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El gol de Ramos salva la racha y encubre carencias del Real Madrid

MADRID -- Si nada funciona, hay que llamar a Sergio Ramos. Con otro cabezazo de último momento, el defensa rescató a un conjunto merengue que, después de tener al Barcelona contra las cuerdas durante una hora, había caído presa de su principal debilidad. El balón parado.

El Real Madrid, que había encontrado la manera de mantener a raya al Barcelona e incluso tenerlo a su merced en pleno Camp Nou, estuvo a un minuto del naufragio. Las debilidades crónicas en defensa, las decisiones de menos discutibles en el área técnica y la falta de confianza después de que Luis Suárez adelantara al Barcelona, estuvieron a punto de provocar un disgusto mayúsuculo en la casa blanca. Algo que sólo pudo evitar Sergio Ramos, pues ni Benzema o Cristiano Ronaldo tuvieron suficiente pólvora en los pies para hacer la diferencia.

En la capital española se celebró por todo lo alto. Real Madrid mantiene así su ventaja de seis puntos en la tabla y da un paso importante en sus aspiraciones ligueras. Y en una cuestión de "honor" hiló su segundo clásico en el Camp Nou sin conocer la derrota y con ello extendió su racha invicta a 33 partidos consecutivos. Zidane y sus hombres están a sólo un partido de igualar la mejor racha merengue en la historia, la de 34 partidos sin perder y que tiene casi 20 años de antigüedad.

Real Madrid es, además, el único invicto en el campeonato español y al lado del sorprendente Leipzig de la Bundesliga, los únicos equipos de las cinco Ligas ‘grandes’ de Europa que han marcado al menos un tanto en cada uno de sus partidos en lo que va de la campaña.

La consistencia del Real Madrid en cuestión de resultados es incuestionable. Pero mucho se lo deben a la suerte y a un jugador puntual, que no es Cristiano Ronaldo, sino Luka Modric.

La razón por la que no sólo evitaron un naufragio, sino que supusieron una verdadera amenaza para el Barcelona durante los primeros 60 minutos fue el mediocampista croata. Hasta que el conjunto local se adelantó en el marcador aprovechando las enormes deficiencias merengues en el marcaje en los cobros a balón parado (sobre todo las de Raphael Varane), Luka Modric se había convertido en el amo y señor del encuentro completando 97.2% de pases intentados, más que cualquier jugador en la cancha. Fue el único que cerró la primera mitad con 36 de 37 pases completos, 52 toque y tres acciones defensivas exitosas. Era el croata quien marcaba el ritmo del partido y la razón por la que el Real Madrid dio la impresión de ser un equipo mucho más funcional y productivo en ataque. Acabó con 14 ocasiones creadas y cinco disparos a puerta por 11 oportunidades y dos tiros al arco del Barcelona. En el Camp Nou.

Resultó que, además, el Real Madrid se ha refinado (bastante) en la recuperación. La prolongada ausencia de Casemiro, que acusó la falta de ritmo en los 25 minutos que estuvo en la cancha, ha resultado menos perjudicial para los de Zidane de lo que se pensaba gracias a la gran labor de Kovacic en el centro de la cancha.

El problema viene con el posicionamiento en las jugadas a balón parado. Varane no ha recuperado la seguridad desde que fuera operado de una rodilla hace un par de temporadas y se nota, particularmente, en los cobros. Rarísima vez han logrado salir ilesos de una jugada de estrategia ante un rival de su propia Liga.

La situación empeoró con el incomprensible cambio de Casemiro por Isco, que se había lucido creando hasta cuatro situaciones de gol. El Madrid ya perdía por 1-0 cuando hizo su aparición el brasileño. Con pocos minutos de diferencia entró el maestro del futbol en España, Andrés Iniesta. La situación dio un giro radical y el Madrid acabó agradeciendo que la influencia del manchego no se tradujera en la portería.

Afortunadamente para el Madrid, el rival resultó igual de imperfecto y cometió una falta innecesaria que derivó en el gol de Ramos, su cuarto tanto en un clásico y primero desde 2007. El número 47 en su carrera en Primera y que lo convierte en el cuarto defensa con más goles en España. El que se ha convertido casi en su sello personal; en el último minuto y tan decisivo que bien podría decidir la Liga al final.