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Chavez Jr. vs Canelo es un buen negocio para el boxeo

Canelo Alvarez está en proceso de rehabilitación de una fractura en la mano Getty Images

La posibilidad de que tan temprano como en mayo se enfrente Saúl "Canelo" Álvarez con Julio César Chávez Junior parece que no es una utopía. La primicia es de ESPN y su sola posibilidad debe ser catalogada como un gran acontecimiento. Pero, más allá de ese detalle, es necesario analizar esa posibilidad y desmenuzar lo que implica imaginar las posibles razones para que Canelo esté dispuesto a aceptar un reto de esas características.

Muchas cosas pueden haber incidido. En un sábado con seis peleas de título mundial, Chávez Junior acaparó el primer lugar en el interés de los fanáticos. A la arena Monterrey para verlo pelear contra un ilustre desconocido como Dominik Britsch, fueron diez mil personas. Como figura del show, los créditos de Chávez están intactos. Pero hay otras cosas que dejó en claro su última pelea.

Se comprobó que es capaz de tener conducta deportiva y llegar a cumplir con el peso pactado, más abajo del límite incluso. Como que abrió una cuota de confianza para imaginar una pelea multimillonaria contra Saúl "Canelo" Álvarez. Luego de vencer a Britsch, el propio Chávez externó su deseo de ir contra Canelo. La pregunta es, ¿estaría dispuesto el equipo del tapatío en permitirle arriesgar contra Chávez?

Si escuchamos lo que dice la teoría de lo lógico, no deberían aceptar. Hasta hoy, Canelo ha buscado siempre a rivales de su peso, de inferior peso o directamente con sus carreras terminadas. Ha bastado que los mismos hayan sido o sean campeones o ex campeones para ser considerados aptos. El peso del palmarés de sus oponentes, en la foja de victorias de Canelo, siempre ha sido una razón elemental en las reglas de su estrategia de negocio.

Así lo vimos vapulear a figuras de pesos inferiores como Amir Khan o Josesito Lopez, vencer a rivales aquejados de una pérdida repentina de sus capacidades para dar batalla coherente como Alfredo Angulo, Austin Trout y James Kirkland o a los que superaba por muchas libras en su peso a la hora de la pelea como a Miguel Ángel Cotto o que a sus carreras solo les quedaba el nombre como a Shane Mosley, Carlos Manuel Baldomir, Kermit Cintrón, Alfonso Gómez o Lovemore Ndou.

Ante Floyd Mayweather no dio la talla y a Gennady Golovkin le huyó, renunciando a su cinturón mediano para no enfrentarlo ¿Qué razón puede existir ahora para que, con esos antecedentes, Canelo acepte alegremente subir al ring contra un rival que lo supera en altura por más de diez centímetros, lo supera en extensión de brazos por más de seis centímetros, seguramente también lo supere en el peso a la hora del combate y para colmo, en una pelea donde no habrá ningún título en juego? Para esa incógnita deberían existir dos razones de mucho peso: el dinero que recaudaría un choque entre mexicanos con tanta atracción mediática y que lo que haya demostrado boxísticamente Chávez sea tan pobre que haya seducido las ambiciones siempre controladas de Canelo. Y sobre eso es necesario especular.

¿QUIEN GANA Y QUIEN PIERDE?

Por donde se le mire el primer beneficiado con la concreción de esa pelea sería el público ¡Vaya! No es necesario recordarlo, pero es bueno tenerlo presente. El boxeo como espectáculo se nutre del morbo, se alimenta de las rivalidades y se condimenta con la memoria del fanático. Un choque cargado de morbo como el que protagonizarían Canelo y Chávez Junior, emularía la pasión de un clásico América-Chivas. Una fiesta mexicana por todo lo alto.

Pero el acicate económico beneficiaria otras áreas del boxeo actual, como la eterna irritación que ha causado en gran parte de la afición, la forma en que ha sido manejada la carrera de Canelo. Siempre evitando el riesgo mayor, siempre apostando por el éxito fácil bajo ese manto sagrado del patriotismo y su descarada explotación comercial. Si Canelo Álvarez acepta enfrentar a Chávez Junior, estaría evitando recurrir a sus eternas ventajas físicas ante el rival elegido y saldría de esa zona de confort en la que se refugió cuando renunció a su cinturón con tal de no subir al ring contra GGG. La ecuación en este caso, es positiva. Canelo ganaría crédito positivo entre sus más acérrimos críticos y eso no es poca cosa.

También ganaría Chávez Junior. ¡Vamos! Tampoco es necesario recordarlo, pero también es bueno tenerlo presente. El Hijo de la Leyenda hasta el pasado sábado tenía más acabada que vigente su carrera, al punto que era voz pública su posible abandono del boxeo en caso de una derrota. A sus cincuenta victorias y por varias razones, Chávez aún es una promesa de algo que nunca termina de cristalizar. Enfrentar a Canelo sería un viaje supersónico y sin escalas al primer nivel del boxeo espectáculo.

Julio César Chávez Junior ganaría en reconocimiento, durante los meses precedentes al pleito no saldría de las luces principales del mayor show mediático del deporte, regresarían los contratos publicitarios con firmas que por su conducta errática le dieron la espalda y además, una pelea de esas características le daría el segundo impulso a su motivación para buscar grandes cosas en un deporte donde siempre fue visto como un advenedizo o como lo que decididamente es, un boxeador aguerrido, pero limitado, que carga un apellido demasiado grande y con demasiada historia sobre sus espaldas.

Ni siquiera la derrota de uno o de otro les afectaría. ¡Vean hasta donde esa pelea es un enorme negocio! Es que, como sea, enfrentar a las dos figuras de mayor arraigo popular de una de las mayores escuelas de boxeo del planeta como la mexicana, necesariamente inaugurará una saga que perfectamente podrá emular a algunas trilogías históricas que aún perduran en la memoria del fanático mexicano.

Como sea. Por negocio, por morbo o por construir una historia acorde a la pasión que el boxeo despierta, Saúl "Canelo" Álvarez y Julio César Chávez Junior deberían enfrentarse el sábado seis de mayo para que la fiesta sea completa.

Y claro, habrá que ver en qué peso se pacta el combate y habrá que ver quien gana más en el reparto de la bolsa. Por último habrá que especular que tipo de pelea veremos y quien sería el favorito a ganar la batalla, algo que hoy, honestamente, no es tan importante como esperar que realmente la pelea ocurra. Ya habrá tiempo para imaginar un ganador del que, posible trilogía de por medio, podría ser el mejor negocio boxístico mexicano de todos los tiempos.