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Gracias, Champions League

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Thiago, el MVP del Bayern Münich para Fernando Palomo (3:08)

El jugador surgido del Barcelona mostró su madurez en la medular bávara. (3:08)

Ha sido una Champions League excepcional, única, singular. Extremadamente complicada en muchos sentidos. Llena de argumentos y con varias historias por contar. El calendario de este 2020 dejó a la final del torneo europeo como el partido más importante del año. Un torneo extraño, a partido único y en una sola ciudad. Maravilloso recurso para rescatar lo que nos quedaba, la posibilidad de coronar a un campeón de clubes en Europa, para creer que algo de la normalidad se podía recuperar.

El torneo, formidable en su desarrollo, nos queda como recuerdo de la ingeniería organizativa puesta en marcha para salvar esta temporada. Era la única forma de hacerlo y seguirá como la recurso en condiciones que, ojalá, jamás se tengan que repetir. Por emocionante que haya resultado el final de esta temporada, es muy difícil pensar en un torneo como el de este año. Se reducen las opciones de ingresos con menos partidos. Hubo emociones, pero las hay también en los duelos a ida y vuelta. Cuando las condiciones regresen a lo que sea parecido a la normalidad, volverá el público, los viajes y el formato anterior. Para pensar en algo parecido a la burbuja de Lisboa, el futbol tiene que reducir su calendario y hacerlo implica reducir ingresos.

Imposible saberlo, porque el futbol es caprichoso, pero el campeón habría sido el mismo en cualquier formato. Jugar menos partidos solo ha frenado la posibilidad de un histórico Bayern de ampliar la dimensión de sus estadísticas. Probablemente habría encontrado un resultado que arruine la perfección con la que ha terminado la temporada y quizás se le cruzaba algún empate. Pero nada más. Este equipo contó con registros que lo hicieron muy sólido en todas sus líneas. Rompió los moldes que asumen que el es éxito exclusivo de los largos proyectos, con un técnico que rescata el rumbo con la temporada comenzada. Hansi Flick recuperó conceptos y devolvió con esto la alegría por jugar.

Las múltiples historias de crecimiento individual van desde las de los jóvenes que se adaptan para empezar a desarrollarse, como Alphonso Davies o la de los veteranos que recuperan las ganas por jugar cuando se encuentran de nuevo, o descubren, la libertad. Ese es Thomas Müller que en 2020 lo encontró cerca del futbolista completo. Con 30 años volvió a nacer como jugador. Desterrado por la selección parecía en depresión con Kovac y apareció Flick para devolverle el fútbol. Récord de asistencias en la Bundesliga y en la lista histórica de goleadores de la Champions está cerca de nombres como Shevchenko y Zlatan.

Para temporadas, la de Robert Lewandowski. Superó el medio centenar de goles por primera vez en su carrera y termina como líder de gol en cada torneo que jugó. Si el Balón de Oro mide a los mejores del juego, el premio tendría que ser para él. En ausencia del premio este año, que todos los demás premios se le entreguen esta temporda. Este fue su año, resultado de una obsesión por mejorar continuamente. Clave para el éxito de un jugador que brillante reconocimiento del tiempo y el espacio en un campo de fútbol. Poco se habla de su atención al detalle, que toma todo en cuenta. Si se ata primero el botín izquierdo, es superstición. Pero comer postres antes del plato principal tiene que ver con entender que el azúcar se metaboliza más rápido. Dormir sobre su costado izquierdo es entender que así descansa mejor su pierna derecha. La goleadora.

Esta Champions League fue diferente. Con el estadio vacío, sin público. Sin estar ahí. Lejos de mis compañeros de tantas otras Champions, pero cerca de ellos aunque fuera en una pantalla de Zoom, como tantas otras reuniones de estos días. Por diferente también será incomparable e imposible de olvidar. El fútbol, como el deporte en general, tiene esa fascinante forma de unirnos en un mismo lugar, aunque desde distintos lugares. Esto fue Lisboa. José Saramago era del barrio de La Estrella de esa Lisboa. Ciudad que describía como una “de gente de poco tener y mucho sentir”. Esta Lisboa de la sorpresa, ante cada esquina, queda en el recuerdo del fútbol. Por lo mucho que nos hizo sentir y lo mucho que nos hace apreciar lo que tenemos.