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La mano blanda de Pizzi

BUENOS AIRES -- Toma de sorpresa en Chile es la extrema confianza que Juan Antonio Pizzi tiene, guarda y les ofrece a sus seleccionados.

El "Lagarto" asumió la dirección técnica de La Roja el 5 de febrero de 2016, pero esa cercanía en el tiempo y el desconocimiento que ello a priori le otorgaba sobre los jugadores, no ha evitado que les permita todo tipo de licencias.

Hinchas, familiares y allegados se alojan en el mismo hotel que el equipo y se pasean con libertad por el lobby de la residencia en la que fija su base la selección chilena. Las imágenes que se suceden están en la antípoda de la cronología cuando el líder del equipo era Jorge Sampaoli.

El casildense agrupaba al plantel en un sentido más estricto. Sin presencias cercanas que lo distrajeran. Con horarios que en el día a día, exceptuando la jornada semanal de libertad que solía otorgar, debían cumplirse a rajatabla. Pizzi se muestra condescendiente. Acaso el título conseguido hace un año en la última Copa América de orden regular, haya hecho repensar al entrenador otra forma de comandar el grupo.

Nuevo en el engranaje, el santafesino tal vez juzgó más oportuno colocarse del lado de los jugadores y brindarles otro calor, que proseguir con las costumbres instauradas por su antecesor.

Sampaoli guió tomando como modelo las enseñanzas de Marcelo Bielsa. Pizzi va por libre, quizá porque se ha convencido de que no tiene rédito tensar las riendas, y que en caso de hacerlo, tal vez se granjearía un distanciamiento imposible de reconducir.

En el aspecto competitivo, dejaron de existir los entrenamientos en doble turno. Ahora se trata de una sesión de hora y media de duración, más algún tiempo añadido a ‘gusto i piacere’ de los interesados, y afuera. Como si haberse consagrado en Chile 2015 hubiera despojado al fútbol del manto de la obsesión, y ya no hubiera deseo de enfocar en él las 24 horas del día.

Pizzi dirige con una mano izquierda dulce. Blanda. Como si se hubiera convencido de que debe respeto, y como si respetara en demasía a ese grupo de jugadores cuya calidad intenta continuar exprimiendo por el bien del seleccionado y los intereses de La Roja.

Proveer de horas libres al grupo, dejar que pasten en shoppings, malls, salgan de la rutina y hagan turismo, asoma casi como una aparente necesidad para este cuerpo técnico. ¿Pizzi los verá tan agobiados, estresados, después de una temporada 2015-16 que, por ejemplo para varios referentes, casos de Claudio Bravo, Arturo Vidal y Alexis Sánchez, ha sido harto dura?

Dice el refranero popular que “cada maestrillo, con su librillo”. Como siempre, todo dependerá de lo que produzcan sobre el césped el equipo y las individualidades.

Chile debe definir el segundo pase a los cuartos de final en el grupo D frente a Panamá, este martes. Con el empate se clasifica. Obviamente, ganando también. Pero son los mismos cálculos que efectuaba, dormido en los laureles, el Brasil de Dunga, hasta que Raúl Ruidíz lo dejó fuera de la Copa América Centenario gracias a un gol convertido con la mano.

El juego ofrece la variante de la derrota, y mal haría Chile en recostarse en sus pergaminos. Panamá venció a Bolivia, y le hizo partido a Argentina hasta que Lionel Messi y su magia ingresaron a la cancha.

Con Uruguay, Paraguay y Brasil fuera de la Copa en la fase inicial del torneo, la mejor enseñanza de Estados Unidos 2016 es que el exceso de confianza, mata. Si Chile rinde como puede y debe, el acuerdo tácito para que los jugadores continúen disfrutando de las licencias que les negaba Jorge Sampaoli, continuará. De lo contrario, si el equipo diera lugar a una nueva sorpresa negativa en el certamen, la mano blanda de Juan Antonio Pizzi tal vez dé paso a un cilicio espinoso hasta tanto La Roja se asegure y confirme su presencia en Rusia 2018.