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Sanción simbólica y sin consecuencias para Canelo Álvarez

La sanción de seis meses aplicada a Saúl "Canelo" Álvarez por la Comisión Atlética de Nevada provoca de inmediato una reacción dicotómica, según el perfil con cual se mire. Es una buena noticia por un lado y es una pésima noticia por el otro. Es verdad que todos queríamos verlos frente a frente a Canelo y GGG, ahora quedo la vía libre para que eso suceda en Las Vegas y el mundo boxístico de la ciudad del juego respira. Que el sábado 15 de septiembre se realice esa segunda pelea sería algo maravilloso. Para los fanáticos, para las promotoras asociadas que reinvierten sus ganancias en impulsar sus figuras en ascenso, para Las Vegas con todos sus puestos de trabajo favorecidos por todo lo que generan eventos de ese tamaño y para el boxeo en general, porque lo mantiene en la cresta de la ola.

Es excelente que todo haya sido así, "pero no debió ser así". La sanción esta vez debió ser ejemplarizante y enviar un mensaje a quienes consumen sustancias prohibidas sea consciente o inconscientemente. Sancionar sin sancionar es un aviso claro de qué para Las Vegas hay hijos y entenados. O sea que siga "la rumba".

Porque esa sanción de seis meses, "retroactiva a febrero", es una tomadura de pelo al sentido común, por más que sea un beneficio para el negocio del espectáculo.

UN HISTÓRICO CULEBRÓN

El boxeo construye su historia a partir de una larga colección de episodios. Algunos acarician la memoria, otros desaparecen rápidamente de los recuerdos y hay acontecimientos difíciles de encasillar. Todo el culebrón nacido alrededor de la primera y la suspendida segunda pelea entre Canelo Álvarez y Gennady Golovkin es un ejemplo de estos último. El verdadero guion de un thriller donde nada parece responder a la lógica ni al sentido común. Lo último fue esa decisión de la comisión atlética un día después de conocerse un aviso comercial sobre la alimentación cárnica "sana" protagonizado por Gennady Golovkin y su entrenador Abel Sánchez.

Absolutamente todo ha sido inusual. Basta recordar la forma en que se anunció esta pelea sobre el mismo cuadrilátero tras el último asalto de aquella poco normal pelea entre Canelo y Julio Cesar Chávez Jr. Desde entonces no han parado de sorprendernos. Pese a que la primera pelea en si superó las expectativas, el clembuterol, previo a la revancha, contaminó cualquier apreciación favorable al mexicano. Aún nos cuesta entender cómo Canelo pudo cometer el mismo error que "todos" los deportistas que le adjudican a las mismas vacas sus problemas con el clembuterol han cometido en los últimos seis o siete años.

El propio equipo de Golovkin con su entrenador Abel Sánchez a la cabeza se encargó de echarle leña al cielo de las dudas, no solo alimentando la sospecha de que Canelo "era un usuario de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento", también colocaron brasas encima de la Comisión de Nevada a la que acusaron directamente de favorecerlo con sus decisiones y hasta con sus concesiones. Como en la forma de utilizar las vendas, por ejemplo.

Todo eso ha tenido consecuencias. Hoy día, los fanáticos salieron del anonimato gracias a las redes sociales y lo que allí se discute repercute directamente en la narrativa de los medios. Tras el doble positivo de clembuterol, la sensación reinante en la opinión pública ha sido lapidaria para Canelo. No importa cuánto la maquillen, las sospechas sobre carne contaminada si o carne contaminada no, van más allá de los limites. Ex rivales, ex campeones, figuras reconocidas del ambiente boxístico hablan y contradicen ese relato de que hubo un consumo inconsciente de la sustancia debido a una carne que en teoría "debió" estar contaminada y directa o indirectamente acusan al boxeador tapatío.

En agosto Canelo podrá volver a la acción y la pregunta es si toda esta telenovela se habrá olvidado completamente, de forma tal que le permitan al mexicano encarar la pelea de septiembre como si nada hubiera pasado. En ese aspecto mi presunción es que se equivocan. Culpable o no, Canelo ha perdido credibilidad y su imagen ha sido golpeada en exceso en las últimas semanas. Debió tomarse un año sabático y dejar que la polvareda bajara a tierra. La Comisión de Nevada en ello tiene mucha culpa, aunque no debería sorprendernos, en ellos todo es posible.

UNA SANCIÓN A CONTRAMANO

La Comisión determinó que Canelo no consumió clembuterol de manera intencional y se remiten al reporte de un investigador que confirmó oficialmente en Estados Unidos, lo que en México el gobierno aún se espera que se anime a confirmar o rechazar: que su ganado es engordado a puro clembuterol, zilpaterol o cualquier sustancia parecida.

La decisión de sancionar por seis meses, al menos en lo inmediato, parece contradecir el duro pedido que en su momento formuló el comisionado Bob Bennet para que se aplicará una sanción ejemplar y un periodo de ilegibilidad para el púgil. Una reacción típica de quien tiene elementos sólidos para considerar una culpabilidad consciente del acusado.

Sin embargo, la sanción adoptada por la Comisión de Nevada por unanimidad fue de seis meses retroactiva al pasado 17 de febrero, fecha del primer positivo. Vamos a entendernos. La comisión se reúne este 18 de abril, escucha los argumentos de los representantes del boxeador y decide sancionarlo por seis meses que deben dividirse en "tres meses hacia atrás y tres meses hacia adelante". O sea, en realidad la suspensión efectiva para pelear en Las Vegas es de apenas 90 días.

¿Acaso eso es un mensaje o ejemplo de algo? No, no lo es. Hubiera sido más sencillo no sancionar, no hay maquillaje que consiga esconder esa derrapada que da risa por un lado y tristeza por el otro. El efecto retroactivo cabe en una indemnización cuando alguien sufre un castigo injusto, en este caso de Canelo lo obvio indica que debe regir desde el momento que se determina o se determinó la suspensión temporal, o sea el pasado 23 de marzo. Esta vez se ratificó una suspensión que ya existía, entonces debió ser un período de seis meses que terminarían el próximo 23 de septiembre. Claro, eso impediría la pelea del; 15 de septiembre, lo que quiérase o no, deja esa duda razonable sobre las verdaderas razones para sancionar lo que se sancionó. Si esa esa sanción fue negociada pensando en salvar el 15 de septiembre, bien por nosotros que veremos la pelea, pero mal por ustedes (Comisión de Nevada) que se nos hace imposible creerles algo.

Al final del día, a Saúl "Canelo" Álvarez no hay elementos para acusarlo de nada, públicamente asumió su error, se puso a disposición de la Comisión de Nevada, jura ser un deportista limpio que nunca recurrió a sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento y promete ser más cuidadoso de ahora en adelante. El mexicano cumplió su parte, pero es bueno que sepa que lo que "el escribe con la mano, Nevada lo borra con el codo". El manejo de esos dos positivos está rodeado de intrigas, acusaciones directas, sospechas de decisiones negociadas por debajo de la mesa y un tufo a misterio que difícilmente el tiempo consiga borrar totalmente.

La sanción retroactiva, con esa extraña manera de salvar el 15 de septiembre, es la principal razón para darle a esa sanción puro valor simbólico. Crearon un pésimo precedente y cometieron un error. Y si bien es verdad que a la hora de justificar cualquier otra cosa "se puede inventar cualquier cosa", las leyes de la lógica rigen todo lo que ocurre en el universo. Lo demás es fantasía y cuento de camino. Y este caso del "clembuterol de Canelo", por donde se le mire, es un largo camino lleno de cuentos que aún no sabemos hacia donde nos conduce.