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Tyson Fury: ¿accidente o mérito?

El británico Tyson Fury destronó Wladimir Klitschko de todos sus títulos de campeón pesado y se convirtió de la noche a la mañana en la sorpresa máxima del boxeo en este 2015 a punto de culminar. Pero su irrupción en la cima de los pesado, no fue solo en lo boxístico. Fury es un personaje único por su historia personal y por su presente extravagante. La incógnita es su futuro y no parece tarea sencilla adivinarlo. ¿Será la cara del boxeo en el 2016? ¿ O será apenas una excéntrica estrella fugaz?

Por lo pronto, nadie sale del shock que provocó su victoria. No es para menos. Los últimos 11 años, la división de los pesos pesados fue un territorio ocupado, dominado y gobernado por los hermanos Klitschko, en especial, el más pequeño Wladimir. Desde su última derrota en 2004, él había vencido a 22 rivales, la mayoría por KO y en su mayoría en peleas aburridas, extremadamente lentas y donde la imagen del boxeo transmitido tuvo pasajes hasta grotescos por su baja calidad. Las presentaciones del gigante ucraniano, sumadas a la falta de grandes figuras, colaboraron con la perdida de interés por una división (pesados) que por décadas fue la reina indiscutible del boxeo profesional. La derrota de Wladimir Klitschko, nos despertó de una larga siesta y ahora debemos establecer una nueva expectativa sobre el futuro de la división. ¿Es Tyson Fury ese futuro?

Después de la pelea no supe responder esa pregunta. Más aún, con el transcurso de los días, me convencí de que eso es imposible. La permanencia de Fury en la cima es un misterio para los pronósticos, no obstante si podemos garantizar que durante el 2016 nos divertiremos mucho con su estilo de vida y la historia de su pasado se convertirá en tendencia para la curiosidad social. Y es que Fury no es solo un gigante de 6'9" y 246 libras de peso. Este británico, hincha del Manchester United, nació en una caravana de gitanos, tres meses antes de un embarazo normal y su primera misión de vida, fue luchar para salvar su vida. Su padre, tal vez por una ironía del destino, lo bautizó en 1988 con el nombre de su gran ídolo: Mike Tyson.

Sin hogar fijo, criado en carpas y presenciando las peleas de sus padres, Tyson fue una de las cuatro criaturas que sobrevivieron a los catorce embarazos de su madre. Como en tantas aventuras de vida, el boxeo fue su primer equilibrio y parece que también fue su salvación. Fury no solo pudo desarrollar una exitosa carrera, también se convirtió en un simpático y alocado personaje que, entre otras cosas, sube videos graciosos a YouTube, en algunos de los cuales se lo puede ver rompiendo sandías con la cabeza, en otro disfrazado de Batman tras simular una pelea con un amigo disfrazado de Robin o en el colmo de las excentricidades, la noche en que conquistó el título se apropió del micrófono para dedicarle una canción a su esposa en el centro del cuadrilátero.

Nada de lo que hace Tyson Fury permite la indiferencia y ahora convertido en personaje planetario, debemos estar preparados para reír o padecer con sus actos impredecibles frente a las cámaras o en medio de cualquier entrevista, si se le ocurre disparar una frase polémica. Tyson Fury no le teme a nada y de su boca se puede escuchar hasta lo inimaginable. Por eso, lo dicho, 2016 será el año en el que podrá payasear a sus anchas a bordo de la repentina popularidad.

Lo boxístico es otra cosa, aunque no parece poca cosa. Por delante tiene dos peleas enormes. La primera, pactada por contrato, una revancha obligatoria contra Wladimir Klitschko y si ratifica su superioridad, nadie duda que lo volveremos a ver enfrentando al estadounidense Deontay Wilder.

Que venza nuevamente a Klitschko es materia para las especulaciones. El ucraniano se vio superado en todo y fue una sombra de sí mismo. No tuvo capacidad de cortar el ring, no tuvo golpeo y tampoco defensa apropiada cuando Fury se decidía al intercambio. Perdió en todos los sentidos ante un hombre más grande, de mejor extensión, más movedizo, con buena asimilación y al parecer, hasta con mejor pegada. Y en lo que a mi juicio fue la gran clave de la victoria, con un inteligente plan de pelea.

Fury tuvo un libreto y lo ejecutó a la perfección. Hasta sus bromas y movimientos payacescos de las manos, parecieron parte del guion. Su victoria fue una obra de arte de la planificación. Sin embargo para un buen plan, siempre existe una contra estrategia. La revancha nos dirá si puede repetir la dosis al ucraniano o mejor que eso, lo supera hasta por KO. Fury alega que rindió solo un 60% de lo que puede rendir y en la revancha estará al 100%.

Su palmarés invita al respeto. Está invicto en 25 peleas y ha noqueado a dieciocho rivales. Entre esos rivales hay figuras de respeto como Derek Chisora al que venció en dos oportunidades o Steve Cunningham al que noqueó en siete asaltos. Además, sus 27 años parecen los adecuados para iniciar su reinado.

En principio, con 39 años y el desgaste natural de su larga carrera, Wladimir Klitschko no parece tener condiciones de levantarse de una derrota tan dura. La teoría de lo posible debería apuntar a una nueva derrota, tal vez por KO, y el adiós al boxeo. No obstante, en este deporte nunca los resultados se escriben antes de que sucedan y en la división de los pesados, basta un solo golpe para derribar montañas con más de dos metros de estatura.

Habrá que esperar el 2016 para saber si lo logrado por Tyson Fury ha sido un mérito o un simple accidente. Hasta entonces, solo resta divertirnos o asombrarnos con un campeón diferente, tan excéntrico como simpático.