Cualquier latinoamericano escuchó, alguna vez en su vida, la frase: "Éramos catorce y parió la abuela". Es seguro también que alguna vez en su vida, quien la escuchó luego la utilizó dentro de esa magia latinoamericana por recurrir a la metáfora que permite un idioma tan rico en expresiones irónicas como el nuestro. Hoy, es hora de recuperarla para entender nuevamente y con humor, el lado más patético de nuestro boxeo-circo. "Éramos catorce y el circo parió un McGregor". Tan simple y tan complicado como eso.
El mediático campeón de la UFC anunció que consiguió su licencia de boxeador, algo nada complicado como bien lo explicó Dan Rafael: "Obtener una licencia de boxeo no significa nada, en cuanto a lo relacionado con una (im)posible pelea con Mayweather. ¿Sabe lo que se necesita para obtener una licencia para deportes de combate en California? Pague $60, llene una aplicación simple de cuatro páginas y pase un examen médico", escribió Rafael en su última columna.
Y el tema no pasa por la licencia ni tampoco por la negativa de Mayweather en colaborar con el circo McGregor, el tema es más profundo. Es más de lo mismo dentro de un eterno y nutrido circo de episodios payacescos que el propio Floyd colaboró para su existencia y desarrollo. Sí, es verdad que Mayweather hoy proyecta esa imagen de empresario, maduro y responsable que solo piensa en gastar sus millones y promover el boxeo con seriedad. Bienvenido sea, pero no olvidemos que McGregor simplemente está recurriendo a las mismas estrategias que inventó Floyd en el pasado para inventarse una figura mediática en el presente.
¿O alguien se ha olvidado de aquella payasada sin fin de Mayweather en el 2008, en el ring de un Wrestlemania contra Big Show? ¿O las groseras exhibiciones de su fortuna o los anuncios de sus próximos rivales en redes sociales o la elección de los jueces para sus peleas o los insultos a los presentadores de televisión o la elección a modo de sus rivales? Floyd dejó un legado para los nuevos campeones de boxeo, entre los cuales, algunos ya han puesto en práctica (como Canelo Alvarez) y otros no necesitan ser monarcas en boxeo, les alcanza con estar en las Artes Marciales Mixtas para hacerlo (McGregor).
McGregor podrá ser o no podrá ser un monstruo mediático que rompa el equilibrio de lo lógico en el boxeo, pero pase lo que pase, la culpa será de Floyd, él fue el que inventó este circo donde los campeones se arrogan el derecho a hacer lo que les dé la gana y no existan controles o límites para ese (disculpen la expresión) verdadero "desmadre". Porque, al tiempo que el irlandés ya logró llamar la necesaria atención sobre sí mismo, ya aparecieron los satélites interesados en colgarse del mismo show.
Se habla de Mikey García, algo que me sorprende (lo considero un púgil serio) y se habla de Amir Khan, algo que no me sorprende. Desde que Floyd y McGregor empezaron con su juego mediático, el inglés, un eterno aspirante a ser rival de quien sea, se ofreció para enfrentar al campeón de la UFC, primero en un octágono y ahora, obviamente, en un cuadrilátero.
Es verdad que hay límites que le puede imponer la propia UFC a cualquier aspiración de su principal figura a la hora de inventar una pelea de boxeo contra algún rival de primer nivel. Es cierto que los contratos existen para ser respetados, sin embargo es bueno preguntarse si este circo alrededor de la figura de McGregor no va más allá de sus absurdas intenciones.
¿Y si todo esto fuera parte de una inteligente jugada publicitaria? ¿Si alrededor de dos formas de ganar dinero se empieza a crear una vía alternativa dirigida a la afición adepta al show? No es una novedad que el negocio del PPV ha perdido credibilidad y clientes. Un negocio, el PPV, que tanto involucra al boxeo como involucra a la UFC. Esta última organización ha sido vendida recientemente, precisamente, en un momento en que sus grandes figuras mediáticas han salido de la escena pública. Figuras como Anderson Silva o Ronda Rousey por nombrar a dos de los más importantes. Conor McGregor se ha transformado en la gran referencia actual de la UFC y como una suerte de caballo de batalla para recuperar terreno a la hora de captar un interés que está en baja. Su guerra dialéctica con Mayweather ha colaborado mucho en promover la figura del irlandés y mi duda es hasta donde ha colaborado Floyd en alimentar esa promoción.
El tiempo por llegar no dudo que nos responderá esas preguntas. No obstante hoy ya se puede asegurar que la licencia de Conor McGregor es algo más de un "... y parió la abuela". Todo hace presumir que la institucionalización de la payasada que tanto dinero le permitió ganar a Floyd Mayweather, ha encontrado una nueva versión con el rostro de McGregor. Que la aventura de resultado, es otro asunto. Hasta entonces hay que prepararse para lo peor, están clonando al último saltimbanqui del boxeo profesional y el invento promete ser el bufón de la abuela. La del título.