El choque entre "Mano de Piedra" y "Sugar", realizado el 20 de junio de 1980, fue uno de los más esperados de su tiempo. Y todavía genera polémica.
Han pasado 45 años. El mundo del boxeo estuvo aguardando impaciente el tañido de la primera campanada. Era el momento de saber la respuesta a varias preguntas.
¿Era Ray "Sugar" Leonard un invento de la televisión?
¿Podría Roberto "Mano de Piedra" Durán superar las piernas bailarinas de su rival?
Tiempos de peleas a 15 rounds y de solamente dos organismos, el Consejo y la Asociación. Un latino de toque feroz y atrevido, un peleador de estilo que parecía callejero. Un afroamericano que sonreía y como lo iba a definir con el tiempo Marvin Hagler: "Levanta a niños en brazos y sonríe como un político en tiempo de elecciones".
Durán era manejado por Don King, el empresario que había pagado con la cárcel una muerte a mansalva, el hombre que había potenciado la imagen de Muhammad Alí.
Leonard se manejaba bastante por su cuenta y era asesorado por un abogado, Mike Trainer. Pero el verdadero conductor era Bob Arum, un abogado de Boston de finos modales y mirada de águila.
Como definió Bob Arum: "En las películas del Viejo Oeste, los buenos usan sombreros blancos y los malos, sombreros negros. En boxeo es igual: un sombrero blanco y otro negro. Frente a frente son un buen negocio".
Así estaban las cosas. Aunque se odiaban, King y Arum se encontraron en el Aeropuerto de Tocumen, Panamá, y mientras esperaban sus respectivos vuelos, se insultaron, se enfrentaron y luego se dieron la mano, sellando el negocio. Diferencias aparte, el interés pudo más y Leonard-Durán se puso en marcha.
Leonard, que era el campeón welter del Consejo Mundial (límite: 66,678 Kg.), se iba a llevar un mínimo estimado de siete millones de dólares. Y eligió el lugar: el estadio Olímpico de Montreal, en donde maravilló al mundo en los Juegos de 1976.
Durán, más conocido como "Mano de Piedra", era campeón de los ligeros desde 1972 y llevaba 12 defensas exitosas. Pero para esta pelea, como retador, iba a recibir 1.500.000 dólares.
Para ambos fueron las bolsas más grandes de sus vidas.
Este periodista, enviado especial de la revista El Gráfico estuvo en Grossinger’s, donde se concentraba Durán y fue a un entrenamiento de Leonard para la prensa, en Maryland.
Así de diferentes: Durán nos hizo esperar a mí y a Ricardo Alfieri (hijo) reportero gráfico, por más de una hora, pero terminamos en su habitación escuchando música salsa interpretada por él y luego desayunando codo a codo, como si fuéramos amigos.
Leonard, más distante -como casi siempre- respetó los horarios y cumplió con las formalidades. Eso fue todo.
De todo ese viaje nos quedó la risa burlona y desafiante de Durán y una frase que iba a ser casi la foto de esa pelea: "Leonard es un invento de la televisión".
Durán vs. Leonard, la pelea que estremeció al mundo
Durán impuso las condiciones de combate cara a cara, respiración a respiración. Leonard no pudo imponer su juego de piernas, condicionado por la fiereza del panameño.
En ese duelo intervinieron también dos esquinas de lujo: Ray Arcel y Freddy Brown con Durán; Ángelo Dundee en el rincón de Leonard.
"No se puede hacer una pelea en el juego del enemigo", sentenció Ángelo. No hubo forma de hacerle entender a "Sugar" Ray que no tenía nada que demostrar".
"Se los dije, este muchacho es un invento", aseguró Durán quien, después de la pelea, tuvo un gesto obsceno e imperdonable con la esposa de Leonard.
El fallo fue unánime, aunque no conformó a todos: el inglés Harry Gibbs votó 145-144, el francés Raymond Baldeyrou 146-144 y el italiano Ángelo Poletti, 148-147, todos para Roberto Durán.
El referí fue el filipino Carlos Padilla, que decidió meterse lo menos posible en los cuerpo a cuerpo, lo que benefició de alguna manera a Durán.
La gran explosión ocurrió en el segundo asalto, cuando Durán empujó a Leonard y lo conmovió con un tremendo derechazo, imponiendo sus condiciones y ante todo, su fiereza.
"El error y el plan de pelea fue mío", confesó Leonard. "Quise demostrar que soy tan macho como él y ganarle en su terreno". Lo cierto es que (se aconseja leer las tarjetas) Leonard hizo muy bien las cosas en los contragolpes, pero tuvo que luchar también contra lo espectacular de las acciones de Roberto y el dominio del panameño a través de sus ataques sin pausas.
De hecho, todavía algunos veteranos siguen discutiendo el fallo -que fue justo-, más allá de que Durán fue quien prácticamente dominó el ritmo y los espacios de una pelea que, si hace falta decirlo, fue de altísimo nivel emocional.
La historia de Durán y Leonard no terminó allí. Apenas cinco meses después, se produjo la revancha en Nueva Orleans, de la que fue Leonard el principal organizador, que tuvo una polémica e intrigante definición.
De eso nos ocuparemos en su momento, porque como suele decirse, será otra historia.
