Las peleas que presenciamos el último fin de semana, definiciones en el peso súper welter, una vez más trajeron al primer plano la controversia eterna sobre los estilos que dividen el gusto de los fanáticos. Boxeo agresivo o boxeo elusivo. Estilistas o su contra parte. ¿Qué queremos, qué buscamos?
La presencia de uno de los más notorios cultores del boxeo elusivo, el cubano Erislandy Lara, y uno de los mejores representantes actuales del boxeo agresivo, Jermell Charlo, permitió que una única cartelera mostrara la foto de ese cortocircuito visual mediante dos escenas similares en dos peleas diferentes.
En la primera batalla de la noche, estaba en disputa el vacante cetro súper welter del CMB. Se enfrentaban Jermell Charlo y el nativo de Islas Vírgenes, John Jackson. Hasta el octavo asalto fue una batalla pareja, donde predominaba la mejor técnica de Jackson sobre el boxeo agresivo de Charlo. Hasta que este último conectó con un poderoso impacto el rostro de su oponente. Jackson se detuvo, al parecer evaluando un posible daño en el tabique nasal y se desentendió de la pelea. Para Charlo el combate prosiguió y lo vio como la puerta hacia el KO que buscó toda la noche. Y no perdonó.
"Si te sientes mal ante un noqueador, pon la rodilla en tierra, pero nunca bajes los brazos", es una cláusula obligatoria en todos los manuales del pugilista profesional. Jackson la olvidó y así lo pagó. La actitud del acosador que no perdona un segundo de distracción establece el primero polo opuesto.
En la pelea de fondo, se enfrentaron en una esperada revancha, el súper campeón de la AMB, Erislandy Lara, y el armenio Vanes Martirosyan. La batalla, como se esperaba, mostró la permanente búsqueda de Vanes por cortar el ring y llegar a la corta distancia que le permitiera alcanzar a Lara con sus golpes de poder o encarar abiertamente el intercambio "de tú por tú".
Lara, fiel a su estilo, se mantuvo afuera de los espacios reducidos, salió por piernas hacia uno y otro lateral, apostó al contragolpe o a golpear por sorpresa, sin establecer secuencias de golpes. En ese escenario él es superior al resto. Sin embargo, cansado de perseguirlo y no encontrarlo, por momentos Martirosyan se detenía, bajaba los brazos, se desentendía de la batalla y lo invitaba a golpear. Pero Erislandy Lara no lo hizo.
En ese momento, se producía el otro polo opuesto. El de la inacción absurda, el de dos hombres mirándose sin actuar, sin herramientas para dar prosecución al combate. En una palabra, se detuvo el show, se paró el espectáculo y la platea respondió como era de esperar: con abucheos.
La imagen de un combate de repente congelado nace de una sola y lapidaria conclusión: los agresivos (Vanes) dependen de sí mismos para darle a la mayor parte de los fanáticos lo que ellos pagan para presenciar: acción continua e intercambio violento. Los estilistas (Erislandy) dependen de rivales agresivos para que su magia técnica luzca en todo su esplendor. Si su oponente les muda el plan de pelea y les responde de la misma manera (como estilista) se termina el espectáculo y empiezan los silbidos.
Más allá de ese detalle, hay que efectuar algunas puntualizaciones importantes. En lo estrictamente técnico, Erislandy Lara es superior por mucho a los hermanos Charlo y al propio Martirosyan. Es excelente a la hora de desplazarse por el cuadrilátero, es sumamente efectivo en los pocos momentos en que entra en velocidad con sus golpes largos, es certero para contragolpear y difícil de alcanzar cuando huye por laterales. O sea, tiene la mejor bicicleta y difícil que le puedan cortar el cuadrilátero.
Sin embargo, es incapaz de dar un paso al frente para proponer en ofensiva. En su pasado, cuando lo hizo, contra rivales agresivos, no le fue tan mal (Paul Williams y Alfredo Angulo). Venció al Perro Angulo y sufrió una derrota controversial contra Williams. El detalle de esas peleas fue que Lara recibió golpes duros, especialmente contra el mexicano que lo mandó dos veces a la lona. Y no le agradó.
Al cubano, como a todo estilista, lo anula el castigo y ese karma parece imposible de abandonar. Nació al boxeo con este estilo y se irá del mismo sin abandonarlo. El fanático le respeta ese tipo calidad, pero la rechaza por aburrida. Jermell Charlo no calza los mismos puntos en ese rubro que Lara, pero en contrapartida carga en sus alforjas la suficiente cantidad de instinto de matador y hambre de terminar sus peleas con un solo golpe antes del límite. Es un fajador, un depredador, que no le quita el cuerpo el intercambio abierto. Y eso no aburre jamás. Parece injusto, pero así es que funciona el gusto mayoritario de la fanaticada.
Al igual que Guillermo Rigondeaux o Miguel "Títere" Vázquez, al cubano se le seguirá reduciendo la lista de posibles rivales. El podrá en cada aparición pública retar a cuantos quiera, pero esos cuantos seguramente evitarán enfrentarlo. Por el contrario, a los gemelos Charlo, seguramente, le sobrarán contratos de las televisoras esperando para tenerlos en sus carteleras. En el boxeo de alta competencia, los gustos tampoco responden al sentido lógico y es la fuerza agresiva que supera a la destreza técnica en el interés de la platea. Son los polos opuestos, que es bueno aclararlo: nunca se atrajeron, no se atraen y ni tampoco se atraerán en el futuro. Para infelicidad de Erislandy Lara.