mi padre"
Perdió la corona poco después en Panamá (5 de diciembre de 1981) ante Rafaelito Pedroza. La vida lo llevó por callejones tortuosos y oscuros, de los que logró salir y que hoy lo llevan a dar charlas a los jóvenes para evitar las adicciones.
Pudo ser mucho más grande, pero el enemigo que llevaba en sí mismo no se lo permitió.
Hoy ese cinturón de la Asociación Mundial de Boxeo, vuelve a estar en poder de un argentino, Fernando Martínez, digno heredero de tanta tradición de buen boxeo y de espíritu combativo.
"El Puma" defendió su título el domingo 11 de mayo ante Kazuto Ioka, en un triunfo por decisión unánime. Martínez ya había vencido al japonés en julio pasado, también por puntos.
