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Pacquiao vs. Matthysse, por el título welter y por la supervivencia

En la noche de este sábado, en Kuala Lumpur, Malasia, y a través de la aplicación ESPN+, Lucas Matthysse (39-4 con 36 KOs) defenderá su título AMB de las 147 libras ante el filipino Manny Pacquiao (69-7 con 38 KOs) , en una pelea cuya mayor expectativa se podría resumir en seis palabras: “será la batalla por la sobrevivencia”.

Por más de una razón, es imposible imaginarle un futuro al perdedor de esta batalla y ese factor condicionará la misma de manera dramática. ¿Quién reúne mejores atributos para aprovechar esa circunstancia? Necesariamente, las edades y el deterioro de su boxeo a partir de sus últimos desempeños, rompen esta vez con los atributos tradicionales de cualquier evaluación previa. La sobrevivencia señalada, también condiciona el análisis.

Condición atlética actual, motivación, poder en la pegada, experiencia o cualquier factor de peso paralelo, como el arbitraje o la mirada de los jueces, esta vez son factores de mayor importancia a la hora de establecer un posible pronóstico.

MATTHYSSE: “SI PEGA LASTIMA, SI FALLA SE FRUSTRA”

Si nos detenemos en los recursos físicos, al campeón argentino le resta – posiblemente – la pegada poderosa como la herramienta que de su lado puede hacer la diferencia en cualquier momento. No obstante, ¿será eso suficiente? Seguramente, no será suficiente. La movilidad del filipino, dificulta la precisión del golpeo y disminuye su contundencia.

Es difícil cazarlo con un golpe de esos que terminan con cualquier pelea, tal como le ocurrió aquél 8 de diciembre de 2012, cuando Juan Manuel Márquez lo tomó entrando en el sexto asalto y lo durmió con un trallazo seco al mentón. Ese desenlace fue la excepción, no la regla con el filipino.

Matthysse no es un boxeador técnico, carece de alternativas estratégicas y es un noqueador puro, que busca liquidar sus peleas con dos o tres combinaciones clásicas. Su mayor virtud en ese escenario, es la capacidad de imprimir velocidad al golpeo de poder, especialmente en el tramo final del trayecto, consiguiendo que los impactos cuando llegan a su rival lo hagan con toda su contundencia.

Tal como su apodo, es “una máquina”. Si acierta lastima, pero, si demora en acertar se frustra y si lo conectan pierde balance mental. Ese es su mayor problema, agudizado por sus “casi 36 años” y la ausencia de grandes conquistas, a partir de las oportunidades perdidas.

Matthysse ha venido luchando contra las frustraciones en los últimos años y su lado emocional ha estado siempre bajo sospecha. Lo ratificó cuando reconoció estar cansado del boxeo. Tiene pocas derrotas en su palmarés, pero las mismas han sido dolorosas y han ocurrido en momentos cruciales, cuando estaba a punto de llegar a la meta. Así fue contra Zab Judah, Devor Alexander, Danny García o Viktor Postol. Estas últimas peleas que lo trajeron de nuevo al primer plano (Emmanuel Taylor y Tewa Kiram), no sirven de barómetro debido a la calidad inferior de sus rivales. Manny Pacquiao es la gran prueba y parece una empresa demasiado complicada para el presente del argentino.

PACQUIAO: “SIN PEGADA, PERO CON LA MISMA VELOCIDAD”

A sus 39 años, Manny Pacquiao está muy lejos - casi diez años - de ser lo que algún día fue: un noqueador que avasallaba a sus rivales y los dejaba desfigurados sobre la lona, luego de masacrarlos a puro golpe de poder. Desde aquella sangrienta batalla donde destruyó a Miguel Ángel Cotto, en noviembre del 2009 noqueándolo en el último asalto, el filipino no ha ganado una sola pelea por KO y poco a poco su boxeo de presión asfixiante se fue transformando en un híbrido, donde las precauciones defensivas le fueron ganando espacios a los riesgos ofensivos en su estilo.

Quizás, la llamativa pérdida de poder en su pegada, haya obligado a realizar esos cambios, sin embargo ello no significa que Pacquiao haya perdido la esencia de su boxeo. Mantiene la rapidez y puede aún imprimirle frenesí a su golpeo por tramos largos o cortos, con un componente favorable: ahora administra el ritmo de manera inteligente. O sea, se mueve pensando en vencer en la pelea larga sin caer en la ansiedad por liquidar temprano todos sus pleitos.

También Pacquiao nos enseñó en su última pelea (Jeff Horn), que si el trámite del combate o las características del rival le obligan a asumir el intercambio del tú por tú, aún lo puede afrontar sin correr peligros. Su asimilación está intacta y si bien no noquea, el exceso de golpes lanzados en poco tiempo únido a la precisión de esas secuencias, siempre terminan haciendo daño al rival.

A esa cualidad intacta en el tiempo, esta vez, habrá que sumar el hecho de que la pelea será realizada en su patio asiático y ello, imaginando que el combate se vaya hasta la distancia, siempre pesa en la mirada de los jueces.

¿QUE PELEA VEREMOS?

Lucas Matthysse y Manny Pacquiao tienen una característica en común, no necesitan tiempo de ajuste. Imponen su estilo desde el primer asalto y con ello condicionan al rival. Esta vez, sin embargo, será diferente. Luego de mucho tiempo, el argentino deberá lidiar con una guardia zurda, para colmo, con un rival más rápido y que lo supera en volumen.

Hay que ir al año 2012 para encontrar un rival de guardia similar en la estadística del argentino: Ajose Olesugun. Esa pelea, que ganó en el décimo asalto, Matthysse tardó más de ocho asaltos en descifrar a un rival lento, de boxeo predecible y con golpeo que promedió la mitad de golpes lanzados por su rival.

Matthysse, quizás por temor a esa guardia zurda, fue conservador al inicio de la pelea, se mantuvo lanzando desde la distancia, falló y quedó varias veces expuesto al contragolpe. Ante Manny Pacquiao, es posible que veamos algo parecido, máxime si tomamos en cuenta que el argentino lo aventaja en alcance de brazos.

Seguramente, en los primeros asaltos, Matthysse evitará entrar con la izquierda recta antes de soltar su derecha de poder. Más bien, se moverá lateralmente, mantendrá el control con el jab e insistirá con golpes largos sin tomar muchos riesgos. O sea, en ese tramo de pelea evitará ser tomado de contragolpe y se mantendrá a la expectativa esperando un error de Manny a partir de una posible ansiedad del filipino.

Con Pacquiao no habrá misterios, le imprimirá velocidad y explosividad a su boxeo para mantener a Matthysse más ocupado en defensa que en ataque. Al mismo tiempo lo veremos amagando y cuerpeando buscando engañar para colarse al espacio corto donde pueda darle secuencia a sus combinaciones. Me imagino que el filipino insistirá con los golpes al rostro buscando lastimar Matthysse, que suele perder ímpetu cuando se ve herido. Al mismo tiempo, el golpeo alto condicionará la postura del campeón. Una forma de evitar que suelte sus golpes de poder, el peligro mayor para Pacquiao en esta pelea.

Será, sin duda, una batalla larga y entretenida. La sensación es que la misma llegará a la distancia y el filipino en ese caso, acumulará suficiente puntaje para ganarla con un buen margen en las tarjetas. Que haya KO es difícil, pero no imposible. Más aún, para una hipotética victoria del argentino esa sería la única vía. Por ello, no hay que descartar que en caso su esquina lo vea muy abajo en las tarjetas, le exija arriesgar buscando un golpe que defina el pleito antes del campanazo final.

En ese caso, aumentaría la emoción y veríamos una pelea diferente en los asaltos postreros, bajo los cuales podría pasar cualquier cosa. Muchos golpes duros acertados, algún cabezazo accidental debido a las guardias cruzadas y hasta un KOT de Pacquiao sobre Matthysse, en caso este tome demasiados riesgos en el “tú por tú”.

De todas formas, ese último escenario es el menos predecible. La experiencia de Manny Pacquiao debería permitirle controlar la pelea de principio a fin y llevársela por la vía de los puntos. Como sea, es la pelea de la sobrevivencia para ambos y esa es la otra gran expectativa. ¿El que pierda se va y el que gana sigue? Ese es el pensamiento predominante, las edades no dan espacio a otra cosa.

Si se confirma el favoritismo del filipino, se abre la incógnita sobre su siguiente oponente. ¿Vasyl Lomachenko? ¿Terence Crawford? Puede ser cualquiera, pero esa es otra historia. Antes de imaginar el futuro, el PacMan deberá superar a “La Máquina”.