Luego de más de 50 años de conflicto armado, caracterizado por combates intensos, la irrupción del secuestro y masacres sangrientas, los rebeldes colombianos firmaron un acuerdo de paz con el gobierno de su país en noviembre de 2016. Siete meses después, depusieron las armas. Los ex rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tomaron el fútbol como una de las formas de conseguir la integración a la vida civil.
Nota del editor: Debido a motivos de seguridad, los nombres de todas las personas entrevistadas para el siguiente ensayo fotográfico fueron cambiados.
Kleider Palma se colocó unas botas de caucho, las mismas que utilizaba para patrullar como guerrillero. Se colgó sus botines de fútbol alrededor del cuello. Abordó la lancha de metal o panga y junto con varios camaradas de las FARC, se dirigió al pueblo vecino de Vegáez en el noroeste de Colombia. La misión no se trataba de una escaramuza a las fuerzas estatales, como lo hacía en el pasado. La idea era pasar una tarde jugando al fútbol, el deporte que desata pasiones en la guerra o la paz.
"Cargábamos 70 kilos (154 libras) en las espaldas y caminábamos hasta 30 kilómetros (19 millas) a diario, subiendo la montaña. Lo primero que hacíamos antes de acampar era el limpiar un terreno con machetes para así poder jugar al fútbol. El deporte siempre ha formado parte de nuestro estilo de vida con la guerrilla", recuerda Kleider, cuyo sueño de convertirse en futbolista profesional fue robado por el conflicto civil en Colombia.
Luego de 53 años de conflicto armado, en junio de 2017 las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o FARC, entregaron sus armas a las Naciones Unidas, lo cual dio inicio a una nueva era de paz para Colombia. Ahora las FARC se están transformando en partido político y miles de exguerrilleros se están reinsertando en la vida civil. Incluso, algunos informes en los medios del país han indicado la posibilidad eventual de que un equipo de la ahora Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común participe en la liga de fútbol profesional.
"Nos hemos acercado a la Dimayor (autoridad organizadora de la liga profesional colombiana) y le hemos solicitado se estudie la inclusión de dos equipos en la división B, uno femenino y otro masculino, todos conformados por exguerrilleros, dentro del circuito local. Tenemos el talento para jugar contra equipos profesionales, como el América de Cali o Atlético Nacional de Medellín. Debemos darle a nuestros hombres y mujeres esa oportunidad", expresa "Walter Mendoza", director deportivo de la FARC, quien declaró bajo un nombre falso, para así proteger su seguridad.
El primer paso del ambicioso emprendimiento de crear un club de fútbol de la FARC conlleva el reclutamiento de talentos mediante clínicas de fútbol organizadas en la mayoría de las 26 áreas denominadas "Zonas veredales de normalización" en las cuales se ha producido la desmovilización de los 7,000 exrebeldes. El tema del financiamiento de un club de este tipo agrava las posibilidades, ya que como es notorio, las FARC se financiaban en tiempos de guerra por medios que incluían el tráfico de drogas y los rescates cobrados por secuestros.
Mientras tanto, en la mayoría de las zonas veredales de normalización, los exguerrilleros participan y se imponen en torneos locales de fútbol. En la zona veredal de Tumaco, en la costa del Pacífico colombiano, existen varios proyectos para buscar el auto sostenimiento de sus equipos. Los jugadores venden rifas para así comprar implementos deportivos y costearse los gastos que implican los viajes a distintas competencias.
"Hemos comenzado a ver el incremento en la participación de comunidades locales en eventos deportivos. El futbol es una manera en la cual podemos ganarnos los corazones y mentes de la gente", indica "Edison Romaña", alias utilizado por el antes temido comandante de las FARC y que ahora es el líder de una de las zonas de desplazamiento. "Por ejemplo, se ha incrementado la participación dentro de los equipos femeninos. Cuando ven jugar a nuestras mujeres (de la FARC) ha empoderado a las mujeres en estas comunidades remotas para así organizarse y practicar deportes".
En el pueblo de Vegáez, en una tarde reciente, se jugaron varios partidos de fútbol con los bajos del reggaetón sonando de fondo. El último encuentro del día era algo inimaginable para los colombianos hace apenas un año. Antes enemigos en el campo de batalla, se enfrentaron en el terreno de fútbol un equipo del ejército colombiano y uno conformado por ex guerrilleros de la FARC. No había armas. Sólo un balón.
A orillas del río Acarí, miembros del Frente 34 de las FARC en Vegáez, Antioquia, viajan durante una hora para así jugar al fútbol con residentes locales. Kleider Palma (izquierda) se unió a las FARC con 18 años, luego que el grupo guerrillero visitó su pueblo, reclutándolo a él y su primo. Palma dijo que siempre quería ser futbolista profesional pero nunca tuvo esa oportunidad. Por los momentos, los equipos de la FARC juegan contra comunidades locales, mientras esperan la asistencia por parte de la entidad gubernamental Coldeportes para iniciar un programa con la finalidad de fomentar y desarrollar futbolistas para luego pasar al juego profesional.
En Vegáez, Antioquia, miembros del equipo de fútbol de la FARC en la zona veredal de normalización de Vigía del Fuerte (a la derecha) se preparan para jugar contra el Batallón de Infantería 94 de las Fuerzas Armadas de Colombia (uniformados, a la izquierda). De acuerdo con líderes de la división deportiva de la FARC, la idea en la mayoría de las zonas veredales de normalización es comenzar a ganar afectos y la disposición de los lugareños mediante los partidos amistosos de futbol.
El equipo de la FARC prepara sus estrategias antes del próximo partido contra las Fuerzas Armadas de Colombia. La división deportiva de la FARC espera, con la asistencia del gobierno, contar con la oportunidad de entrenar futbolistas y así, seleccionar los mejores talentos entre sus miembros para mantener vivo el sueño de formar su propio equipo profesional.
Miembros del equipo de fútbol de la FARC en la zona veredal de normalización de Vigía del Fuerte (camisetas de colores fuertes) juegan un partido contra el Batallón de Infantería No. 94 de las Fuerzas Armadas de Colombia. Luego que la FARC firmó un acuerdo de paz con el gobierno colombiano, aproximadamente 7,000 de sus miembros dejaron las armas y se establecieron en 26 zonas veredales de normalización, esparcidas por todo el país.
Las Fuerzas Armadas de Colombia y los rebeldes de las FARC pelearon por décadas, lo cual resultó en una gran cantidad de bajas por ambos lados, aparte de la muerte de miles de civiles. Los entonces rivales ahora juegan un partido amistoso de fútbol como parte del proceso de reintegración. El Batallón de Infantería No. 94 de Colombia también provee de seguridad a los exguerrilleros de la FARC mientras hacen su transición a la vida civil.
Miembros del equipo de fútbol de la FARC de Vigía defienden sus posiciones contra el equipo de las Fuerzas Armadas de Colombia. El equipo de Vigía fue el vencedor del encuentro. El fútbol siempre formó parte del estilo de vida de los exguerrilleros de las FARC en las montañas. Siempre limpiaban un terreno para jugar antes de armar un campamento.
Los ex miembros del Frente 34 de las FARC celebran la victoria de su equipo en el partido por 11-5 contra el Batallón de Infantería 94 de las Fuerzas Armadas de Colombia. Viajaron con los jugadores desde Vigía hasta Vegáez para alentarles. Las damas también formaron parte de un equipo de fútbol aunque, tras la partida de varios ex rebeldes de las zonas veredales de normalización debido a la falta de oportunidades y a lenta implementación de programas de reintegración, el equipo ya no está jugando.
Luego de terminar los partidos, los ex miembros del Frente 34 de las FARC regresan en lancha a la zona veredal de normalización de Vigía del Fuerte.
El equipo masculino de la FARC de la zona veredal de normalización de La Elvira juega contra el equipo local de El Cedral.
Fotos a tamaño natural en cartón del fundador de las FARC Manuel Marulanda se apilan a un lado de una de las casas construidas para ex miembros de las FARC en la zona veredal de normalización de Tumaco. Aquí, 400 ex rebeldes de las FARC inician su transición a la vida civil formando parte de proyectos de agricultura, deportes y educación.
Rubén Ramírez (28 años) y su pareja Adriana Escobar (29 años) descansan en su habitación en la zona veredal de normalización de Tumaco. Rubén se fracturó la fíbula derecha jugando fútbol, cuando cayó en un hueco a un lado de la cancha. Quería entrenar para convertirse en jugador profesional pero nunca tuvo la oportunidad luego de unirse a las FARC a los 17 años, tratando de escapar del fuego cruzado con el Ejército colombiano en su pueblo natal del departamento del Meta. Espera recuperar el tiempo perdido durante el conflicto y tener la oportunidad de jugar fútbol nuevamente.
En la zona veredal de normalización de Tumaco, ex rebeldes de las FARC participan en prácticas de fútbol. "Edison Romaña", el comandante de la zona transicional y ex comandante del Bloque Oriental de las FARC explica: "No hay vida sin deportes. Solíamos marchar a diario 30 kilómetros, cargando hasta 70 kg en nuestras espaldas y jugábamos fútbol al final del día".
Alias "Alveiro Escobar" (40) posa tras la práctica de fútbol en la zona veredal de normalización de Tumaco. "Alveiro" se unió a las FARC con 20 años, sin otra alternativa para su futuro, luego que uno de sus familiares fuera asesinado en medio de la guerra. A pesar de haber recibido siete disparos, cinco en su pierna derecha y dos en un brazo, sigue disfrutando la práctica del balompié con sus compañeros de la FARC. "Podré tener 40 años, pero sigo haciendo que los jóvenes jugadores me persigan y luchen por quitarme el balón".
Margarita Torres con siete meses de embarazo, se asea en una bañera improvisada en la zona veredal de normalización de Pondores, La Guajira. Luego de la firma del acuerdo de paz el año pasado, Margarita y muchas de las mujeres de la FARC decidieron comenzar su propia familia.
Miembros del Bloque del Caribe de la FARC descargan y almacenan la ración de alimentos para el mes, la cual es provista por el gobierno colombiano a los aproximadamente 300 exguerrilleros que viven en la zona veredal de normalización de Pondores en el departamento de La Guajira. Todos reciben un pago mensual de 700,000 pesos colombianos (aproximadamente USD $250) lo cual permite la compra de alimentos y bienes de consumo personal, ayudando así a la lenta transición hacia la vida civil.
En la zona veredal de normalización de Pondores, La Guajira, miembros del Bloque del Caribe de las FARC asisten a una sesión de adiestramiento en el manejo de Excel impartida por el SENA, el servicio Nacional de Aprendizaje de Colombia. La mayor parte de los exguerrilleros no cuentan con educación formal y los programas no son adaptados a sus niveles de instrucción.
Miembros de un equipo de fútbol femenino de la FARC y miembros del equipo del pueblo vecino de La Esperanza practican sus rutinas antes de celebrar un torneo femenino amistoso. En la zona veredal de normalización de La Elvira, sus líderes contrataron a varios entrenadores para sus equipos de fútbol. Coldeportes, instituto gubernamental, provee asistencia a las zonas transicionales, implementando y supervisando las actividades deportivas.
Los residentes de los pueblos vecinos de Los Robles y El Cedral acuden a apoyar a sus equipos locales, al lado de miembros del equipo femenino de fútbol de la FARC y sus camaradas, que descansan en las tribunas entre los partidos. Los equipos femeninos de fútbol han jugado contra clubes de comunidades locales desde abril de 2017.
"Las diosas", el equipo de fútbol femenino de la FARC, juega de uniforme negro contra el equipo del pueblo de La Esperanza. "Xiomara Méndez" (alias) recuerda que en tiempos de combate jugaban al fútbol en medio de la selva y que siempre incluían a dos damas en los equipos mayoritariamente masculinos. Sin embargo, nunca tuvieron la oportunidad de participar en encuentros netamente femeninos. Hace ocho años, "Xiomara" se unió a las FARC en el departamento del Meta, Colombia, y luego pasó al Sexto Frente de las FARC que solía operar en el Cauca, donde ella reside ahora.
Un equipo de fútbol femenino de la FARC juega contra el equipo del pueblo local de La Elvira en la cancha de fútbol techada de la zona veredal de normalización. En este torneo de fin de semana, cuatro equipos se enfrentaron: dos de la FARC y dos de los pueblos vecinos de La Elvira y La Esperanza.
El equipo de fútbol femenino de la FARC participa en rutinas con el equipo de La Esperanza durante un torneo en La Elvira, Cauca. Incluso, en comunidades remotas, cada vez mayor cantidad de mujeres organizan y forman parte de equipos de fútbol de la FARC, jugando torneos amistosos casi todos los fines de semana, de acuerdo con su coordinadora.
Una jugadora del equipo de La Elvira recibe asistencia por parte del árbitro luego de caer durante un partido contra un club de fútbol femenino de la FARC. A pesar de no contar con gran apoyo financiero, los equipos de la FARC viajan donde sean invitados o los equipos de civiles acuden a las zonas veredales de normalización para así mantenerse activos y convivir con las comunidades cercanas.
Luego de una práctica de fútbol, "Alveiro Escobar" se sienta fuera de una de las casas de la zona veredal de normalización de Tumaco. Cada zona es dividida en distintas secciones, en las cuales casi todos sus residentes tienen una asignación o tarea. Escobar está a cargo de supervisar y mantener su sección, la cual incluye 15 casas.
Miembros del Frente 59 de las FARC toman un baño en un arroyo cerca de la zona veredal de normalización de Pondores, La Guajira. Para algunos de ellos, pasar de vivir durante muchos años en las montañas a tener hogar propio ha sido todo un reto. Al momento de tomar esta fotografía ya estos miembros tenían duchas para ellos en la zona veredal, pero hay muchos que, como es el caso de estos dos exguerrilleros, prefieren bañarse en las afueras.
Ex miembros de las FARC se reúnen en la zona veredal de normalización de Pondores, La Guajira. Los miembros del Bloque del Caribe de las FARC asisten a reuniones cada noche, en las cuales se discuten temas relativos al proceso de paz, situaciones internas y la actualidad nacional y mundial. Este mes de marzo, se pondrá fin a los subsidios gubernamentales y muchos están preocupados por lo que vendrá después, ya que muchos de los comandantes que firmaron el acuerdo de paz no lo han cumplido.