En el boxeo de primer nivel hay muchas razones para desear ver o no desear ver una pelea. Hay motivos que atraen pero también hay motivos que espantan. No siempre los mejores van contra los mejores. Es verdad. Pero si las razones a tener en cuenta involucran emoción, pasión, nacionalismo, morbo, mucho intercambio explosivo y la popularidad mexicana de los dos protagonistas, no quedará nadie ajeno al interés de presenciar esa batalla. La confirmada pelea entre Saúl Canelo Álvarez y Julio Cesar Chávez Junior todo tiene todo eso y nadie querrá quedar ajeno a su desenlace.
Las razones que hacen atractiva esta pelea son muchas, tantas que nadie puede cuestionar el deseo mayoritario por disfrutarla. Pero vamos a separarlas, hasta como un ejercicio de entendimiento sobre nuestras propias presunciones. Al fin y al cabo, no es mala idea convencernos a nosotros mismos sobre la certeza de nuestras especulaciones.
LA FIESTA MEXICANA
En primer lugar, aceptemos que tanto Chávez como Canelo, no son la octava maravilla ni se asemejan a las grandes glorias del boxeo mexicano. Pero ha pasado un buen tiempo desde que disfrutábamos de esas guerras entre glorias mexicanas. Ha pasado un buen tiempo en que dos figuras en el top de su popularidad deciden enfrentarse. Ha pasado tanto tiempo, que el fanático mexicano necesitaba revivir algo de esas emociones. Y esta es su oportunidad.
El fanático de origen mexicano - natural o nacido en USA - es el protagonista casi absoluto en el mercado boxístico más rentable del planeta. Las fechas elegidas para los grandes eventos son prueba elocuente de su importancia. En boxeo, nada suma, en términos de recaudación, si el fanático mexicano no es considerado. Floyd Mayweather siempre lo supo y fue el que mejor lo aprovechó.
Canelo vs. Chávez Junior son dos banderas mexicanas enfrentadas en una batalla épica, que puede ser un bodrio de pelea, pero la emoción, la pasión, lo compensan todo, la platea solo quiere emoción, el resto lo perdona todo.
EL MORBO
Al citar el morbo como una condición preexistente en el deseo por ver esta pelea, quizás estamos cayendo en una contradicción. El significado de la palabra morbo es: "Atractivo que despierta una cosa que puede resultar desagradable, cruel, prohibida o que va contra la moral establecida". En realidad nada de eso ocurre con esta pelea, pero el término si aplica en la medida que adecuemos esa definición a la realidad del boxeo de primer nivel. Chávez y Canelo encarnan el morbo desde la perspectiva de sus carreras, de sus familias, de su protagonismo social y ese choque permanente entre quienes los aman o los odian por igual.
Los dos se criaron en un ambiente boxístico desde la propia cuna, pero sus carreras transitaron por rumbos diferentes. Canelo acunado por una familia boxística transformada en epopeya novelesca con derecho al record Guinness. Chávez también parte de otra familia boxística, pero que carga sobre sus hombros un apellido de leyenda. Un apellido que antes, durante y después de la pelea tendrá participación activa. Para bien o para mal. Ya sabemos cómo Chávez padre se las gasta a la hora de regalarnos impresiones. La última, fue de que "su hijo podía perder con cualquiera, menos contra Canelo".
Los Álvarez y los Chávez, frente a frente. El antes y el después serán una suerte de culebrón televisivo de esos ambientados en alguna enorme hacienda de Jalisco o Sinaloa. Habrá declaraciones fuertes, acusaciones, especulaciones, insultos y todos esos ingredientes que alimentan el estado pasional exacerbado previo a las grandes batallas. Eso es morbo, mire por donde se mire.
LA EMOCION, LA SANGRE Y LA ADRENALINA
Los tres parecen los ingredientes de una buena trama de ciencia ficción. Un thriller que nos mantiene al borde de la butaca durante toda la película. En boxeo no hay ficción, los tres ingredientes son parte de la brutal realidad que disfrutan todos por igual. Por más que cada tanto aparezcan puritanos a reclamar menos violencia y más reglas para evitarla, el boxeo es sangre que emociona gracias a la adrenalina combinada de los rivales y el público vociferando desde las gradas.
Canelo y Chávez no prometen una pelea valiosa desde lo técnico, pero abundante en aquellos ingredientes que transforman el boxeo en circo y negocio rentable al mismo tiempo. Combates donde hay intercambio, duro, sin piedad, donde cada golpe rompe algo del adversario y este enseña que el dolor lo hace más fuerte para responder: golpe por golpe, madrazo por madrazo. Chávez Junior carece de una buena defensa, no sabe aprovechar sus ventajas de brazos, no tiene mucho discernimiento para desplazarse sobre piernas, pero es corajudo, no teme entrar a la zona de fuego enemigo para conectar su propia metralla. Da y recibe sin quejarse. Y ante Canelo no será la excepción.
El tapatío, por su parte, no ha sido exigido como corresponde o como merece ser exigido un campeón, pese a su largo historial de peleas contra rivales de mucho nombre al momento de enfrentarlos. Pero tiene pegada de mula y nos ha mostrado que tiene buena asimilación. Contra Chávez deberá aceptar el intercambio y basados en esa teoría, esperamos que mientras dure la refriega se vean bombazos de un lado y del otro.
Será una guerra y en la guerra se aceptan las torpezas, la poca técnica, los planes toscos y hasta la pura improvisación en cada asalto. Vale todo y se acepta todo, excepto que alguno "se raje" o no acepte el intercambio. Confieso que no espero ese eventual escenario, bajo ningún concepto. Por el contrario, estoy seguro que estos dos van a dar todo lo que tienen. Habrá mucho orgullo involucrado y ya sabemos cuánto mueve ese motor emocional.
La pelea de Chávez y Canelo Álvarez es una fiesta nacional mexicana, un América-Chivas en medio de un cuadrilátero. Un evento que por media hora o poco más, detendrá el país. Habrá reuniones de amigos frente al televisor discutiendo antes y durante sobre quién ganará la pelea, habrá fiesta patria en Las Vegas que la veremos embanderada de tricolor y no habrá otros ojos en el mundo boxístico que no sean los que estarán pendientes de esa batalla.
¿Dará para tanto? Muchos se preguntarán. Y el sí de la respuesta positiva, no nace de la especulación sobre las condiciones boxísticas de un rival o del otro. Ambos en ese aspecto son figuras de segundo nivel, pero este es un dato menor y que pasa desapercibido. En Chávez-Canelo vale la fiesta boxística, vale la emoción de enfrentar a dos figuras populares, vale el morbo de ver ganar o perder al hijo de Chávez, vale el deseo de ver perder o ganar a Canelo. Y vale el momento de atención que provocará el boxeo. Algo que al final del día generará réditos para todo el negocio boxístico en su conjunto. El boxeo está más vivo que nunca, ese será el gran mensaje. Y los encargados de lanzar el mensaje serán Saúl "Canelo" Álvarez y Julio Cesar Chávez. Por ello, que se enfrenten ya es una gran noticia.