Manny Pacquiao (57-6-2 con 38 KO) y Timothy Bradley (33-1-1 con 13 KO) se enfrentan por tercera vez este sábado en el MGM Grand de Las Vegas, en una batalla donde lo que ocurra después parece más importante que lo que suceda antes y durante el pleito. Victoria o derrota, seguramente, decidirán si el PacMan sigue o abandona definitivamente el boxeo y servirán para escribir qué futuro le aguarda a Bradley en este deporte.
El resultado no solo es importante para Pacquiao. Después de las inteligentes movidas entre bambalinas del promotor Bob Arum, lo que suceda después de la batalla pasó a ser importante para otras figuras del primer nivel del boxeo actual e incluso para algunos ya retirados como Floyd Mayweather.
Cuando Arum dijo que de ganar Pacquiao le gustaría verlo contra Canelo Álvarez en septiembre, puso en primer plano el futuro de las dos figuras que le van quedando al PPV, para enfrentarlos en una mega pelea en la segunda quincena de septiembre. Al mismo tiempo condicionó la estrategia de otro de sus apoderados: Gennady Golovkin que figura en primer lugar para enfrentar al mexicano en septiembre.
Hasta las posibilidades de que Mayweather regrese más temprano que tarde se verían alimentadas por el nuevo comienzo del filipino. Claro, todo dependerá de una victoria de Pacquiao sobre Bradley y esa ya es otra historia.
¿MÁS DE LO MISMO?
Por las simetrías en el boxeo de uno y de otro, es de suponer que el desarrollo del combate será similar al de las dos batallas anteriores, tendría que llegar a la distancia y nuevamente los jueces deberán decidir el nombre del ganador. Para la mayoría de los analistas, Manny Pacquiao debería ratificar su superioridad y demostrar que, efectivamente, en la primera pelea sufrió un descomunal despojo por parte de los dos jueces que lo vieron perder.
Sin embargo, las cosas esta vez no serán tan similares ni de antemano está tan claro el triunfo del filipino, pese a la mayoría de las predicciones. Y hay argumentos muy sólidos para aceptar que en lo previo el Manny Pacquiao de la tercera pelea no será el mismo de las dos batallas anteriores, ni tampoco veremos al mismo Tim Bradley.
El deterioro en el boxeo del filipino, que comenzó el 8 de diciembre de 2012 cuando fue brutalmente noqueado por Juan Manuel Márquez, se agudizó en el último tramo de su carrera hasta el decepcionante desempeño de su derrota contra Floyd Mayweather. Pacquiao para ganar este sábado tendría que reinventarse o literalmente regresar a su pasado de esplendor, pero nadie garantiza de antemano que eso pueda ocurrir. Por lo pronto, habrá que esperar esa versión cautelosa del filipino, que arriesga menos, que ha perdido agresividad, que parece carecer del poder de antaño en la punta de sus guantes e incluso, hasta parece más lento y explosivo.
A ello sumemos su inoportuna diatriba de los últimos meses que le ha valido rechazo y severos cuestionamientos, algo que ha creado un clima desfavorable a su alrededor. Si agregamos su situación física tras la operación a la que fue sometido hace unos meses, es toda una incógnita predecir qué Pacquiao veremos este sábado en Las Vegas.
¿UN NUEVO BRADLEY?
El nuevo entrenador de Tim Bradley, Teddy Atlas, prometió sorprender con su estrategia al filipino. No sabemos si lo conseguirá, pero debemos aceptar que Atlas por sí mismo ya es la gran novedad del evento y seguramente lo aprovechará. Es obvio que intentará que su pupilo tenga un plan diferente a lo imaginado y donde se vea su sello. Si no lo hiciera, no sería Teddy Atlas.
Esa sola posibilidad pondrá a pensar a la esquina contraria y condicionará en parte el plan del filipino. ¿Qué puede hacer de nuevo Bradley más allá de lo conocido? Trabajar encima de los errores defensivos de Pacquiao, moverse hacia la derecha del rival y castigar desde los ángulos como Floyd, esquivar la izquierda del filipino o dejarlo entrar para cazarlo a contrapié como lo hizo Juan Manuel Márquez en diciembre del 2008. Todo es posible, no obstante hay una certeza: si esperamos novedades en esta tercera pelea, ellas deben llegar del lado de Bradley.
No sabemos si será un nuevo Bradley, pero seguramente buscara sorprender con un cambio de estrategia. En sus últimos combates el estadounidense le respondió a sus críticos y abandonó las precauciones, salió a fajarse. En general mostró que no le tiene miedo al intercambio, lo que favoreció al show. Pero fue una pésima idea. Se llevó demasiados golpes y sI bien golpeo mucho, lastimó poco. Bradley no tiene pegada de KO y debe trabajar su estrategia bajo esa premisa.
Quizás el nuevo Bradley, sea el regreso del viejo Bradley. Aquél elusivo, rápido, de piernas inquietas y de mucho golpeo en las 140 libras. Tal vez, le regale espacios al filipino y juegue a pasearlo por el ring y hasta capaz que abandona el cuerpeo defensivo de las peleas anteriores, para evitar recibir golpes directos. ¿Un Bradley de defensa hermética y sin fisuras que permitan las combinaciones del filipino? Esa otra posibilidad.
La batalla amenaza decidirse en las tarjetas y en ese escenario sumar puntos es la clave de llegar al final con mejores opciones ante la mirada de los jueces. La tercera edición de Pacquiao-Bradley tiene urgencias para los dos y seguramente quien esté más enfocado en llegar a su objetivo, tendrás mayores posibilidades de victoria. Y en este rubro, el filipino ya fue y vino varias veces. Ya es una leyenda y ha cumplido con creces su papel en la historia. Es difícil que aún mantenga el hambre de otras proezas. Bradley, por su parte, es diferente. Además de más joven, él no es parte de la historia y como que aún debe demostrarnos sus méritos para ser considerado un grande.
Tal vez, esa necesidad lo ayude a llevarse una victoria que en los papeles parece muy difícil de lograr. Sin embargo la derrota, puede terminar definitivamente con su futuro legado. Por ello, tanto para Tim Bradley, como para Manny Pacquiao, la pelea de este sábado puede significar el final o el comienzo.