La primera foto de la gira promocional para la pelea del 6 de mayo entre Saúl "Canelo" Álvarez y Julio Cesar Chávez Junior, no miente. La diferencia de tamaño favorece y mucho al "Hijo de la Leyenda". Esa perspectiva gráfica establece la primera pista para imaginar la pelea que veremos y la eterna discrepancia: ¿tamaño es documento? Por una cosa o por la otra, el debate está abierto, excepto en un punto: el repertorio de Canelo a la hora del combate. De eso se trata esta columna, de tratar de avizorar las opciones del tapatío a partir de lo que dice la foto. Se las verá con un rival que lo supera en tamaño y esta vez parece obligado a cambiar su plan acostumbrado de pelea.
Y el documento gráfico tiene muchas lecturas, la primera es aquella que transmite el palmarés de Canelo, "no es su costumbre enfrentar a rivales más grandes". Por el contrario, el manejo de su carrera - a medida que iba creciendo - apuntaba siempre a rivales que no lo complicarán por su tamaño y cuando fue necesario evitarlos, no vaciló en renunciar al cinturón para evitar los riesgos (Gennady Golovkin). A la luz de esa realidad, Álvarez pisará terreno desconocido y ello plantea cambios a su estrategia habitual.
Pero, vale aclarar, puede llegar a ser una previsión utópica imaginar que Canelo pueda mudar su ADN boxístico de una hora para la otra ante las exigencias del rival. Es cierto que el tapatío ha comenzado a mejorar su velocidad en las últimas peleas, pero sin olvidar que, comparativamente, lo que llamamos "velocidad" en Álvarez en otros es "aburrida lentitud". Canelo no es rápido, como tampoco lo es Chávez. Pero, por esa razón, aceptemos que una mejora en la rapidez, por poca que sea, se notará a la hora de la pelea.
Y esa es la primera opción del tapatío: pasar a la fase siguiente de su rapidez y ser consecuente en su manejo de piernas. O sea, no alcanza con moverse con buena rapidez, debe hacerlo durante toda la pelea o lo que dure la misma. ¿Lo logrará? Es una duda.
Y la duda tiene mucho que ver con el ritmo y el trabajo sobre piernas. Canelo no sabe caminar el ring en forma diagonal, se mueve frontal hacia adelante punteando con el jab y buscando la distancia desde donde colocar sus ganchos o retrocede con los mismos movimientos a la inversa. Sus laterales son salidas lineales e inevitablemente robóticas debido a su falta de cintura. Si tuviéramos que llevar los movimientos de Canelo a una pizarra al mejor estilo del fútbol, la suma de esos movimientos dibujaría una cruz. Atrás o adelante a un costado o al otro.
Contra Chávez deberá alterar ese dibujo e intentar que su boxeo sea menos previsible. ¿Por cuál razón? Esa es la pregunta y su respuesta es muy sencilla. Por su agresividad, su estilo y la mejor extensión de brazos, Chávez Junior es algo así como un "francotirador sin mira telescópica". Lanza sus bombazos al espacio donde supone que su golpe encontrará al rival en pleno movimiento. Léanse: volados por afuera enviados con mucho poder destructivo. Si Canelo mantiene el mismo repertorio mecánico de movimientos y su velocidad defensiva es la misma de siempre, a Chávez le bastará con encontrarlo una vez para frenarlo y tenerlo a disposición de sus peligrosos ganchos. Si tomamos en cuenta que por asalto el volumen de golpes lanzados por Chávez suele ser bastante alto, las posibilidades de acierto no son pocas.
La respuesta defensiva de Canelo, además de la velocidad, pasa por el buen uso del paso atrás para dejar a Chávez sin distancia o el riesgo de achicar hacia adelante para sorprender de contragolpe y por último la salida diagonal por la mano contraria del oponente, para intentar replicar desde ese mismo ángulo. Es una duda que Canelo lo consiga, pero intentarlo, necesariamente debería ser parte de su estrategia de pelea.
No hay dudas que la posibilidad de que a la hora de la pelea se vea un Chávez - además de más grande - más fuerte y con algunas mejoras en lo técnico a partir de lo que pueda inventar Ignacio Beristain en su esquina, obligará a realizar cambios en el boxeo de Canelo. Pero, también es necesario preguntarnos en ese escenario que herramientas habituales en el tapatío mantendrán su utilidad.
En este aspecto, la incógnita pasa por el tipo de planteo que lleve Chávez a la pelea. Si apura las acciones, si pone presión temprana buscando imponer su ritmo y demostrar actitud para controlar la pelea, le facilitará muchas cosas a Canelo. Especialmente el trabajo desde las cuerdas. Ya lo vimos en el breve combate que sostuvo contra James Kirkland. El estadounidense puso toda la carne en el asador y Canelo se cerró recostado a las cuerdas. Allí solo le bastó soportar el golpeo desordenado del oponente y esperar su oportunidad para sacar el contragolpe letal. El recurso bien puede valer ante el Junior.
Todo es cuestión de saber medir el peso en la mano de Chávez. Si sube fuerte o por el contrario si la rehidratación luego del pesaje no consigue recuperarlo. Esa puede ser la moneda en el aire para el tapatío. A un Chávez débil le puede permitir el golpeo hasta el momento en que pueda lastimarlo de contragolpe. A un Chávez fuerte deberá evitarlo en las cuerdas. Bajo esa posibilidad, Canelo saldrá por laterales con su paso lineal. Allí está justificado, algo que en el centro del ring puede ser un movimiento erróneo y casi suicida.
Como ya lo vaticináramos en anteriores comentarios, esta será una pelea difícil de imaginar debido a los variados escenarios que imponen los inéditos requisitos de peso. En el caso de Chávez baja a 164.5 y para el día siguiente recupera de diez a quince libras. Como se verá, solo se sabrá a la hora de la pelea.
Canelo, acostumbrado a llegar en 154 libras al pesaje, deberá esta vez subir diez libras arriba de ese límite y esta vez es imposible pronosticar su peso a la hora del combate. En ambos casos siempre será una apuesta por lo incierto. Si se mantiene alrededor de las 165 libras, seguramente, aún se verá liviano y podrá explotar todo lo que pueda explotar de velocidad. En este caso, el mejor peso le dará ventajas por ese lado, pero, tal vez, lo deje más débil y expuesto al golpeo de poder de Chávez.
Si, por el contrario, Canelo elije peso y poder, lo veremos por encima de las 170 libras, llegando al cuadrilátero como un verdadero semipesado. Pero, cuidado, también ese tonelaje tiene trampa, porque lo dejará más lento y solo se justifica si finalmente el tapatío acepta que inevitablemente el combate se decida en el intercambio y se vea obligado a "fajarse" en la mitad del cuadrilátero.
Las opciones son variadas para Saúl "Canelo" Álvarez y es difícil imaginar que versión estratégica de su boxeo será la que finalmente veamos la noche del 6 de mayo. La única certeza, a poco más de dos meses de la pelea, es que por primera vez en muchos años, el tapatío se encuentra frente a una gran encrucijada sobre el mejor plan par aganar la batalla. Y parece que en ese plan, lo único previsible es la necesidad, esta vez, de cambiar el repertorio.