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Rigondeaux y Chávez Jr.: Tan distintos y tan similares

Guillermo Rigondeaux enfrenta a diario el enigma de saber quién será su próximo rival. Los rivales de Julio Cesar Chávez Junior difícilmente podrán estar seguros de que van a enfrentarlo. Lo que parece una dicotomía en el mundo del boxeo actual, consigue aproximar a estos dos ex campeones, tan distintos pero casi iguales. Y esa similitud, nace a partir de la complicada marcha de sus carreras y el enigma que plantea su futuro inmediato. Chávez y Rigondeaux, son tan iguales que hoy hasta comparten un titular parecido en las mismas páginas de boxeo: la cancelación de sus próximas peleas.

Y es verdad que las cancelaciones nacen de razones diferentes, pero al final del día, para ambos, la conclusión es una sola: su carrera sigue dando tumbos sin encontrar el rumbo. El mexicano sufrió una lesión en el talón izquierdo y debió cancelar su pelea contra el campeón súper mediano del CMB, el sueco Badou Jack. El cubano, mientras tanto, no pudo viajar de Rusia a Inglaterra para enfrentar este sábado a James Dickens debido a problemas de visa que le impidieron ingresar al Reino Unido.

Guillermo Rigondeaux es un notorio ex campeón olímpico y tal vez el mejor exponente del boxeo técnico-elusivo de la actualidad. Su actitud de golpear y no ser golpeado, su velocidad para moverse hacia laterales eludiendo todo lo que le lanzan, lo transformó en un elegante torero que humilla y transforma en torpes a sus rivales que se deben contentar con perseguirlo sin nunca encontrarlo. Su carrera en el profesionalismo fue acelerada y con apenasdoce salidas al ring ya era doble campeón mundial de los pesos súper gallos. Sin embargo, su estilo que no atrae por la falta de acción (boxeo agresivo y de intercambio) le ha pasado factura: ya no encuentra rivales que quieran enfrentarlo.

Julio Cesar Chávez Junior no fue campeón olímpico, ni siquiera tuvo carrera amateur. Ser hijo de una leyenda del boxeo le abrió las puertas hacia la gloria. Su estilo agresivo y su predisposición a buscar el intercambio hicieron el resto y lo convirtieron en un atractivo foco de atención para promotores, prensa y fanáticos. Chávez Junior fue un imán para la taquilla y nunca le faltaron los mejores rivales dispuestos a enfrentarlo. Sin embargo, por más de una razón a la mayoría de esos rivales (ejemplo Badou Jack) se les hizo imposible conseguirlo.

Y si el orden de los factores no altera el producto, esa es una razón poderosa para considerar que Chávez y Rigondeaux son distintos pero iguales. No obstante, las características paralelas que han dominado sus carreras también juegan su papel en esa suma de similitudes.

Chávez Junior para promotores y entrenadores es un problema sin solución. Para Rigondeaux los promotores y los entrenadores son su problema sin solución.

El mexicano ha tenido en su esquina a diferentes profesionales que no han encontrado la forma de ponerlo en vereda. Joe Goossen, Freddie Roach, su padre junto a Vladimir Baldenebro, su tío Rodolfo Chávez y ahora Robert García han transitado por ese laberinto de irresponsabilidades sin encontrarle una salida. A eso se suman los problemas que tuvo con su ex manager Billy Keane, mientras que las indisciplinas, el manejo errático de sus contratos, el poco control sobre su vida fuera del cuadrilátero y las rencillas familiares, lo alejaron de Bob Arum y Top Rank, antes de aterrizar en el establo de Al Haymon.

Rigondeaux es un profesional serio, aplicado, dueño de un físico trabajado a lo largo de toda su vida. No se le conocen problemas fuera del ring, su vida personal es normal y se ajusta a la de un verdadero profesional. Cuando ese aspecto sumado a sus credenciales se juntaron, a su llegada a los Estados Unidos, nadie dudó que le aguardaba un futuro brillante en el boxeo rentado. Sin embargo, las cosas no sucedieron de esa manera.

Los empresarios detrás de su carrera carecieron del suficiente peso en el mundo de la promoción de los EEUU y la carrera de Rigondeaux no despegó hacia la ruta correcta. Los entrenadores que tuvo el cubano tampoco consiguieron leer con acierto los cambios obligatorios que necesitaba el estilo de su pupilo y la carrera de Rigondeaux naufragó en medio del desinterés de las grandes cadenas en televisar o programar sus peleas. Para llegar a eso, hubo otra coincidencia con Chávez Junior: Bob Arum. El promotor antes de terminar su contrato con el cubano vaticinó que con ese estilo no tendría rivales. Y así sucedió.

El estilo dentro del ring está terminando con la carrera de Rigondeaux. El estilo fuera del ring está terminando con la carrera de Chávez Junior.

¿Hay futuro para ambos, luego de una ecuación tan lapidaria? Quizás en ese aspecto es donde aparecen las verdaderas diferencias entre dos pugilistas distintos pero iguales. El cubano aún puede soñar con un mejor futuro, mientras que el mexicano difícilmente tenga futuro en este deporte.

La conclusión nace, en el caso de Rigondeaux, de su insistencia por encontrar su lugar y demostrar sus cualidades. Y en ese aspecto, más allá de los errores de su equipo de promoción, por paradójico que pueda parecer, su aventura europea puede traer buenas noticias a su carrera. Si bien es cierto que no podrá realizar su pelea de este sábado ante James Dickens, las posibilidades en Europa serán mejores que en América. Su estilo se adapta mejor al estilo que practica la mayoría de los oponentes de primer nivel en el Viejo Continente y al mismo tiempo la afición europea no ostenta el rechazo que se ha ganado el cubano entre la mayoría de los fanáticos de esta parte del mundo.

En el caso de Chávez Junior, más allá de que efectivamente haya ocurrido una lesión que provocó la cancelación de su próxima pelea, su vida profesional se asemeja a la del cuento del pastor, las ovejas y el lobo. Tanto se ha equivocado y tanto le han perdonado, que difícilmente ya alguien crea en sus excusas y en su interés por trabajar con responsabilidad en el boxeo de primer nivel. Es muy difícil imaginarle un futuro a Chávez Junior. Seguramente no lo tiene. Y en eso, por fin, el hijo de la leyenda es muy diferente al cubano Rigondeaux.