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En la Búsqueda de Emiliano Sala

La trágica desaparición del argentino Emiliano Sala, rumbo a su nuevo equipo Cardiff a bordo de un pequeño avión, plantea la pregunta, ¿Cómo fue que sucedió todo esto?

Esta nota es presentada por ESPN FC.

Jean-Phillippe Roussel abrió la puerta de su barbería. Caía la noche del 19 de enero, oscurecía y hacía frío, y ya había pasado la hora de cierre habitual de los sábados. Pero Roussell, cuyo local está a unos pasos de la brasserie, la creperie y la pequeña iglesia en el centro de Carquefou, un poblado francés a las afueras de Nantes, se quedó hasta más tarde para hacerle un favor a un amigo. Así que Emiliano Sala entró a la barbería.

Sala había llamado a Roussel esa mañana y al barbero le sorprendió escuchar la voz del futbolista argentino. El delantero del club F.C. Nantes se había cortado pelo hace dos semanas, y usualmente esperaba tres semanas para volver a cortárselo.

Pero esta vez era distinto. Después de jugar tres temporadas con Nantes, un pequeño club en la Ligue 1 francesa, el argentino de 28 años había sido vendido al Cardiff City de la Liga Premier, un acuerdo importante para ambas instituciones. Sala había firmado su nuevo contrato el viernes, y tenía previsto sumarse a su nuevo equipo el lunes por la noche. Estos últimos días eran para despedidas en Francia.

Por lo tanto, Sala se dedicó a visitar a viejos amigos. Al jugador le encantaba Carquefou, le gustaba la tranquilidad y lo pintoresco del pueblo. Le encantaba el campo detrás de su casa, donde su perra Nala corría libremente entre los patos y las vacas. Le encantaba el pequeño viñedo cruzando la carretera, donde fabrican vino Muscadet y donde podía pasear a Nala entre las uvas. Le encantaban los arroyos tributarios del río Erdre, donde sus amigos pescaban.

Sobre todo, le encantaba la gente. Se detuvo a visitar a los carniceros, Dominique y Martial en Maison Garnier, donde comparaba milanesa dos veces por semana y firmaba autógrafos en tarjetas que otros clientes le dejaban en el mostrador. Visitó la panadería de Blandine, que sabía que tenía que tener feullantine, o pastel de manzana, listo para que Sala comprara en la víspera de cada partido. Fue al tabac, donde compraba sus cigarrillos y pasó por Snoopy Coif, donde Alexia se encargaba de bañar a Nala.

“Estoy adentro de un avión que parece estar a punto de desbaratarse.”

- Mensaje de WhatsApp de Emiliano Sala a sus amigos, poco antes que su nave desapareció

Y terminó el recorrido en la barbería. Sala y Roussel forjaron una amistad a través de los años. Roussel invitó a Sala a viajar con su familia a Disneyland hace dos navidades, y Roussel se dio cuenta que Sala estaba afligido por la transferencia a Cardiff City. El argentino no estaba del todo seguro de querer irse de Francia, pero Nantes lo había vendido por unos 15 millones de libras (unos 19.7 millones de dólares), y el fútbol es un negocio, dijo Sala. Aunque Cardiff City no fuese uno de los equipos más grandes de la Liga Premier, era una oportunidad para jugar en una liga más competitiva, y Sala mencionó que uno de sus primeros partidos sería contra Arsenal.

Sala invitó a Roussel para que lo visitara en Gales.

"En el peor de los casos, voy a cortarte el pelo y podemos ver algunos partidos", le dijo Roussel, lo que arrancó risas en ambos.

Después que Roussel terminó con el corte de pelo, Sala sacó la billetera para pagar, pero el barbero no lo permitió. Sala sacó una camiseta de Nantes de su mochila y se la ofreció como regalo. "Sé que no es tu favorita", le dijo, ya que Roussel es hincha de Marsella, no de Nantes, pero Roussel de todas formas la recibió con gratitud. Luego se abrazaron y se despidieron con lágrimas.

Emiliano Sala pasaba por una excelente temporada en el Nantes francés, con 12 tantos y tres asistencias en sus 19 partidos. Franck Fife/AFP/Getty Images

Al día siguiente, Sala terminó de empacar en su casa, dejando una pila de muebles para llevar a Cardiff y otra para botar. El lunes, visitó la sede de entrenamientos de Nantes, una ciudad en la ribera del río Loire en el oeste de Francia, a unos 320 kilómetros de París. Quería una última foto con sus compañeros - la publicó en Instagram con el calce "La ultima ciao", o "la última despedida" - y se dirigió al aeropuerto.

A las 7 p.m., abordó un pequeño avión privado con un piloto inglés, David Ibbotsford. A las 7:15 p.m., la avioneta Piper PA-46 Malibu de un solo motor despegó con rumbo a Cardiff. Desde el avión, Sala envió un mensaje de voz a un grupo de chat que incluye a otros jugadores de Nantes en el que dijo, bastante tranquilo, que estaba agotado por todo lo que había hecho en Nantes. Agregó que se dirigía a Cardiff para entrenar con sus nuevos compañeros y, en el mismo tono calmado, señaló que sentía que el avión "se está desbaratando".

Aproximadamente a las 8:30 p.m., la torre de control aéreo en Jersey, una de las pequeñas islas en el Canal de la Mancha entre Francia y Gran Bretaña, recibió un pedido de autorización para que aterrizara un avión. Poco después, el avión desapareció del radar a 700 metros sobre el nivel del mar.

La búsqueda comenzó casi de inmediato. John Fitzgerald, dueño de un estudio fotográfico y quien encabeza el grupo de voluntarios de búsqueda en Guernsey, otra de las islas en el Canal de la Mancha, estaba en el hangar cuando llegó la llamada de emergencia de la guardia costanera. Fitzgerald y otros voluntarios siempre entrenan los lunes por la noche, y acababan de terminar una serie de ejercicios.

En 30 minutos estaban en el aire. Armados con lentes de visión nocturna, recorrieron la ruta del avión hasta el punto donde desapareció del radar. Otros aviones se sumaron a la búsqueda, y también salieron embarcaciones a pesar de los fuertes vientos y el mar picado. Todos buscaron en las aguas turbias hasta las 2 a.m., en busca de cualquier señal de un avión, o un bote salvavidas, o cualquier cosa en realidad.

No hallaron nada.


El bote salvavidas Alderney fue despachado desde la isla Guernsey, en el canal de la Mancha, para conducir la búsqueda de Sala y su nave. Declan Gaudion/RNLI

Hay un dicho en francés, mouiller le maillot, que literalmente significa "mojar la camiseta". Se utiliza para describir a un jugador que se entrega por completo en la cancha, que nunca se detiene, que suda la camiseta. Es un gran elogio, y es como los hinchas de Nantes describían a Sala.

Quizás por eso, a medida que la noticia empezó a propagarse por Nantes el lunes por la noche y en la madrugada del martes, inicialmente hubo una fe ciega de que Sala podía estar con vida. Los hinchas acudieron a la sede del club para dejar flores, postales, fotos y camisetas frente a los portones, además de prender velas y escribir cartas de aliento. Un poster con un enorme retrato del rostro de Sala y las palabras "GARDONS ESPOIR", "mantengan la fe", cubría la reja de la instalación.

No es difícil entender las muestras de cariño. La conexión de Sala con Nantes, y con Francia, era especial. Nació en Cululu, un pequeño pueblo en la provincia argentina de Santa Fe, pero se fue de su hogar a los 15 años para ingresar a una academia de desarrollo de jugadores en un pueblo cercano. Esa academia era una filial del Girondins de Bordeaux, y Sala viajó a Europa ocasionalmente en los cuatro años siguientes para probarse con clubes antes de firmar su primer contrato profesional con el Bordeaux en 2010, a los 19 años.

Al principio no hubo indicios de que fuera a ser una estrella, ya que tuvo dificultades para afianzarse en el primer equipo y luego fue cedido a préstamo a clubes más pequeños como Orleans, Niort y Caen. No dio destellos hasta julio de 2015, cuando Nantes lo adquirió de Bordeaux y terminó esa temporada como el máximo goleador del club. En total, sumó 42 goles con Nantes en las siguientes tres temporadas y media.

La historia de Sala, y su capacidad para anotar goles con la cabeza sin temor a las consecuencias, lo convirtieron en uno de los favoritos de los hinchas de Nantes, que solían corear su nombre en el estadio. Cuando lo veían en el pueblo, esa intensidad se convertía en una pasión discreta. Antes de los partidos, solía pasar por la iglesia Saint Pierre para rezar, arrodillándose al lado de una estatua de la Virgen María. En septiembre, cuando su madre lo visitó, rezaron juntos, y el sacerdote, Guillaume Le Floch, quedó impresionado por el fervor de Sala. El cura posó su mano sobre el hombro del futbolista. "Emiliano, que Dios te bendiga y te guíe", le dijo. Sala asintió con la cabeza.

Incluso este otoño, a medida que aumentaban los rumores de que un club más grande intentaría comprarlo (Everton fue uno de los que supuestamente estaba interesado), Sala se mantuvo fiel a sus rutinas. Matt Miazga, el zaguero estadounidense que jugó con Nantes en la primera mitad de la temporada, se ubicaba al lado de Sala en las bicicletas estáticas que los jugadores utilizaban para calentar antes de los entrenamientos.

Desde el principio, Sala y Miazga solían practicar idiomas entre ellos, Miazga trataba de aprender francés y Sala inglés, y casi siempre terminaban a carcajadas. Cuando salieron a relucir los reportes de que Cardiff City estaba interesado en Sala, Miazga solía decir a Sala, "¡más vale que empieces a aprender (inglés)! ¡Vas a necesitarlo!".

A mediados de enero se concretó la transferencia. Sala jugó su último partido con Nantes el 16 de enero, y viajó a Cardiff el 18 para someterse a los exámenes físicos de rigor.

Durante ese viaje, Sala pasó por las canchas de entrenamiento de Cardiff y visitó a sus nuevos compañeros. Se topó con su nuevo técnico, Neil Warnock, quien había ido varias veces a Francia para observar a Sala durante la etapa de reclutamiento.

Warnock, un veterano de 70 años, se encariñó con Sala, y ya se disculpaba con el argentino por no poder pronunciar bien su nombre. En vez de llamarle Emiliano, Warnock le diría "Emil", porque "me equivoco con todos los nombres y es un poco largo para mí". Sala no tuvo problemas.

Ese viernes, Warnock se alegró cuando vio a Sala vestido con ropa casual y arrugada. "Vas a encajar muy bien aquí", dijo Warnock.

"Yo me encargo de los goles", le comentó Sala. Warnock sonrió. "Sé que lo harás".

Warnock ofreció a Sala la oportunidad de viajar con el plantel a un partido por la liga en Newcastle al día siguiente. Por supuesto que no jugaría, pero sería una oportunidad para estar con el equipo y conocer sus tácticas. Sala agradeció la oferta, pero tenía que encargarse de varias gestiones en su casa en Francia.

Tenía que terminar de empacar. Tenía que despedirse de sus conocidos en Carquefou. Tenía que arreglar algunas cosas con su casero, el dueño de la granja Michel Auray, quien le alquilaba la casa y a veces paseaba con él, charlando sobre los animales. También tenía que recoger a Nala. Sala dejó a su labrador con su compañero Nicolas Pallois mientras estaba de viaje, pero ahora tenía que llevarla a una guardería antes de iniciar el proceso para llevarla a Gales.

Ese sábado, Warnock y Cardiff City viajaron al noroeste de Inglaterra. Sala se fue al sur. El plan era verlos en el entrenamiento del martes por la mañana.


Romina Sala, hermana de Emiliano, visita los homenajes en el exterior del estadio de Cardiff, el día después que las autoridades pusieron fin a la búsqueda por su hermano. Geoff Caddick/AFP/Getty Images

Ya para el miércoles, cuando Romina, la hermana de Sala, llegó a Cardiff desde Argentina, sus dos preguntas más apremiantes eran las mismas que se podría haber planteado cualquiera: ¿Qué estaba haciendo su hermano en ese avión en particular? ¿Y cómo era posible que, después de casi dos días de búsqueda, no se hubiera encontrado ningún rastro de nadie, ni de nada?

No había respuestas claras para ninguna de sus preguntas. Los directivos de Cardiff City le informaron a Romina que ellos no habían tenido nada que ver con la organización del vuelo de Sala; ellos se habían ofrecido a comprarle un pasaje en un vuelo comercial desde París (que habría tenido una escala), pero Sala dispuso el viaje de otra manera.

Fue clave en sus planes de viaje un reconocido representante de fútbol llamado Willie McKay, quien no representa a Sala pero tiene un hijo, Mark, que ayudó a representar a Nantes en el acuerdo de pase con Cardiff City, y otro, llamado Jack, que juega en Cardiff.

Con clientes repartidos por toda Europa, Willie McKay solía contratar aviones y pilotos privados para trasladar a clientes o a directivos de los equipos de un lugar a otro. De manera que, como Sala necesitaba viajar de una ciudad pequeña (Cardiff) a otra (Nantes) y regresar en poco tiempo, no fue inusual que se involucrara.

En una serie de mensajes de texto que Willie McKay hizo públicos tras la desaparición del avión, Jack McKay le dice a Sala que su padre le había organizado un vuelo privado, si deseaba usarlo. Sala se muestra agradecido y contento cuando McKay le dice que no le va a costar nada, "si me ayudas a marcar goles". Sala responde: "Jajaja, con mucho gusto".

Luego programaron los horarios para el primer vuelo de Cardiff a Nantes el sábado, y el regreso el lunes por la noche. Sala parece saber que el avión es pequeño, ya que le envía a McKay una foto de su equipaje para preguntarle si cabe.

McKay le contó a la BBC que había organizado los vuelos a través de David Henderson, un piloto veterano piloto a quien conocía, y que había trasladado a sus jugadores "por toda Europa en incontables oportunidades". No quedaba claro por qué Ibbotson finalmente se encargó de hacer el vuelo, aunque Warnock, el técnico de Cardiff City, dijo que había volado con Ibbotson en el pasado y que lo recordaba como un piloto "fabuloso". Henderson no ha hablado en público desde el incidente.

Ibbotson era un piloto semi comercial que también había trabajado como ingeniero mecánico y solía realizar vuelos para paracaidismo. Entró en su portal de Facebook desde el aeropuerto de Nantes el sábado, bromeando con sus amigos tras los comentarios de que él estaba un poco "oxidado" con los controles del avión. Luego del accidente, se han planteado dudas acerca de la seguridad de volar con un avión de un solo motor sobre el Canal de la Mancha con malas condiciones climáticas durante la noche.

Fitzgerald, el líder del equipo de rescate en Guernsey, dijo que uno de los desafíos básicos es que, si algo sale mal con el avión, intentar aterrizar sobre el agua es extremadamente difícil sin la luz del día. "El problema con el mar es que no puedes tener una percepción visual de las alturas", agregó. "Podrías estar a 500 o a 1000 pies sin poder notar la diferencia".

Un Sala adolescente aquí con su primer club, el San Martín de Progreso argentino. Daniel Ribero/San Martin De Progreso/EPA

La búsqueda en sí misma fue otro problema. Inicialmente, Fitzgerald y su equipo estaban buscando personas sobre el agua, con la esperanza de ver destellos de luces reflejadas por los salvavidas o recibir una señal desde el faro de algún bote salvavidas.

A medida que fueron pasando las horas y esa posibilidad se hizo cada vez más remota, no perdieron las esperanzas de ver algo - alguna parte del avión, un derrame de aceite sobre la superficie - algo que indicase que el avión había chocado contra el agua. Pero no fue así. Y después de más búsquedas el martes y el miércoles, tampoco se encontró nada, por lo que se canceló la búsqueda el jueves, un día después de la llegada de Romina.

La hermana de Sala de inmediato hizo un pedido desesperado para que la búsqueda continuara. "En mi corazón, sé que Emiliano, que es un luchador, sigue vivo", dijo, y muchos en el mundo del fútbol (entre ellos astros como Lionel Messi y Kylian Mbappé) se sumaron y colaboraron con miles de dólares en una página de GoFundMe para solventar una búsqueda privada.

Se contrató al experto en naufragios, David Mears, que viajó a Guernsey con la familia de Sala este fin de semana que pasó para continuar con la búsqueda. Tres días después, se encontraron asientos de avión en una playa francesa que se cree son de la aeronave accidentada, aunque sin rastros de Sala, Ibbotson o el resto del avión.

Después de tanto tiempo, según Mears, el próximo paso será incorporar equipamiento diferente para avanzar a la siguiente etapa de la búsqueda. En estas instancias, agregó, la búsqueda tendrá que ser submarina.


Llovió durante la noche del martes en Londres. Ocho días después que desapareciera el avión de Sala, comenzó un torrencial aguacero sobre el Emirates Stadium durante el que habría sido su primer partido con el Cardiff City, el mismo sobre el cual habló con Roussel, emocionado, dentro de la barbería. Los futbolistas quedaron empapados durante sus calentamientos y una vez más se mojaron cuando pisaron la cancha antes del pitazo inicial. Eso no habría importado, siendo sinceros. ¿Recuerdan? Mouiller le maillot. La camiseta de Sala también habría quedado empapada.

Comenzaron los homenajes. Ejecutivos y miembros del staff del equipo portaban flores amarillas en sus solapas, como un guiño al color principal del Nantes. El nombre de Sala estaba incluido en el programa del día de partido, con un narciso pintado en el lugar donde habría estado su número. Los hinchas del Cardiff City sostuvieron pancartas amarillas antes del partido y los capitanes de cada equipo cargaron arreglos florales con margaritas y tulipanes hasta la mitad del campo, para depositarlas en el centro.

Se sentía extraño. El anunciador del estadio se aseguró de no utilizar palabras tales como "en recuerdo" o "en memoria" cuando se refería a Sala, sensibilizándose a la idea de que la familia de Sala proseguía con su búsqueda. Sin embargo, la yuxtaposición era brutal: Sala regresó a Nantes para ver una vez más a sus compañeros, amigos y al pueblo en sí, haciendo paradas en todos sus sitios regulares para así cerrar un capítulo. Ahora, después de una semana, su familia solo puede orar a fin de poder conseguirlo por sí mismos.

El deporte siempre se mueve más rápido. La hermana de Sala y su madre permanecen en Guernsey; sin embargo, este miércoles, el Nantes jugará su primer encuentro desde la desaparición de Sala y Warnock, quien afirmó sentirse tan devastado la semana pasada que se vio en la necesidad de hablar con un terapista y consideró renunciar al oficio de director técnico, también dijo que sentía la obligación de estar en la cancha el martes. No había otra opción, indicó, que no fuese ayudar los jugadores e hinchas de su equipo para comenzar el proceso de pasar la página.

Por ello, se depositaron flores. Los jugadores entrelazaron los brazos. Y los aficionados estuvieron de pie, algunos sosteniendo camisetas de la selección argentina o del Nantes, otros con pañuelos o banderines amarillos. Se suponía que sería una experiencia muy diferente para aquellos que hicieron el viaje desde Cardiff, con la idea de que se trataría de una celebración. Por el contrario, en vez de ver a un flamante fichaje correr con la camiseta de su equipo, todo lo que podían hacer era compartir un minuto de reflexión en su honor.

Los jugadores bajaron sus cabezas. Los aficionados subieron sus brazos. La lluvia nunca cedió. Fue un momento para pensar en quién fue Emiliano Sala. También fue un momento para imaginar todo lo que pudo haber llegado a ser.

Benoit Morenne colaboró con esta historia.
Sam BordenBorden es reportero senior de ESPN. Antes trabajó para el New York Times como corresponsal en París.

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