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El día después de un regreso insensato: El Caso Margarito

Antonio Margarito regresó al boxeo y venció en las tarjetas a Jorge "Maromerito" Páez. Pasaron casi cinco años desde que "El Tornado de Tijuana" se vio obligado a abandonar el pugilismo debido a una grave lesión en el hueso orbital del ojo derecho y que le obligó a pasar por una intervención quirúrgica.

Las secuelas de esa operación son visibles en el aspecto que presenta hoy su rostro. No obstante es cierto que tanto la Comisión de Boxeo de la Ciudad de México y el Consejo Mundial de Boxeo habían aprobado ese regreso, basados en el informe favorable del oftalmólogo Juan González Preciado que realizó la valoración del estado visual de Margarito.

El resultado de la pelea es solo una anécdota. La mayor parte de las miles de personas que colmaron la Arena México, disfrutaron viendo a uno de sus ex campeones más idolatrados y peleando con el estilo que más agrada al mexicano: al tú por tú, intercambiando sin especular y poniendo emoción continúa dentro del ensogado. A otra parte de la platea, quizás, más que el espectáculo les animaba el morbo por saber si el ojo derecho de Margarito conseguía sobrevivir a la batalla.

No sabemos si por las limitaciones de su oponente o la ausencia de golpes recibidos en esa zona, efectivamente sobrevivió sin secuelas aparentes a la primera pelea del regreso.

¿Ese detalle es acaso alentador? No, lo es. Lo que exhibió Antonio Margarito no da para ilusionarse. Y si lo demostrado contra un rival inferior no consigue entusiasmarnos, la incógnita que genera su salud, mirando el futuro, honestamente nos asusta. Pero vamos por partes. Hablemos primero de la pelea y luego de lo que pensamos sobre su salud. Ambas cosas son parte del mismo paquete de la insensatez aludida en el título, pero evidentemente son dos cosas diferentes.

UNA BATALLA FRATERNA

Jorge "Maromerito" Paez, el rival y amigo de Margarito, subió de categoría para enfrentarlo. No es posible afirmarlo con certeza, pero el desarrollo de la pelea parece indicar que esa amistad tuvo su influencia en el desarrollo y desenlace de la pelea. Maromerito desde el tercer asalto se empeñó en pelearlo adentro, cuando lo obvio era todo lo contrario. Tampoco lo vimos golpear todo el tiempo, pese a que el rival le brindaba las opciones para hacerlo. Cuando lo hizo, en el sexto episodio, le bastaron un par de golpes a la barbilla de Margarito para enviarlo a la lona, de la cual se levantó sin recordar siquiera la fecha de su cumpleaños.

Después del séptimo asalto, Páez se vio cansado aunque también pudo aflorar la "amistad fraterna" en forma de misericordia con un rival disminuido, aunque es imposible afirmarlo. Es solo una duda imposible de pasar por alto.

Lo de Margarito, mientras tanto, no pasó de la rebeldía propia de los guerreros que luchan contra sus propias limitaciones y ese coraje nos hace verlos como lo que no son. La realidad es que "El Tornado de Tijuana" fue apenas una brisa otoñal. Lento, sin reflejos, con escasa potencia, moviéndose a veces de manera torpe y con un óxido profundo e inocultable. Un óxido que resulta difícil imaginar que se lo pueda quitar a los 38 años y de un cuerpo que ha sido duramente golpeado y parece haber cruzado el límite de la tolerancia al castigo.

Si el examen del sábado en la Arena México era el que necesitaba salvar Antonio Margarito para proseguir en este negocio, el resultado fue negativo. Boxísticamente aquél "Tornado de Tijuana" que nos brindó tantas emociones es solo un recuerdo.

LA SALUD DE UN FAJADOR

El CMB alegó que la condición visual de Antonio Margarito fue evaluada por una verdadera eminencia como el oftalmólogo Juan González Preciado, el que aprobó su regreso al cuadrilátero. Sería tonto discutir el resultado del examen. Le creemos al CMB y también le creemos al médico evaluador. No dudamos que, efectivamente, desde el punto de vista médico profesional el regreso de Margarito haya sido autorizado de forma correcta.

Sin embargo, luego de una lesión como la que sufrió Antonio Margarito, para autorizar su regreso, no alcanza con el informe de un reputado profesional. Hay otros factores que son tan o más importantes que el estado de una lesión que, aunque curada, sigue existiendo como un área débil y pasible de sufrir una nueva lesión, hacia donde los rivales de Margarito enviarán toda su artillería pesada.

Margarito ostenta un record de golpes lanzados en una sola pelea: 1675 contra Joshua Clottey. En su mejor momento él era una máquina de soltar metralla, pero en su peor momento fue una máquina de recibirla. Ante Manny Pacquiao, de 1069 golpes enviados por el filipino, 474 llegaron a la humanidad del mexicano y en su mayor parte (411) fueron golpes de poder a la cabeza.

Así funciona el boxeo de Margarito. Lanza muchos golpes y recibe otros tantos. Con menos reflejos, con menos condiciones boxísticas, con su falta de técnica agudizada y su lentitud incrementada, es fácil suponer que ante un rival de primer nivel las cifras de Pacquiao quedarán cortas. Y obviamente, ese rival de primer nivel imitará al Miguel Angel Cotto de la revancha en diciembre del 2011: "todos los golpes de poder viajarán rumbo al ojo derecho de Margarito. Es decir, al mismo lugar de la intervención quirúrgica". Porque es bueno nunca olvidar que, desde que la batalla empieza y hasta que termina, la compasión es una palabra prohibida dentro de un cuadrilátero. La misión es golpear, lastimar, destrozar al rival hasta vencerlo, hasta aniquilarlo y luego recibir el aplauso de la platea.

¿Resistirá Margarito un escenario como el descripto? Me anticipo a vaticinar que no lo resistirá. Esa lesión curada, lo hará más débil, lo hará más víctima, porque, quizás, Margarito ya es un boxeador débil, un púgil que seguramente terminará sus próximas peleas con su ojo derecho inflamado por los golpes que nadie dude van a castigar una y otra vez encima de la herida.

Pero no solo ese aspecto debieron evaluar antes de permitirle el regreso. El boxeo es un deporte donde debe evaluarse la salud de forma integral: estado físico y estado mental. ¿Dónde están los profesionales que analizaron con lupa las condiciones psicológicas de Antonio Margarito? ¿Tiene acaso los recursos mentales apropiados para mantener la concentración, para leer adecuadamente la marcha del combate y analizar su propio desempeño? ¿O de otra manera volveremos a transitar el mismo e inepto camino de su esquina, durante la batalla contra Manny Pacquiao, cuando carecieron de autoridad para detener la brutal golpiza, cuando le permitieron recibir más y más golpes solamente porque Margarito quería seguir peleando?

A punto de cumplir 38 años, con casi cinco años fuera del ring, con sus condiciones mermadas y arrastrando la incógnita de una lesión asustadora, el regreso al ring del "Tornado de Tijuana" es decididamente un acto de insensatez. No obstante, si persiste en su intento de recuperar lo irrecuperable. La insensatez se puede transformar en algo mucho más grave.

Por favor, piensen en eso. Todavía hay tiempo. El día después aún no ha terminado.