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Boca y el dilema del 9

BUENOS AIRES -- Martín Palermo se retiró de Boca en 2011. Y desde ese momento, el trauma del número 9 se hizo presente en el mundo xeneize. Por supuesto, será muy difícil encontrar a un jugador que rinda al menos una parte de lo que rindió el Titán.

Pero para los Xeneizes parece existir una maldición en ese puesto, a pesar de que llegaron futbolistas de jerarquía para ocuparlo. Hoy, el tema se vuelve más actual que nunca: Benedetto, el que llegó para ser titular, está en duda por lesión. Y Walter Bou, en principio el suplente, dejó conforme al DT tras el amistoso contra Libertad. La pregunta es: ¿quién debe ser el 9 de Boca?

Algo está claro: ninguno de los dos futbolistas vino con chapa como para ganarse de movida el lugar: deberán demostrar su capacidad goleadora en la cancha.

El ex Arsenal, que llegó desde el fútbol mexicano, se tuvo que calzar la camiseta xeneize en semifinales de la Copa Libertadores, nada menos. No rindió, como el resto del equipo. Poca culpa se le puede echar: debutar en una semifinal copera no es sencillo en un club como Boca.

Bou, por ahora, es "el hermano" de Gustavo. Debe hacer su propio camino. En Gimnasia cumplió buenas actuaciones y al Mellizo le gusta cada vez más su juego. Igual, todavía parece muy “verde” para ser titular. Pero como dice el refrán, “en la cancha se ven los pingos”, y si refrenda con goles la confianza del entrenador puede dejar de ser el “hermano de” para ganarse su propio nombre.

De todos modos, y más allá de lo que puedan hacer Benedetto y Bou en el ataque xeneize, todavía duele en el mundo Boca la ausencia de un goleador que estuvo cerca y no llegó: Wanchope Abila.

El ex Huracán parecía tener todo acordado con el club de la Ribera, pero diferencias económicas le cambiaron el destino: hoy brilla en el Cruzeiro de Brasil. Wanchope, por sus características, tenía en la previa todo para triunfar con la azul y oro. Claro, en la previa.

Algo parecido ocurrió con Santiago Silva, quien llegó de la mano de Falcioni con muchas expectativas y pasó sin pena ni gloria.

Hablábamos del trauma “post Palermo”. Luego del Titán, quien se convirtió en el máximo goleador de la historia xeneize, pasaron jugadores como Viatri, Cvitanich, Blandi, Gigliotti, Calleri, Osvaldo...

Viatri, surgido del club, prometía ser el sucesor. Hizo goles importantes y salió campeón, aunque no pudo consolidarse. Cvitanich fue campeón invicto con Falcioni y marcó 10 goles (fue el máximo anotador del certamen) en el Apertura 2011. Pero se fue demasiado rápido.

A Blandi le costó ganarse un lugar, Gigliotti voló a China tras el penal errado en la Copa Sudamericana ante River, Calleri decidió irse al ver que iba a ser suplente de Osvaldo... y Osvaldo, bueno, la historia del futbolista rockero, hoy más rockero que futbolista, es más que conocida.

¿Podrán Benedetto o Bou romper el maleficio del 9 en Boca? ¿O encontrar un goleador seguirá siendo un verdadero dilema?