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¿Para eso querían NFL en México?

MÉXICO -- ¿Por qué? ¿Para qué?

Esas son las preguntas para las cuales no hallo repuesta cuando pienso en las actitudes por parte de un sector de aficionados en el Estadio Azteca, durante el Monday Night Football entre los Houston Texans y Oakland Raiders.

A lo largo de casi una década, me ha tocado como parte de ESPN informar sobre la expansión de la NFL hacia Europa, específicamente el Reino Unido, a través de la International Series. Cada vez que la NFL anunciaba un partido nuevo en territorio británico, los reproches por parte de los aficionados en México fueron siempre los mismos:

"¿Por qué allá sí y acá no?".

Así, los fanáticos a la NFL en México pasaron años viendo con decepción cómo su deporte favorito decidía cruzar el Atlántico antes que cruzar la frontera sur. Los más radicales incluso proponían un castigo en forma de boicot a la liga, un plan de acción dramático para el país con el segundo mayor número de aficionados después de los EE.UU.

Recientemente, también me tocó vivir parte de un largo proceso de trabajo por parte de la liga y sus socios comerciales para traer de vuelta un juego a México. Ese esfuerzo se cristalizó de manera oficial en la semana previa del pasado Super Bowl --no sin antes escuchar una serie de rumores sin fundamento--, cuando el comisionado Roger Goodell anunció que los Houston Texans y Oakland Raiders chocarían en el Estadio Azteca en el retorno de la NFL a nuestro país tras largos 11 años.

La fanaticada mexicana pasó de sentirse despreciada a sentirse orgullosa. La lealtad del aficionado se vería recompensada en el primer Monday Night Football de temporada regular disputado fuera de los Estados Unidos. Junto a la celebración de otros eventos del más alto nivel en diversas disciplinas --béisbol de las Grandes Ligas, baloncesto de la NBA, Fórmula 1, artes marciales mixtas, etc.--, México tomaba forma como uno de los destinos importantes a nivel internacional en términos del deporte.

Para sorpresa de nadie, los boletos se agotaron en cuestión de minutos. Los aficionados asistieron a las diversas presentaciones previas del partido por parte de los equipos durante los meses que precedieron al encuentro.

El Fan Fest instalado por la liga en el Bosque de Chapultepec tuvo una participación ejemplar, con más de 300,00 visitantes en el fin de semana.

Cuando llegó el momento del partido, la entrada al Azteca fue ordenada y animada. Los aficionados poco a poco se fueron acomodando en sus butacas con el transcurrir de la tarde y las expectativas por el espectáculo que estaba por comenzar se podían palpar en el ambiente.

Luego, vino todo lo malo.

Sería exagerado por mi parte decir que el partido se echó a perder, o que fue un desastre. Pero sí fue penoso.

El grito homofóbico que ha sido tan criticado y sancionado por FIFA en los partidos de la Selección Nacional hizo su aparición cada vez que despejaba Shane Lechler de los Texans, y conforme avanzó la noche fue adquiriendo volumen.

Los cartones que preparó uno de los patrocinadores del encuentro para los mosaicos en la tribuna se fueron convirtiendo poco a poco en aviones para ser lanzados, acumulando basura en las laterales.

Y lo peor de todo, apareció un rayo láser verde que constantemente apuntó al rostro del mariscal de campo de Houston, Brock Osweiler.

Y aquí es donde reitero el par de preguntas con que abrí esta pieza: ¿Por qué? ¿Para qué?

Se esperaron 11 largos años sin NFL en este país, ¿para eso?

No sé si la liga hará un pronunciamiento al respecto en los tres temas, pero sospecho que se tocarán al menos dos de ellos. Tampoco creo que estos incidentes, por vergonzosos que sean para quienes no estamos acostumbrados a esta clase de comportamiento en partidos de la NFL en otras latitudes, sean causa suficiente para borrar de tajo cualquier plan de la NFL de regresar a tierras mexicanas en los años próximos. Sobre todo, cuando la propia oficina de la liga en México ha manifestado que hay planes casi cerrados para volver en el 2017 y 2018.

Sin embargo, no encuentro el sentido de que una minoría haga quedar a una mayoría que sí sabe comportarse en esta clase de eventos. No le veo sentido a permitir que una entidad como la NFL se vaya del Azteca con un sabor amargo en la boca.

Habrá quien minimice estos incidentes como algo poco trascendente, y habrá quien lo infle hasta convertirlo en el peor pecado posible. No pretendo caer en ninguno de los dos extremos.

Solamente pregunto: ¿Por qué? ¿Para qué?