Las listas de mejores siempre son injustas, confrontan entre sí a figuras de épocas diferentes y a los cuales es imposible medirlos en su justa dimensión. El boxeo puertorriqueño, a lo largo de su historia, le ha dado al boxeo mundial figuras enormes. Grandes carreras, brillantes campeones y recuerdos imborrables en la memoria de varias generaciones de fanáticos.
Miguel Ángel Cotto se retira este sábado y será parte de ese grupo selecto. Acompañará en la mejor memoria colectiva a figuras inolvidables como Félix "Tito" Trinidad, Wilfred Benítez, Sixto Escobar, Carlos Ortiz, José "Chegüi" Torres, Wilfredo Gómez, Héctor "Macho" Camacho, Wilfredo Vázquez, Alfredo Escalera o Edwin "Chapo" Rosario, entre otros.
Para la visión de las nuevas generaciones, es posible que haber reinado en cuatro divisiones diferentes sea suficiente razón para colocarlo en el primer lugar. Para las generaciones anteriores, seguramente, el lugar será diferente. Lo dicho, las listas históricas suelen abonar la injusticia por causa del tiempo que separa entre sí a las grandes carreras y no permite una apreciación igualitaria de las mismas.
Sin embargo, en el caso de Cotto, hay argumentos que nacen de su propia carrera que permiten ya situarlo en el lugar que ocupará en la historia del boxeo boricua. Por sus títulos, por sus grandes victorias, por sus grandes derrotas, por su hábil manejo de su carrera dentro o fuera del cuadrilátero y por su contribución al boxeo, especialmente, al futuro de ese boxeo boricua, es posible considerar que Cotto no será el mejor, pero por lejos será el más inteligente de todos. Algo que merece ser desglosado y explicado a través de las tres grandes etapas en que se divide su carrera.
LA EPOCA DE LAS VICTORIAS
Como un ex olímpico de respetada carrera amateur, Miguel Ángel Cotto llegó al boxeo bajo grandes expectativas y respondió de acuerdo con las mismas. Desde su debut en febrero 2001 hasta julio del 2008, desarrolló de manera impecable el primer tramo de su carrera hasta su primera derrota ante Antonio Margarito. Fue una racha de treinta y dos victorias, algunas de ellas memorables sobre rivales del nivel de Shane Mosley, Zab Judah Carlos Quintana, Paul Malignaggi, Gianluca Branco, DeMarcus Corley, Lovemore Ndou o Carlos Maussa entre otros.
Durante ese lapso, acumuló varios títulos internacionales y regionales CMB, OMB y AMB, hasta que llegaron los cetros mundiales. Primero fue el súper ligero de la OMB en 2004 y luego, en 2006, el vacante cetro mundial welter de la AMB.
Deportivamente fue su época de oro, cuando el boxeo de Miguel Ángel Cotto brilló por su desempeño, cuando enfrentó y se midió contra sus iguales sin apelar a nada que no fuera demostrar que podía vencerlos por ser mejor. Hasta que llegó el punto de quiebre: la primera pelea contra Antonio Margarito, el 26 de julio del 2008.
LA EPOCA DE LAS DERROTAS
Fue una batalla sangrienta y desde lo moral, la derrota sufrida contra Margarito fue dramática, dolorosa y difícil de superar para un invicto acostumbrado a vencer y terminar sus peleas con pocas huellas en su rostro. Un combate que tuvo una secuencia indirecta seis meses después, cuando Margarito enfrentó a Shane Mosley y ocurrió el recordado episodio del yeso en las vendas del mexicano. La duda se instaló de inmediato sobre la batalla anterior de Margarito ¿Sus guantes cargarían vendas enyesadas también en la pelea anterior? No era utópico imaginarlo, pero no había pruebas para comprobarlo. La duda sería desde entonces parte de la historia oscura de este deporte.
Lo cierto fue que la derrota ante Margarito significó un antes y un después para Miguel Ángel Cotto. Por más que la OMB fue a su rescate y en su próxima pelea le permitió disputar su vacante cetro welter ante un inexpresivo Michael Jennings, la tragedia ante Margarito tendría un segundo capítulo: Manny Pacquiao. Fue el 14 de noviembre del 2009 y significó otra dramática derrota, donde Cotto volvió a ser duramente castigado.
También la historia le da y le dará muchos ángulos especulativos a esa sangrienta derrota. Para el filipino, esa batalla cerró su etapa de victorias aplastantes, en las cuales su poder parecía de otra galaxia. Golpeaba y lastimaba a todos sus rivales de una manera sorprendente para su tamaño. Luego, su palmarés no deja mentir sobre la caída del rendimiento boxístico de Manny Pacquiao, especialmente en la potencia de su pegada.
A ese lapso en el cual cayó ante Margarito y Pacquiao, Miguel Ángel Cotto suma una victoria, que en parte fue su venganza contra el mexicano y dos nuevas derrotas: contra Floyd Mayweather Jr y Austin Trout. A esta altura de su carrera, ya había comenzado a reinar en las decisiones de Cotto, "el nuevo Cotto". El que transformó lo que pudo ser el declive natural en sus condiciones boxísticas, en una inagotable fuente de ingresos y excelente administración.
LA EPOCA DEL DINERO, LA EPOCA DEL EMPRESARIO
La derrota ante Mayweather nos mostró a un gran perdedor. Fue uno de los mejores rivales que pudo enfrentar Floyd y al mismo tiempo, ese combate sirvió como cimiento para la construcción del nuevo Cotto. Llegaron las buenas bolsas, las grandes carteleras, apareció el compromiso con su propia salud física y con ello la mano dura para negociar su carrera sin dar concesiones. La prioridad era el resultado económico y deportivo.
Para ello se eligieron rivales a modo (Delvin Rodríguez), se obligó a sus oponentes a pactar pesos (Daniel Geale), se aceptaron peleas con insultante ventaja deportiva (Sergio "Maravilla" Martínez), se pagó para no enfrentar a rivales peligrosos si fuera necesario (Gennady Golovkin), se negoció peleas bajo riesgo de derrota pero con mucho dinero a ganar (Saúl "Canelo" Álvarez) y no importó cualquier crítica que pudiera recibir por despedirse ante un rival (Sadam Ali) de un peso interior.
Esta etapa en la vida boxística de Miguel Ángel Cotto puede ser cuestionada o aplaudida, pero necesariamente debe ser considerada como un acto de extrema inteligencia y que - por paradoja - salvó su carrera, edificó su futuro empresarial y por sobre todas las cosas, le permitió construir un ejemplo de conducta social y deportiva.
Y es fácil entenderlo. En un mundo boxístico en el que las grandes figuras, en general, terminan sin saldo en sus cuentas bancarias y lo que restó de sus ganancias lo pierden antes o después, Cotto educó con su ejemplo que cada atleta puede ser responsable y protector de aquello que tanto sudor y sangre le costó ganar. Cotto enseñó que hay un momento para lo deportivo y un momento para proteger el capital.
Pero eso no fue todo, al cabo de su carrera, ha invertido con sabiduría, ha sabido proteger su imagen pública y familiar en la cual también ha sido ejemplo de vida correcta, de vida normal, algo que no resulta fácil conseguir para cualquier pugilista exitoso y ha comprendido de manera correcta la manera en que puede mantener su brillo impulsando otras carreras. Al mismo tiempo, a la hora de elegir el momento del retiro, Miguel Ángel Cotto ha demostrado tener la capacidad de conocer y respetar la ley del tiempo.
Miguel Angel Cotto tuvo tres etapas en su carrera. Nos hizo disfrutar en la primera, padeció dramáticamente en la segunda y pese a los claroscuros de su última etapa, nos deja la imagen del boxeador inteligente, el que supo reconstruir su carrera encima de terribles derrotas y el del empresario exitoso, que inicia otro camino inspirado en ese respeto que se supo ganar en su vida deportiva.
Es verdad que en la larga lista de leyendas del pugilismo boricua no habrá manera de otorgarle el número uno, pero quizás, considerarlo sí como el más inteligente de todos, sea un premio mayor y el mejor ejemplo para los futuros "Cotto's" que hoy dan sus primeros pasos en el boxeo puertorriqueño.