Gennady Golovkin cortó su racha de KOs, tuvo tremendos problemas para llegarle con sus golpes a Daniel Jacobs, pero al final se llevó con justicia la victoria en la pelea más difícil de su carrera y ante un rival que subió al cuadrilátero luciendo y pesando como un semicompleto.
La condición física de Jacobs obligó a muchos cambios en la estrategia del campeón, lo cual le otorga aún más mérito a su trabajo y al de su esquina. Si Jacobs no hubiera decidido evitar la balanza de la FIB para no cruzar el límite de las 10 libras al día siguiente, seguramente otra hubiera sido la historia. Pero esa fue la estrategia del estadounidense (jugar con el peso) y casi le sale bien el invento. Al menos evitó ser “un noqueado” más de GGG.
En el mismo comienzo de la batalla, Golovkin supo que el peso en la mano de Jacobs sería diferente a todo lo acostumbrado, como también que por delante tendría un rival superior desde el concepto técnico y en el manejo de sus piernas.
El primer episodio nos mostró que veríamos una versión diferente de GGG. Menos abrumador y más paciente, cauteloso y dispuesto a golpear sobre seguro.
En esta pelea, los errores costarían la victoria y el primero en cometerlo fue Jacobs, quien se recostó a las cuerdas y llegó la única caída en el combate que, en una pelea cerrada, se sabía que sería crucial al ojo de los jueces.
Y así fue. GGG, quien había partido con desventaja en los primeros asaltos, puso las cosas en su lugar: le llegó a Jacobs con una secuencia de tres golpes a la barbilla y lo mandó a la lona. El fin del asalto le evitó un susto mayor al de Brooklyn.
A partir del quinto se fueron alternando los protagonismos, aunque GGG nunca dejó de llevar la iniciativa por más que no lanzaba con los porcentajes aterradores de costumbre. Mérito de Jacobs, quien se movía muy bien saliendo o retrocediendo y lanzando exclusivamente desde la distancia. Era un trabajo cauteloso y efectivo desde lo defensivo, pero pésimo al ojo de los jueces desde lo ofensivo.
El estadounidense pareció temeroso de entrar a la media o a la corta distancia en ese tramo de pelea. Apenas establecía el jab, golpeaba cuando podía en la zona media de GGG o lo encontraba entrando para llegarle con algunos golpes peligrosos. Esa cautela le dejó otro susto en el quinto asalto, cuando el kazajo lo alcanzó con otra derecha demoledora que lo puso mal.
Desde la mitad de la pelea, específicamente en el sexto asalto, vimos la mejor versión de Daniel Jacobs: se soltó, se apropió del centro del ring y logró llegarle en velocidad con buenas combinaciones al kazajo, a quien incluso consiguió conmover.
Ese sexto asalto le dio confianza y salió al séptimo a buscar a su oponente, pese a las indicaciones en contrario de su esquina. Trabajó con buen criterio desde laterales y desde allí también consiguió llegarle a GGG. Pero en el noveno, Golovkin puso las cosas en su lugar y, otra vez, consiguió encerrarlo sobre el ensogado para llegarle con una secuencia terrible de golpes que estuvieron a punto de acabar con la batalla. Una vez más, a Jacobs lo salvó la campana.
Jacobs revivió en el décimo, pero el tonelaje ya le estaba pasando la cuenta. Se veía lento y con menos reflejos. Golovkin, sin abandonar las precauciones, logró llegarle con muchos golpes a la zona alta que fueron minando al estadounidense, quien no lograba sobresalir al ojo de los jueces.
El último episodio fue todo del kazajo que si bien no fue el de costumbre, ganó sin discusiones ante un rival complicado, grande, pesado, rápido y muy inteligente en lo técnico.
¿Por qué perdió Jacobs?
Seguramente Jacobs realizó el mejor campamento de toda su carrera. Tal vez esta batalla la preparó como ninguna otra y seguramente jamás había lucido tan fuerte como en este combate.
En el MSG, que en cierta forma es su casa, subió a enfrentar a un noqueador al que superaba en por lo menos dos divisiones a la hora del combate. Pero no ganó, por más que su desempeño fue de altos quilates.
A Jacobs hubo varias cosas que le pasaron la cuenta. Era el desafiante, era el que se la tenía que jugar temprano. Algo parecido a su pelea contra Peter Quillin, “mostrar autoridad e imponer su fuerza temprano”. No lo hizo y por el contrario, empezó la pelea respetando en demasía a GGG, dando el mensaje de que reconocía su superioridad.
Por ello vimos esos primeros asaltos con tan poco golpeo y en esas circunstancias, el peligro es que esos rounds se inclinen hacia quien al menos muestra la disposición ofensiva. Y claro, esa actitud fue de GGG, aunque a cuenta gotas.
Tampoco Jacobs apeló a su velocidad –excepto en contadas ocasiones– para imponer volumen de golpeo y además, su respeto al poder en el contragolpe de GGG le obligó a lanzar golpes lejanos y anunciados cuyo destino fue fallar. El porcentaje de acierto fue demasiado bajo en Jacobs.
Otro error es su costumbre de mostrar autoridad a través de le gesticulación luego de algún buen golpe. Bajar los brazos, retar al rival. Cuando recurría a esa innecesaria fanfarronada, perdía la secuencia y la oportunidad de lastimar al rival. O sea, le daba segundos valiosísimos para recuperarse.
¿Por qué ganó Golovkin?
GGG llegó al Madison Square Garden con un plan de pelea y lo ejecutó con rigor militar. Nunca abandonó su estrategia en la más difícil de todas sus batallas. Lanzó menos que de costumbre, pero superó en ese rubro a Jacobs y acertó con los buenos porcentajes que acostumbra.
En golpes lanzados, la comparación de porcentajes fue favorable a GGG en 38 a 32 por ciento. En golpes conectados, el acierto fue muy superior para al kazajo, quien superó a Jacobs en 30 a 18 por ciento, mientras que en los golpes de poder, también los números favorecieron al campeón, quien llegó a 49 por ciento contra el 39 del oponente.
El trabajo de golpeo en momentos claves de la pelea, o sea, la presión quirúrgica de GGG, fue esencial a la hora de evaluar su desempeño. Supo en qué momento entrar y golpear, no se expuso en demasía y cuando lo golpearon, no consiguieron dañarlo. Basta ver su rostro y el de Jacobs para entender quién lastimó a quién.
El plan de pelea fue la primera razón de la victoria, luego de los ajustes realizados en el mismo cuadrilátero y por último, la concentración y disciplina del kazajo, quien necesariamente se encamina al primer lugar de los mejores libra por libra.
Luego de esta pelea , es difícil que haya voces que aún desacrediten la increíble carrera de Golovkin. Necesariamente deberán enfrentarlo ya aquellos que lo evitaron y dejar recurrir a aquella vieja frase que reza, “no le ha ganado a nadie”.
Golovkin les ha ganado a todos, incluso al mejor mediano (Jacobs) que subió al ring inventado de semicompleto.
Esperemos que en septiembre, el próximo rival de GGG sea el vencedor de Saúl “Canelo” Álvarez y Julio César Chávez. Otro rival nos pondría a todos ante la necesidad de reconsiderar la propia esencia de este deporte. Circo o competencia verdadera.
En la noche de Nueva York vimos al mejor mediano contra el mejor mediano. Ahora que aquellos que también presumen de ser mejores vayan y reten al ganador.