La batalla donde Saúl "Canelo Álvarez" se consagró como nuevo campeón mediano del CMB, cumplió con el libreto previsto, excepto en las diferencias insalvables que determinó el peso de uno y de otro. Las más de 20 libras de diferencia a favor del mexicano, para Miguel Ángel Cotto fueron una barrera imposible de superar.
El peso, sumado a la mejor altura, tamaño y distancia pueden ser apuntadas como la causa principal de la victoria del mexicano. Victoria que los exagerados números en las tarjetas de los jueces hacen ver como aplastante, pero que en la realidad de lo vivido en el Mandalay Bay de Las Vegas se encarga de desmentir. Canelo ganó, pero ganó por muy poco margen.
Es posible que la influencia localista haya jugado su papel, aunque aceptemos que en este campo su importancia es relativa. Nadie puede poner en duda de que la victoria de Canelo haya sido justa, más allá de la inevitable mención a todo lo de anormal que ha rodeado a este castigado título mediano.
Cotto, cuyo peso límite tiene como techo, tal vez, las 155 libras, se agenció el cinturón de las 160 libras de manera anormal cuando venció a un disminuido Sergio Maravilla Martínez, en una pelea que jamás debió ser autorizada. Por paradojas del destino, lo perdió ante un rival que nunca ha peleado como mediano pero que a la hora de la pelea subió con un tonelaje de semipesado.
El puertorriqueño para esta pelea, se preparó en verse aún más liviano. El plan era mejorar la velocidad, el trabajo sobre piernas y soportar el trajín de doce asaltos moviéndose sin parar. Y en los primeros cuatro rounds, ese libreto lo cumplió a la perfección. Caminó por laterales, colocó buenas combinaciones desde los ángulos o entrando y saliendo por el centro de la guardia rival.
Como sucede en todas sus peleas, en los primeros instantes Canelo no encontraba la distancia, tampoco su lugar en el cuadrilátero ni sus golpes de poder lograban acertar a Cotto en zonas vulnerables. Esos primeros cuatro episodios fueron, a mi juicio, todos del boricua. Por su control del cuadrilátero, su mayor efectividad en el golpeo y el mejor desempeño defensivo, el manual de todo juez dice que debería otorgarle la victoria.
No obstante, de ese primer tramo de la batalla favorable a Cotto, hay que resaltar tres detalles que seguramente Freddie Roach (entrenador de Cotto) no imaginó que ocurrirían y que luego serían determinantes en el resultado del combate: los golpes de Cotto no hacían mella en la humanidad de Canelo y los pocos impactos que el mexicano conseguía acertar, sin importar el lugar, se veía que el puertorriqueño los sufría. El tercer detalle, imposible de ocultar, fue que Cotto sintió la fatiga de manera temprana.
Ese cansancio apareció tan pronto como en el quinto asalto. Allí, por momentos, Cotto bajaba el ritmo y se recostaba a las cuerdas. Fue entonces que los golpes de poder le hicieron daño, tanto en la zona media como en el rostro. El round fue todo de Canelo, que por fin encontró su distancia y agudizó los problemas del oponente, al llegarle a la zona media donde logró quitarle revoluciones.
Para el sexto, el séptimo y el octavo asalto, con su capacidad de movimientos muy disminuida, Miguel Ángel Cotto tuvo que aceptar la pelea que más convenía al mexicano: el intercambio. En ese tramo se vieron buenos cruces, hubo momentos dramáticos cuando Canelo conseguía poner presión en alguna de las esquinas o cuando Cotto, salía por piernas y colocaba buenos golpes en velocidad.
Esos tres asaltos, entiendo que fueron muy difíciles de marcar o de establecer un vencedor. Si bien es cierto que hubo buenos golpes de poder por parte de Canelo, que por momentos llevaba el ritmo, también hay que valorar aquellos momentos en que era Cotto quien llevaba la batuta, lanzaba más golpes y caminaba con mejor discernimiento el cuadrilátero. Los jueces pueden haber premiado la eficacia de los golpes de poder de Canelo, al influjo del aliento de la platea.
Todo es posible, lo cierto es que acuerdo con el puntaje final, hubo aparente predisposición más en premiar que en castigar al mexicano. Por ejemplo, los jueces no castigaron la actitud conservadora de Canelo que nunca dio el paso adelante para acelerar el golpeo en base a presión en corta distancia. Algo que en esos tres asaltos si hizo Cotto. El puertorriqueño fue protagonista, intentó lastimar a su rival y si bien le llegó con mejores golpes, esos golpes pasaron desapercibidos. Aquí se vio claramente que las libras demás de Canelo, lo favorecían al golpear y también al recibir.
En cierta forma, Cotto se jugó la batalla en esos tres asaltos. Para el noveno episodio ya no tenía reservas físicas y los duros intercambios lo habían lastimado lo suficiente. Los asaltos nueve, diez, once y doce fueron todos del mexicano, que dominó a voluntad esa parte de la pelea. No obstante, le faltó decisión para jugarse adentro y buscar el KO. El alegó que era orden de su esquina respetar la pegada de Cotto y evitar el contragolpe. Yo creo que no fue así. Ese es el estilo de Canelo, muy lejano al verdadero instinto del boxeador mexicano. El guerrero. Algo que vimos en la pelea anterior entre Vargas y Miura.
En mi conteo personal, hubo cinco asaltos para Canelo, cuatro para Cotto y tres episodios que pudieron ser para cualquiera. Entiendo que una diferencia de uno o dos puntos favorable a Canelo, hubiera hecho justicia con lo que se vio durante la batalla.
Saúl Canelo Álvarez celebró la victoria desafiando a GGG, anunciando el inicio de su era y agradeciendo a su equipo de entrenadores.
Sobre la posible pelea con Gennady Golovkin, en la conferencia posterior el entusiasmo ya no fue similar al del ring y quedó claro que si bien GGG está en los planes, no será de inmediato que ocurrirá ese duelo. Desde el plano comercial lo inteligente es evitar al kazajo, desde lo deportivo lo justo sería enfrentarlo enseguida, como prometió el CMB que ocurriría. No obstante, después de la pelea contra Cotto, si algo también quedó muy claro, es que Canelo Álvarez jamás vencería a GGG. Al menos, no lo conseguirá si no mejora su boxeo.
Y para mejorar en su boxeo, el mexicano debe aprender o practicar otras cosas que, insisto, su actual equipo de entrenadores no parece capacitado para mejorarle. La velocidad, el movimiento de piernas, la administración de la agresividad, el golpeo en la corta distancia, el movimiento de cintura y la respuesta al ataque desde los ángulos, entre otras cosas.
Si Canelo mejora y afronta los grandes desafíos, es posible que inicie esa "su era" anunciada. Sin embargo, no debemos olvidar que en las 160 libras hay rivales rápidos, todos con mucho poder en las manos y ninguno llegará a pelear permitiéndole más de veinte libras de ventaja.
Al justo ganador en la noche de Las Vegas, le otorgamos el beneficio de la duda y le abrimos una sincera carta de crédito. Su camino a la gloria comenzó con la victoria ante Miguel Ángel Cotto. Ahora, como lo dijo Oscar de la Hoya, el compromiso es enfrentar a los mejores. Quiero verlos cumplir. Confío en su palabra.