La visita del presidente Barack Obama a Cuba, fue el episodio cumbre de la presente etapa de acercamiento entre la isla y Estados Unidos. El béisbol ha sido el símbolo de ese progresivo deshielo y asoma como el deporte a ser más beneficiado con esta inédita situación. Es natural que así ocurra debido al interés de las Grandes Ligas en absorber a las figuras emergentes de la pelota cubana. Pero, también es necesario imaginar que otros deportes serán igualmente beneficiados. Entre ellos, el boxeo en primer lugar.
No es necesario esperar anuncios, tampoco promocionar viajes de promotores a la isla ni espectáculos organizados de manera conjunta, como el juego entre Cuba y los Tampa Bay. El boxeo profesional hace ya un largo rato que desembarcó en la isla caribeña. Lo hizo de la mano de la AIBA cuando la Federación Cubana de Boxeo aceptó participar en la Serie Mundial de Boxeo y además de consagrarse campeón, se sumó de esa manera al proyecto de profesionalización del boxeo amateur emprendido por la AIBA con todas sus federaciones.
La Serie Mundial es integrada por 12 equipos que se enfrentan en series de cinco combates y que se definen mediante una puntuación similar a la del boxeo profesional. Pero lo más importante de este cambio que promueve la Serie Mundial y al que se ha sumado Cuba, es la retribución a los pugilistas. A los mismos se les paga un salario mensual de entre mil y tres mil dólares, más un premio que oscila entre los quinientos y los dos mil dólares.
Si tenemos en cuenta que la Serie Mundial de Boxeo, es un apéndice del proyecto estrella de la organización, el AIBA Pro Boxing que espera ya para el 2017 pagar bolsas de hasta 250 mil dólares, no es un invento la noticia de que Cuba - como parte de la AIBA - también perdió la inocencia económica en materia de boxeo.
La única incógnita que plantea el momento es el "¿cómo y cuándo?" se produce ese golpe de timón. Mi presunción es que las novedades serán aceleradas y aún durante el presente año veremos el inicio del camino de los nuevos prospectos cubanos hacia las Grandes Ligas del Boxeo. Hay varios factores que se unen, como en una tormenta perfecta, durante el 2016 para que ello ocurra de esa manera.
En primer lugar el acercamiento entre USA y Cuba con toda su carga de cambios dramáticos en las relaciones sociales y comerciales. En segundo lugar la agresiva negociación de la MLB por conseguir acuerdos que faciliten la llegada de los peloteros cubanos. Los procedimientos del béisbol, no dudo que serán aprovechados por quienes desean negociar contratos con pugilistas de futuro.
Pero no todo queda por allí. Al profesionalismo que ha tomado cuenta del boxeo de la isla, sumemos un evento crucial como los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro como disparador de la transición hacia el boxeo profesional de primer nivel.
El equipo de Cuba en la WSB incluye a los 20 mejores púgiles de la isla, entre los cuales destacan campeones panamericanos, mundiales y olímpicos, muchos de los cuales a su vez integrarán el equipo olímpico a Río.
El auge del boxeo semiprofesional y la realización de los juegos olímpicos, rescató del anonimato a varios exponentes del nuevo pugilismo cubano. Nombres como los de Robeisy Ramírez (medalla de oro en Londres), Lázaro Álvarez (campeón mundial 2011- 2013 y medalla de bronce en Londres), Roniel Iglesias (oro en Londres, bronce en Beiging y campeón mundial en 2009) , Julio César La Cruz (campeón mundial en 2011 y 2013) o Erislandy Savón, elegido el mejor púgil de la Serie Mundial y sobrino de una figura legendaria del boxeo isleño como Félix Savón.
Si tenemos en cuenta que la que nació como la generación dorada del exilio cubano parece ir de salida sin haber consolidado todo lo que prometía, es natural imaginar el interés por una brusca renovación. Guillermo Rigondeaux sin títulos y sin rivales; Erislandy Lara con título pero sin encontrar su lugar, Yuriorkis Gamboa buscando un nuevo amanecer en España, son el emblema de ese presente sin futuro y una razón poderosa para que las nuevas figuras aporten otro entusiasmo a la escuela cubana de boxeo en el terreno profesional.
La tormenta perfecta en el boxeo cubano puede ocurrir en este 2016. La exposición de los boxeadores cubanos en un escenario mundial como los Juegos Olímpicos y las expectativas que despertará la presencia de un deporte que finalmente pierde su espíritu amateur, serán el gran disparador.
Las dudas, apenas, pasan por la forma en la cual la nueva generación de boxeadores pisará el suelo estadounidense. No obstante, parece muy difícil que se repitan aventuras novelescas como las de aquellos que llegaron por la vía de la deserción o pasando los mil avatares de otros emigrantes cubanos. La nueva generación del boxeo cubano, parece que entrará por la puerta del frente, llegará en cómodos aviones y sellará sus pasaportes en cualquier oficina de migración de los aeropuertos estadounidenses.
La tormenta perfecta ya comenzó y no creo que alguien pueda detenerla. Hay que prepararse, la nueva generación de campeones cubanos llega en breve.