No pasó nada inesperado en el regreso de Deontay Wilder (38-0 con 37 KOs).
El bombardero de Alabama ganó en su casa en el exacto quinto asalto que habíamos imaginado como límite de vida en el ring para su rival, Gerald Washington (18-1-1 con 12 KOs), en esta pelea.
El monarca pesado del CMB regresaba a la acción tras un obligado intervalo luego de pasar por el quirófano tras su última pelea contra Chris Arriola, donde se lesionó la mano y el bíceps derecho. Por esa razón, esta pelea tenía una primera importancia en el estado de Wilder, pensando en los combates de unificación que en todo momento ha señalado que desea hacer durante 2017.
En ese aspecto, el primer tramo del combate confirmó lo que señalábamos en nuestro comentario previo: en los primeros episodios, Wilder cuidó la distancia con el jab y desde lejos intentó llegar con sus primeros golpes.
En todo momento se notó un especial cuidado al lanzar la derecha. En el primero y en el segundo episodios prácticamente no la empleó y cuando lo hizo, siempre golpeó con la mano abierta, nunca buscó que el impacto llegará a Washington a través de los nudillos.
Como era de esperar, esas precauciones le dieron impulso a Washington –un púgil muy limitado – y eso trajo algo de emoción al combate. El californiano, con muy poco, se llevó los tres primeros asaltos.
Utilizando el jab con buen criterio e intercambiando desde la distancia, lograba entrarle con algunos golpes al rostro de Wilder, pero eso duraba poco. El ADN de Washington afloraba siempre para deshacer lo poco de bueno.
Su boxeo desordenado, sin defensa y con nulo criterio técnico se imponía por encima de lo bueno que intentaba para complicar a un Wilder que lució falto de ritmo y como lo indicáramos, timorato a la hora de soltar la derecha. Mientras duró ese miedo hubo pelea, cuando Deontay empezó a recuperar el ritmo, leyó correctamente el itinerario de Washington en el ring y se animó a lanzar sus golpes de poder y ahí terminó el combate.
Fue en el quinto asalto. Gerald Washington se recostó sobre las cuerdas y llegó aquella secuencia de golpes pronosticada. En esa combinación hubo una derecha típica de Wilder, en gancho abierto hacia el mentón de su oponente y sólo con eso le bastó para enviarlo a la lona.
Washington regresó de la caída, pero cuando el vencedor iniciaba la golpiza, el réferí se apiado del más débil y paró la contienda. Una victoria esperada de Deontay, pero que sigue sin dar respuesta a todas las dudas que existen sobre su verdadero potencial.
El púgil de Alabama, pese a su increíble récord de 38 victorias con 37 KOs, nunca deja la sensación de ser una máquina noqueadora. Su trabajo sobre piernas es bastante limitado y por momentos llega a ser torpe. No hay variantes en su arsenal ofensivo ni sorprende con nada nuevo. Su capacidad noqueadora, hasta hoy, parece nacer de las limitaciones de sus rivales y al innegable poder de sus manos.
Los tres primeros asaltos fueron totalmente de Washington, quien consiguió confundirlo, le llegó con algunos golpes peligrosos y se movió cómodo sin que Wilder lograra cerrarle los caminos, pese a las limitaciones que le apuntábamos al californiano.
El de Alabama no es un virtuoso a la hora de cortar el ring y para vencer –aún frente a un rival tan pobre– depende de sus oponentes. Ya sea de las limitaciones de su boxeo como en esta ocasión, ya sea de las diferencias físicas o de la falta de pegada de sus adversarios.
Como sea y aunque parezca un contrasentido, Deontay Wilder no termina de convencernos de que su boxeo lo pueda llevar algún día a dominar la división.
Es de esperar que ahora su próxima pelea sea contra el ganador de Anthony Josua y Vladimir Klintschko o, quizás, previo a la misma, deba cumplir una obligatoria contra el número 1 en la clasificación, el haitiano Bermane Stiverne, o ante el cubano Luis Ortiz, quien ocupa el segundo lugar en la clasificación.
Cualquiera de los dos sería un rival apropiado, aunque preferiríamos a Ortiz.
Stiverne ya fue derrotado por Wilder, mientras que Ortiz significa “territorio desconocido” para el campeón. Aunque, por sobre todas las cosas, ya se hace necesario reclamar un rival de nivel que realmente signifique una prueba de capacidad para Wilder, si realmente aspira algún día dominar la división de los pesados.