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El mejor Barcelona del año conquista París

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Herculez Gomez: "Xavi se comió tácticamente a Luis Enrique" (2:33)

Contundentes palabras del especialita de ESPN FC, tras la victoria del Barcelona sobre PSG. (2:33)

Desde la derrota por 8-2 en Lisboa, en 2020, Barcelona no jugaba un partido de cuartos de Champions; ante el PSG demostró con autoridad que está de vuelta.

PARÍS -- El Barcelona menor, que visitaba a un PSG invicto desde hace cinco meses, habiendo enlazado desde entonces 19 victorias y ocho empates, demostró a Europa que está de vuelta. Un Barça que pasó del sufrimiento al éxtasis, de los lamentos a la alegría y del pesimismo a la fe. Un Barça que no marcaba tres goles en Champions como visitante desde 2015 y que fue a hacerlo en el Parque de los Príncipes para derrotar al PSG por un 2-3 que le sabe a gloria.

Hay noches marcadas a fuego durante la temporada y ésta de París era una de ellas. Desde aquel terrible 2-8 de Lisboa en agosto de 2020 no jugaba el Barça un partido de cuartos de final de Champions. De la alineación que presentó aquella noche Quique Setién a la que puso en liza Xavi solo sobrevivían tres jugadores: Ter Stegen, Sergi Roberto y De Jong. El resto (Araújo vio la debacle de Portugal desde el banquillo) no sabían qué es jugar unos cuartos con el Barça. Y a fe que acreditaron, todos, un compromiso monumental. Más allá, incluso, del resultado.

El Barça de Xavi necesitaba un partido como el de París. Precisaba mostrar al mundo futbolístico que sin ser todavía un favorito sí empieza a ser un candidato. Y lo hizo en un partido que dominó mayormente, durante toda la primera mitad y buena parte de la segunda, rehaciéndose después de un apagón crítico en el que la remontada del PSG dio a pensar que todo había sido un sueño de amargo despertar.

Fue la noche de Raphinha, excepcional con sus dos goles y que pudieron ser hasta cuatro, la de Cubarsí y Araújo, la de un magnífico Lewandowski, un omnipresente Gundogan y un silencioso pero notable Sergi Roberto. Y también la de Xavi, un entrenador que muchas veces fue puesto en entredicho (y lo volverá a ser) pero cuyas decisiones en París valieron su peso en oro.

Rescató al equipo con la entrada de Pedri y Joao Félix, cuya primera intervención en el campo desembocó en el 2-2 de Raphinha, y le dio frescura con el ingreso de Ferran y Christensen cuya primera intervención fue el 2-3. Tocado por una varita mágica que buscó el técnico catalán, seguido por un equipo que fue, más que nunca, un equipo.

Entre el respeto y el miedo emergió el orgullo de un Barça que se fue al descanso ganando 0-1, con un golazo de Raphinha, cuando perfectamente pudo irse con un margen mayor. Después vino el apagón, con los goles inmediatos de Dembélé y Vitinha, creció el temor a una debacle que convirtiera las buenas sensaciones en un oasis invisible. Y volvió a emerger un Barça de hierro, convencido e ilusionante.

Hasta convertir un 2-1 que antes de comenzar no se habría considerado una debacle en ese 2-3 que provocó el éxtasis entre sus aficionados desplazados a París. Si casi nadie apostaba a priori por este Barça. Ya pueden empezar a pensar en él.