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Camilo Mohamed, 45 años rescatando jóvenes de la droga y formando boxeadores

El verdadero universo del boxeo como deporte, es tan grande como tan desconocido. En ese territorio contradictorio el deporte de los puños salva vidas y sus reglas permiten una ruta ordenada para darle control a la violencia descontrolada. Su disciplina sirve de contención y el espíritu deportivo rescata la grandeza humana por encima de las derrotas o las victorias. Es esa grandeza, tal vez inexplicable, que tiene como símbolo el infaltable abrazo de los rivales en el ring tras la dura batalla.

El verdadero mundo del boxeo involucra a miles de anónimas personas en todo el mundo, con historias de amor al boxeo que conmueven y emocionan. En cada lugar del planeta hay solitarias iniciativas, proyectos que no han logrado trascender o meritorios personajes, verdaderos quijotes solitarios, a quienes la pasión por este deporte transforma su esfuerzo en una gigantesca obra social. Camilo Mohamed es uno de ellos. Calladamente, durante cuarenta y cinco años, desde su Salta natal en Argentina, ha formado a miles de pugilistas, ha rescatado jóvenes del alcohol o las drogas, ha ido a las cárceles a recuperar y ayudar a exconvictos en su reinserción en la sociedad a través del boxeo y le ha sobrado tiempo para educar a campeones o promisorios profesionales. Su vida inspira y merece trascender.

"VENCER A LAS DROGAS, AL ALCOHOL Y A LA VIOLENCIA PARA CONSTRUIR HOMBRES DE BIEN"

Argentina no es diferente al resto de nuestra América Latina. En sus barrios más pobres hay un enemigo en común para cada jovencito que asoma a la vida. La droga, el alcohol, la delincuencia y la violencia sin control como cultura de convivencia. Para ellos, el deporte es un antídoto. En todas las provincias argentinas, el boxeo ha servido de positivo catalizador y es el tubo de escape que filtra todo para transformar lo malo en bueno. La proliferación de festivales de boxeo es un verdadero fenómeno en todo el territorio nacional. Ellos - cada semana - son el escenario donde se confrontan pugilistas amateurs o profesionales de todas las edades. Para que ello sea posible, son necesarios los entrenadores, los formadores, los que guían, orientan e inspiran.

A sus 75 años, Camilo Mohamed encarna a esa figura esencial y sin proponerse un plan, sin más deseo que ayudar al prójimo, su vida se transformó en un extenso proyecto social. "Desde que se inició como docente de boxeo, Camilo empezó a ayudar chicos con poca contención en las calles, chicos que estaban o están expuestos a las drogas, al alcoholismo o exconvictos y personas de todas las clases sociales, atraídos por la calidad de los métodos de enseñanza de Camilo y su calidad humana", me explicó su hijo Alí, que también ha seguido los pasos de su padre. "Nunca hubo un plan en ayudar a los demás ni lo hizo para demostrar nada a nadie, solo lo hizo por cumplir la ley de Dios, ayudar a la gente, ayudar al prójimo sin esperar nada a cambio y sin apoyo de nadie".

Al propio Camilo le pregunté sobre ese aspecto y solo confirmó la humildad bien entendida como rasgo de su personalidad e imagen de su obra. "No hay mejor recompensa que la alegría de haber ayudado a tantos chicos a salir de la mala vida y el abrazo cada vez que me encuentro con gente que tanto me aprecia" confesó.

Pero no solo el interés de ayudar a la gente ha sido la razón para el éxito y la popularidad de Camilo. Su hijo Alí marca otro aspecto: la forma, el método. "Camilo logró sacar mucha gente adelante con sus enseñanzas, con su ejemplo de vida y especialmente con la psicología que aplica en el momento de ayudarlos" dijo. "El los convence de que deben ser personas centradas, que deben practicar el bien en la vida y lo hace con un mensaje profundo, como un don que Camilo tiene para llegarles", reveló, destacando que muchos de esos chicos lo mencionan como un segundo padre o directamente como un padre, debido a la importancia que ha tenido en sus vidas. Ali destacó, además, que Camilo ayudó a tanta gente que muchos de esos discípulos han decidido imitar su filosofía de vida y también se dedican a enseñar boxeo. "Él fue invitado por uno de esos pupilos a que dictara la primera clase en la inauguración de una de las escuelas de boxeo, llamada Carlos Monzón, en la cárcel del servicio penitenciario de Salta".

Las historias sobre la docencia filantrópica de Camilo se multiplican. En algún momento del pasado, a los mismos chicos que entrenaba, los ayudaba con medicamentos cuando se enfermaban, los iba a visitar, los ayudaba con el transporte, con la alimentación y hasta los asistía psicológicamente.

LA POLITICA, LOS EXCAMPEONES Y LOS FUTUROS CAMPEONES

Su gimnasio desde siempre se ha llamado Mohamed Ali Gym Box y no solo identifica el apellido familiar, también sirve de homenaje al nombre adoptado por la venerada figura e ícono del boxeo universal, Cassius Clay. Ese gimnasio, que durante muchos años funcionó de manera gratuita, estaba abierto durante todo el día y con más de cien alumnos. Esa actividad intensa le permitió que por dos años consecutivos, Camilo Mohamed fuera el técnico con más campeones en la provincia de Salta.

En tantos años de docencia, Camilo Mohamed ha tenido como pupilos a grandes figuras del boxeo argentino. Algunos de esos nombres los recuerda con emoción y alegría. "Muchos boxeadores que pasaron por mi gimnasio y estuve en sus esquinas han trascendido, como es el caso de Rubén Alfredo Lucero que fue campeón argentino y sudamericano; Rubén Osvaldo Condorí que fue campeón sudamericano y llego a pelear por un título mundial; José Antonio "Polvorita" Gómez, Hugo Vicente, Enrique Caro, Víctor Hugo López y el chubutense Juan Domingo Malvarez que fuera campeón continental peso pluma del CMB y fue contendiente de título mundial en dos oportunidades".

Pero no todo es pasado, de la actual generación de boxeadores, no duda en marcar a tres de ellos en camino de grandes cosas como, "el peso ligero Diego Tejerina - muy bien posicionado en el ranking nacional - y a Mauro "Sapito" Liendro, un peso mínimo que pelea en mosca y que no tengo dudas que será campeón mundial" vaticinó Don Camilo Mohamed, mientras que en amateur sigue logrando promover a figuras promisorias. "Tengo en el grupo de chicos con mucha proyección a Nicolás Botelli que ha sido dos veces campeón argentino, con técnica depurada y que pronto debutará como profesional en súper gallo", reveló.

Tomando en cuenta todo lo logrado, a Camilo Mohamed le pregunté la razón para que ante tanto entusiasmo, proliferación de eventos, gimnasios de boxeo y abundante material humano, ¿cuál es la razón para que Argentina no pueda sumar un número de campeones mundiales proporcional a la cantidad de pugilistas que surgen a cada momento?

Camilo Mohamed no dudó en apuntar a la influencia política como la principal razón para esa ilógica estadística. "Ahora prácticamente todo está manejado políticamente, si usted tiene que llevar sus chicos a pelear en otra provincia, así ganen los nuestros no le darán la victoria" denunció y luego explicó la principal consecuencia de los fallos localistas. "Muchos chicos con enormes condiciones que son derrotados en peleas que saben bien que han ganado, se frustran y difícilmente mantengan el ánimo de seguir esforzándose para un día ser campeones".

EL ENTRENAMIENTO DE CAMILO Y EL RECUERDO DE BONAVENA, MONZON Y LOCHE

Al que fuera campeón argentino Eduardo Lausse fue a quien Camilo admiraba cuando comenzó a boxear a los 14 años de edad. Estuvo a punto de ir a pelear a los Juegos Olímpicos de Munich (quedó eliminado por pasarse de peso), fue profesional por 11 años donde realizó 16 peleas como tal antes de retirarse y dedicarse a la docencia hasta el día de hoy.

Camilo Mohamed tiene 75 años, pero en su actividad docente trabaja a la par de sus pupilos. Su estado físico impresiona y por ello le pregunté el secreto de su salud atlética. "Todo está en el cerebro, cuando uno tiene el control mental, puede dominar el cuerpo y sus acciones. En especial, en el boxeo por la preparación que tengo, todos los días enseñando, sacudiendo la bolsa, las practicas con los chicos, me da mucha actividad y no lo deja dormir al músculo", confesó.

En mi charla con Camilo Mohamed, tampoco faltaron los recuerdos de las grandes figuras del pugilismo argentino. Por un lado, no dudo en marcar su admiración por Ubaldo Sacco y Nicolino Loche, pero su mejor recuerdo se relaciona con Carlos Monzón y Oscar "Ringo" Bonavena.

"A Ringo lo conocí durante un campeonato argentino de novicios, me hospedaba en el hotel Bouchard de Buenos Aires, frente al Luna Park y durante un entrenamiento conocí a Ringo que era una persona amable y que le gustaba mucho interactuar", contó Camilo sobre su encuentro con Bonavena. "A Carlos Monzón lo conocí en el mismo hotel porque su habitación era contigua a la nuestra, la delegación de Salta, y después de los almuerzos nos juntábamos a jugar al truco (juego de cartas)".

"Monzón cuando entrenaba era muy recio, pero en lo demás si bien hablaba poco, era un poco huraño, lo recuerdo como alguien muy amable y respetuoso", recordó Camilo.

MI OPINIÓN

El boxeo ha crecido en los últimos años al punto tal que compite muchas veces en la preferencia popular con el fútbol y en las listas de ganancias son boxeadores los que con más regularidad aparecen en los primeros lugares. El boxeo compite por los números de preferencia con los demás deportes, pero no compite con nadie en historias de vida. Es el único que conmueve con sus epopeyas existenciales. En ellas la realidad construye una narrativa de eterna lucha entre lo peor y lo mejor del ser humano. No es por un acaso que tantas producciones cinematográficas se han inspirado en sus historias.

El boxeo tiene todo: drama, injusticia, muerte, dolor, alegría, hazañas épicas, triunfos sangrientos, derrotas dolorosas y finales de vida traumáticos en muchos de sus viejos guerreros. Todo eso forma el glamour dramático de aquello que vemos en su día a día. Pero hay otras historias que van más allá de aquello que en este deporte nos pueda provocar rechazo o admiración. Son otras historias de construcción de vida gracias a este deporte. Y es en eso que todos deberíamos pensar antes de juzgar lo bueno o lo malo. Mientras en cada asalto los dos rivales dejan algo de su vida o rompen algo de la vida ajena en cada golpe que reciben o en cada golpe que aplican, el boxeo en sí mismo y con su sola existencia está salvando muchas vidas.

Este deporte cumple un papel fundamental y poco reconocido dentro de la sociedad. No es su violencia ni sus reglas para canalizarla, es la razón, es la inspiración, es la influencia, es la cultura de vida que este deporte permite la que consigue rescatar al comienzo, mucho más que lo que se pierde al final. Y en ese comienzo es donde son fundamentales figuras únicas con la humilde grandeza de Camilo Mohamed. Sin ellos, todo sería un final, un innoble circo de sangre amarga. Sin embargo lo que predomina en su experiencia es la recuperación, el deseo de superación, la satisfacción de enderezar caminos de vida y formar personas de bien a través de la violencia buena, la que termina en abrazos. Y no es necesario asombrarse ni tampoco agradecerlo. Solo es necesario imitarlos y permitir que ejemplos como los de Camilo nos inspiren a ser mejores. Como solo el boxeo lo ha hecho y puede hacerlo.