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Messi, entre Barça y Newell's

BUENOS AIRES -- Esta columna iba a comenzar con la certeza de que Lionel Messi se quedará definitivamente en Barcelona para terminar su carrera futbolística. Sin embargo, una consulta puntual para acercarme el máximo posible a esa verdad, horas después de que el Mejor Futbolista del Mundo recibiera el quinto Balón de Oro en su carrera, provocó que cambiara la orientación de estas líneas.

Esa incertidumbre es la que mantiene vivo el deseo de todo Newell’s Old Boys de Rosario, y del fútbol argentino, por recibir al ídolo global después de que finalice su contrato con el Barça el 30 de junio de 2018.

Lionel es muy hincha de Newell’s desde que estaba en la cuna. Pendiente siempre de todo lo que hace su equipo, vestir la rojinegra de la Lepra fue su primer sueño desde chiquito. Ni siquiera el pésimo trato que en su momento le dispensaron a él y su familia Sergio Omar Almirón, coordinador de las divisiones inferiores del club, y la directiva presidida por Eduardo López, le quitaron la ilusión por jugar algún día en el estadio Marcelo Bielsa. Sólo Celia Cucittini, mamá de Lionel, dolida por aquel maltrato, se manifestó en el pasado contraria a que Leo regresara a Newell’s alguna vez para continuar su carrera profesional.

Pero Almirón fue expulsado como socio del club en 2010, López es desde hace muchos años apellido tabú en el Parque Independencia, y el tiempo, que suele curar las heridas, puede devolver la chance de que el crack y su primer amor se reencuentren en un futuro no tan lejano.

Nadie es ajeno en Barcelona ni en España a las dudas que existían en la cúpula y el entorno del club azulgrana sobre el rendimiento de Lionel en 2014. El año del Mundial de Brasil resultó muy duro y esclarecedor para él. Ser expuesto por cuestiones extradeportivas, además de recibir críticas inesperadas a causa de un par de lesiones musculares que mermaron su rendimiento y le hicieron perderse 12 partidos, le abrió los ojos. Se sintió extranjero. Por eso, de aquel entonces hasta ahora, comenzó a tomarse más en serio la posibilidad de cerrar sus días como futbolista cerquita de Grandoli, donde los empezó. Lo que en su día no pasaba de ser una dulce fantasía, hoy se puede considerar una posibilidad cierta.

Cuando Lionel Messi finalice su contrato con el FC Barcelona tendrá 31 años, los mismos que Carlos Tevez tenía cuando decidió regresar a Boca Juniors después de disputar la final de la UEFA Champions League con Juventus frente al propio Barça en mayo de 2015. Tevez tenía excelentes ofertas para continuar en Europa. Y Messi tendrá espectaculares propuestas para hacer lo propio.

Sin embargo, El Apache regresó a Boca Juniors motivado por el amor a sus orígenes y La Pulga, que siempre retorna a Rosario apenas tiene un tiempito para reencontrarse con sus afectos, ha comenzado a sentir la llamada de los suyos.

Quienes lo conocen bien, apuntan que Leo no quiere retirarse sin antes haber jugado en Newell’s Old Boys. Si bien no brindan precisión en la fecha, opinan que concretará ese anhelo porque no sólo se trata de una cuenta pendiente. Coexiste en esa declaración de intenciones que hace en la intimidad una necesidad. Algo que pasa por la identidad, el ser, y por el deseo de otorgarle un cierre mágico a una carrera mágica.

Messi se mueve cómodo sobre la cancha conviviendo con el riesgo. Sin embargo, fuera de ella su compañera preferida es la cautela. Sugerente dualidad.

Durante su alocución para dirigirse al mundo tras recibir el quinto Balón de Oro, Lionel, con un discurso pausado y tranquilo, agradeció todo lo bueno y lo malo que le enseñó el fútbol. Precisamente fruto de ese aprendizaje es que tanto antes de la ceremonia, como después, se parapetó en la ambigüedad para referirse a su futuro.

Es lo que tiene madurar, comprender que nada es para siempre, y calibrar que lo más importante cuando la vida está resuelta y los sueños de grandeza ya se han cumplido, es recuperar las sensaciones.